Después
de la página "Marcuse: Cultura y Civilización", seguimos con el resumen del Ensayo publicado en el libro colectivo Science and Culture en 1965: Herbert
Marcuse: Notas para una nueva definición de la cultura.
La contradicción
de la ciencia
La
responsabilidad de la ciencia en cuanto a su impacto sobre la condición humana
corresponde a la función del método y de los conceptos científicos mismos y no
a la responsabilidad personal y moral del científico. La ciencia, como actividad intelectual, es, previamente a toda
aplicación practica, un instrumento en la lucha por la existencia, en la lucha
del hombre con la naturaleza y con el hombre; sus hipótesis directivas, sus
proyecciones y sus abstracciones surgen en esta lucha y anticipan, preservan o
modifican las condiciones en que se desarrolla.
Nuestra
sociedad ha asumido el juicio de valor que consiste en considerar que la razón
científica ha de mejorar estas condiciones y, por consecuencia, la "civilización" ha sido su
gradual y penosa realización… [El] método
científico ha sido el requisito previo de todo el progreso técnico y material
conseguido desde la Edad media.
Ha presidido los conceptos racionales de hombre y de naturaleza y ha servido
para crear las condiciones previas para una sociedad racional, las condiciones
previas de la humanidad. Y lo ha hecho mientras aumentaban al mismo tiempo los
medios materiales de destrucción y dominación, es decir, los medios para
impedir la realización de la humanidad. La construcción ha estado vinculada con
la destrucción desde el comienzo; la productividad con su utilización
represiva, la pacificación con la agresión.
Nuestra
civilización es la de la conquista de la naturaleza, de la explotación de los
recursos naturales, de la conquista del hombre por medio de la explotación de sus recursos físicos e
intelectuales. Es una civilización que lucha con la naturaleza por medio de la
lucha por la existencia, en formas
agresivas y represivas a nivel tanto personal como nacional e internacional.
La
sociedad debe reflexionar sobre –y responder a –la cuestión de si la ciencia,
en vez de liberarnos de la lucha por la existencia, la perpetúa y la intensifica: la
investigación al servicio de la industria nuclear ¿no tiene acaso una vertiente
destructiva? La industria de la información y la comunicación ¿no nos lleva a
la "atrofia planificada"?
La relación entre ciencia y tecnología se hace cada vez más borrosa. Con la
voluntad de dominar progresivamente la naturaleza, la racionalidad científica,
esta "pureza" específica de la
ciencia, conduce tanto a la
construcción como a la destrucción, a más humanidad como a la inhumanidad y
esta contradicción se sitúa en el
interior del conjunto de la investigación científica, entre los terrenos, los
métodos y los conceptos: los hay que defienden la vida y los hay que la
empeoran… La ciencia ha creado su propia cultura, y esta cultura está absorbiendo
un sector de civilización cada vez mayor.
Cultura:
oposición y negación de la cultura científica
Marcuse
critica la visión de una civilización con "dos culturas": la
científica y la no científica (literatura, artes, filosofía…) y el alegato a
favor de su unión que desarrolla C.P. Snow en "The
two cultures: And a second look"- 1964. No hay acercamiento posible
entre las dos. Lo que la ciencia define y domina no es el "orden natural" y el "edificio científico del mundo físico"
no es "en su profundidad,
complejidad y articulación intelectual, la obra colectiva más maravillosa y
bella de la mente humana" –las citas son de C.P. Snow. Marcuse
responde que si el edificio de la cultura no científica es infinitamente "más maravilloso, profundo, complejo y articulado" no es
cuestión de gustos: El universo de la
cultura no científica es un universo multidimensional… en el que toda la objetividad se halla cualitativamente
relacionada con el sujeto humano. Critica el absolutismo aterrador que se
esconde detrás de la modestia científica que relega a los modos de pensamiento no
científicos, pero racionales, al reino de la ficción, de la poesía o de las
preferencias. Sin embargo, nada hay de regresivo en la insistencia en
que toda la energía y todo el dinero dedicado al espacio exterior se dilapidan
en la medida en que se dejan de emplear en la humanización de la tierra… La
conquista del espacio exterior puede acelerar la comunicación y la información,
pero lo que hay que preguntar es si éstas no son ya suficientemente rápidas y
extensas, o incluso demasiado rápidas y extensas para lo que se comunica y para
lo que se hace… La racionalidad de la
competencia política y militar global no es necesariamente sinónimo de progreso
humano. Cuando este último va ligado a lo primero, los medios de
información asociados al sistema político hacen aparecer la protesta contra esta vinculación como una forma de regresión
irracional; pero esta perversión es a su vez obra de la política.
