Resumen del libro de Toni Negri: La Anomalía Salvaje- Ensayo sobre poder y potencia en Baruch Spinoza - el somario se encuentra al final del archivo
Ensayo sobre poder
y potencia
en Baruch Spinoza
Antonio Negri
«No deseamos algo porque lo juzguemos bueno,
sino que lo llamamos
"bueno" porque lo deseamos
y, por consiguiente,
llamamos "malo" lo que aborrecemos»
(Eth. III-Proposición XXXIX)
«Spinoza remite más bien a Shakespeare: un montaje dramático que no
asume significados externos, sino que desde su interior produce la forma
dramática o el choque lógico como expresión de la propia potencia, como demostración
de una revolucionaria e independiente unión con la tierra –en el caso de
Spinoza, una potencia que se necesita como prefiguración de la liberación».
(Negri)
1.- Introducción
En el contexto filosófico del
siglo XVII Spinoza subordina la crisis al proyecto: figura anómala e
irreductible, asume la crisis de la utopía renacentista como realidad a
dominar. El pensamiento spinozista es idealista cuando se presenta como
pensamiento negativo, desarrollando la utopía burguesa; y materialista en
cuanto se recompone de manera constructiva, convirtiendo la imposibilidad de un
mundo ideal en tensión materialista de sus componentes, abrazándolas en su
proyecto dinámico de liberación.
Verdad y ser encuentran una
exclusividad de efecto recíproco que sólo la práctica constitutiva, interpreta,
articula y produce: el esquematismo trascendental no es más que práctico y
material.
1.1- Pensamiento negativo
1.1.1.- frente a la filosofía
Su pensamiento es irreductible frente al
desarrollo del racionalismo y del empirismo modernos, que son filosofías
subordinadas a la crisis, dualistas e irresueltas, versadas en la trascendencia
como exclusivo territorio de réplica ideal y de dominio práctico del mundo,
filosofías funcionales para la definición de la burguesía, para su definitivo
auto reconocimiento como clase de la crisis y de la mediación.
El pensamiento spinozista se
dirige contra todos aquellos que fijan homología y finalismo de la
multiplicidad, niega toda posibilidad de concepción del mundo que no se represente como emergencia singular,
plana y superficial del ser.
Dios es la cosa, Dios es la multiplicidad. Uno y múltiple son fuerza
equipolentes e indistinguibles; sobre el terreno de lo absoluto la secuencia
numérica no se da si no como asunción de la totalidad de los eventos: cada uno
es un sí absoluto.
1.1.2- Frente a la ciencia
En Spinoza la ciencia se reconoce
como constructividad, libertad, innovación. No está teleológica o
teológicamente condicionada. La ciencia del capitalismo como fuerza histórica
que produce organización y jerarquía es necesariamente teleológica. Lo que
plantea Spinoza se funda en la crítica de la homología entre ciencia y poder en
su sentido estructural como formal; y le opone un pensamiento constitutivo: la
necesidad y la posibilidad para la ciencia de ejercitarse como máquina de
liberación, como acumulación de actos de liberación, como apropiación
colectiva y no como conocimiento individual, como potencia y no como poder.
La Ética es ella misma ciencia, ciencia de un ser objetivo que conoce la
liberación como naturaleza propia, como
tensión propia.
1.2.- Pensamiento constitutivo
1.2.1.- Ética y política de la desutopía
1.2.1.-a) Fuerza productiva y tensión
apropiativa
La política de Spinoza es su
metafísica: nos presenta al ser como fuerza productiva y la ética como
necesidad, como articulación fenomenológica de las necesidades productivas. El
problema de la producción y de la apropiación es decisivo.
A la idea del mercado como
optimismo progresivo, dirección racional y resultado de optimización tendidos
sobre la relación explotación-ganancia, el pensamiento de Spinoza opone la
metafísica de la fuerza productiva –que rechaza la ruptura crítica del mercado
como episodio arcano y trascendental –que interpreta, en cambio, la relación
entre tensión apropiativa y fuerza productiva como tejido de liberación
materialista, social, colectivo.
1.2.1.-b) Desutopía como
forma de organización del infinito
Spinoza niega la mistificación
del mercado como utopía de desarrollo, (mercado como superstición destinado a
destruir la creatividad del hombre, a crear miedo contra la fuerza productiva,
molestia y bloqueo de la constitución y de la liberación) y afirma la desutopía
del desarrollo: el carácter colectivo de la apropiación es primario e
inmediato, es lucha inmediata, no separación sino constitución, afirmación de
la fuerza productiva como terreno de liberación. Potencia-appetitus-cupiditas-mente:
una praxis constitutiva forma la desutopía. Desutopía: es decir trama de la
tendencia constitutiva y del límite determinado crítico, sobre un horizonte de
absoluta inmanencia. La formidable productividad del ser son presupuestos del proceso
emancipador y la desutopía muestra su potencia sobre esta base. La
desutopía es la forma específica de la organización del infinito.
1.2.2.- Liberación y apropiación
Un proceso constitutivo no lineal
sino actual, no teleológico sino determinado y efectivo. Libertad que
desplegándose constituye ser; ser que constituyéndose determina
libertad. Actualidad que no puede ser prefigurada sino en la medida de
su efectividad, necesidad que se plantea como efecto y medida de la
libertad.
El hecho de que la apropiación
sea aquí una clave constitutiva y no la base de legitimación de una norma de
dominio, demuestra y prefigura la relación real que se constituye en los siglos
de la historia europea entre experiencia teórica del humanismo y concretas
experiencias de liberación.
1.2.3.- Anomalía salvaje: cualidad de la organización del infinito
1.2.3.-a) El placer del ser
infinito
Existe en Spinoza el placer del
ser infinito; que es placer del mundo.
Cuando la paradoja del mundo, la
tensión abierta en éste entre infinidad positiva e infinidad de las
determinaciones se despliega en actividad y se reconoce en el proceso
constitutivo, entonces el placer del mundo comienza a devenir central y la
anomalía se hace salvaje.
Salvaje porque está conexa a la
multiplicidad inexhausta del ser;
el ser de Spinoza es versátil,
salvaje y múltiple en sus expresiones. Anomalía salvaje como
característica principal de aquella
tensión entre infinito y determinación, entre tendencia y límite, que
constituye el modo de presentarse de la potencia del infinito. Anomalía salvaje
como cualidad de la organización del infinito.
1.2.3.-b) Desutopía como
placer de la anomalía salvaje
La anomalía salvaje no es un término
que reenvía solamente a la colocación
histórica del pensamiento de Spinoza en su tiempo, no es sólo una cualificación
de la riqueza de su pensamiento y de su apertura al porvenir: es un momento
fundamental y un modo propio de la expresión del ser.
Su pensamiento contiene la
complejidad de su aparato dentro de la potencia de la fuerza productiva (como
producto de una gran industria) y muestra esta complejidad como una
singularidad irreducible. La fuerza productiva no se subordina a nada
que no sea ella misma; y con una salvaje determinación, se sustrae al dominio
de las relaciones de producción, queriendo dominarlas desde su propia potencia.
La desutopía es a la vez crítica de lo existente, de sus
componentes, y construcción positiva y singular del presente, hasta
devenir placer y dulzura del mundo.
1.2.4.- Constitución y producción
1.2.4.-a) Proceso unitario
producción-constitución
La fuerza productiva emana de la
infinitud del ser y no puede organizarse más que en el movimiento del infinito.
Resulta de un proceso teórico y práctico como es el formarse mismo del ser que es. Su expresión se da
acumulativamente en el plano físico y colectivamente en el plan ético.
La constitución es la forma en la
que la fuerza productiva revela el ser.
La fuerza productiva, la producción es, por tanto, inmediatamente constitución.
La relación producción-constitución es, pues, la clave de la articulación del ser, un proceso unitario que puede
apreciarse desde varios puntos de vista pero que permanece en su esencia,
unitario.
1.2.4.-b) El ser forma
estratos: lógica física
Producción como ontología
constitutiva: la ontología constitutiva reconoce la producción en el interior
de la estructura del ser. No es
posible nombrar el ser sino en
términos de producción. En su constituirse, el ser productivo avanza a través de un camino que,
acumulativamente, forma estratos y grados del mundo. Es una lógica cuantitativa
y mecánica: la metafísica spinozista descubre una física que a su vez la
produce. La ciencia genérica del ser
es física y no filosófica.
1.2.4.-c) Imaginación, Inteligencia
y naturaleza
El hacer humano prolonga la
potencia de la naturaleza. Sobre la imaginación,
Spinoza plantea la palanca de la construcción del mundo: la imaginación es fisicidad
que alcanza inteligencia, el cuerpo que se constituye como alma, según
aquel orden constitutivo que la versatilidad salvaje del ser determina. Hay en
el pensamiento de Spinoza infinidades de catástrofes que reformulan la
continuidad del ser sobre el hilo de la imaginación, una producción que circula
por todas partes.
La imaginación es fisicidad
que alcanza la inteligencia. La inteligencia es articulación de la naturaleza
de la cual toma y desarrolla la potencialidad constructiva. Así nace la razón,
en una naturaleza segunda. Esta relación entre naturaleza y naturaleza
segunda, esta coyuntura fundamental de la ontología constitutiva, es organizada
por la inteligencia humana.
1.2.4.-d) Civilización
Es una acumulación de capacidad
productiva. Es destrucción de una necesidad no liberada, por tanto destrucción
de la contingencia; por tanto, destrucción del no ser.
Tocamos así la paradoja del pensamiento spinozista y de su humanismo: ya no hay
naturaleza en Spinoza, sino sólo naturaleza segunda, el mundo no es naturaleza
sino producción.
La continuidad del ser no se forma en el proceso que
conduce de un principio a un resultado, de una causa a un efecto, sino que se
revela como dato, como producto, como conclusión. Este proceso es ser producido, constituido, no es el
resultado sino el principio de la producción y de la constitución. Este
convertirse de la producción en principio de una ontología constitutiva es el
símbolo de la liberación de las fuerzas productivas de las relaciones de
producción en cualquier caso dadas y consistentes. Es el principio de la
revolución en la base de la filosofía moderna. La ontología constitutiva se
hace política.
2.- Primera fundación, Ética (Eth I-II)[1]
«Spinoza murió el 21 de febrero de 16 77 a sus cuarenta y cuatro años de
edad, consumido por una tisis que sufrió durante mucho tiempo –de acuerdo con
su sistema en el que toda particularidad, toda singularidad se desvanece en la
totalidad de la sustancia» (Hegel).
2.1.- El infinito como principio
Filosofía de la afirmación, que
se reproduce con intensidad creciente en niveles siempre más sustanciales del
ser. Es una filosofía totalizante de la espontaneidad. La Ética espinosista es una Biblia moderna cuyos varios estratos
teóricos describen un itinerario de liberación a partir de la existencia. Imprescindible
y absoluta, del sujeto a liberar, viviendo la vicisitud de su praxis en términos ontológicos y por
tanto, reproponiendo la teoría en cada sucesiva dislocación de la praxis.
2.1.1.- Existencia: esencia. Potencia, totalidad
El primero estrato de la
filosofía es la afirmación de la existencia, de la existencia como esencia,
como potencia y como totalidad. La
existencia es la espontaneidad del ser. La relación entre existencia y
esencia es la forma ontológica primera: relación y tensión entre nombres de
otro modo impredecibles, que toman consistencia en el nexo que les une. La
cosa, la sustancia, son el
fundamento.
Pero no es posible pensar el todo
de manera indeterminada cuando cada momento de la existencia está completamente
determinado: determinar la existencia como totalidad es pensar en su infinitud
(infinitud determinada, positiva, totalidad precisamente. En un nivel
ontológico superior, pero del todo coherente con las premisas, la existencia es
la espontaneidad del ser considerado como totalidad: los nexos existenciales
concluyen en la totalidad, en la serie determinada de la relación infinita, en
la cosa o sustancia absoluta.
2.1.2.- La existencia como producción del infinito
Este englobamiento de la
existencia en el infinito no es un proceso: es una producción del infinito
mismo en cuanto esencia positiva. Lo real está siempre ordenado en la
determinación infinita, pero, recíprocamente, esta tendencia al infinito debe
invertirse y expresarse como determinación plural de las cosas producidas, sin
que con ello el infinito sea concebido como divisible. La totalidad ontológica
es el fin de la expresión espontánea de lo real: lo real es el producto de la
espontaneidad de la infinita totalidad. A la espontaneidad de la existencia
corresponde la espontaneidad de la
producción. La correspondencia espontánea e íntegra entre la existencia
singular y la existencia total dentro de la tensión de la expresión, así como
dentro del nexo de la producción, es principio y fin de la filosofía. La
filosofía habla donde el ser no es mudo, y calla allí donde el ser es mudo.
2.1.3.- Principio de potencia: afirmación y negación en tensión
las
alternativas libertad-coacción, infinidad-delimitación, eternidad-duración, no
plantean la exclusión de un polo negativo junto a la afirmación de un polo
positivo, ni siquiera en términos metódicos: que toda afirmación sea negación
es función que concierne, no a un principio de exclusión, sino a un principio
de potencia. O mejor, concierne a un principio de exclusividad en cuanto figura
de un dinamismo ontológico de potencia. La
relación positividad-negatividad es una tensión que organiza la potencia en el
seno de la espontaneidad del ser.
2.2.- Infinito como principio activo
2.2.1.- Relevancia intensiva
y extensiva de la potencia
El problema de la dinámica de la
totalidad implica que el concepto de potencia sea asumido no sólo en su
relevancia intensiva, como principio esencial de la autofundación del ser, sino
también en su relevancia extensiva, como principio de a tribulación de grados
de realidad. El tema de los atributos y de la articulación no se plantea más
que desde el punto de vista de la constitución de la totalidad: la temática del
atributo como problema de los
nombres de la divinidad está resuelta
en la intensidad del ser, y
la articulación conserva sólo su estatuto de posibilidad.
2.2.2.- Versatilidad del ser: la existencia se despliega como potencia
El infinito como principio es
principio activo e implica la posibilidad
de todas las formas del ser. Son las variaciones de la totalidad, las figuras
de su productividad.
El infinito como principio, la
versatilidad del ser –la compactibilidad del ser, centralizada y abierta
–espontaneidad desbordante y coherencia multilateral de un todo indivisible –la
existencia no problemática se ha desplegado como potencia.
2.3.- La organización del infinito: atributos
2.3.1.- Mecanismo causal
El ser quiere organización, su
unicidad está sometida a variaciones buscando formas de organizaciones
adecuadas, y Spinoza no ve contradicción alguna en hacer variar la centralidad
y la unicidad del ser sometiéndola a la articulación: el criterio de
organización se desprende del ser según el orden de la esencia. La esencia es
productiva, causa, potencia: la organización del infinito corresponde a las
modalidades del mecanismo causal. La existencia es extensión, pluralidad de
partes y, sobre todo, mecanismo causal. Deleuze: «La teoría de existencia comporta en Spinoza tres elementos: la esencia
singular, que es un grado de potencia u de intensidad; la existencia
particular, siempre compuesta por una infinidad de partes extensivas; la forma
individual, esto es, la relación característica o expresiva, que
corresponde eternamente a la esencia del modo, pero también bajo la cual una
infinidad de partes se refiere temporalmente a aquella esencia».
2.3.2.- El atributo como medio
La sustancia se expresa como
causa, es decir: el infinito se propaga, el orden de la infinidad se filtra por
medio del flujo de los atributos. El atributo es el intermediario por medio del
cual lo absoluto se dirige hacia el mundo y se organiza en él. Es la llave que
permite fundar la determinación del flujo del ser. La existencia ya reconocida
como esencia, se reconoce ahora como articulación en cuanto que el atributo
interpreta y determina la tensión que se extiende entre los dos términos
fundamentales.
