Dossier CINE NEGRO Parte
III: En el corazón del cine negro
Detour 1945
Director: Edgar G.Ulmer
Guión: Martin Goldsmith (guión y relato)
Música: Leo Erdody
F otografía: Benjamin H. Kline
Montaje: George McGuire
Actores:
Tom Neal es Al Roberts |
Descubrimos que era también un buen boxeador. Ha
trabajado anteriormente con Edward Dmytryk (Under Age-1941
y Behind the rising sun-1943).
Ann Savage es Vera |
La actriz trabaja en algunas
películas de terror o de crímenes: After midnight with Boston
Blackie (Lew Landers-1943) o Midnight manhunt (William C. Thomas-1945)
Claudia Drake es Sue Harvey
|
Edmund MacDonald es Charles Haskell Jr
|
Al Roberts, sentado en un bar de carretera, nos
cuenta lo que le pasó. Pianista en un bar, acompañaba a la cantante Sue. Pero
ella se propone lanzarse a la conquista de Hollywood. Poco más tarde,
desanimado, con el propósito de reunirse con ella, Al decide ir de Nueva York a Los Ángeles a
dedo. La voz en off traduce la psicología del autoestopista al principio con humor
hasta que entramos en el terror que invade la mente del desafortunado Al.
Le coge Charles Haskell, un
hombre con un descapotable –los sombreros no vuelan, el pelo sí – dice que es corredor
de apuestas de carreras, un estafador también estafado alguna y otra vez,
simpático. Le deja conducir para
descansar un rato. Se pone a llover, Al baja para poner la capota. Haskell
duerme, no contesta, Al abre la puerta, Haskell cae y su cabeza choca con una
piedra. ¿Estaba muerto antes de caer?¿es el choque? Pánico.
“A partir de este momento
cambia el rumbo de mi vida “ nos cuenta Al que añade que nosotros
espectadores no lo vamos a creer. Quiere que seamos testigos de su inocencia. Decide
deshacerse del muerto y seguir con el coche… Por supuesto los encuentros con la
policía se irán dando a lo largo de este viaje. Entonces le para una
autoestopista, Vera. ¡Mala pata para Al!
Vera es la mujer de las dos caras, la femme fatale, la misma
que, con las uñas, dejó estas marcas en las muñecas de Haskell
que impresionaron tanto Al. “El animal más peligroso del
mundo: una mujer… la muy zorra”
había dicho Haskell. “Era la mujer de Tarzán”,
dice Al, bromeando –Tom Neal se acordaba probablemente de su Jungle Girl rodada cuatro años antes. Después del episodio
Haskell, pasamos a Vera, o sea a la velocidad superior, al ritmo frenético de esta fuerza vital, Vera, que ahora lo
tiene: tú me obedeces si no te denuncio
por la muerte de Haskell.
Lo que quiere Vera es quedarse
con el dinero del muerto porque ella lo sabe todo sobre el estafador y sabe
aprovechar los eventos para utilizar el parecido de Al con Haskell y el cambio
de identidad. Pero el destino le va
jugar una más fuerte al pobre Al. ¿Volverá a ver a Sue un día o se ha
transformando en nómada? “Al final del viaje, estaba
más lejos de Sue que cuando lo emprendí”… dice cuando llega a
Hollywood. No quiere que lo corrompan. Le cuesta pensar todo eso que le está
ocurriendo, pero no quiere ceder delante de Vera.
Esta mujer que acepta ayudar, es Ann Savage, que interpreta el papel
con una formidable energía, arrastra Al
Roberts / Tom Neal en una pesadilla a pesar de su ftisis y su
inclinación hacia él. En esta bajada a los infiernos, se crea una atmosfera de
desesperanza que transforma la película en un drama desgarrador. Los desvíos
del destino hacen de Al Roberts el
equivalente del personaje de Albert Camus en El
extranjero. También como otros
héroes del cine negro, pensamos en el sueco (Burt Lancaster) de Forajidos, silencioso, melancólico,
Tom Neal es entrañable. Haskell el estafador es simpático, Vera es una de las
pocas femmes fatales que encontramos en este
Dossier, los bares son los típicos y el sudor chorrea en las polvorientas
carreteras del Oeste. Y las peleas entre Vera y Al están adornadas con unos
diálogos sugerentes, entre odio, recelos, negociación, afecto, deseos… las
imaginaciones desbordan en cuanto a las posibilidades de eventos futuros,
incontrolables… y el canto fúnebre del saxo del vecino…
“Si, lo sé. Algún día me parará un coche al que no he hecho autoestop. Si, el destino o alguna fuerza misteriosa puede señalarnos
con el dedo, a ti o a mí, sin motivo
ninguno” piensa Al, imaginando un final con el policía que le obliga
a subir a un coche. La fuerza del destino es la principal protagonista y Ulmer
sabe utilizarla: interrumpe una narración posible con este final que imagina Al. Si la policía
se para delante de Al, el autoestopista, ¿no corresponde eso a una respuesta a
la censura de la época que no acepta que un sospechoso de asesinato salga libre
de la pantalla con “The end”? ¡Qué bien Ulmer maneja la ambigüedad!
