Esta
página pertenece al Dossier CINE NEGRO-Otto Preminger
Las temáticas de Preminger en el cine negro
Sus películas negras con los estudios de la Fox, Laura,
Fallen Angel (¿Ángel o Demonio?), Whirlpool (Vorágine), Where
the Sidewalks ends (Al borde del peligro), y con la RKO, Angel face (Cara de ángel), forman un todo homogéneo
en cuanto a las características
temáticas y estilísticas. Son unos estudios fluidos, no exentos de una cierta melancolía, sobre la psicología a veces perversa o
patológica que dan un carácter sombrío a estas películas.
Gene Tierney y Dana Andrews |
Es con Laura que Preminger
confirma su estilo como realizador. Al borde
del peligro retoma la misma pareja Gene Tierney y Dana Andrews
con una atmosfera más violenta y negra que Laura, y hace de la película una
continuación imaginaria de Laura. El detective
Mark Dixon (Dana Andrews) tiene unas prácticas violentas en sus
investigaciones, lo que le conduce a encontrarse al mismo tiempo como verdugo y
víctima de las circunstancias, encuentra en Morgan (Gene Tierney) la
inspiración necesaria para resolver el embrollo que compromete al padre de
Morgan.
Vorágine presenta unas relaciones entre
los hombres y la mujer (también Gene Tierney) que hace de la película una
variación sobre el tema de Laura, pero también
sobre su estética y su crítica social, aquí la alta burguesía estadounidense
como en Cara de Ángel. En Fallen angel se trata de
la pequeña burguesía de provincia con sus prejuicios que Preminger opone a la
extraña atmosfera de ternura sensual del bar donde sirve Stella.
Linda Darnell en Fallen Angel |
Cronológicamente
situada en el medio de todas estas realizaciones, se encuentra Daisy Kenyon, una
película que, sin pertenecer al género
negro, presenta unas características similares a todas estas películas en
cuanto a la temática y el estilo, lo que me lleva a incluirla en este Dossier Preminger.
Todas son
retratos de mujeres; algunas tratan de forma más o menos implícita de las relaciones
entre padre e hija, como Cara de Angel –que serán ya explicitas en Bonjour Tristesse en 1958–
…pero también
entre mujeres y hombres maduros como Laura con Waldo,
…Stella con el inspector Judd en Fallen Angel
…y Ann, en Vorágine, que considera que su marido
reemplaza a su padre.
Otra temática, relacionada probablemente con su educación en Viena: la dramatización judicial. Estudia derecho –su padre es magistrado– mientras asiste a Max Reinhart en el Josefstat desde los 18 años y estrena su primera producción teatral con un drama judicial. Angel Face y Daisy Kenyon, que tratamos en este Dossier, son un ejemplo de la utilización de los juicios que tendrá su culminación en Anatomía de un asesinato.
El estilo
Preminger en el cine
negro
En Laura y en una secuencia de Vorágine, Preminger utiliza el tema del
retrato como imagen narrativa con una impronta sobre el actor (,), con esta
apariencia lejana, inaccesible, que
ejerce la puesta en abismo sobre el espectador.
Gene Tierney en Vorágine |
Laura es, a este respeto, un modelo y una aportación a
la historia del cine, y del cine negro en particular.
Preminger es
un maestro de la composición plástica y de la escritura cinematográfica al
servicio de la temática y la dramaturgia. Su formación y su amplia experiencia
como director y actor de teatro no limitan a Preminger en su realización de
películas. Más bien le ayudan a ampliar
el registro de los encuadres y de la dirección de actores con un propósito marcado que caracteriza su
"toque": la imparcialidad, dicen algunos críticos, la ambigüedad de
la objetividad dicen otros. El ritual del tribunal, el retrato de un personaje
(¿muerto… o vivo?), la mujer protagonista enfrentada a los hombres… llevan a Preminger
a unas puestas en escena de los puntos de vista. Para Andrews Sarris en su
libro "The american cinema, directors and
direction" (1968), la consecuencia técnica de este propósito de Preminger es « el ángulo de la toma, de una objetividad perversa, que
mantiene los personajes en el mismo marco. ¿Por qué Otto Preminger presenta su
espectáculo de esta manera? Como lo cuenta él mismo, viene del teatro, lo que
le acostumbró a considerar la puesta en escena como un espacio global. Así, sus
instintos más profundos se oponen al montaje. El resultado es que los proyectos
de Preminger tienen frecuentemente una
cualidad solemne, sombría». Este
dominio del espacio global está al servicio de los personajes, de la
multiplicidad de los puntos de vista, de las opiniones. La cámara, fluida y
ligera de Preminger se inmiscuye progresivamente en el cuadro donde los ha
encerrados, amplía la información con
respeto a los diálogos, da su propio punto de vista y lo hace variar a lo largo
de la narración.
Si todas
estas características se ponen de manifiesto a partir de Laura y en las
demás películas negras que tratamos aquí, el realizador las mantiene a lo largo de una carrera marcada por unos
temas diferentes que van del western al drama histórico o al drama social . Preminger
demuestra así su independencia de los estudios, su dominio de relatos y
técnicas muy distintas, su capacidad para
aplicar su propósito cualesquiera que sean las condiciones de rodaje: poner en
evidencia la ambigüedad, la multiplicidad y la variación de los puntos de
vistas propias de las relaciones humanas.
Hoy, la
totalidad de la obra de Preminger está
encasillada en el clasicismo. Sin
embargo, cuando analizamos su cine negro, sorprende por el contraste entre la calidad de
sus planos y la armonía de algunas secuencias con otras muy poco elaborados, a
veces inverosímiles en sus desarrollos: sólo en un día, los flechazos de Dana
Andrews le llevan a unos celos capaces de construir toda la película, tanto en Laura como en Fallen
Angel. En esta última, la secuencia entre Dana Andrews y el predicador John
Carradine se parece más bien a un encuentro entre colegas con un tono
desenfadado que contrasta con el drama que se está tramando. ¿Tendrá Preminger un rechazo hacia la perfección?
Puede ser, si nos referimos a lo que
dice a Dalton Trumbo a quién ha confiado el guión de Exodus (1959), ofreciéndole trabajar con su propio
nombre después de años de privación por el macartismo: « No es necesario escribir unas escenas menos conseguidas que
otras. Quiero que todas estén bien escritas, me encargaré de fallar en algunas».