2.3.3.- Tensión del determinismo
Pero el ser no pierde su
versatilidad: la acción del atributo se propaga hasta identificarse en la
especificidad esencial de las cosas múltiples. Es una fuerte tensión entre el
orden fluyente del ser y el orden constitutivo de la potencia, sobre esta
duplicación continua de la identidad. Hemos pasado de la apaciguada tensión de los
elementos constitutivos de la "suma sustancia" a la violenta tensión
del determinismo de la realidad. El proceso ha desembocado en el reconocimiento
de la potencia del mundo de la cosa: el determinismo consiste en la perfecta
coincidencia de la degradación del ser y de la emergencia de lo real. Un
criterio racional de organización se ha puesto al servicio de la utopía
espinosista.
2.3.4.- Transgresión de la identidad: consciencia
La radicación del atributo en el
ser no niega su función de transgresión de la identidad: atributo es a la vez
la misma cosa que sustancia –la única diferencia es la que existe en relación
al entendimiento. El atributo es esta imperceptible pero fundamental diferencia
en la relación que se estables entre espontaneidad y organización, y que
llamamos consciencia. Un momento de eminencia lógica en la unicidad de ser,
momento suficiente para transmutar el horizonte material en horizonte de valor.
Si el atributo es la fuerza
productiva de la sustanciación, sólo una interpretación objetiva y dinámica
puede explicar la naturaleza. La cara subjetiva del atributo no puede
considerarse más que como índice de revelación del problema de la articulación
de lo absoluto, o como indicación del emerger de la consciencia.
2.3.5.- Proyección de la potencia
Lo que se plantea es la potencia
como centro de consideración, la potencia del ser, la infinita extensión de la
causalidad productiva. Spinoza traza la larga cadena del ser por medio del
análisis de la expresión del atributo y cómo esta expresión toma el ritmo
gradual de las solidificaciones sustanciales que la potencia, a varios niveles,
revela.
El problema comienza cuando este
proceso de emanación llega a ser íntegramente proyectado sobre la pantalla de
la existencia del mundo.
La espontaneidad del ser alcanza
aquí la totalidad de la potencia en la difusión múltiple de la causalidad
productiva sobre todas las cosas existentes. La paradoja del ser se da aquí, ya
que la forma objetiva del atributo se niega; hay también otra negación: el
emerger continúo de una fuerza que promueve la clausura de las cosas producidas
y dotadas de potencia, su repliegue hacia su centro productivo. La
interpretación objetivista del atributo como función que califica la sustancia
y la desarrolla en la determinación, no recoge la reacción centrípeta de la
determinación. La espontaneidad quiere organización y la encuentra por medio
del movimiento del atributo; se le quita el sabor de la utopía.
2.3.6.- Eliminación del atributo
El atributo pertenece a la
sustancia, posee una identidad ontológica con ésta.
la
sustancia es infinidad de atributos.
El atributo es una espiral de en la
sustancia.
En su determinabilidad no se
encuentra eminencia o degradación, sino participación en la versatilidad del
ser total.
El atributo debería organizar el
conjunto de potencias: en realidad, simplemente las pone en relación. En la
medida en que la Ética, en este
primero estrato, se abre al problema constitutivo en cuanto tal, la función del
atributo se convierte en algo cada vez más residual. SPZ evoluciona hacia una
concepción de la constitución ontológica que, apuntando a la materialidad del
mundo de las cosas, elimina aquel sustrato metafísico ambiguo, conservado bajo
una forma y otra por los residuos emanantistas que han podido transferirse a la
nueva cultura.
El sustrato ambiguo de
"atributo" ha sido necesario para fijar en el horizonte de la
espontaneidad del ser un criterio de organización: la superposición de un
orden creador de valor en el tejido de las relaciones internas en la
producción. Este tipo de pensamiento tiene una necesidad vital de
contradicciones y paradojas, hasta el día en que se revele su verdadera
función, en el que la razón se enfrente a la relación entre naturaleza humana y
"verbo divino" (hipóstasis), y entonces la crítica se ponga en marcha
de nuevo, lo que supondrá la crisis de este horizonte ontológico.
En un segundo estrato, los
atributos se reintegran a un terreno horizontal, ocupando un lugar secundario
en un espacio donde solas emergen las singularidades que se plantean
simplemente en la inmediatez de una relación de producción interna de la
sustancia: "Potencia" contra "Potestas"
2.4.- La paradoja del mundo: modos
2.4.1.- Modos
«Por modo entiendo las afecciones de la sustancia, o sea aquello que es
en otra cosa, por medio de la cual también se concibe».
¿Cómo se organiza éste en el
flujo productivo infinito?
¿Cómo se confronta el criterio de
organización con el mundo de los modos?
¿Qué es el mundo?
«Por realidad y perfección entiendo lo mismo»: la existencia del
mundo no exige mediación alguna para ser ontológicamente válida, validez que
tiene la amplitud y el dinamismo del horizonte de la singularidad. En sí, en la
singularidad corporal: «Por cuerpo entiendo
un modo que expresa de manera cierta y determinada la esencia en cuanto se
considera cosa extensa».
El mundo es, por tanto, el
conjunto versátil y complejo de las singularidades.
¿El mundo de la singularidad no
exige mediación? ¿La presencia del modo, su existencia, es suficiente por sí
misma? Cuando el acento cae sobre el modo, y el análisis se dirige a la singularidad,
-con el amor que un ascetismo revolucionario prueba por ella, por el movimiento
y la lucha que ésta expresa-, el enigma mismo de la mediación de la
espontaneidad debe ser considerado como un problema, una duplicación del
horizonte existencial: por un lado, el mundo de la singularidad; por otro, el
del alma, del entendimiento, del pensamiento, de la exigencia de organización
del infinito.
Deleuze: «Los modos son expresivos en su esencia: expresan la esencia de Dios,
cada uno según el grado de potencia que constituye su propia esencia. La
individualización de lo finito en spinoza
no va del género o de la especie al individuo, de lo general a lo particular;
va de la cualidad infinita a la cantidad correspondiente, que se divide en
partes irreductibles, intrínsecas o intensivas».
2.4.2.- La crisis
Dos mundos que hay que enunciar
alternativamente. La realidad viviente de la utopía exige que los dos polos se
den en toda su intensidad: si ahora se presenta como crisis lo que se habría
presupuesto como síntesis es porque se ha apreciado la realidad de esta
polaridad más que por el hecho de que la síntesis esté expresamente en crisis:
convergencia de las dos tensiones
El primer estrato de la
espontaneidad del proceso no sirve ya para mostrar la fuerza centrífuga de la
sustancia y la fuerza centrípeta del modo como elementos superpuestos y
concordantes. El mundo es una paradoja de diversidad y coincidencia: sustancia
y modo se rompen, la una sobre el otro y viceversa.
2.4.3.- La singularidad: inmanencia
La singularidad no es
contradictoria frente a la sustancialidad con el infinito como principio; al
contrario, es tanto más sustancial cuanto más es singular, difusa, difusiva. La
constitución de la realidad singular está determinada por la insistencia de la
producción de la sustancia, la cual es lo inverso de la trascendencia, aunque
fuese simple trascendencia lógica. La sustancia es el mundo que se constituye.
No hay mediación: la singularidad representa el único horizonte real. La
sustancia vive la singularidad, el modo es el mundo y es la sustancia.
2.4.4.- Individualidad: despliegue de la utopía
La idea del modo es constituyente
y el materialismo del modo es fundacional; por tanto la corporeidad es
fundacional; el conocimiento del cuerpo es absolutamente físico. La forma de la
individualidad está completamente constituida, (y subordinada en su movimiento,
o sea implica respuesta) por las
nociones siguientes: proporciones de cantidad y de movimiento, direcciones de
cantidad y de movimiento.
El tejido de la utopía se ha
desplegado completamente: el flujo de la emanación ha tomado la forma de una
fuerza constitutiva estructural; la función de organización del atributo está
en vías de extinción ante la paradoja del modo (tensión para fundar el mundo,
en el movimiento del microcosmos individual al macrocosmos). Los dos polos,
totalidad espontánea de la sustancia y multiplicidad indefinida del movimiento
causal, coexisten. El carácter absoluto de su oposición garantiza su
complementariedad. El mecanicismo se asume aquí como forma de verdad del mundo.
SPZ plantea el mecanicismo como
base del modo de producción y, igualmente, como límite de este modo de
producción. Límite que consiste en la necesidad de trasladar el procedimiento
causal desde el orden de la constitución sincrónica y estructural, a la función
de fuerza constitutiva en sentido propio, diacrónica, organizativa del mundo.
Una obra de síntesis
extraordinariamente compleja, que comprende todas las coordenadas
revolucionarias del siglo, se ha abrazado a la imagen de lo absoluto y a sus
alternativas. Este conjunto de planos del ser ha sido reducido a uno solo y
puesto en tensión. El horizonte del mecanicismo de hace una condición absoluta
de apertura ontológica.
3.- La ideología y su crisis (Cartas)
3.1.- Posibilidad de un spinozismo
3.1.1.- Fundación de la ideología burguesa
En la historia del pensamiento
político moderno, Spinoza reaparece de vez en cuando como participe de la
fundación de la ideología burguesa, considerada, más allá de las formas
políticas que a veces la organizan, como fundamento y estructura de esa
mistificación eficaz de la organización social para la producción , que es la
idea del mercado. Se puede hablar de "la tradición spinozista" como
componente constitutivo de la ideología capitalista; pero hay que ser más
prudentes, ya que, a pesar de elementos propios capitalistas están incluidos en
la transfiguración ideológica del pensamiento de Spinoza, la función de esta
ideología spinozista está más matizada.
Sí el proyecto del "círculo spinozista" y el primer
estrato de la Ética son representativos de la utopía revolucionaria de la
burguesía, es porque la anomalía de los Países Bajos permite que la
utopía tenga lugar de una forma que supera todo diseño precedente, aun
manteniéndose en la estela del pensamiento humanista y renacentista.
3.1.2.-La idea de mercado
Para Spinoza, la correspondencia
antagonista de lo real crece siempre más, hasta fijarse como enigma de la
homología de la totalidad, para después volverse a abrir a la verificación de
lo real, a la disolución práctica del enigma.
Todo ello es anulado por "la
ideología spinozista" que se asume precisamente por lo que niega y se
representa como modelo de organización: la correspondencia homóloga y
enigmática viene asumida como valor, como criterio de validación, como figura
de organización. Es la idea del mercado. De un horizonte real que encarna el
milagro de la transformación de las fuerzas productivas en relaciones de
producción determinada, de los nexos de organización en relaciones de mando, de
las singularidades y de las libertades en totalidad y necesidad, de la materia
en valor. El horizonte es el intercambio; pero un intercambio no versátil y
libre como el descrito por el mecanicismo de Spinoza, sino un intercambio como
principio de valor, de jerarquía, de mando, tal es el ser descrito por el
"spinozismo".
3.1.3.- Spinoza contra Hobbes
Sobre esta idea del mercado,
sobre la mistificación de las relaciones reales que su idea comprende, se
organiza, por tanto, la ideología panteísta de la tradición spinozista: la
esperanza humana que estaba unida a la actividad de producción es entonces
encerrada y sofocada en el marco estrecho del dominio del valor. Y a partir de
esta idea se desarrollan las ideologías que mistifican la libertad (como determinación
individual actuando sobre el mercado) inscribiéndola en la generalidad
necesaria para la fundación del poder político: nueva formulación del enigma de
la disolución de la individualidad en la totalidad. La paradoja de la potencia y de la potestas, de la potencia humana contra el poder de lo absoluto (y
por tanto el absoluto político del poder) se interpreta de manera lineal, según
nexos de homología: la revolución burguesa, como forma política adecuada de la
revolución social impuesta por el desarrollo capitalista, asume el spinozismo,
la ideología de la homología entre individualidad y generalidad, libertad y
necesidad, trabajo y valor, como mistificación sobre la que basarse. Es el
pensamiento de Hobbes. Y Rousseau esta en el centro de esta operación.
En Spinoza la cosa es diversa: el Spinoza real, y no el de la ideología
ataca y supera propiamente las conexiones de la definición hobbesiana del
poder, y recorre el análisis genético para demostrar su inconclusividad actual,
la contradicción representada por un eventual cierre del sistema (efectivo en
Hobbes) y la posibilidad, por el contrario, de abrir el ritmo constitutivo a
una filosofía del porvenir.
3.1.4.- La mediación
La burguesía ha vivido siempre su
relación con el Estado como fatigosa mediación;
la historia de la acumulación originaria es la historia de una mediación
política y la infelicidad de la conciencia burguesa y su indeterminabilidad
crítica nacen con ella. Se cumple la transfiguración del trabajo para la
totalidad, a transfiguración de la mediación política: un argumento ontológico
para la política, para el Estado; la mediación se desarrolla en un terreno
ontológicamente unitario, continuo, homogéneo. No existe más resistencia al
dominio de la burguesía: el absoluto spinozista interpreta la hegemonía. El
enigma del mercado se muestra y se impone como luminosa ley de funcionamiento
de las categorías jurídicas y éticas.
La burguesía puede considerar al Estado,
gracias a esta transformación jurídica y política, como su emanación directa. La
abrogación del mundo real, la duplicación del mundo en una imagen jurídica y
política: tal es el efecto de esta operación, tal es el contenido masivo que
confiere importancia al spinozismo, considerado como ideología. Sin esta
reducción ideológica del pensamiento de Spinoza, sin el totalitarismo
extremista que emana, sería difícil pensar en la dictadura jurídica y politica
del jacobinismo, en aquel legado revolucionario tan querido por la burguesía.
3.1.5.- Imposibilidad de un spinozismo
El spinozismo hace imposible el
hecho de pensar en un horizonte político que no sea concebido como horizonte de
mediación. No sólo la idea del mercado,
sino también la idea de la crisis del mercado están subordinadas a la mediación
en el ser, a la prefiguración panteísta. La imaginación política y filosófica
no sabe más que simular, frente a una crisis de la idea del mercado, nuevos
proyectos que conservan la forma de la organización y de la subordinación, de
la identidad y de la homología del poder. En todas las situaciones de crisis de
mercado, desde la perspectiva del spinozismo se deriva de todas formas la
necesidad de recomponer la unidad: la unidad como proyecto, la forma pura
repite el axioma de la homología, no hay libertad fuera de la totalidad.
La libertad de la potencia y su
irreductibilidad al proceso dialéctico de la mediación son, dentro de esta
ideología de mercado, dentro de totalitarismo de la ciencia, imposibles. Es así
cómo un Spinoza mutilado es reducido en
Rousseau.
En Spinoza lo real no es manipulable, no es convertible en dialéctica,
no tiene plasticidad ninguna ante ninguna maniobra teorética, su versatilidad
no es dialéctica, la determinación es negación en sentido propio, aquí y ahora,
y no posibilidad ni actualidad de una vuelta lógica. Su horizonte no conoce
hipótesis de vacío, de posibilidad abstracta, de formalismo; es filosofía de la
plenitud, de la estabilidad material de lo asumido, de la determinabilidad, de
la pasión. Hacer ideología de la utopía spinozista, transformarla en una constante
del pensamiento burgués, no es posible más que a condición de limar la plenitud
de la concepción spinozista de la cosa, de la modalidad y de la sustancia, de
recortarla hasta reducirla a una sombra de la realidad, y no realidad verdadera
e inmediata.
3.2.- Posibilidad del barroco
3.2.1.- ¿Qué imagen de la realidad da el barroco?