En poco más de una hora de película, bastante menos de un mes de
rodaje, y el presupuesto que se solía acordar a Edgar G. Ulmer en estas fechas,
o sea, una miseria utilizada en parte para echar mucho humo y bajar las luces
de los focos, un buen equipo consigue
ofrecernos una pequeña joya que pronto se transforma en cine culto.
El humo lo tenemos en esta secuencia entre Al y Sue, excelente
momento de tensión afectiva que nos prepara al camino de soledad que les espera. Ulmer, formado en la
Europa del expresionismo, decorador en el teatro de Max Reinhardt, es uno del
grupo Siodmak-Wilder-Zinnemann y otros… Se exilia en los EEUU después de un
primer viaje en 1926 en el cual es ayudante de Murnau para Sunrise. La expresividad visual heredada de su
formación, marca profundamente su estilo. El gato negro
con Bela Lugosi y Boris Karloff rodada en 1934 , gran éxito para los estudios
Universal, corresponde sin embargo a la condena
de Ulmer por los grandes estudios de Hollywood: su relación con la mujer
del productor Max Alexander de la Universal le
obliga a marcharse a Nueva York con su amante Shirley Alexander y a trabajar con productores marginales. La
señora Shirley Ulmer va participar en algunos guiones de sus películas y va a ser
la script de casi todas.
La vuelta a Hollywood se hace a la sombra de los
grandes estudios, en los estudios de Poverty Row, en la Producers
Releasing Corporation. Con esta productora, una de las que
realizaban series B de bajo presupuesto y rodadas en poco tiempo, Ulmer va a dar
toda su fuerza creativa con Strange Illusion, The
strange woman, Detour, …
Adaptado
de la novela de Martin Goldsmith que escribe el guión con Martin Mooney, Detour da toda su importancia a la
narración, en un decorado limitado al mínimo, pero con la máxima tensión.
Unos pocos personajes, un coche cruzando Arizona, unos bares, un
hotel bastante cutre, un motel apartamento más presentable con acompañamiento
del saxo de un vecino: Ulmer sabe dar la
vuelta a los problemas de presupuesto con una dirección precisa y seca, la
utilización de la simbología en las imágenes. A pesar de ser un road movie, Ulmer trabaja más con la imagen-tiempo. Desarrolla la narración sin rodeos, lo que
hace de Detour una obra moderna,
única en el conjunto de películas negras de la misma época.
Los primerísimos planos encierran a los personajes y los fondos negros hacen resaltar los
cuerpos y los objetos que definen la dramatización de lo que está en juego: la
soledad, la moral, la consciencia. A la voz en off, la construcción en
flashback propios del género, se añade
una banda sonora notable con "I Can't Believe That
You're in Love with Me" que canta Sue y que despierta en Al todos
los recuerdos, los buenos y los malos momentos ¿Volverá a ver a Sue? La voz de Sue
es la de martha Mears (Bing
Crosby retoma la canción con éxito). Martha Mears es la intérprete
de bandas sonoras en numerosas películas; en el cine negro recordamos This gun for hire (Contratado para matar-Frank Tuttle-1942) en la cual dobla a
Veronika Lake con “I’ve got you”, Nocturno (Edwin L.Marin-1946)
doblando a Virginia Huston en “Why pretend”,
en Sed de dominio (Claude Binyon-1948)
dobla a Audrey Totter en “I’m in the Mood for Love”... Oimos también de vez en cuando
“I’m always chasing rainbows” y lo que corresponde a la múscia por piano que
toca Al Roberts: unos valses de Chopin y ...Brahms que transforma en un jazz
accelerado sacando su rabia después de que Sue decidió marcharse a California. La
música de Leo Erdody acompaña de maravilla con las dosis de humor y angustia que
tiene Al.
La voz en off da, a lo largo de la
película, el tono desengañado, cinico, que contrasta con la ingenuidad de Al
Roberts en esta decisión de un viaje a dedo y, más tarde, frente a la serie de
acciones involuntarias que provocan su cambio de destino. Este viaje lleno de
imprevistos y de tensiones se hace con un ritmo lento que marca la pesadilla
que lo conduce a los infiernos. La imposibilidad de cualquier redención aumenta
el ambiente pesado, asfixiante, claustrofóbico con una estética cinematográfica
que lleva la lógica del Cine Negro hasta una radicalidad que roza lo absurdo,
la fábula. El carismo de Tom Neal da a Detour un
“plus” inolvidable. La realidad es para el actor otro destino trágico:
arrestado después del rodaje por pegar a otro actor famoso del cine negro,
Franchot Tone, encarcelado por el crimen de su compañera que no ha cometido,
muere después de su liberación, el mismo año que Edgar G. Ulmer.