Esta
página pertenece al Dossier CINE NEGRO-Otto
Preminger
Dana Andrews en Laura |
Dos secuencias
de apertura son unos buenos ejemplos de la distancia de esta objetividad de
Preminger y, al mismo tiempo, la elegancia y la fluidez de una cámara que nos informa más ampliamente
que los personajes en sus diálogos. En Laura y en Whirlpool, el director empieza la película
con un movimiento de cámara ya empezado: este efecto provoca naturalmente una
espera por parte del espectador. La imagen de fondo de los títulos de crédito
nos introduce en el tema en estas dos películas. En Whirlpool
es el papel de embalaje de un gran almacén que abre la primera
secuencia: Ann acaba de robar.
Pero ella
aparece en la pantalla después de un trávelin que nos enseña una coreografía de
empleados y clientes en la vena de las grandes comedias hollywoodianas del época que parece señalar la música,
ligera… pero engañosa. Estamos entrando progresivamente entre esta secuencia y
la siguiente en el drama de una mujer que un primerísimo plano revela cuando su
marido entra.
En Laura, es por supuesto el retrato que sirve
de imagen de fondo. Pero la primera secuencia empieza con un fundido en negro y
una voz en off que dice: « no olvidaré nunca
este fin de semana en que murió Laura». La cámara nos arrastra
entonces en un movimiento en plano medio en el salón de Waldo. Es una imagen
visual y sonora: el tema musical de Laura acompaña la voz de Waldo, todavía
invisible, que pronuncia las palabras "muerte
horrible" cuando la cámara pasa delante del reloj. Pasamos progresivamente
a un campo visual más amplio que descubre al inspector McPherson y la cámara
empieza a seguir sus pasos por el salón,…
….parándose delante del reloj cuando la voz
en off dice: « un reloj idéntico se encuentra en el piso de Laura». En estos
dos minutos de trávelin, hemos situados los protagonistas: Laura en su retrato
(foto de Gene Tierney retocada, idea de Preminger para dar más presencia a la
muerta), Waldo, McPherson… y el reloj que ofrecerá la última imagen de la
película antes del "Fin" con el retrato de fondo.
En Noviembre
de 1946, cuando se estrena Laura en Europa, Jacques Doniol-Vocroze escribe
en "La revue du cinéma: Un réalisateur et
des personnages": « a lo
largo de un trávelin de los más brillantes y conseguidos de estos últimos años,
McPherson (Dana Andrews) intenta calmar su cabeza atormentada por el
pensamiento de Laura y de su retrato colgado en la pared… da vueltas y lo toca
todo, sin hurgar en nada. Por fin –esta escena emocionante de soledad e
incertidumbre es larga– se adormila. En el momento en que Laura abre la puerta
y entra, en carne y huesos, sin malicia,
sin remordimientos, sin proyectos, contentándose con volver a ser Laura,
desnuda en su simplicidad, por así decirlo,…
realmente uno se dice que el cine es un bonito invento».
Laura (1944)
Se
dice que Preminger consideraba a Laura como su primera película a pesar de ser su sexta obra. Podemos pensar
que el director fue muy consciente, con esta realización que le llevó a la
fama, de haber llegado a resolver el problema que encontraban los directores de la época: respetar las
reglas de los grandes estudios de Hollywood, en particular las del CINE NEGRO,
y, al mismo tiempo, marcar su
independencia con respecto a estos estudios (la 20 th Century Fox y su gran
gurú Darryl Zanuck en el caso de Laura). Nos encontramos delante de una película
mítica que desborda el marco del cine
negro por unas cuantas razones de las cuales destacamos la fuerza del concepto
de "imagen".
Fallen Angel (¿Ángel o Demonio?-1945)
Mi preferida en
este Dossier. Los eventos se suceden con un ritmo tan intenso que nos parecen
inverosímiles. Probablemente están sincronizados con el cerebro ágil de Eric.
Este acaba de llegar a Walton, – estamos en realidad en la localidad de Orange,
California– echado del autobús por no
poder pagar su viaje hasta San Francisco.
Daisy Kenyon (Entre el amor y el pecado-1947)
Aunque no es cine
negro, la incorporamos en el Dossier Preminger por la continuidad que ofrece
con las demás. La trama es simple: Daisy Kenyon es una ilustradora de revistas
famosa, una mujer independiente, libre, papel que conviene evidentemente a la
mujer de negocios que era Joan Crawford. Está aguantando desde hace unos años
la incapacidad de su amante, Dan O'Mara (Dana Andrews), para tomar la decisión de divorciarse. Él es un magistrado de renombre, comprometido
en la defensa de un japonés, asunto que le va añadir problemas a los que tiene
con su mujer y sus hijas. Frente a esta situación que le está dañando, Daisy
empieza una nueva relación con Peter, un soldado que vuelve de Alemania después
de la guerra.
Whirlpool (Vorágine-1949)
Ben hecht reanuda
con una intriga psicoanalítica después de
Spellbound (recuerda-Hitchcock)
que escribió en 1945, uno de los primeros
psicodramas hollywoodianos, además protagonizado por unos psicoanalistas
como Whirlpool.
Preminger rueda en la misma época otras dos películas con un carácter de
psicodrama: when the sidewalk ends (Al
borde del peligro-1950), The
13th Letter (Cartas envenenadas-1951). Sin embargo, Whirlpool
tiene algunos fallos de guión a pesar del talento de Ben Hecht y unos
planteamientos improbables: un psicoanalista que no detecta la enfermedad de su
mujer, la cual conduce en plena noche bajo hipnosis y efectúa una sucesión de
actos en espacios desconocidos, un hombre que se auto-hipnotiza en un espejo
–nos preguntamos quién del doctor Korvo o de su reflejo se queda dormido el
primero. Pero con Preminger los milagros
son posibles.
Angel Face (Cara de Ángel-1952)
¿Qué hace que nos
quedemos clavados a la butaca? ¿Es el
estilo elegante de Preminger cuando nos
habla de una sociedad estadounidense aburrida?
¿Es el drama psicológico de una niña marcada por la muerte de una madre
en un bombardeo durante la Guerra mundial?
¿Es la condena implacable de un ser frágil por una sociedad demasiado
cerrada como para escuchar y comprender los dramas interiores?