La contraposición de la sustancia
y del modo se da con tal tensión en la segunda parte de la Ética, que la
originaria versatilidad del ser se ha hecho fragilidad y no hay opción de
eminencia en este flujo de unicidad: es un sistema en equilibrio inestable que
representa la última posibilidad de unidad interna de la utopía, en su relación
con la realidad.
En su urgencia de confrontarse
con lo real, de evidenciar una clave práctica del sistema, la teoría busca
entonces una solución: el sistema podría asentarse sobre esta fragilidad,
contenerla e imponerle una tensión absoluta de superación, que sería puramente
pensada, mediación ideal de la paradoja como tal, de su consistencia: tal es la
imagen que el barroco da de la realidad, y es esta una fortísima tendencia de
la época.
3.2.2.- Aplicación a la definición del "infinito"
Spinoza parece conformarse con
esta tendencia en una definición que da del infinito:
«El análisis del concepto de infinito nace de una definición compleja
que determina 3 parejas de nociones:
1.1. Infinito por su naturaleza, o sea, en virtud de su definición
1.2. Infinito como aquello que no tiene limites, no por su esencia sino
en relación con su causa
Esta noción corresponde al
indefinido y se especifica en 2.1. Y 2.2.:
«2.1. el infinito porque no tiene límites (indefinido extensivo)
2.2. El infinito como aquello cuyas partes, aun estando comprendidas
entre un máximo y un mínimo, no se pueden, sin embargo, fijar y expresar con un
numero (indefinido intensivo, indefinidamente subdivisible).
La distinción entre infinito e
indefinido se traslada así a la distinción entre sustancia y modo, entre
eternidad y duración. infinito e
indefinido revelan la polaridad del mundo. La diferencia ontológica está
fijada, pero los términos de la diferencia cesan en un horizonte absolutamente
unívoco. La inestabilidad se rompe: el infinito esencial toma la forma des ser
eminente frente al indefinido existencial
«Por medio de la duración, no podemos explicar más que la existencia de
los modos, mientras que la existencia de la sustancia se explica por medio de la Eternidad , que es goce
infinito del existir o del ser.
«3.1. Infinito como aquello que se puede sólo entender y no imaginar
3.2. aquello que se puede, empero, también imaginar»
¿Qué está sucediendo aquí?
Es una diferencia gnoseológica, aquélla del entender y del imaginar y la
preeminencia del primero sobre el segundo viene a sobredeterminar la distinción
real. Es la ruptura de la correspondencia inestable en la que se había
establecido la relación entre el ser sustancial y el ser modal: conceder al
entendimiento una mayor dignidad ontológica que a la imaginación es operar una
nueva clasificación en el ser, plantear la preeminencia del infinito sobre lo indefinido,
romper la continuidad del flujo univoco del ser, reintroducir una mediación
gnoseológica en el seno de una relación global que se había construido hasta
aquí por medio de la negación de toda mediación, (fuese ontológica, como la
ejercida por el atributo).
El infinito y el entendimiento se
ejercitan par sobredeterminar la utopía: se presentan como criterios de
fijación de aquel ser versátil que se movía en torno a las dos polaridades
tendencialmente intercambiables en el régimen d la utopía. Hablamos, por tanto,
de función ideológica por una razón fundamental: porque esta manera en que el
entendimiento duplica el mundo determina una imagen de una exaltación de la
sustancia y de una depreciación del mundo que es precisamente función de la
estabilización de una relación de poder, de la determinación de un mando
separado del flujo abierto y libre de la autoorganización de lo real. Todas las
nociones que sirven para describir la realidad modal (la medida, el tiempo, el
número…) son rebajadas a un nivel inferior del ser. Las categorías del ser
parecen en este punto imitar las de esa especial mercancía que es el dinero.
3.2.3.- ¿Spinoza barroco? No
Esta exageración de los términos,
tan propia del barroco, no constituye una dirección de desarrollo del
pensamiento spinozista, sino sólo un momento de estancamiento, un signo de
pasaje, (carácter inaprensible de la crisis de la época), o tal vez una
experiencia de transmutación barroca. Spinoza va atravesar la crisis de la
utopía sin ceder a los extremos resolutivos. O mejor, no intenta salir de esta
crisis, manteniendo intactas las referencias del marco teórico: pone en
cuestión todo el dispositivo. Sustancia y modo no se confrontan como
entendimiento e imaginación, realidad e irrealidad. Mantienen más bien su
polaridad, y la crisis consiste en el descubrimiento de la imposibilidad de una
mediación lineal y espontánea de esta polaridad. Es la crisis de la fuerza
constitutiva, de la tensión interna de la utopía misma.
3.3.- Una andadura salvaje: el umbral crítico de Spinoza
La versatilidad del ser se ha
bloqueado sobre una dualidad, sobre una polaridad. Potencialmente, esta
polaridad puede invertirse de nuevo y convertirse en circulación del ser
(existe una fuerte tendencia hacia una filosofía de la superficie, un vuelco de
la concepción de la sustancia sobre el nivel de los modos, constituir un
horizonte realista). Por el contrario, hay tendencias opuestas encaminadas a
recomponer la emanación, negar hasta el horizonte geométrico mismo. Spinoza se
encuentra en el umbral crítico, y principalmente con el concepto de sustancia y
el problema del alma.
3.3.1.- La sustancia
Si existencia, totalidad,
inmanencia parecen ser las características fundamentales de la sustancia, estos
elementos no están ubicados en la sustancia en manera determinada.
la
positividad del concepto de sustancia parece residir en la dependencia
matemática que las cosas establecen entre ellas. En realidad, Spinoza toca el
umbral crítico en términos específicos frente a un problema determinado; el
problema del alma, el problema del hombre, de su conocimiento de la beatitud, o
sea, el problema práctico: se ha dado la valoración máxima e irreducible de la
materialidad de la existencia singular y modal, al tiempo que se ha propuesto
por primera vez la posibilidad de un proceso de constitución del ser a partir
de la fuerza de la modalidad. Era inevitable que se despedazasen, con furiosa
fuerza, los residuos de una antigua pero siempre renovada concepción espiritual
del alma, del pensamiento, del hombre.
3.3.2.- Síntesis de cuerpo y alma
La singularidad material
transforma en forma primera de conocimiento la síntesis de cuerpo y alma en la
que termina el mecanismo de autoconstitución material. Es una experiencia
exaltante la que aquí se cumple: el pensamiento vive las afecciones del ser en
su individualidad y las convierte en idea.
Idea confusa, sin embargo real:
ensanchamiento de los espacios de conocimiento frente al conocimiento
simplemente verdadero. Base y proyecto para un proceso cognoscitivo y operativo
en el mundo de las pasiones, definitivo cierre de toda "vía
descendente" (de lo absoluto a los modos) y alusión a una "vía
ascendente" constitutiva. El conocimiento imaginativo vive las afecciones
del cuerpo, de la exterioridad y de la duración, persiguiendo su intensidad y
su resistencia en el acontecimiento. La individualidad se fija en sí misma en
la medida en que recorre el mundo real. Spinoza plantea a la vez una crítica
radical de lo trascendental y una aproximación cognoscitiva
"verdadera" que retoma la sustancia. «Si aquello que es común a todas las cosas y que está igualmente en la
parte y en el todo no constituye la esencia de alguna cosa singular», si
por otra parte, nosotros conocemos por medio de nociones comunes que nada
tienen que ver con lo trascendental del ser, entonces la pretensión de
establecer una jerarquía de formas de conocimiento es puramente ilusoria y
contradictoria.
3.3.3.- Conocimiento como intuición
De esto se trata: por tanto, no
más concordancia formal de síntesis entre totalidad y partes, no más bosquejo
de la utopía. «Es propio de la naturaleza
de la Razón
concebir las cosas bajo una cierta
perspectiva de eternidad» Por medio de la forma superior de
conocimiento que se determina sobre la identidad ontológica de las cosas, el
carácter absoluto de lo divino es atribuido al mundo, revelado por medio del
mundo, en su pluralidad singular. La singularidad es libre, la libertad es la
forma del ser singular. La identidad del ser singular es su naturaleza práctica.
La necesidad no se contradice con la libertad, ésta es solamente el signo del
carácter absoluto y ontológico de la libertad. La necesidad no despoja de su
singularidad al mundo, arrastrándolo hacia lo absoluto, sino que devuelve esta
singularidad al mundo y la funda y sobredetermina absolutamente.
3.3.4.- Destrucción de la utopía renacentista
Sobre este umbral crítico Spinoza
se propone una nueva fundación metafísica del sistema. en primer lugar, ha puesto en crisis el proceso genealógico
de la esencia a partir de la sustancia que la dinámica de los atributos
aseguraba. En segundo lugar ha puesto en crisis el proceso de producción de las
cosas a partir de las esencias que los atributos promovían. Se había
configurado una "vía descendente" que sufre una heterogénesis de
fines, ya que su efecto no es la organización del infinito, sino la paradoja
del mundo, el dualismo de la sustancia y del modo.
Enfrentado al dualismo, Spinoza
no lo mediatiza, sino que hace recaer lo absoluto de lo divino sobre el mundo
de los modos. La síntesis, si hubiera de darse, lo hará sobre la realidad
singular y plural de los modos. Es la destrucción de toda metafísica de la
emanación, de toda utopía renacentista. Desde
el punto de vista de la ideología, lo indistinto del mito capitalista y su
traducción reformista propuesta por las filosofías del racionalismo cartesiano,
aquí se atacan y destruyen. Las antinomias del mercado y del valor saltan a un
primer plano: contra ellas, la infinita productividad del trabajo humano busca una
nueva organización.
Tras el fallo definitivo de la
utopía renacentista del mercado y de la continuidad espontánea mercado-Estado,
la filosofía de la burguesía produce unas polaridades alternativas: -por un
lado, el libertinismo y el mecanicismo; -por otro, las renovadas esperanzas
revolucionarias y el reaparecer jansenista de la desesperación en la crisis; -en
el centro del dispositivo el cartesianismo, y una metafísica, una ética, una
teoría de la ciencia que mientras se adecuan a las urgencias del Estado
absoluto, e interpretan las necesidades del modo de producción manufacturero,
todavía mantienen la autonomía de la burguesía y abren para ésta un horizonte
operativo de poder.
En Spinoza, estas alternativas
son todas descartadas en principio: el pensamiento de Spinoza no se mueve desde
la crisis del siglo sino desde el proyecto de desarrollo y de articulación de
la utopía renacentista. La crisis no es su enfermedad de infancia sino
simplemente un límite de crecimiento, límite a superar. La crisis de mercado no
es sublimada en formas autoritarias sino interpretada en su contradicción: de
mercado y de valor, de relación de producción y de fuerza productiva.
3.3.5.- Carácter salvaje de la interrupción del ritmo metafísico
Para producir una nueva
metodología, la filosofía del mundo y la física del modo deben inserirse en el
mundo, apreciar y exaltar la condición ética del modo singular y plural.
Insistir sobre la condición ética del modo significa recorrer la fenomenología.
La ética no puede constituirse en proyecto, en metafísica del modo y de la
realidad, sin insertarse en la historia, en la política, en la fenomenología de
la vida singular y colectiva, para nutrirse y tomar nuevas fuerzas.
El carácter salvaje de esta
interrupción del ritmo metafísico se da en la potencia de la inversión
ontológica, la determinación de la eminencia del mundo, la insistencia sobre la
condición ética como fuerza constitutiva: una violencia interna de decisión y
una forma tal, que hacen irrelacionable la compleja figura del pensamiento de
Spinoza con la serena moderación del pensamiento de la época. Una andadura
salvaje que hace comprensible el desgarro, la herida, la tracción que Spinoza
impone a la historia del pensamiento occidental. y también la esperanza.
4.- La cesura: Tractatus teológico-político (TTP)
«Tras el primer estrato de la Ética y el TTP se registra una acumulación metodológica y
una síntesis homogénea de momentos analíticos. Es un horizonte ontológicamente
gestante de continuas incursiones de la potencia hacia la constitución, de
tensiones y antagonismos que nos describe una física de la historicidad.
Spinoza ha destruido el marco inicial, la imagen centrípeta del ser y describe
la superficie de un ser no satisfecho con obtener la horizontalidad, no
contento con la belleza móvil de la dimensión plana que ahora es la suya»
(Negri).
4.1.- Imaginación: naturaleza metafísica de I.
4.1.1.- Realidad e Imaginación
Estoy sumergido en este mar de la I : es el mar de la existencia
misma. No el mar de la duda cartesiana de las Meditaciones donde el sujeto
encuentra el punto fijo, un comienzo y una garantía del conocer, apoyo
requerido por una búsqueda inquieta. En Spinoza, este reconocimiento de la
situación existencial, de su oscura complexión, no implica ninguna referencia al
otro, al superior, a lo trascendental.
El mundo de los modos, el horizonte de las olas del mar, es
real. Se trata de no creer que nuestra libertad consista en una cierta
contingencia o una cierta indiferencia. Ésta consiste más bien "en el modo de afirmar o negar, de manera que
cuanto menos indiferentemente afirmamos o negamos una cosa, tanto más libres
somos".
La reivindicación del mundo de
los modos plantea inmediatamente, tanto en el plano del conocimiento como en el
plano de la voluntad, el problema de la realidad de la imaginación y de la
libertas. Una realidad constitutiva y no
ya regalo de la divinidad o residuo de su proceso de emanación.
"Adán" plantea el problema de la realidad no como totalidad, sino
como parcialidad dinámica, no como perfección absoluta, sino como privación
relativa, no como utopía, sino como proyecto. El estatuto ético de la realidad
modal se sitúa en primer plano. Una cesura sistemática, profunda, ha
intervenido y el horizonte de Spinoza es ahora ya el de la constitución de la
realidad modal y de su destino absoluto.
4.1.2.- Las desventuras de I
La misma concepción que niega la
fuerza constitutiva del ser y mistifica a determinabilidad modal del mundo,
reivindica la validez de la imaginación en la forma de la teología: Díos aparece
como rey y legislador, la "ley" sirve para nombrar los medios de
salud, la salud y la perdición se plantean como premio y pena en un universo
moral que diluye en figuras antropomórficas la necesidad y la determinabilidad
del conocer y del actuar humanos y destruye así su absoluta validez.
Esta imaginación corrompida
construye efectivamente el mundo, tan potente como la tradición, tan vasta como
el poder, tan devastadora como la guerra: la infelicidad del hombre y su
insipiencia, la superstición y la esclavitud, la miseria y la muerte, se
injertan en esa misma facultad imaginativa que, por otra parte, constituye el
único horizonte de una convivencia humana y de una determinación histórica del
ser. Una reforma lógica que funde una reforma ética y política no puede excluir el encuentro con esta figura de
la realidad teológico-política.
4.1.3.- Límite del humanismo: la guerra
La revolución humanista atacó
fuertemente esta medieval legitimación del poder. Pero no la erradicó: de
manera que esa se reproduce como superstición y conservación, irracionalidad y
bloqueo. Como oscurantismo. Sellando el precipitar de esta diagnosis
desencantada, la guerra de navegación anglo-holandesa se desarrolla
(1665-1667).
«No creo escarnecer a la
Naturaleza , y menos todavía deplorarla, si pienso que los
hombres, como todo lo demás, no son más
que parte de la Naturaliza
misma, e ignoro de qué modo cada parte conviene con su todo y de qué modo se
conecta con las demás. Y sólo se debe al defecto de este conocimiento si
ciertas cosas naturales, sólo percibidas por mí de manera tan mutilada y
parcial que no se ajustan a nuestra mentalidad filosófica, antes me aparecían
vanas, desordenadas, y absurdas. Dejo, por tanto, que cada uno viva según su
talante y que quien quiera morir, muera en santa paz, mientras a mí me sea dado
vivir por la verdad».
