Director: Anthony Mann
Guión: John Higgins / Virginia Kellogg
(relato) Música: Paul Sawtell
Fotografía: John Alton
Montaje: Fred Allen
Encontramos en el equipo algunos de los
técnicos de He walked by night: el guionista John Higgins (que da su nombre
al barco en la secuencia final), el
director de orquestra Irving Friedman y por supuesto el director de fotografía
John Alton acompañado por el fotógrafo de efectos especiales George J. Teague.
Actores: Dennis O’Keefe es Dennis O’Brien Alfred Ryder es Tony Genaro Wallace Ford es “The Schemer” (El
planificador) Charles McGraw es Moxie
Dennis O’Keefe tiene un papel
sobresaliente en algunas películas del cine negro como Raw Deal (Anthony
Mann-1948), Abandoned (Joseph M.Newman-1949), Woman on the run (Norman
Foster-1950), Los verdugos también mueren (Fritz
Lang-1943) o The Leopard Man de
Jacques Tourneur. Su encuentro con Moxie / Charles
Mc Graw en T-men es particularmente violento.
Charles McGraw
va rodar más películas con Mann pero también numerosas películas de cine negro
con Rober Siodmak(The killers-1946), Jacques Tourneur (Berlín Express-1948),
Jules Dassin (Brute Force-1947), Joseph Losey (The long night-1947), Felix
E.Fiest (The threat-1949), Anthony Mann (Border incident-1949), John
Farrow (His kind of woman-1951), etc.
Wallace Ford es el detective de Shadow
of a doubt (La sombra de una duda-Hitchcock-1943).
Trabaja también en Spellbound (Recuerdas-Hitchcock-1945),
Dead
Reckoning (Callejón sin salida-John
Cromwell-1947 con Bogart), tiene el papel de Gus en The set-up (Combate trucado-Robert Wise-1949), el
papel del padre de Shelley Winters en He ran all the way (Yo amé a un asesino-John Berry-1951).
Dos
agentes del Servicio Secreto dependiente del Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos han sido elegidos para infiltrarse en el hampa y acabar con una
banda de falsificadores de billetes de banco. Con una nueva identidad y la
amplia y precisa información necesaria, irán de Detroit a Los Ángeles,
siguiendo las ramificaciones complejas de la organización criminal que les
llevarán hasta su cúpula. El título evoca la devoción de estos agentes
dispuestos a sacrificar su vida para cumplir con su misión, los T-men
–hombres del Tesoro –superhéroes del cine hollywoodiano de la época. La
presentación documental típica de estas películas “procedural” está aquí a cargo de un funcionario del Estado, ex-
dirigente de los servicios del Departamento del Tesoro que nos presenta el
asunto, historia verídica archivada con el nombre de “Shanghai Paper Case” (El caso del Papel de Shanghai, ya que el
papel empleado por los falsificadores proviene de China). El tono de la voz,
una narración didáctica que exalta el heroísmo de los agentes del
Tesoro, refuerzan el aspecto documental de la película en sus primeras
secuencias. Pronto la fuerza de la imagen da su propia narración y solapa este
aspecto inicial aunque se sigue describiendo con detalles las distintas etapas
de una investigación compleja, laboriosa y por momentos confusa por su
profusión de personajes y de espacios. Como en He walked by night, el
director de fotografía John Alton forma con Anthony Mann una pareja eficaz y el
resultado es, aquí también, un excelente cine negro.
Anthony Mann, el Bien y el Mal
Los infiltrados son unos seres que se
encuentran en equilibro inestable entre dos mundos en una lucha a muerte. Viven
una experiencia que pone a prueba su identidad, disfrazados de enemigos,
errantes en un territorio hostil y
fuerte en tentaciones que desvela las debilidades humanas y deja sin
sentido el código de honor en el cual han sido formados. En estas primeras experiencias
cinematográficas, Anthony Mann ya deja aparecer esta cartografía elemental de
la humanidad: la ley como frontera entre el Bien y el Mal.
Su
filmografía afirmará esta oposición ancestral. Los personajes caminan a lo
largo de esta frontera. El cara a cara entre los agentes del Tesoro y los
falsificadores en T-Men es uno de los mejores ejemplos de esta obra en devenir.
El interés principal de la película con respecto a las obras siguientes,
principalmente los westerns con James Stewart, reside en el viraje de
situación, la transgresión de la moral y del orden establecido. Para los dos
agentes, está muy claro que los métodos tradicionales no pueden funcionar en el
caso que se presenta: se van a comportar como verdaderos criminales y cometen
unos actos ilegales para acabar con la ilegalidad, abren la puerta de la
mentira para desvelar la verdad. Enfrentados al miedo a la muerte, Dennis
O’Brian y Tony Genero mantienen la
sangre fría.
Saben
controlarse aunque algunos de la banda intentan desenmascararles con la tortura
física y psíquica.
Tony
domina sus sentimientos en este encuentro con su mujer en presencia de uno de
ellos – notable secuencia de thriller –y llega al sacrificio de su vida para
proteger la misión y permitir a su colega seguir hasta el éxito.
Realismo y expresionismo
La ambivalencia entre cine negro y documental
no debilita en absoluto la fuerza de la interpretación ni el ritmo de la
narración.
Como en He walked by night, el dúo Anthony
Mann-John Alton funciona a la perfección. Desde estas primeras obras de cine
negro, aparecen la aspereza en las situaciones, la violencia de los personajes,
la calidad de la composición. La utilización adecuada de la luz artificial
realza el dramatismo y el fatalismo de la narración. Anthony Mann y John Alton
utilizan todos los artificios que compensan la limitación del presupuesto: la
utilización de la imagen expresionista llega a la abstracción geométrica.
El espacio está delimitado por los contrastes
entre el negro profundo de la oscuridad y una luz cruda, a veces en diagonal
para localizar los eventos o los objetos, a veces horizontal para resaltar los
rasgos de las caras de los personajes.
La profundidad de campo, las sombras alargadas, los contrapicados, los
primerísimos planos de las caras torturadas acentúan la temática de la amenaza
que pesa sobre los dos agentes T-men.
29 Desde la primera secuencia, la firma
de Anthony Mann da el tono de la película: un agente del Tesoro tiene cita
con un informador. Este muere de un
disparo antes de comunicar con el agente. Unos encuadres muy estudiados
explicitan la relación de fuerzas: por ejemplo, la cámara se sitúa detrás de
las piernas del asesino para filmar a la víctima.
La acción fuera de campo está utilizada como
amenaza o llevada dentro del campo por unas técnicas de reflejo –ver la escena
en el restaurante cuando Dennis O’Brien sigue a
“The Schemer” y observa el intercambio de billetes falsos en una cabina
de teléfono –. Las secuencias en el baño turco, la primera entre estos dos
personajes y la segunda entre Moxie y The Schemer, son de una intensidad poca
veces conseguida en el cine negro: los primerísimos planos, la fuerza creativa
del director de fotografía John Alton en su utilización impactante del conjunto
luz-vapor –pensamos en “Promesas del Este” de David Cronenberg – elevan la
película al nivel del mejor cine negro a pesar de su tono procedural inicial.
Otras secuencias impactantes por su fuerte
potencial dramático son el asesinato de Tony que pone a prueba a O’Brien,
condenado a callarse, y la secuencia
final en el barco, otro espacio que pone en evidencia la creatividad artística
impactante de Alton.
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