5.11.12

Preminger: temática y estilo


Esta página pertenece al Dossier CINE NEGRO-Otto Preminger
Las temáticas de Preminger en el cine negro
Sus películas negras con los estudios de la Fox, Laura, Fallen Angel (¿Ángel o Demonio?), Whirlpool (Vorágine), Where the Sidewalks ends (Al borde del peligro), y con la RKO, Angel face (Cara de ángel),  forman un todo homogéneo en cuanto a las  características temáticas y estilísticas. Son unos estudios fluidos,   no exentos de una cierta melancolía,  sobre la psicología a veces perversa o patológica que dan un carácter sombrío a estas películas.


Gene Tierney y Dana Andrews

 Es con Laura que Preminger confirma su estilo como realizador. Al borde del peligro retoma la misma pareja Gene Tierney y Dana Andrews con una atmosfera más violenta y negra que Laura, y hace de la película una continuación imaginaria de Laura. El detective Mark Dixon (Dana Andrews) tiene unas prácticas violentas en sus investigaciones, lo que le conduce a encontrarse al mismo tiempo como verdugo y víctima de las circunstancias, encuentra en Morgan (Gene Tierney) la inspiración necesaria para resolver el embrollo que compromete al padre de Morgan.


Vorágine presenta unas relaciones entre los hombres y la mujer (también Gene Tierney) que hace de la película una variación sobre el tema de Laura, pero también sobre su estética y su crítica social, aquí la alta burguesía estadounidense como en Cara de Ángel. En Fallen angel se trata de la pequeña burguesía de provincia con sus prejuicios que Preminger opone a la extraña atmosfera de ternura sensual del bar donde sirve Stella.
Linda Darnell en Fallen Angel

Cronológicamente situada en el medio de todas estas realizaciones, se encuentra Daisy Kenyon, una película  que, sin pertenecer al género negro, presenta unas características similares a todas estas películas en cuanto a la temática y el estilo, lo que me lleva a incluirla en este Dossier Preminger.

Joan Crawford en Daisy Kenyon
 Todas son retratos de mujeres; algunas tratan de forma más o menos implícita de las relaciones entre padre e hija,  como Cara de Angel –que serán ya explicitas en Bonjour Tristesse en 1958–  

   
…pero también entre mujeres y hombres maduros como Laura con Waldo,
…Stella con el inspector Judd en Fallen Angel

…y Ann, en Vorágine, que considera que su marido reemplaza a su padre.

Otra temática, relacionada probablemente con su educación en Viena: la dramatización judicial. Estudia derecho –su padre es magistrado–  mientras asiste a Max Reinhart en el Josefstat desde los 18 años y estrena su primera producción teatral con un drama judicial. Angel Face y Daisy Kenyon,  que tratamos en este Dossier, son un ejemplo de la utilización de los juicios que tendrá su culminación en Anatomía de un asesinato.


El estilo Preminger en el cine negro
En Laura y en una secuencia de Vorágine, Preminger utiliza el tema del retrato como imagen narrativa con una impronta sobre el actor (,), con esta apariencia lejana, inaccesible,  que ejerce la puesta en abismo sobre el espectador.

Gene Tierney en Vorágine

Laura es,  a este respeto, un modelo y una aportación a la historia del cine, y del cine negro en particular.


Preminger es un maestro de la composición plástica y de la escritura cinematográfica al servicio de la temática y la dramaturgia. Su formación y su amplia experiencia como director y actor de teatro no limitan a Preminger en su realización de películas. Más bien le ayudan a  ampliar el registro de los encuadres y de la dirección de actores  con un propósito marcado que caracteriza su "toque": la imparcialidad, dicen algunos críticos, la ambigüedad de la objetividad dicen otros. El ritual del tribunal, el retrato de un personaje (¿muerto… o vivo?), la mujer protagonista enfrentada a los hombres… llevan a Preminger a unas puestas en escena de los puntos de vista. Para Andrews Sarris en su libro "The american cinema, directors and direction" (1968), la consecuencia técnica de  este propósito de Preminger es « el ángulo de la toma, de una objetividad perversa, que mantiene los personajes en el mismo marco. ¿Por qué Otto Preminger presenta su espectáculo de esta manera? Como lo cuenta él mismo, viene del teatro, lo que le acostumbró a considerar la puesta en escena como un espacio global. Así, sus instintos más profundos se oponen al montaje. El resultado es que los proyectos de Preminger tienen frecuentemente  una cualidad solemne,  sombría». Este dominio del espacio global está al servicio de los personajes, de la multiplicidad de los puntos de vista, de las opiniones. La cámara, fluida y ligera de Preminger se inmiscuye progresivamente en el cuadro donde los ha encerrados,  amplía la información con respeto a los diálogos, da su propio punto de vista y lo hace variar a lo largo de la narración.
Si todas estas características se ponen de manifiesto a partir de  Laura y en las demás películas negras que tratamos aquí, el realizador las mantiene  a lo largo de una carrera marcada por unos temas diferentes que van del western al drama histórico o al drama social . Preminger demuestra así su independencia de los estudios, su dominio de relatos y técnicas muy distintas,  su capacidad para aplicar su propósito cualesquiera que sean las condiciones de rodaje: poner en evidencia la ambigüedad, la multiplicidad y la variación de los puntos de vistas propias de las relaciones humanas.

Hoy, la totalidad  de la obra de Preminger está encasillada en el clasicismo.  Sin embargo, cuando analizamos su cine negro,  sorprende por el contraste entre la calidad de sus planos y la armonía de algunas secuencias con otras muy poco elaborados, a veces inverosímiles en sus desarrollos: sólo en un día, los flechazos de Dana Andrews le llevan a unos celos capaces de construir toda la película, tanto en Laura como en Fallen Angel. En esta última, la secuencia entre Dana Andrews y el predicador John Carradine se parece más bien a un encuentro entre colegas con un tono desenfadado que contrasta con el drama que se está tramando. ¿Tendrá  Preminger un rechazo hacia la perfección? Puede ser,  si nos referimos a lo que dice a Dalton Trumbo a quién ha confiado el guión de Exodus (1959), ofreciéndole trabajar con su propio nombre después de años de privación por el macartismo: « No es necesario escribir unas escenas menos conseguidas que otras. Quiero que todas estén bien escritas, me encargaré de fallar en algunas».

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