4.2.- TTP (I a VI)
4.2.1.- Contra la teología
La redacción del TTP entre 1665 y
1670 representa una interrupción en el desarrollo de la Ética. Los fundamentos
teológicos y físicos de la Ética se dejan de lado. Se revela un mundo nuevo que
no puede examinarse con los viejos instrumentos ni valorarse con ellos: con el
TTP se hace patente que el mundo de la imaginación y de la historia, de la
religión y de la política, no es abordable desde el punto de vista de la
teología racional y de la física: discriminar el mundo, ver cómo se desenvuelve
su realidad y a la vez eliminar cuanto se opone al progreso de la verdad. Y
esta lógica discriminante toca también el sistema, su marcha, su desarrollo. Un
polémico proyecto:
«TTP con varias disertaciones
con las que se demuestra que la libertad de filosofar no sólo puede concederse,
sin perjuicio para la religión y la paz
del Estado, sino que más bien no puede negarse sin destruir a la vez la religión
y la paz del Estado».
4.2.2.- Materias afrontadas
De I a VI las materias afrontadas
(Profecía, profetas, vocación de los hebreos, y si el don de la profecía les ha
sido peculiar, de la ley divina, de la razón por la que fueron introducidas las
ceremonias, la fe en la tradición histórica, de los milagros) son sometidas a
tratamiento lógico, a un esquema de investigación orientado en sentido
fenomenológico para identificar el nivel de la realidad que está constituido
por la imaginación.
4.2.3.- Dos niveles de argumentación
4.2.3.-a) de la revelación a
la institución:
denuncia
de la alienación religiosa y de la mistificación teológica. Del terreno del
conocimiento revelado (al pueblo hebreo por los profetas) al terreno de la
realidad histórica, la claridad teórica
no tiene ya que ver con el reino de las sombras ideológicas sino con la
realidad de la mistificación histórica y eficaz; el problema consiste en la
naturaleza especial de los efectos de la imaginación profética, en la paradoja
de una nada esencial que produce ser y certeza históricos; es el momento en que
la función crítica se hace fenomenológica. Génesis de las instituciones,
función históricamente constitutiva de la imaginación que comienza a tomarse en
consideración.
4.2.3.-b) de la ilusión a la
constitución:
identificación de la imaginación
como función constitutiva de la falsedad y de la ilusión (negación de todo
estatuto ontológico específico de la verdad profética); acentuación del
significado ambiguo y fluctuante de la imaginación como fuerza trascendental
(el horizonte de la profecía es el de la pura imaginación; sin embargo, la
imaginación profética es considerada expresión de la "directio Dei" y
ligada por los hebreos a su propia vocación de pueblo elegido); análisis del
fundamento ontológico de la acción de la imaginación; entramos en el orden del
ser real.
4.2.4.- Iusnaturalismo
El proyecto constitutivo debe
probarse y confrontarse con el legado del primer estrato de la Ética y se
plantea la paradoja de la comparecencia del absoluto divino y del absoluto
modal: ¿cómo puede mediarse esta doble condición de absoluto? Spinoza hable de
"una ley divina natural" cuyas características serían la
universalidad en el hombre, la de inteligencia y a innata, la naturaleza ética:
esto es iusnaturalismo. Pero acaba con la mediación: «mantengo que estas leyes dependen de la decisión del hombre».
Conviene subrayar esta primera emergencia desplegada de la potencia
constitutiva de la acción humana. Aquello que la imaginación proponía como
realidad de la ilusión aquí se transforma en condición positiva de la voluntad,
de la libertad, en índice de un proceso de constitución.
4.2.5.- Conclusión: el ser como potencia
La imaginación representa el
campo sobre el que emerge la necesidad de una inversión global de la metafísica
spinozista. El TTP es el punto sobre el que la metafísica spinozista se
transforma: lo político es un elemento fundamental del sistema spinozista
teniendo presente que lo político mismo es también metafísico. Lo político es
la metafísica de la imaginación, es la metafísica de la constitución humana de
lo real, del mundo. La verdad vive en el mundo de la imaginación, es posible
tener ideas adecuadas que, lejos de agotar la realidad, sean por el contrario,
abiertas y constitutivas de realidad, verdaderas intensivamente, el
conocimiento es constitutivo, el ser no es sólo haber, es también actividad,
potencia, no existe solamente la
Naturaleza , hay una segunda naturaleza, la naturaleza de la
causa próxima, ser construido. La actividad imaginativa alcanza un estatuto
ontológico, para consolidar la del mundo y la positividad, la productividad y
la sociabilidad de la acción humana.
4.3.- Táctica y TTP
4.3.1.- Imaginación y orden social
4.3.1.-a) Principio de
sociabilidad: TTP VII a X
Interpretación de la revelación
apostólica: «…sueñan con que en la Sagrada escritura estén escondidos
profundísimos misterios, y con esclarecerlos, agotan sus fuerzas de un modo
absurdo, omitiendo las demás cosas útiles, y cualquier cosa que imaginan en su
delirio lo atribuyen al espíritu santo y se esfuerzan en sostenerlo con extrema
decisión y con ímpetu pasionales». Todo que se contiene en la Escritura debe extraerse
exclusivamente de la
Escritura misma, como el conocimiento de la naturaleza de la
sola naturaliza.
Conviene desarrollar la lógica
natural como técnica (intervenir sobre el tejido de la imaginación profética
para aislar en él la positividad del proceso histórico). Es una técnica:
de
discriminación histórica de lo verdadero y lo falso (Hermenéutica):
Es un terreno sobre el que la
regla universal de la interpretación de la Escritura es la de no atribuir a su enseñanza más
que lo que resulta, del modo más evidente posible, de su historia; y así hay
que reconstruir el proceso por medio del cual se expresa la revelación. Las
herramientas de la hermenéutica son el análisis lingüístico, la reducción típica,
a argumento general, de cada uno de los libros de la escritura. El análisis
hermenéutico plantean las articulaciones mismas del ser, las normas de
desarrollo de la razón.
de discriminación
lógica de las funciones inútiles y de aquellas destructivas (Exégesis)
Que la imaginación nos
presenta en el horizonte integro de la revelación. Aquí la razón asume el papel
central: la hermenéutica descubre el tejido real que la exégesis discrimina
según un solo criterio, el de la luz natural.
Recuperar
la luz natural
Lo que significa: crítica bíblica,
crítica filosófica de la revelación y de la refundación de la luz natural,
reivindicación política de la libertad individual de pensamiento y crítica. La
luz natural, la razón, no se presenta como una simple capacidad analítica, sino
como instancia constructiva.
Maimónides
La crítica que desarrolla Spinoza contra el
método exegético de Maimónides no consigue ocultar la profunda sintonía que la
técnica interpretativa spinozista refleja en relación con la metodología del
hebraísmo medieval: aquí y allí la exaltación de la función de la razón (y con
ella las oscuridades místicas de la tradición hebrea son eliminadas) se da en
un contexto ontológico. La exégesis histórica de la escritura es en realidad un
análisis histórico-hermenéutico de la razón. La luz natural interviniendo en el
análisis de la escritura ilumina su propia génesis histórica. Alcanzamos a
identificar el cruce y la simbiosis profunda de la instancia revolucionaria de
la inteligencia renacentista y de la intensidad del constructivismo ético de la
tradición judaica.
Fundación
materialista de un horizonte ético
Expansión del ser y proliferación
de su perfección por medio del mundo, de forma positiva, potente, constructiva:
llevar la potencia múltiple del universo hacia lo absoluto, no por medio de
alguna misteriosa dialéctica, sino por transferencia, desplazamiento, salto de
nivel o, lo que es lo mismo, negación de nivel.
Lo absoluto se expresa de una
forma que exige implícitamente la renovación del cuadro de exposición
sistemática: la superficie absoluta de la potencia exige ser presentada en un
nuevo escenario metafísico. Una investigación que procede en dos vertientes a
la vez: una búsqueda fenomenológica que enriquece la concepción del ser,
mientras los niveles de definición ontológica se apoyan precariamente sobre un
nivel de superficie que todavía no consigue recuperar la potencia constructiva
que le compete.
4.3.1.-b) Organización de lo
social
TTP XI a
XV
La función de la revelación es la
de constituir y organizar lo social. «Todos
buscan más bien la propia utilidad, pero no según el dictamen de la sana razón,
por el contrario, casi siempre desean las cosas u las juzgan útiles sólo bajo
el impulso del capricho y de las pasiones (sin visón de futuro o razones de
otro género). De donde acontece que ninguna sociedad puede subsistir sin un
poder coactivo ni, por consiguiente, sin leyes que constriñan y regulen los
apetitos y las codicias desenfrenadas de los hombres».
La función de la revelación es la
de permitir un asociarse motivado, de motivar un "poder moderado",
esto es, un poder capaz de articular d manera eficiente la vitalidad de la
asociación y la necesidad de mando. El equilibrio y la moderación de esta
relación son fundamentales, son la condición misma del planteamiento del poder.
TTP XI a XV son la proyección de
la positividad de la imaginación definida ya como posibilidad en los capítulos
precedentes. La carga ontológica que la hermenéutica ha producido se transforma
decididamente en fuerza constitutiva, en horizonte constitutivo de las
condiciones colectivas de la liberación. Es un proceso fuerte, de intensidad
creciente, constitutivo.
Constitución:
obediencia, consenso y fe
Positividad constitutiva de la
obediencia, definida como pasaje que relaciona religión y sociedad. Spinoza se
remonta al análisis del acto del consenso y de "poder moderado". La
función de la imaginación religiosa consiste ante todo en la difusión de obediencia.
La interiorización de la conciencia religiosa que se tiene con el cristianismo
universaliza la definición política de
la obediencia: la creencia se presenta ya como forma a priori de la obediencia
política (elemento interior de la obligación). No, pues, de una particular
obediencia, sino de la obediencia en general, forma de lo político, elemento
constitutivo del consenso. La imaginación comienza a residual una dimensión
colectiva que es a la vez ideológica y estructural (religión universal como
legitimación de la obediencia y obediencia como efectividad de lo real, de lo
colectivo.
Dos elementos constituyen la
legitimación de la organización social como efectos históricos del desarrollo
de la razón: la universalización del contenido de la religión y la
explicitación cada vez más evidente de la función constitutiva de la
imaginación religiosa.
La discriminación de la
imaginación y determinación de sus móviles productivos lleva a concluir que la
imaginación ha constituido las bases de la sociabilidad planteando la
obediencia, teológicamente motivada, como legitimación del mando sobre la
asociación. Y la fe es «ninguna
otra cosa sino el hecho de atribuir a Dios a través del pensamiento unos
caracteres tales que ignorados éstos se acabe la obediencia a su ley, y que
dada tal obediencia, se saben necesariamente».
El punto
de crisis de Spinoza
Considerando los diferentes
capítulos como filigrana y reconstruyéndolos sobre la base de la pura razón,
tenemos un esquema de la religión como imaginación: __distinción entre la
imaginación negativa, o superstición, y la imaginación positiva que deviene
obediencia;__positiva es la obediencia ya que su contenido es la paz, la
posibilidad de establecer un contrato-consenso entre los hombres; __por tanto,
la paz se plantea como base de la asociación civil y representa un bien
superior de la vida humana; __toda superación de estos valores, toda separación
de ellos puede darse sólo en la forma de una fundación superior y de una
realización que es la determinada por la razón. __La razón atraviesa la
imaginación liberando un contenido de verdad, mientras la imaginación construye
la positividad de lo existente y, por tanto, de la razón misma.
La relación entre el horizonte
fenomenológico recorrido, la función constitutiva descrita y el contenido de
verdad enucleado es todavía fuertemente problemática: a relación concluye en la
separación entre imaginación negativa (causa de guerra y inseguridad) e
imaginación positiva constitutiva de paz y sociabilidad: pero esta separación es
vertical, reintroduce una consideración eminente del ser racional, y la
exaltación de la eminencia de la razón
respecto a la fe.
Spinoza advierte el bloqueo del
proyecto constitutivo por el iusnaturalismo, e intenta considerar la fe desde
el punto de vista de la producción de obediencia y la obediencia como
producción de sociabilidad: esto puede como mucho reducir la potencia lógica
del iusnaturalismo a potencia formal, trascendental, pero no elimina la
eminencia de su principio. El positivismo de la imaginación se rinde ante el
trascendentalismo de la razón iusnatural, y si Spinoza es iusnaturalista es por
accidente.
4.3.1.-c) Lo político. TTP
XVI a XX
más allá
del iusnaturalismo.
«El derecho de la naturaleza se extiende hasta donde se extiende su
potencia…la potencia universal de toda la naturaliza no es sino l potencia
total de todos los individuos… cada individuo tiene pleno derecho a todo lo que
está en su poder, es decir que el derecho de cada uno se extiende hasta donde
se extiende su potencia determinada».
Allí donde el pensamiento
iusnaturalista es una analítica de las pasiones, el de Spinoza es una
fenomenología de las mismas; allí donde el pensamiento iusnaturalista es, en la
teoría del contrato y del absolutismo, vigorizado por una instancia dialéctica,
es de Spinoza está abierto a una problemática constitutiva.
«Por las leyes del apetito cada uno es arrastrado de modo diverso; los
hombres debieron por ello establecer y convenir muy firmemente entre ellos
regular cada cosa según el dictamen de la razón, a la que ninguno osase
oponerse abiertamente para no parecer un mentecato, y en frenar el instinto en
tanto que provoca el daño de otros, y de no hacer a nadie lo que no se quisiera
para sí y en fin, defender el derecho de los demás tanto como el propio».
Es la utilidad común, organizada
por la razón, la que determina el pacto, el pasaje de este estado antagonista
al estado artificial y pacífico que el contrato constituye. No estamos en los esquemas
del iusnaturalismo: el pasaje de la individualidad a la comunidad no acontece
por transferencia de potencia ni por cesión de derecho, sino dentro de un
proceso constitutivo de la imaginación que no conoce cesura lógica.
El Estado no es ficticio; es, por
el contrario, una determinación natural, naturaleza segunda, constituida por la
dinámica concurrente de las pasiones individuales, y discriminada a este fin
por la acción de aquella otra fundamental potencia natural que es la razón.
Dislocación de la potencia.
Democracia
«Se define como la unión de todos los hombres que tiene colegialmente
pleno derecho a todo lo que está en su poder. De donde se deduce que la suma
potestad no está sujeta a ley alguna, sino que todos deben obedecerla en todo:
puesto que ello debió ser, tácita o expresamente, pactado entre todos, cuando
transfirieron a la sociedad todo su poder de defenderse, esto es , todo derecho
propio».
La primera paradoja terminológica
es: poder absoluto = democracia. Pero ello significa una sola cosa: y es que el
pasaje no ha comportado una transferencia de derechos, sino sólo un
desplazamiento de potencias, no una destrucción, sino una más compleja
organización de antagonismos. La relación entre ejercicio del poder y expresión
del consenso no se aplana sobre síntesis alguna del poder: es una relación de
cualquier modo abierta.
El gobierno democrático es «el más natural y el más conforme a la
libertad que la naturaleza consiente a cada uno». El antagonismo de las
individualidades, punto de partida del proceso, mantiene su naturaleza al nivel
de la sociabilidad desplegada. La individualidad se representa como derecho
absoluto. No es el absolutismo lo que constituye la sociedad política, sino la
organización de la potencia de las individualidades, la resistencia activa que
se transforma por el uso de la razón en contrapoder, el contrapoder que se
desarrolla colectivamente como consenso activo en el que la praxis,
articulándose, se hace constitución real.
