26.1.14

"Ruthless"-Edgar G.Ulmer



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Inicio  / En el corazón del cine negro   
Traición 1948



Director: Edgar Ulmer     
 Guión:  S.K.Lauren y Gordon Kahn / obra de Dayton Stoddart
 Música: Werner Janssen  
 Fotografía:  Bert Glennon  
 Producción:  Eagle Lion Films (Arthur S.Lyons) 

Actores:











 Zachary Scott es Horace Vendig Filmografía en cine negro: The mask of Dimitrios (Jean Negulesco-1944), Mildred Pierce (Alma en suplicio-Michael Curtiz-1945), Danger Signal (Robert Florey-1945), The unfaithful (Vincent Sherman-1947), Ruthless (Traición-Edgar G.Ulmer-1948), Whiplash (Lewis Seiler-1948), Flaxy Martin (Richard L.Bare-1949), Flamingo Road (Michael Curtiz-1949), Born to be bad (Nacida para el mal-Nicholas Ray-1950), Shadow on the wall (Pat Jackson-1950   Louis Hayward es Vic Lambdin (cine negro con House by the river (Fritz Lang-1950).    Diana Lynn es Martha / Mallory (vuelve al cine negro con The people against O’Hara (El caso O’Hara-John Sturges-1951)   ),   


Sydney Greenstreet es Mansfield (ver filmografía en este blog con El halcón maltés)    Lucille Bremer es Christa mansfield (trabaja el mismo año en la película negra:  Behind Locked Door (Budd Boetticher-1948)  


Martha Vickers es Susan Duane Empezó en el cine negro con The big sleep (El sueño eterno-Howard Hawks-1946), siguen: The man I love (Raoul Walsh-1947), Ruthless (Traición-Edgar G.Ulmer-1948), The big bluff (W.Lee Wilder-1955), The Burglar (Paul Wendkos-1957) 


Raymond Burr es Peter Vendig (ver Filmografía en este Blog)  


Notamos también la presencia de Ann Carter en el papel de Martha niña (salvada por Horace, se criarán juntos): acabamos de verla en The two Mrs Carroll.




Después de la serie B de muy bajo presupuesto que fue Detour, reconocida más tarde como película culta en el cine negro, después del consistente presupuesto que le ofrecía la realización del proyecto de Hedy Lamarr, A strange woman (La extraña mujer-1946),  Edgar G.Ulmer rueda este “pequeño” Ciudadano Kane. Horace Vendig / Zachary Scott es este hombre despiadado (Ruthless) que alcanza la cima del poder de las finanzas, arrastrado por una ambición enfermiza que le lleva a utilizar el amor de las mujeres que cruzan su vida. Le descubrimos en la primera secuencia como un hombre rico y respetado –con toda la hipocresía necesaria –por la alta sociedad estadounidense en un ostentoso acto filantrópico. Entre los invitados se encuentran  los que le han permitido – la mayoría en detrimento de ellos mismos –  alcanzar el poder. La presencia de Vic Lambdin / Louis Hayward, amigo de Horace desde la niñez, acompañado por la pianista Mallory / Diana Lynn,  despierta en Horace el recuerdo de una adolescencia castigada por la ausencia del padre (un sorprendente Raymond Burr) y…


… la violencia de su madre. Molly le recuerda a Martha cuyos padres lo criaron después que abandonase la casa de su madre. De Martha a Molly, asistimos al tejemaneje de este hombre carismático con su mirada tan penetrante, que no sabe amar otra cosa que el poder: en cada etapa de su vida, elige la mujer que está en situación de ayudarle a escalar puestos y, a la que, a cambio, dejar destrozada.


en Las dos señoras Carroll, la ambición patológica de Humphrey Bogart le conduce a matar a sus sucesivas mujeres para acabar sus retratos como ángeles de la muerte: tratamos en esta película del acto de vampirizar. Un año después del estreno –y fracaso a pesar de la presencia de Barbara Stanwick –  de la película de Peter Godfrey, Edgar G.Ulmer retoma el mismo tema con más elegancia, servido por un guión original en la época: Horace Veldig consigue ser el “Lobo de Wall Street” antes de Leonardo di Caprio. 


Estamos en presencia de un director que, después de ahondar en el tema de las minorías con documentales étnicos, se vuelca en una descripción de un universo  que hace y deshace el mundo de la economía, devastador y también auto destructor: si la fatalidad encierra al protagonista de Detour en una maraña macabra, Horace Vendig construye su destino empujado por unas fuerzas que le dominan, traicionando y destrozando a los que le quieren, mujeres, amigos,  parejas, familias hasta precipitarse él mismo en el vacio.  No deja a los demás la tarea de contar en sucesivos flashbacks las etapas de su ascensión: marca su diferencia con  el ciudadano Kane que deja como herencia el misterio de Rosebud. Por supuesto, Ulmer no trabaja aquí con el presupuesto que Hollywood puso a disposición de Orson Welles pero conviene hacer notar que los dos directores tienen unos puntos comunes: unas carreras motivadas únicamente por la necesidad absoluta de trabajar como buenos artesanos independientes, incomprendidos, marginados por el sistema de los grandes estudios sin que eso disminuya sus capacidades creativas. Más discreto que Welles en cuanto a los efectos técnicos, conviene notar sin embargo unos planos impactantes como…


…la puesta en abismo de la mujer de Manfield /Sidney Greestreet cuando este va a su dormitorio,


…o la salida de Horace Velding al final del acto filantrópico que había organizado. Si Ulmer nos regala una lucha de tiburones en un barco –y no delante de los espejos de The lady from Shanghai –se satisface con un pequeño acuario detrás de Raymond Burr, un guiño probable al gran Orson. Una notable dirección de actores: el inflexible Horace sabe atraer  a las mujeres y romper cuando llega el momento oportuno. Astuto y cada vez más experimentado, hace malas pasadas a sus socios después de conseguir toda la confianza para su único provecho.


El eje de la película se encuentra en la  caracterización del  personaje: un aire sombrío y frio, unas largas charlas de noche con las mujeres acaban con desgarramientos y llantos, su cinismo y su rigidez frente a la desesperación de unos accionistas al borde de la catástrofe y la muerte, arrastra él mismo a la muerte a su principal rival.   Ulmer consigue hacer de Zachary Scott un actor de primera, lo que se les escapó a Michael Curtiz y Nicholas Ray.


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