Voy a parar un momento mi paseo por el CINE NEGRO que, a su manera, me acerca a la condición humana y a la organización social, política y jurídica de las democracias que se autoproclaman "avanzadas". De la ficción a la realidad hay un pequeño paso que no cuesta franquear. ¿La realidad? Parece que son las reglas del juego –de las cuales he hablado ya bastante tiempo en este blog. Nos las recuerdan los políticos de turno cuando recogen el poder que un pueblo les entrega. Sin embargo, la idea va por delante del poder. Este la utiliza a su manera para convencer a la opinión pública. Las ideas de unos cuantos intelectuales, con sus libros o el amplio espacio que les ofrece la totalidad de los medios informativos, forman la base de estas supuestas "reglas del juego". La primera regla parece ser la siguiente: la reflexión, la crítica, el debate sobre "el juego" tienen que estar tachados inmediatamente de "populistas".
Hay unos discursos que mueven las vísceras del pueblo con el miedo al extraño, la inseguridad… Los pronuncian unas voces ya bien identificadas en Europa después de tanta barbarie en el siglo pasado. los partidos de gobierno, este club de alternes que caracteriza la democracia, están siempre dispuestos a retomarlos cuando hace falta. ¿No tienen éstos el monopolio de la violencia?
Pero hay discursos que mueven al corazón del pueblo, a su sentido de lo que es justo y lo que no lo es. ¡Bueno! La primera regla enuncia que estos discursos, los de las tripas como los del corazón, son equivalentes, son iguales de "populistas".
Las campañas electorales en Francia y en Grecia han puesto en evidencia esta practica de los partidos de gobierno y de los medias. Los que intentan proponer una revisión de las reglas, aclarar el juego democrático, los que intentan resistir a la dictadura de un sistema político-financiero, ampliamente descrito en este Blog, son deliberadamente equiparados con los que intentan transmitir el miedo y la necesidad de más controles policiales. No importa que tengan la visión de una democracia más ciudadana y participativa como el francés Melanchon. No importa si, indignados por la catástrofe económica y social que están viviendo, exigen una revisión global de las reglas del juego como el griego Tsipras. Son unos "populistas". Lo dicen ciertas élites francesas y griegas, dando la razón a Jacques Rancière cuando acusa a estas mismas élites de odiar a la democracia (ver en este Blog Arkhos y Kratos).
Lo que dice Melanchon lo transcribimos en su momento en este blog (ver ElESPIGADOR). Lo que dice Tsipras es que no se puede negociar el plan de rescate de Grecia porque "el infierno no es negociable…los gobiernos europeos deben parar de pedir a los contribuyentes que sigan metiendo su dinero en un pozo sin fondo… si no crecemos, nunca podremos pagar el dinero que nos den…". Añade que en las elecciones (las cuales Europa exige que se repitan), lo que está en juego no es salir o no del euro, sino "continuar o no con las desastrosas medidas de austeridad" o sea: perdonar la deuda griega y poner en marcha una Europa solidaria, con unas instituciones soberanas elegidas por el pueblo europeo, con una fiscalidad común… Por supuesto, son proposiciones muy alejadas de "las reglas del juego" actuales que delegan la soberanía de los pueblos europeos al Banco Central, no elegido, y a una Comisión Europea, no elegida.
¿Qué dicen ciertos intelectuales cuyas ideas son el mantillo que nutre el poder político y la opinión pública?
El País del 22 de Mayo sobre Tsipras "el joven populista… una retórica combativa... entre arengas contra la canciller Angela Merkel y su política de austeridad…Tsipras anunció que está listo para gobernar Grecia en alianza con las fuerzas de izquierda…"
Le Monde-editorial del 23 de Mayo con el título: "Euro o dracma: los griegos tienen que elegir".
Si el diario empieza reconociendo, como Tsipras, los defectos de esta unión monetaria: "se hace sentir la ausencia de un verdadero federalismo" enseguida se corrige con los famosos argumentos que fomentan el miedo: "Una salida de Grecia dificulta las perspectivas de recuperación… amenaza de desintegrar la zona euro… efectos desastrosos para los griegos… empobrecimiento acelerado". A continuación, el diario amenaza: "se ha emprendido un enorme esfuerzo a favor de este pequeño país… [Los griegos] tienen que salir de esta esquizofrenia…en las últimas elecciones, votaron por unos partidos [el primer de estos partidos es el de Tsipras] que, aunque no rechazan Europa, sí rechazan las reglas del juego de la Unión Europea… No se puede aceptar que un pequeño país pueda seguir poniendo en peligro el conjunto de un continente por su rechazo a las reglas del juego".
Dice Alain Badiou en un artículo reciente sobre "el racismo de los intelectuales" que «la sucesión de leyes restrictivas que vulneran la libertad y la igualdad entre millones de personas que viven y trabajan no la han producido unos "populistas" desatados». Sería de desear que las sociedades europeas, en la situación actual, aboguen en su gran mayoría por menos austeridad con unas reglas de juego que tengan como base la equidad y la responsabilidad de los que han sido elegidos por los pueblos europeos, y no la competitividad dentro de un sistema político-financiero. ¡Cuánto le cuesta al pueblo derribar el muro del dinero! Concluimos con esta cita irónica de Bertold Brecht: para "reforzar" la democracia, hace falta cambiar de pueblo.