Mistificación
de la ideología burguesa
El antagonismo natural construye
la historicidad concreta de lo social, al ritmo de la potencia constitutiva de
la imaginación colectiva y de su densidad material. El resultado no es lo
absoluto, ni aun siendo democrático, sino una constitución colectiva de lo
real. Esta dinámica constitutiva funda un anti-Hobbes y también un
anti-Rousseau ya que es
justamente en la transferencia dialéctica de lo individual en lo universal, en
lo absoluto donde se origina la mistificación politica de la ideología burguesa
del Estado, y Spinoza reivindica una experiencia política alternativa,
la de Maquiavelo y Althusius.
Estas últimas fuentes, con la
carga de luchas revolucionarias y libertarias que las cualifica, visto desde el
pensamiento republicano del humanismo a los monarcómanos protestantes,
resuenan, dentro de aquella definición spinozista del contrato social, como
«poder y voluntad de todos» y parece una virulenta y anticipada polémica contra
la "voluntad general"!
Las
dificultades
El pensamiento de Spinoza no es
un pensamiento "liberal" en ningún sentido, no intenta fundar el Estado
de derecho: él busca otra cosa y su limite es relativo a la incapacidad de
inscribir la esencia contractual en un dinamismo sistemático adecuado, reside
en la cesura del sistema, no superada todavía, en la dificultad de reconducir
el contrato a la fuerza constitutiva de la imaginación. Cuando eliminara de la
argumentación constitutiva la teoría del contrato expuesta en el TTP, la
organización del sistema se hará coherente por sí misma, y la verdadera
política de Spinoza será su metafísica.
Las dificultades que surgen en el
TTP parten del único problema de la constitución ontológica de lo real, con
tentativas de resolución: una propuesta positivista, una profundización de la
fenomenología histórica del contractualismo, una propuesta sin duda política que
querría ser realista y acaba por ser regresiva, conservadora y de inspiración
oligarca, una afirmación de laicismo, y una reivindicación ético-política de la
liberta filosófica.
En el
centro de la cesura metafísica
El proyecto TTP ha intentado
forzar la crisis pero no lo logra. Tras el primer estrato de la Ética y el
TTP se registra una acumulación
metodológica y una síntesis homogénea de momentos analíticos. Es un horizonte
ontológicamente gestante de continuas incursiones de la potencia hacia la constitución,
de tensiones y antagonismos que nos describe una física de la historicidad.
Spinoza ha destruido el marco inicial, la imagen centrípeta del ser y describe
la superficie de un ser no satisfecho con obtener la horizontalidad, no
contento con la belleza móvil de la dimensión plana que ahora es la suya. Desde
esta nueva base, desde este horizonte que no garantice otra cosa que lo
absoluto de la multiplicidad modal y plantea el indomable reino de la
imaginación como el único ser por realizar, se va reconstruir el horizonte de
la liberación.
5.- La anomalía salvaje (Cartas)
«Cuando la filosofía es toda pacto para dar existencia a la esencia
mediadora de la civilización burguesa…
El pensamiento spinozista en cuanto crítica y destrucción de los
equilibrios de la cultura hegemónica, cultura de la derrota y de la mediación,
sólo se concibe de modo anómalo y salvaje» (Negri).
5.1.- Medida y desmesura
5.1.1.- Contra la superstición (TTP)
La elección política funda,
condiciona y mueve el proyecto metafísico: legitimar la república mundana es
fundar la ciudad de Dios, la república del espíritu. Para los republicanos
protestantes, esto no resulta extraño, representa la tradición revolucionaria
del humanismo.
La anomalía, la desmesura del proyecto de Spinoza reside
en el hecho de que él se plantea y renueva esta libertas contra la superstitio
(Superstición: condición inmediatamente política, «el miedo es la causa que origina, mantiene y favorece la superstición»,
esta república contra el absolutismo monárquico, de manera que la medida
racional que constituye el contenido revolucionario del discurso de Spinoza se
presenta como desmesura frente a lo concretamente histórico. La metafísica,
transportada al primer plano de la lucha política, contiene en sí la proporción
desproporcionada, la medida desmesurada que es propia de Spinoza.
5.1.2.- Contra el finalismo y la relación infinito/indefinido
¿Pero cuál es el punto de vista
desde el que definir medida y desmesura, proporción y desproporción? ¿Quién
posee el concepto de la razón cuando la razón se asume como destrucción de la
medida renacentista del mundo? ¿Quién actúa
en la desproporción, el que niega la relación entre infinito e
indefinido y se concede al desenfreno barroco o el que afirma y exalta la
potencia de esta síntesis?...Por tanto, la filosofía de Spinoza es ciertamente anómala
en su siglo y salvaje a los ojos de la cultura dominante.
La anomalía fundamental del
pensamiento spinozista respecto de su siglo reside en la eliminación del
problema de la relación entre infinito e indefinido, que está en la base de
todas las filosofías racionalistas de tendencia idealista. La anomalía está en
la perspectiva radicalmente antifinalista de la filosofía spinozista, allí
donde por finalismo se entiende todo diseño metafísico que sobrepone una
síntesis trascendental a la iniciativa de lo múltiple: «El finalismo es siempre la hipóstasis[2]
de un proyecto preconstituido, es la proyección, sobre el orden indisoluble de
la naturaleza, del sistema de relaciones consolidado sobre el mundo histórico,
es apología del orden y del mando».
5.1.3.- Filosofía de crisis en tres puntos
La crisis del mundo exterior
representa analogía con la crisis del mundo interior, pero en el mismo momento
en que se plantea, esta analogía se rompe: la vicisitud política fluye hacia la
estabilización general europea del "ancien régime", mientras la
filosofía de Spinoza, verdadera filosofía de Crisis, se opone y supera esta
pacificación represiva, este equilibrio de la acumulación originaria y del
mercantilismo, que suprime la esperanza y, en fin,, degrada e institucionaliza
la revolución humanista.
Tres son los puntos sobre los que
se consolida la base constructiva:
5.1.3.-a) El político
Desembarazándose del contrato de
sumisión, el pensamiento genético se hace pensamiento productivo sobre un
horizonte que la "potencia" tiene abierto:
«Respecto a la política, la diferencia entre Hobbes y yo consiste en lo
siguiente, que yo continúo manteniendo íntegro el derecho natural y afirmo que,
en cualquier cuidad, no compete al poder supremo un derecho sobre sus súbditos
mayor que la autoridad que tiene sobre ellos mismos, como siempre sucede en el
estado natural».
Esta afirmación no alcanza su
pleno significado y su adecuado desarrollo si no se traslada a un cuadro metafísico que haga
posibles sus condiciones.
5.1.3.-b) El marco
metafísico
Si sólo el marco metafísico de
superficie permite la libertad, entonces la fundación de la potencia debe
recoger en sí la expansividad global de la divinidad en el mundo. Se eclipsa el
último vestigio de la figura teológica tradicional de la divinidad y aparece en
cambio un horizonte total que ya no reconoce ni siquiera una trascendencia
lógica: lo divino es el conjunto de todas las potencias. El pensamiento
de Spinoza se ha convertido íntegramente en pensamiento de superficie.
5.1.3.-c) Non oposita sed
diversa (DZ)
«La materia íntegra, considerada como indefinida, no puede tener figura
alguna y la figura sólo tiene lugar en los cuerpos finitos y determinados. De
hecho, quien dice percibir una figura no dice nada más que concibe una cosa
determinada y esta determinación no pertenece a la cosa por sí misma sino, al
contrario, pertenece a su no ser. De manera que entonces, si la figura
no es más que determinación y la determinación es negación, la figura, por
tanto, como se dijo no puede ser otra cosa que negación».
La negación no es sometida a
privación, ya no se toma como elemento de un mecanismo de degradación y/o de
oposición metafísica. "Non
oposita sed diversa" es el eslogan de la interpretación de Deleuze.
El mal, el error, fueron siempre
aplastados sobre el terreno (preconstituido por el ritmo emanativo) de una negación entendida como relación, como
relatividad, como privación. Ahora, el método permite dirigirse a la
determinación en su inmediación concreta para luego desarrollarse hacia una
totalidad (o conjunto de potencias). La negación es absoluta, es determinación.
5.1.4.- Transparencia del ser: horizonte materialista y ética
¿Cómo puede hacerse transparente
el ser ante nosotros? No la transparencia y la versatilidad de una totalidad
objetiva, como en el reino de la utopía, sino la hipótesis de la conexión
metódica y ontológica construida de un conocimiento clarificador y
constitutivo. Cualquier concepción del mundo que no sea necesaria y rigurosa en
el adecuar constitutivamente la razón y el ser, aparece como objeto de superstición e ignorancia.
El ser es transparente porque el conocimiento es adecuado. No
existe mediación alguna entre finito e infinito, no hay libre arbitrio alguno
que medie lo necesario y lo fortuito, no hay pantalla alguna entre la verdad y
lo existente. El ser es transparente en su determinación en cuanto es siempre
determinado y excluye toda mediación productiva de la determinación. Un
verdadero y propio horizonte materialista constituye con la transparencia del
ser y su "superficialidad"[3],
la posibilidad de obrarlo laicamente.
«No hay que asombrarse si aquellos que han razonado en torno a las
cualidades ocultas, a las especies intencionales, a las formas sustanciales y
mil otras tonterías, hayan excogitado los espectros y los espíritus y creído en
sibilas a fin de disminuir la autoridad de Demócrito, a quien envidiaron su
celebridad hasta el punto de quemar todas las obras que publicó con tanto mérito».[4]
La ética es el terreno sobre el
que la función constitutiva y las condiciones reales deben recomponerse, fuera
de toda tentación idealista: materialismo y una determinada práctica
constitutiva. La más alta aprehensión de
la potencia, rechazando toda mediación, haciéndose pura y simple forma
material, comienza no ya sólo a recorrer las trayectorias de la imaginación
productiva, sino a reconstruir el tejido de terminado, a transformar las
facultades en fuerza constructiva, en naturaleza segunda.
5.2.- Método: apropiación y constitución
5.2.1.- Imaginación, pasión, apropiación
La imaginación representa en
Spinoza y a lo largo del siglo el terreno ambiguo y fluctuante sobre el que el
método prueba su capacidad de aplicación y de síntesis, la mezcla de naturaleza
y razón que da lugar a la pasión (el estoicismo renovado del siglo XVI sigue
sus huellas). La problemática de las pasiones aproxima la determinación
práctica, porque insiere la voluntad en el confuso conjunto de naturaleza y
razón, y se abre a la dimensión del elemento de elección, de alternativa,
eventualmente de ruptura.
Por tanto, este es el punto sobre
el que una perspectiva de constitución
puede organizarse habiendo no sólo definido el ámbito y el punto de vista, sino
también el sujeto constituyente, el hombre, en su imaginación y en su
pasionalidad, trámites del conocimiento y de la voluntad, el hombre como
actividad. En la razón, inteligencia y voluntad se identifican; no existe
idea que no sea un acto de afirmación o de negación. El método es apropiación.
5.2.2.- Método de Descartes y de Hobbes: trascendencia
El pensamiento del siglo XVII
desarrolla la temática de la apropiación pasional del mundo dentro de
perspectivas que, inmediata o mediatamente, anulan el concepto mismo de
apropiación. Para Descartes, la apropiación se confina al reino mecánico
y se hace irrelevante para la liberación del hombre. «Descartes, aun creyendo que el alma tiene una potencia absoluta sobre
sus acciones…ha intentado mostrar por qué vía puede el alma tener un dominio
absoluto sobre los afectos, pero…no ha mostrado nada más que la agudeza de su
gran genio» (EthIII).
Para Hobbes, la
apropiación es fundamental y su física es base de una metafísica: ¿es adecuada
esta metafísica, no reintroduce la trascendencia de la obligación, alcanzando
así a negar toda imagen creíble del hombre? ¿La relación entre pasión y
constitución no es del todo sometida a la tentativa de reorganizar la
separación del horizonte humano? Y la ambigüedad, la fluctuación de las
pasiones no constituyen un camino a recorrer, sino una dificultad por superar.
«La mayor parte de los que han escrito
acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar no de cosas
naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que
están fuera de ésta. Más aun: parece que conciben al hombre dentro de la
naturaleza como un imperio dentro de otro imperio… Atribuyen además la
causa de la impotencia e inconstancia humanas, no a la potencia común de la
naturaleza, sino a no sé qué vicio de la naturaleza humana, a la que deploran,
ridiculizan, desprecian o detestan; y se tiene por divino a quien sabe denigrar
con mayor elocuencia o sutileza la impotencia del alma humana»((EthIII).
Imaginación, pasión, apropiación
devienen elementos consustanciales de la ideología burguesa del mercado,
creatividad subordinada al orden, valor subordinado a plusvalía. Un finalismo
diferente del finalismo tradicional de la teología pero no menos eficaz: la
ambigüedad pasional se resuelve como práctica mediatizante de la apropiación,
la apropiación como esquema de imposición de un orden social que la
sobredetermina (es ésta, dialéctica propia y verdadera, un proceso de
mediaciones que no constituye nada porque su norma está implícita, está
constituida, es causa formal y no
causa eficiente). La trascendencia
domina la mediación, la apropiación es legitimada, sometida a lo
universal, es decir dirigida y
mistificada en su definición misma. Esta restauración de la trascendencia
esconde la corriente antihumanista y reaccionaria de la filosofía del XVII que
proviene directamente de la apologética católica o reformada y encuentra en el
cartesianismo teológico y el hobbesianismo político una adecuada base para la
reivindicación de la tradición de la teología
como la de la "razón de Estado".
5.2.3.- Método como apropiación para Spinoza
El antiplatonismo ontológico de
Spinoza camina a la par con su anticristianismo teológico. De ahí la concepción
materialista del hombre como actividad, como potencia de apropiación.
5.2.3.-a) La ubicación del
hombre en la naturaleza
La inversión de la perspectiva
metafísica nos ha confirmado la unión indisoluble del hombre y la naturaleza,
pero la ha invertido, en su sentido, en su marcha, haciendo del hombre no la
expresión de la naturaleza sino el productor del mundo. «Consideraré los actos y apetitos humanos
como su fuese cuestión de líneas, superficies o cuerpos».
5.2.3.-b) La ubicación del
hombre en el conocimiento
la
potencia metafísica de la colocación del hombre en el conocimiento no es otra
cosa que el método de transformación producido por la acción unitaria de la
razón y de la voluntad. En la medida en que mis ideas son siempre más adecuadas
a la realidad tomo la realidad como un proceso unitario y lo aplico
conscientemente mi razón. Entre la imaginación y la intuición no construyo
de tal modo sólo la verdad sino también mi libertad. La verdad es libertad,
transformación, liberación. «Por virtud y
potencia entiendo lo mismo; es decir, la virtud en cuanto se refiere al hombre,
es la esencia misma o naturaleza del hombre, en tanto él tiene la potestad para
hacer ciertas cosas que sólo pueden entenderse mediante las leyes de su
naturaleza».
La esencia del hombre comienza a
afirmarse con extrema claridad como una potencia de apropiación: imaginación,
pasión, apropiación de nuevo, pero dispuestas par dominar la inmediación y para
constituir directamente la realidad del mundo, para permitir considerar el
proceso constitutivo no sólo como trama general del ser, sino como génesis,
potencia en desarrollo.