Lo
que Marcuse describe en su ensayo como cultura no científica, cultura superior,
espacio y refugio intelectual y físico de los individuos es la negación de la
sociedad en su realidad actual dominada por una cultura científica:
La cultura no
científica, (me limitaré aquí a la literatura como ejemplo no científico) habla
un lenguaje propio, sustancialmente diferente del lenguaje de la ciencia. El lenguaje de la literatura es un
metalenguaje en la medida en que no pertenece al universo del discurso
establecido que expresa el estado de cosas existentes. Expresa "un
mundo diferente", regido por principios, valores y patrones
diferentes. Este mundo diferente aparece
en el mundo establecido, se introduce en las ocupaciones diarias de la vida, en
la experiencia de cada uno y de los demás, en el entorno social y natural.
Independientemente de lo que instituya esta diferencia, hace que el mundo de la
literatura sea un mundo esencialmente otro, distinto; una negación de la
realidad dada. Y en el grado en que la ciencia se ha convertido en una parte
integrante de la realidad dada, o incluso en una fuerza impulsora que está por
debajo de ella, la literatura es también la negación de la ciencia. No existe
un realismo (científico) en la autentica literatura de Occidente ni s quiera en
la obra de Zola. Su sociedad de segundo imperio es la negación de esa sociedad
en su realidad.
Por
eso, cuando los medios científicos llevan a la sociedad hacia la administración total, la cultura no
científica encuentra en la alienación un
requisito previo para la oposición y la negación. la cultura puede, desde el aislamiento, preservar el refugio y la reserva tan necesarios en los que se
mantienen las verdades y las imágenes olvidadas o eliminadas… la cultura no científica preserva las imágines y los fines que la ciencia, por
sí misma, no define ni puede definir, esto es, los fines de la humanidad.
De la lucha a la
pacificación
Sin
embargo, la racionalidad científica tendría que apuntar a la eliminación de la escasez, la servidumbre del trabajo y la
injusticia en todo el mundo. El progreso implica la posibilidad de pacificar la lucha por la existencia, y este
progreso se consigue si la ciencia se libera a sí misma de la
dialéctica fatal del Amo y el Esclavo que transforman la conquista de la
naturaleza en el instrumento de la explotación. Así que debe liberarse de los amos que la ciencia misma ha
contribuido a crear.
¿Liberarse
o liberarla? No puede ser un acontecimiento exterior lo que libere la ciencia
porque dejaría la empresa científica con
su estructura intacta. Se trata de afectar al mismo método científico en su
forma de experimentar y en su proyección de la naturaleza. Se trata de
cuantificar científicamente unos nuevos
objetivos, derivados de una nueva experiencia del hombre y de la naturaleza: los objetivos de la pacificación.
Un
paso tímido sería una política de
discriminación con respecto al apoyo y a las prioridades. El ejemplo de
numerosas Universidades que se niegan a comprometerse con el enorme apoyo
financiero del que goza la ciencia en proyectos militares y espaciales lleva a Marcuse
a proponer la creación de alguna
institución que no simplemente
mantuviera esa regla, sino que propiciara activamente la publicación de
documentos sobre abusos de la ciencia para fines inhumanos. Actualmente,
incluso estas ideas modestas y prudentes son descalificadas como necias y
románticas... [lo que]…no destruye
necesariamente el valor que puedan tener…
Marcuse
reconoce que tal política supone la
existencia de gobiernos, fundaciones y empresas lo suficientemente poderosos y
deseosos de reducir rigurosamente el establishment militar, lo cual es una
hipótesis más bien poco realista… Pero insiste sobre la necesidad de
resolver, no sólo la contradicción que tiene la ciencia entre sus objetivos
racionales y reales, sino también la contradicción que tiene la sociedad en su
propia educación si ha de darse el progreso: si le queda todavía algún
sentido a la afirmación de Kant de que "la educación no debe ser para la
sociedad actual sino para una sociedad mejor", la educación debería
alterar también (y acaso principalmente) el lugar de la ciencia en las
Universidades y en la zona de "Investigación y Desarrollo" en su
conjunto.