5.2.3.-c) El deseo
La esencia del hombre es apetito:
el mundo comprende en su definición el appetitus
y la cupiditas. El apetito y el deseo
califican: pero calificar es una potencia estática, mientras que la
determinación constitutiva que el hombre da al mundo es dinámica. El mundo es
lo que no es todavía, es el porvenir, es esta proyección; también esto es
esencia humana:
«Entre apetito y deseo no hay diferencia alguna, si no es la de que el
deseo se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de
su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado
de la consciencia del mismo…No intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos
algo porque lo juzgamos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es
bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos…El deseo es
la esencia misma del hombre en cuanto se concibe como determinada a actuar
sobre algo en virtud de una afección dada en sí misma».
Deseo es, en Spinoza, pasión pero
a la vez apropiación: el deseo explica la esencia del hombre en el orden
dinámico de la reproducción y de la constitución. (Filosofía de la alegría DZ).
5.2.3.-d) Adquisición de lo
colectivo: la multitud
«Entiendo por "cosas singulares" las cosas que son finitas y
tienen una existencia limitada; y si varios individuos cooperan a una sola
acción de tal manera que todos sean a la vez causa de un solo efecto, los
considero a todos ellos, en este aspecto, como una sola cosa singular».
La determinación materialista del
proceso constitutivo viene, de hecho, caracterizada por esta ulterior
modalidad: lo colectivo, la multitud. La determinación spinozista de lo
colectivo tiene poderosos efectos: permite a la concepción de la potencia
desarrollarse de manera integral. Supongamos que el desarrollo de la vida pasional
y social no esté inmediatamente articulado en torno al desarrollo de lo
colectivo: se derivaría una configuración ética y social en la que, a la
eficacia constitutiva de la potencia, se opondría válidamente, com única
posibilidad determinada, la unificación lógica o política, de cualquier modo
trascendental, del proceso de las individualidades.
El concepto de lo colectivo no es
más que una determinación ontológica de la relación multiplicidad-unidad. El
rechazo spinozista de la metáfora real absolutista (potencia gobernada u
ordenada con mediaciones trascendentales) es signo de la adquisición de lo
colectivo como solución ontológica.
Lo colectivo es forma simultánea
de la constitución temporal del hombre. Es fundamentalmente la voluntad, en su
síntesis dinámica con el entendimiento, quien impone esta revelación del
proceder de la razón, de lo individual a lo colectivo. El materialismo
constitutivo y expansivo de la potencia exige por tanto una determinación
colectiva.
5.3.- Fuerza productiva: contra el concepto de mediación
5.3.1.- Apropiación, pasión, interés
Si la historia moderna es la
génesis y desarrollo del capital, la temática de la pasión-interés es el tejido
estructural que convierte efectivamente en insignificante todo pensamiento, y
mucho más toda posición metafísica que intente desligarse del interés como
trabajo para la totalidad.
Su determinación histórica
confiere a la pareja pasión-interés un gran relieve: economía política,
burguesía, capitalismo –categorías totalmente impensables fuera de una
fundación pasional cuyo eje fundamental es el interés egoísta y su
legitimación.
Apropiación es lo
trascendental de la revolución capitalista, la trama del nexo de sumisión
que la define: la capacidad práctica y la fuerza constructiva asumen las condiciones
naturales de existencia, las convierten en abstractas y las hacen circular,
transformándolas así en naturaleza segunda, en nueva fuerza productiva. Apropiación
como sinónimo de la nueva fuerza productiva. Fuerza unitaria y universal sólo
en términos ideológicos; la realidad se encarga de mostrarnos que la
apropiación se reduce ahora al interés egoísta, ya la revolución capitalista a
la conservación política o a la transformación meramente funcional de las
estructuras de dominio.
5.3.2.- Preguntas
¿Es posible ver el necesariamente
siempre reemergente movimiento de las fuerzas productivas diseñar un camino de
rechazo, de destrucción de la mistificación, y de alternativa teórico-práctica
–un frente de rebelión y rechazo contra estas ponderadas síntesis históricas?
¿Existe un cuerpo de pensamiento
que, partiendo de la revolución humanista y asumiendo la centralidad
antropológica del concepto de apropiación, niegue la crisis de la
revolución y rechace doblegar la apropiación al orden del interés capitalista,
a su movimiento ideológico de individualización? Y por el contrario ¿Qué
reafirma la potencia material, colectiva, constitutiva de la apropiación?
5.3.3.- Burguesía: la mistificación
El desarrollo capitalista del
siglo XVII no entra en mediación con el Estado frente a los primeros
sobresaltos de la lucha de clases, y media con los viejos centros de gobierno, imponiéndole
una forma de mando absolutista. Por otro lado, la burguesía naciente va cumplir
una operación que hace dinámicos los términos de esta mediación, definiendo una
articulación frente al Estado: la sociedad burguesa, como terreno de la
independencia, de la autonomía o de la separación relativa del desarrollo
capitalista y de la misma burguesía como clase. La burguesía se puede
identificar sólo con su propia forma de mediación potente de las fuerzas
productivas; afirma una abstracción total, una pura ficción: la división entre
sociedad y Estado, con el fin de determinar la dinámica del desarrollo burgués.
La burguesía es desde siempre
clase de la explotación; pero la explotación capitalista es una relación de
mando, es función de una organización –es mediación siempre y sólo mediación de
las fuerzas productivas. La individualidad del interés se sobrepone al proceso
colectivo de la apropiación (transformación + constitución) de la
naturaleza por parte de las fuerzas productivas. Es mistificación del valor que
privatiza la realidad de la extracción de la plusvalía. Es fetichismo contra
fuerza productiva.
5.3.3.- Hobbes, Rousseau, Hegel y la mistificación
La mistificación burguesa alcanza
su perfección por medio de estos tres vértices.
Hobbes
la
categoría de apropiación asociativa (colectiva) se traduce eficazmente en la
sumisión al soberano, y el mecanismo de producción de la plusvalía se confía al
fetichismo del valor.
Rousseau
la
transferencia autoritaria de las fuerzas productivas a la soberanía es
democráticamente mistificada y la alienación absolutamente santificada. Esto
desencadena la conjunción del derecho privado y de la forma absoluta del
derecho público, la fundación jurídica de la dictadura del capital.
Hegel
quita
la paradoja, la hace dialéctica, restituye a cada uno su margen de trabajo para
exaltar en lo absoluto la condición alienada, para recomponer en la totalidad
de la explotación la ilusión de la libertad de cada cual.
La distinción preliminar entre
sociedad burguesa y Estado deviene una ficción que el proceso histórico de la
teoría ha tenido que admitir y de la que se desembaraza ahora: es el Estado el
que produce la sociedad civil. La mayor o menor autonomía de la sociedad
burguesa no incide sobre la naturaliza de la definición de la burguesía:
clase de mediación para la explotación, no fuerza productiva sino relación de
producción.
5.3.4.- Spinoza: potencia contra poder
Su metafísica es la declaración
explícita de la irreductibilidad del desarrollo de las fuerzas productivas a un
ordenamiento cualquiera, y mucho menos al orden de la burguesía. Su pensamiento
es la demistificación de todo ello porque es la negación específica de todas
las grandes ficciones que la burguesía extiende para enmascarar la organización
del propio dominio. En Spinoza, no existe la posibilidad de fijar la relación
de producción independientemente de la fuerza productiva. El rechazo del concepto de mediación es el fundamento de su
pensamiento.
Él mantiene el tema de la
apropiación como tema central y exclusivo, rechaza trastornarlo en un horizonte
de intereses egoístas, rechaza el instrumento de Hobbes (concepto de
obligación) para trasladar el concepto de fuerza productiva en el de relación
de producción, utiliza el contrato social sólo como esquema de un proceso
constitutivo y no como motor de una transferencia de poder, niega la
distinción sociedad civil-Estado,
ficción funcional para la ideología de la
relación de producción. Para Spinoza, la sociedad construye en su propio
seno sus funciones de mando, que son inescindibles del desarrollo de la fuerza
productiva. Potencia contra poder.
5.3.5.- Spinoza, Maquiavelo, Marx
Spinoza está en lo absoluto de la
fuerza productiva
Maquiavelo está en lo absoluto de la identidad
social de lo político, el arraigo civil y republicano de la categoría de lo
político
Marx está en lo absoluto del
antagonismo que funda el proceso revolucionario del comunismo, tema que anticipa
y funda la descripción del desarrollo capitalista y lo define categóricamente
como explotación.
Forman la unidad del proyecto
humano de liberación frente a la mediación burguesa, representan en la historia
del pensamiento occidental la alternativa irreductible a toda concepción de la
mediación burguesa del desarrollo, a toda subordinación de las fuerzas
productivas a las relaciones de producción capitalistas.
Mientras todo el pensamiento de
un siglo se inclina ante la derrota, hasta el punto de fijarla en los grandes
ejercicios metafísicos del cartesianismo y en el lúcido oportunismo de
"libertinaje",
mientras el pensamiento del mecanicismo
se aplica en la reconstrucción de la imagen del poder, en la construcción de
sus técnicas especializadas de dominio y se dedica a una obra de cancelación de
las experiencias revolucionarias,
Cuando la filosofía es toda pacto
para dar existencia a la esencia mediadora de la civilización burguesa…
El pensamiento spinozista en cuanta
crítica y destrucción de los equilibrios de la cultura hegemónica, cultura de
la derrota y de la mediación, sólo se concibe de modo anómalo y salvaje.
6.- Segunda fundación (Ética III-IV-V)
«El horizonte de la totalidad es la plenitud. Un horizonte que es
también un límite. No porque el horizonte sea el borde más allá del cual se
abre, místicamente, el abismo; sino porque el horizonte es el límite pleno. No hay alternativa entre lo
pleno y lo vacío, como no hay alternativa entre ser y no ser, ni siquiera una
simple concepción de lo posible como mediación de lo positivo y lo negativo. No
existe más que la plenitud constructiva del ser frente al carácter
inconcebible, metafísica y éticamente del vacío, del no ser e, incluso de lo
posible» (Negri).
6.1.- la actividad subjetiva como elemento constitutivo del ser.
6.1.1.- Afecto
La meta de la III ª parte de la Ética es la
de alcanzar la síntesis dinámica, constitutiva, de la espontaneidad del mundo
de los modos, vista en el indefinido movimiento de su causalidad; y del alma,
como imputación interna, simultánea, de la potencia infinita.
«Un afecto, que es llamado pasión del ánimo, es una idea confusa, en
cuya virtud el alma afirma de su cuerpo o de alguna de sus partes una fuerza de
existir mayor o menor que antes, y en cuya virtud también, una vez dad esa
idea, el alma es determinada a pensar tal cosa más bien que tal otra».
…«Por afectos entiendo las afecciones del cuerpo, por las cuales aumenta
o disminuye, es favorecida o perjudicada la potencia de obrar de ese mismo
cuerpo, y entiendo, al mismo tiempo, las ideas de esas afecciones».
6.1.2.- El conatus en la cadena "Potencia-conatus-mental"
«Cada cosa se esfuerza cuanto está a su alcance por perseverar en su
ser.
El esfuerzo (conatus) con que cada cosa se esfuerza en perseverar en su
ser, no es sino la esencia actual de la cosa misma.
El esfuerzo con que cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser no
implica algún tiempo infinito, sino un tiempo indefinido.
El alma, en tanto que tiene ideas claras y distintas, como en cuanto
tiene ideas confusas, se esfuerza en perseverar en su ser por una duración
indefinida, y es consciente de este esfuerzo».
El conatus es fuerza del ser,
esencia actual de la cosa, duración indefinida y consciencia de todo ello; es
voluntad si se refiere al alma, es apetito si se refiere al alma y al cuerpo.
El deseo es el apetito con consciencia de sí mismo.
El conatus, elemento esencial,
motor permanentemente activo, causalidad puramente inmanente que transcurre más
allá de lo existente, rige el mundo del modo finito, mundo de oscilaciones, de
variaciones existenciales, continua relación y proporción entre afecciones
activas y pasivas, pura elasticidad. El conatus es en sí mismo acto, dato, emergencia consciente de lo
existente no finalizado, inmediación existencial
Las grandes parejas amor-odio,
alegría-tristeza, aparecen aquí como señales, calves de lectura del proceso
constitutivo del mundo de los afectos:
«Por alegría entiendo la
pasión por la que el alma pasa a una mayor perfección. Por tristeza, la pasión por la que ésta
pasa a una perfección menor.
El amor no es otra cosa
que Alegría acompañada de la idea de una causa externa, y el odio no es sino tristeza acompañada de la idea de una causa externa».
6.1.3.- Genealogía de la consciencia
Spinoza invierte así la política
hobbesiana y el pensamiento mecanicista (mecanicismo-crisis-absolutismo): la
crisis está comprendida en el proyecto de libertad, el horizonte de la guerra
se invierte y se constituye en horizonte de liberación.
6.1.3.-a) Las proposiciones
de Ética III
analítica
de los afectos desde la perspectiva de lo imaginario, de la sociabilidad,
constitución de los afectos desde la perspectiva de la confrontación y la
destrucción, y de la liberación.
La extrema riqueza del análisis
fenomenológico producido es una excavación constructiva del ser, lo que el ser
constituye, participa en el movimiento de posición de una siempre mayor
complejidad, articulación fluctuante pero siempre más compleja de la
composición de los individuos reales.
El conatus se extiende a la
dinámica interindividual, infrahumana. Estamos frente a un mecanismo que
describe la génesis de la conflictividad así como la expansión de la misma. Los
afectos fundamentales cuando se refieren a los demás hombres, constituyen
nuevos afectos por el solo hecho de que se refieren a los demás, de que lo
externo les pone en movimiento: amor y odio, acompañados de la idea de sí mismo
como causa de los afectos externos, se modifican, pueden invertirse, y devenir
contradictorios, y sin embargo siempre en expansión.
La naturaleza ética del proceso
se define:
«Por "bien", entiendo todo género de alegría y todo cuanto a
ella conduce y, principalmente, lo que satisface un anhelo, cualquiera que éste
sea. Por "mal", en cambio, todo género de tristeza y, principalmente,
lo que frustra un anhelo… No deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino
que lo llamamos "bueno" porque lo deseamos y, por consiguiente,
llamamos "malo" lo que aborrecemos. Según eso, cada uno juzga o
estima, según su afecto, lo que es bueno o malo, mejor o peor, lo óptimo o lo
pésimo».
La individualidad no es ni
principio ni valor, simplemente un elemento de la estructura del ser que se
despliega continuamente hacia la sociabilidad y por medio de ella. Un
despliegue que no es necesariamente continuo, más bien una serie de
discontinuidades, una exuberante expansibilidad del ser constituyente que se
construye con una realidad explosiva:
«si alguien ha sino
afectado por otro, cuya clase o nación es distinta de la suya, de alegría o
tristeza, acompañada como su causa por la idea de ese otro bajo el nombre
genérico de la clase o de la nación, no solamente amará u odiará a ese otro,
sino a todos los de su clase o nación…Cualquier afecto de cada individuo
difiere tanto del afecto de otro cuanto la esencia del uno difiere de la del
otro».
Esta suma de condiciones que se
llaman afectos pasivos, frutos de
reacciones mecánicas, se desbordan sobre el horizonte de la libertad total, de
la actividad pura, ya que: «existen
otros afectos de Alegría y Deseo que se refieren a nosotros en cuanto que
actuamos».
6.1.3.-b) la plenitud del
horizonte spinozista
Sobre la base de la espontaneidad
del ser, el desarrollo constitutivo de la pasión ha delimitado el terreno de la
subjetividad. El ser se impone como singularidad sobre el flujo de las
condiciones y de los movimientos constitutivos. La racionalidad de esta
emergencia está también fijada en su relación con la materialidad del
movimiento constitutivo: no hay definición de la racionalidad que pueda
separarse de la síntesis orgánica y material que ésa determina con la
corporeidad.
Las definiciones de los Afectos
de Ética III conducen esta identificación materialista de racionalidad y de
corporeidad a las máximas
consecuencias: un horizonte materialista, pleno: la plenitud spinozista es una
calificación metafísica de materialismo. Y si hemos visto la plenitud
definir el campo de las fuerzas que constituían la física, si la hemos
tomado como el tejido sobre el que se tendía la imaginación, ahora ésta se nos
muestra como característica del ser: el proceso constitutivo es un
proceso de relleno de plenitud, de construcción de una plena gradualidad del
ser (no emanantista sino singular en toda su emergencia).
El horizonte de la totalidad es
la plenitud. Un horizonte que es también un límite. No porque el
horizonte sea el borde más allá del cual se abre, místicamente, el abismo; sino
porque el horizonte es el límite
pleno. No hay alternativa entre lo pleno y lo vacío, como no hay
alternativa entre ser y no ser, ni siquiera una simple concepción de lo posible
como mediación de lo positivo y lo negativo. No existe más que la plenitud
constructiva del ser frente al carácter inconcebible, metafísica y éticamente
del vacío, del no ser e, incluso de lo posible.
6.1.3.-c) Cupiditas
El conatus se ha transformado en
"cupiditas"[5]
como apetito dotado de consciencia.
El asombro filosófico sufrido por
el pensamiento humano ante el límite del ser es invertido en Spinoza: integrado
en el ser constructivo y en su potencia infinita. La potencia constitutiva no
está confrontada más que a la tensión de la esencia dinámica, y no al vértigo
de una exterioridad cualquiera. La cupiditas no es una relación, no es
una posibilidad, no es algo implícito: es la esencia misma del hombre, su potencia: su tensión es explícita, su ser
pleno, real, dado. La esencia humana crece activamente dentro de una ley de
contracción y expansión del ser; en la tensión de una espontaneidad que busca
definirse como sujeto.
6.2.- El infinito como organización (Ética IV)
6.2.1.- Organización de la liberación
Hasta ahora el terreno de la
organización del infinito clarificaba la estructura del ser a partir de los
componentes de la potencia infinita: estos componentes están ahora inseridos en
una perspectiva de reconstrucción ontológica, la acción del hombre; el infinito
es ahora la organización de la liberación del hombre y se enuncia como potencia
en la perspectiva de la humana liberación, bajo la determinación de la
capacidad del hombre de actuar éticamente.
Se reformula la crítica de toda concepción
finalista del mundo ético: toda idea de causa final debe ser disuelta: es la
causa eficiente que constituye el ser ético: el conatus-appetitus-cupiditas forma el trámite por medio del cual
se despliega la tensión de la esencia a la existencia. La cupiditas es un
mecanismo de liberación.
6.2.2.- Los campos de fuerzas: abrir el proceso de liberación
Se trata ahora de acentuar la
potencialidad del ser. No se trata de definir un estado, sino una dinámica; no
un resultado, sino una premisa. Abrir la potencia humana a la dimensión de la
naturaleza y de la vida en su integridad. El campo de fuerza que hasta aquí
había constituido el microcosmos toma una dirección inversa y se hace tensión
hacia el macrocosmos:
«La fuerza y el aumento de una pasión cualquiera y se perseverancia en
existir no se definen por la potencia con que nos esforzamos por perseverar en
la existencia, sino por la potencia de la causa externa comparada con la
nuestra».
No basta que el hombre sea un
campo de fuerzas, es esencial que este campo de fuerzas tome cuerpo en la
extensión de las tensiones que forman el tejido general de lo humano. Se trata
del trabajo de traspaso del límite operado por la esencia sobre la
existencia: la imaginación despliega la tensión de la esencia a la existencia
sobre un terreno tan vasto como posible y corpóreo, material. El potencial
organizativo que el infinito expresa por sí mismo y para sí mismo se repropone
a un alto nivel de potencialidad constitutiva. Es la Alegría quien marca
positivamente el proceso constitutivo –y cuando se dice
"positivamente" se dice "ser", es decir construcción del
ser, eliminación de lo inexistente: la nada que constituye el nexo entre
esencia y existencia se hace fluida, fantasmagórica. La cupiditas interviene
para mostrar las condiciones formales de la realidad de la superación de la
mera tensión. El proceso de liberación puede entonces abrirse.
Es, por consiguiente, la
excavación de la realidad lo que pone en movimiento las fuerzas de la
liberación. Éstas están implicadas en la realidad, liberan la positividad de lo
real, su gradualidad constituida en niveles sucesivos de perfección. Aquello
que aparece confuso o falso es sólo definible dentro del movimiento
intelectual de lo verdadero –es decir de la mayor intensidad del ser –que
destruye la falsedad.
6.2.3.- De la liberación a la libertad
6.2.3.-a) Despliegue de la
razón
En el actual horizonte de la
posibilidad, (que no excluye sino que retiene como implícita la irresuelta
dimensión de la sociabilidad), están el cuerpo y su realidad determinada (históricamente,
ontológica e intelectualmente) _el cuerpo como organización de la
"cupiditas", como pulsión material recorrida por la consciencia _la
articulación de la consciencia y del cuerpo asumida como dinámica _la movilidad del cuerpo como despliegue de la
razón.
El despliegue de la razón en está
articulación y en el equilibrio con el cuerpo constituye el verdadero pasaje
del "appetitus" a la "virtus"_el contenido consciente de la "cupiditas" se
dispara hacia adelante, implicando al cuerpo y constituyendo la posibilidad de
la virtud mediante una tensión entre esencia y existencia que es también plenitud
y unidad del cuerpo y de la razón humana.
6.23.-b) Deseo y afirmación
Se trata de un proceso
constitutivo totalmente expresado. La razón no trasciende ni altera el cuerpo.
Lo completa, lo desarrolla, lo rellena. La afirmación es total y absoluta:
«El Deseo considerado absolutamente, es la esencia misma del hombre, en
cuanto se concibe determinada de algún modo a hacer algo; y así, el deseo que
brota de la razón, esto es, el que se engendra en nosotros en la medida en que
obramos, es la esencia misma o naturaleza del hombre, en cuanto se concibe
determinada a hacer aquello que se
concibe adecuadamente por la sola esencia del hombre; así pues, si ese deseo
pudiera tener exceso, entonces la naturaleza humana, considerada por sí sola,
podría excederse a sí misma, o sea, podría más de lo que puede, lo cual es una
contradicción manifiesta, y por tanto, ese deseo no puede tener exceso
…El hombre libre en nada piensa a la muerte, y su sabiduría no es una
meditación sobre la muerte sino sobre la vida».
6.2.3.-c) La libertad
La liberación se ha hecho
libertad _el infinito no se organiza como objeto sino como sujeto _la libertad
es el infinito _todo trámite metafísico hacia la libertad se ha resuelto en la
decisión constitutiva de la libertad.
La construcción spinozista no ha
resuelto el mundo, pero lo ha disuelto en realidad sistemáticamente para
conducirlo a la verdad de la acción ética como afirmación de la vida contra
la muerte, del amor contra odio, de felicidad contra tristeza, de sociabilidad
contra embrutecimiento y soledad.
En la libertad está la
certidumbre del conocer y del progresar. El tiempo, que se despliega en
esperanza, se disuelve como dimensión
que rapta la vida y la disuelve en la ilusión. El sistema spinozista tiende
hacia esta exaltación de la plenitud de lo existente, de la dulzura del
proyecto del ser ético.
6.3.- La desutopía (Ética V)
6.3.1.- Liberación y límite
El proceso de liberación se
instaura como un proceso de transición, un desplazamiento del ser, transición
de un grado del ser a otro más alto; constitución dinámica y colectiva. Ya no
se trata de la paradoja "ser sustancial" y "ser modal":
ahora estamos en la ética del modo, transformación liberadora del ser finito.
El horizonte es determinado y limitado
(no tenemos dominio sobre nuestros
afectos): y por ello debemos rechazar el absolutismo voluntarista de los
estoicos así como la mediación ética del cartesianismo, un Deus ex machina ideológico. La potencia se asume en el marco de una
negación del atributo y de las otras categorías metafísicas de la emanación, y se
afirma dentro del horizonte real y singular del modo.
Se avanza desplegando la potencia
de la cupiditas a la inteligencia: por medio de la idea clara y distinta, toda
afección puede depurarse y sublimarse, no existe afección alguna del cuerpo en
la que no sea posible calar el signo de la claridad y de la distinción. El alma
destruye las causas externas, los excesos, regula los apetitos y los deseos,
ordena y encadena las afecciones del cuerpo según el orden requerido por el
entendimiento. Alegría y amor a la libertad se convierten en fuerzas agentes,
directrices, de las afecciones: la sublimación es inmanente, acumulativa,
progresiva.
6.3.2.- La cosa es Dios o Dios es la cosa
Dos horizontes trazados:
6.3.2.-a) La cosa es Dios
toca
el sueño de la utopía (1ª fundación), el alma impone remedios al cuerpo y su
vitalidad, esto es ascética, capacidad de control del tiempo en el que los
afectos acontecen, la comprensión de la multitud de las causas de los afectos…
6.3.2.-b) Dios es la cosa
es
la confirmación de la positividad del proyecto de la 2ª fundación: el alma está
unida al cuerpo, injertada en su duración. «En
dios se da necesariamente una idea que expresa la esencia de tal o cual cuerpo
humano bajo la especie de la eternidad». Dios vive íntegramente la vida de
la singularidad y su potencia, la versatilidad del ser. La Ética consiste en
conseguir la eternidad de lo existente, del modo. Esta eternidad se
construye en su determinabilidad singular.
La corporeidad se eleva al nivel
de la eternidad y no bajo la forma de la existencia determinada, sino de una
atracción ejercida sobre la existencia, atracción de la esencia, de la
inteligencia: Dios y eternidad son puestos al mismo nivel del cuerpo.
6.3.3.- Desutopía como revelación de fuerzas reales
Debe existir el modo de reconocer
una derrota sin ser derrotados, debe existir el modo de aceptar el límite de la
voluntad sin negar la fuerza constructiva del entendimiento. Si la utopía
metafísica era una trascripción de la ideología del mercado, la desutopía ética
es la propuesta de la ruptura del mercado, aquí transpuesta y proyectada en la
dimensión material y práctica de una filosofía del porvenir. La desutopía es la
revelación de las fuerzas reales que se mueven detrás de la ruptura de la
perfección ideológica del mercado y dentro de la crisis del desarrollo del
poder de la burguesía; es la reivindicación de un proyecto que ha podido ir a
menos y conserva íntegra su potencia. Es el descubrimiento de un horizonte
revolucionario real y futuro.
Se reduce la potencia divina al
horizonte de la liberación humana, al juego de sus límites. El perenne movimiento que constituye
la vida humana muestra a la ética como perenne movimiento del límite y de la
tensión de las libido, cupiditas y virtus. La virtud es amor intelectual en cuanta exhibición
de este movimiento. El amor intelectual es la resultante de un proceso constitutivo
de la realidad: si Dios es la cosa, Dios deviene _en la determinación de la
acción. La teología se integra en la ontología, la ontología en la
fenomenología de la praxis constitutiva humana.
No hay orden sino liberación como conquista continua, construcción de
ser, ninguna utopía ni pulsión idealista. No hay espacio para un
descarte cualquiera y, aún más, "correspondencia" cualquiera entre la
realidad y el pensamiento.
7.- ¿Cómo constituir lo real? (TP)
7.1.- La experiencia implica la praxis
El mundo es arcilla en mano del
alfarero. Sobre el terreno metafísico de la superficie, la modalidad es
constructiva: el orden de la construcción es interno a la constitución, la
necesidad es interna a la libertad. ¿Cómo recorrer el tejido de lo real?
7.1.1.- Política: imaginación y pasión
Lo político es el tejido sobre el
que se despliega la actividad constitutiva del hombre, y las pasiones son la
única realidad efectiva desde la que puede iniciarse el análisis de lo
concreto. El hombre está sujeto a las
pasiones, allí donde por pasión se entienda esencialmente acción ligada y
promovida por la "cupiditas".
El fundamento del proceso
constitutivo de lo social, es necesario insistir, es, pues, la materialidad de
las pasiones humanas, de los deseos de apropiación. La política es el reino de
la imaginación material. Los hombres políticos están sometidos a ella como la
multitud. La ley constitutiva de la asociación política es absolutamente
material e irreducible a la moral y a la razón. El proceso es material y colectivo.
La praxis humana colectiva,
deviniendo política, supera las virtudes individuales inscribiéndolas en un
proceso constitutivo que se desea general. La dialéctica entre multitud de
ciudadanos, de sujetos, y prudencia de los administradores, de los políticos,
que parecía constituir el problema, se cumple en cuanto se niega como fórmula
dialéctica: se replantea como problema de la dimensión colectiva de la
constitución. La prudencia misma no es una virtud privada: al contrario, no
puede vivir y desarrollarse más que como elemento de la constitución colectiva.
El concepto de "seguridad" no niega el de "libertad".
7.1.2.- La libre necesidad
La fundación de la política
spinozista reside en la libre necesidad. Es el corazón metódico de su trabajo.
La praxis es inherente a la experiencia, a la condición de dato de los modos. Y
también, la libertad es inherente a la seguridad, la prudencia a la multitud,
la condición humana a la constitución de la libertad: el realismo político se
conquista aquí como elemento y perspectiva dinámica de libertad.
La unión indisociable entre
libertad y necesidad se buscan ahora sobre el terreno de la constitución real,
representado por la materialidad y por la dimensión colectiva del vivir
político. La resolución de la aparente contradicción entre libertad y necesidad
soluciona las parejas contradictorias que son
"prudencia-multitud","libertad-seguridad", "condición-
constitución": la libre necesidad ya no es un resultado, sino un
presupuesto.
la
libertad no consiste «en libre albedrío,
sino en la libre necesidad» -no es la ignorancia de las causas que la
determinan ni en la ficción de la libertad, sino en la consciencia de su
movimiento. Ni siquiera un presupuesto formal, la libertad es sujeto
identificado a su causa eficiente: «Para
poder saber qué "idea" de una cosa, entre las muchas que se tienen,
permite deducir todas las propiedades de un sujeto, no es necesario
observar sino que aquella idea o definición de la cosa exprese la causa
eficiente». La libre necesidad es la actualidad del proceso
constitutivo que se hace explícita como potencia ontológica dinámicamente
extendida.
7.2.- Potencia y multitud
7.2.1.- Potencia contra poder
Todo ello conduce a una última
pareja realmente antinómica: potencia contra poder. Potencia como inherente dinámica y constitutiva de
lo singular y de la multiplicidad de la inteligencia y del cuerpo, de la libertad
y de la necesidad (Allí donde el poder es un proyecto para subordinar a la
multiplicidad, a la inteligencia, a la libertad, a la potencia).
El poder se da como
capacidad, conceptibilidad, de producir las cosas.
La potencia se da como fuerza que las
produce actualmente.
Está distinción tiene un
significado polémico contra todos aquellos que, afirmando el libre albedrío,
afirman así una desproporción entre cuanto es posible a partir de la esencia
divina y cuanto se da actualmente en el mundo. «Nada existe de cuya naturaleza no se siga un efecto»
La
totalidad de la potencia spinozista como base de la constitución de lo real a
través de la forma de lo político es sólo connotable en un modo: contra el
poder. Es una connotación salvaje, una determinación destructiva, una fundación
materialista. La potencia salvaje de la naturaleza spinozista es el primer
escenario del proyecto constitutivo. El derecho natural es la ley misma de la
naturaleza en su inmediación, expresión directa de la "cupiditas",
proyección del "conatus".
Nada más errado que considerar a
la humanidad respecto de la naturaleza como un Estado dentro del Estado. La
humanidad multiplica más bien el potencial natural de inmediación y de
violencia, pero interpreta también la tensión constitutiva inherente al orden
natural, orden hecho de sucesivos grados de perfección tejidos por la
positividad del ser. La libertad procede en el seno de esta necesidad del ser.
Derecho y no ley, así como potencia y no poder.
7.2.2.- La multitud
7.2.2.-a) Desarrollo
constitutivo de la multitud
El móvil antagonista específico
que actúa en el desplazamiento es el "miedo a la soledad". El estado
de naturaleza es absorbido de la situación de miedo y soledad: pero el miedo a la
soledad es algo más que simple miedo, es deseo de la multitud, de la seguridad
como multitud, de lo absoluto de la multitud. El pasaje a la sociedad no se
representa como acto alguno de cesión de derechos, tal y como sucede en el
pensamiento absolutista contemporáneo, sino como salto adelante, integrador del
ser, de la soledad a la multitud, a la sociabilidad que, en sí y por sí,
elimina el miedo. Estamos de nuevo en el centro del desplazamiento político del
ser que funda la fenomenología spinozista de la praxis colectiva.
7.2.2.-b) Potencia de la
multitud: el derecho civil
«Cuantos más hombres son los que se estrechan en tal relación, tanto
mayor será el derecho que todos juntos adquirirán». La dimensión colectiva
desplaza el proceso antagónico del ser. La "multitud" no es ya una
condición negativa, sino la premisa positiva de la constitución del derecho.
Este derecho es tal no por ser
fuerza de la mayoría, sino porque es constitución de la mayoría. La mayoría,
justamente a partir de la natural enemistad que conforma los comportamientos,
comienza a constituir cuerpo político y jurídico. A partir de este punto se
concentra y desarrolla una física política. La teoría del contrato social (cf.
TTP) no tiene ya espacio alguno: la física sustituye cualquier hipótesis
voluntarista. Si la sociedad es inherente al ser, ésta se constituye por el ser
en el ser. Es un mecanismo doble: desplazamiento ontológico y constitución colectiva sobre el
horizonte físico y material del mundo, que ningún prototipo puede sustituir.
El derecho civil es la potencia
de la multitud la cual constituye la esencia productiva. El contrato se
sustituye por el consenso, el método de la individualidad, por el de la
colectividad. La realidad del derecho encuentra a la vez, dentro de esta
constitución su dinámica y sus determinaciones: esto es, el derecho civil
constituye lo justo y lo injusto, que son la misma cosa que lo legal y lo
ilegal.
7.2.2.-c) Positividad de la
potencia
El positivismo espinosista es
puramente aparente: es mera positividad de la potencia. El derecho civil
spinozista destruye el derecho natural, destruye cualquier afirmación separada
de la ley, reintroduce la normatividad en el orden del proceso constitutivo de
lo humano, negando las condiciones mismas con las que es posible hablar de
positivismo jurídico (condiciones que prevén la trascendencia del valor de la
ley dentro del proceso de producción jurídica, y que suponen una potencia
orgánica de la normatividad, separada, emergente).
El positivismo espinosista es la
positividad de la potencia: persigue su fuerza, organiza sus límites, se
subordina a su proyecto, se somete al antagonismo en la cual se desarrolla la potencia. El
positivismo y el legalismo corresponden a la mistificación burguesa que
pretende negar la creatividad a la materia colectiva que actúa en la historia,
para pretender detener la norma del dominio sobre esta materia. En Spinoza no
se asume ni siquiera la ley: su positivismo es la creatividad jurídica, no de
la ley, sino del consenso, de la relación, de la constitución.
La soberanía, el poder, son así
reducidos y aplanados en la multitud: alcanzan donde alcanza la potencia de la
multitud organizada. Este límite es orgánico, es elemento ontológico de la dinámica constitutiva. Ninguna
transferencia, ni sobre el terreno político, ni sobre el terreno jurídico. El
concepto de "sociedad civil" como momento intermedio en el proceso
que conduce del estado natural al estado político no existe en Spinoza; la hipóstasis
burguesa y capitalista de la sociedad civil como estrato sobre el que, cualitativamente, se funda el derecho no
existe en Spinoza. El estado civil es a la vez sociedad civil –contemplada como consenso y constitución
material –y Estado político –contemplado como mando y constitución
formal. Ningún de los dos elementos puede existir separadamente.
7.3.- Alternativa republicana
7.3.1.- Un horizonte constitucional de contrapoderes
La tensión de la potencia es
recuperada en su íntegra fuerza constitutiva. hay
en Spinoza un rechazo profundo a una consideración formal del proceso
constitucional: los límites son fuerzas, los puntos de imputación de poder son
potencias. Tras haber liberado el terreno del fetichismo absolutista, pero no del carácter absoluto de la constitución de
la multitud, procede entonces reabrir el proceso político de la libertad en
toda su extensión, considerar cuál es la mejor constitución de un gobierno
civil.
La única y verdadera imagen de la
libertad republicana es la organización de la desutopía y la proyección
realista de las autonomías dentro de un horizonte constitucional de
contrapoderes.
7.3.2.- Elementos del pensamiento republicano
Una
concepción del Estado
que
niega radicalmente su trascendencia; demistificación de la autonomía del
político (es una mera mistificación que el valor económico se autonomice
respecto al mercado)
Una
determinación del poder
como
función subordinada a la potencia social de la multitud y, por tanto,
constitucionalmente organizado (oposición popular al Estado, reivindicación de
las necesidades sociales contra el Estado, hegemonía de las fuerzas
productivas, del asociacionismo, del realismo jurídico contra el mando)
Una
concepción de la organización constitucional
movida
por el antagonismo de los sujetos (la mejor constitución se funda en el derecho
de resistencia y de oposición al poder, de afirmación de las autonomías).
Carácter
revolucionario y moderno
En el expresar de modo absoluto
en la constitución una relación social productiva, la productividad de las
necesidades naturales, y todo ello con hegemonía respecto de lo político, en el
subordinar absolutamente cualquier función abstracta de dominio bajo la
positividad de la expresión de la necesidad de felicidad y de libertad. La
destrucción de toda autonomía de lo político y la afirmación de la hegemonía y
de la autonomía de las necesidades colectivas de la multitud: la constitución
política de lo real constituye la modernidad de Spinoza.
[1] Eth =
Ética; TTP = Tratado
teológico-político; TP = Tratado
político
[2] El
supuesto
[3] En el
sentido de "materialista"
[4]
Spinoza se refiere en esta carta polémica a la autoridad de Platón, Aristóteles
y Sócrates que «no tiene para mi gran
valor».
[5]
cupiditas (de codicia): DRAE: 1.
f . Afán excesivo de riquezas.2. f. Deseo vehemente de
algunas cosas buenas.3. f. Cualidad del toro de perseguir con vehemencia y
tratar de coger el bulto o engaño que se le presenta.4. f. Apetito sensual.
La anomalía salvaje
Ensayo sobre poder
y potencia
en Baruch Spinoza
Antonio Negri
«No deseamos algo porque lo juzguemos bueno,
sino que lo llamamos
"bueno" porque lo deseamos
y, por consiguiente,
llamamos "malo" lo que aborrecemos»
(Eth. III-Proposición XXXIX)
«Spinoza remite más bien a Shakespeare: un montaje dramático que no
asume significados externos, sino que desde su interior produce la forma
dramática o el choque lógico como expresión de la propia potencia, como demostración
de una revolucionaria e independiente unión con la tierra –en el caso de
Spinoza, una potencia que se necesita como prefiguración de la liberación».
(Negri)
1.- Introducción
En el contexto filosófico del
siglo XVII Spinoza subordina la crisis al proyecto: figura anómala e
irreductible, asume la crisis de la utopía renacentista como realidad a
dominar. El pensamiento spinozista es idealista cuando se presenta como
pensamiento negativo, desarrollando la utopía burguesa; y materialista en
cuanto se recompone de manera constructiva, convirtiendo la imposibilidad de un
mundo ideal en tensión materialista de sus componentes, abrazándolas en su
proyecto dinámico de liberación.
Verdad y ser encuentran una
exclusividad de efecto recíproco que sólo la práctica constitutiva, interpreta,
articula y produce: el esquematismo trascendental no es más que práctico y
material.
1.1- Pensamiento negativo
1.1.1.- frente a la filosofía
Su pensamiento es irreductible frente al
desarrollo del racionalismo y del empirismo modernos, que son filosofías
subordinadas a la crisis, dualistas e irresueltas, versadas en la trascendencia
como exclusivo territorio de réplica ideal y de dominio práctico del mundo,
filosofías funcionales para la definición de la burguesía, para su definitivo
auto reconocimiento como clase de la crisis y de la mediación.
El pensamiento spinozista se
dirige contra todos aquellos que fijan homología y finalismo de la
multiplicidad, niega toda posibilidad de concepción del mundo que no se represente como emergencia singular,
plana y superficial del ser.
Dios es la cosa, Dios es la multiplicidad. Uno y múltiple son fuerza
equipolentes e indistinguibles; sobre el terreno de lo absoluto la secuencia
numérica no se da si no como asunción de la totalidad de los eventos: cada uno
es un sí absoluto.
1.1.2- Frente a la ciencia
En Spinoza la ciencia se reconoce
como constructividad, libertad, innovación. No está teleológica o
teológicamente condicionada. La ciencia del capitalismo como fuerza histórica
que produce organización y jerarquía es necesariamente teleológica. Lo que
plantea Spinoza se funda en la crítica de la homología entre ciencia y poder en
su sentido estructural como formal; y le opone un pensamiento constitutivo: la
necesidad y la posibilidad para la ciencia de ejercitarse como máquina de
liberación, como acumulación de actos de liberación, como apropiación
colectiva y no como conocimiento individual, como potencia y no como poder.
La Ética es ella misma ciencia, ciencia de un ser objetivo que conoce la
liberación como naturaleza propia, como
tensión propia.
1.2.- Pensamiento constitutivo
1.2.1.- Ética y política de la desutopía
1.2.1.-a) Fuerza productiva y tensión
apropiativa
La política de Spinoza es su
metafísica: nos presenta al ser como fuerza productiva y la ética como
necesidad, como articulación fenomenológica de las necesidades productivas. El
problema de la producción y de la apropiación es decisivo.
A la idea del mercado como
optimismo progresivo, dirección racional y resultado de optimización tendidos
sobre la relación explotación-ganancia, el pensamiento de Spinoza opone la
metafísica de la fuerza productiva –que rechaza la ruptura crítica del mercado
como episodio arcano y trascendental –que interpreta, en cambio, la relación
entre tensión apropiativa y fuerza productiva como tejido de liberación
materialista, social, colectivo.
1.2.1.-b) Desutopía como
forma de organización del infinito
Spinoza niega la mistificación
del mercado como utopía de desarrollo, (mercado como superstición destinado a
destruir la creatividad del hombre, a crear miedo contra la fuerza productiva,
molestia y bloqueo de la constitución y de la liberación) y afirma la desutopía
del desarrollo: el carácter colectivo de la apropiación es primario e
inmediato, es lucha inmediata, no separación sino constitución, afirmación de
la fuerza productiva como terreno de liberación. Potencia-appetitus-cupiditas-mente:
una praxis constitutiva forma la desutopía. Desutopía: es decir trama de la
tendencia constitutiva y del límite determinado crítico, sobre un horizonte de
absoluta inmanencia. La formidable productividad del ser son presupuestos del proceso
emancipador y la desutopía muestra su potencia sobre esta base. La
desutopía es la forma específica de la organización del infinito.
1.2.2.- Liberación y apropiación
Un proceso constitutivo no lineal
sino actual, no teleológico sino determinado y efectivo. Libertad que
desplegándose constituye ser; ser que constituyéndose determina
libertad. Actualidad que no puede ser prefigurada sino en la medida de
su efectividad, necesidad que se plantea como efecto y medida de la
libertad.
El hecho de que la apropiación
sea aquí una clave constitutiva y no la base de legitimación de una norma de
dominio, demuestra y prefigura la relación real que se constituye en los siglos
de la historia europea entre experiencia teórica del humanismo y concretas
experiencias de liberación.
1.2.3.- Anomalía salvaje: cualidad de la organización del infinito
1.2.3.-a) El placer del ser
infinito
Existe en Spinoza el placer del
ser infinito; que es placer del mundo.
Cuando la paradoja del mundo, la
tensión abierta en éste entre infinidad positiva e infinidad de las
determinaciones se despliega en actividad y se reconoce en el proceso
constitutivo, entonces el placer del mundo comienza a devenir central y la
anomalía se hace salvaje.
Salvaje porque está conexa a la
multiplicidad inexhausta del ser;
el ser de Spinoza es versátil,
salvaje y múltiple en sus expresiones. Anomalía salvaje como
característica principal de aquella
tensión entre infinito y determinación, entre tendencia y límite, que
constituye el modo de presentarse de la potencia del infinito. Anomalía salvaje
como cualidad de la organización del infinito.
1.2.3.-b) Desutopía como
placer de la anomalía salvaje
La anomalía salvaje no es un término
que reenvía solamente a la colocación
histórica del pensamiento de Spinoza en su tiempo, no es sólo una cualificación
de la riqueza de su pensamiento y de su apertura al porvenir: es un momento
fundamental y un modo propio de la expresión del ser.
Su pensamiento contiene la
complejidad de su aparato dentro de la potencia de la fuerza productiva (como
producto de una gran industria) y muestra esta complejidad como una
singularidad irreducible. La fuerza productiva no se subordina a nada
que no sea ella misma; y con una salvaje determinación, se sustrae al dominio
de las relaciones de producción, queriendo dominarlas desde su propia potencia.
La desutopía es a la vez crítica de lo existente, de sus
componentes, y construcción positiva y singular del presente, hasta
devenir placer y dulzura del mundo.
1.2.4.- Constitución y producción
1.2.4.-a) Proceso unitario
producción-constitución
La fuerza productiva emana de la
infinitud del ser y no puede organizarse más que en el movimiento del infinito.
Resulta de un proceso teórico y práctico como es el formarse mismo del ser que es. Su expresión se da
acumulativamente en el plano físico y colectivamente en el plan ético.
La constitución es la forma en la
que la fuerza productiva revela el ser.
La fuerza productiva, la producción es, por tanto, inmediatamente constitución.
La relación producción-constitución es, pues, la clave de la articulación del ser, un proceso unitario que puede
apreciarse desde varios puntos de vista pero que permanece en su esencia,
unitario.
1.2.4.-b) El ser forma
estratos: lógica física
Producción como ontología
constitutiva: la ontología constitutiva reconoce la producción en el interior
de la estructura del ser. No es
posible nombrar el ser sino en
términos de producción. En su constituirse, el ser productivo avanza a través de un camino que,
acumulativamente, forma estratos y grados del mundo. Es una lógica cuantitativa
y mecánica: la metafísica spinozista descubre una física que a su vez la
produce. La ciencia genérica del ser
es física y no filosófica.
1.2.4.-c) Imaginación, Inteligencia
y naturaleza
El hacer humano prolonga la
potencia de la naturaleza. Sobre la imaginación,
Spinoza plantea la palanca de la construcción del mundo: la imaginación es fisicidad
que alcanza inteligencia, el cuerpo que se constituye como alma, según
aquel orden constitutivo que la versatilidad salvaje del ser determina. Hay en
el pensamiento de Spinoza infinidades de catástrofes que reformulan la
continuidad del ser sobre el hilo de la imaginación, una producción que circula
por todas partes.
La imaginación es fisicidad
que alcanza la inteligencia. La inteligencia es articulación de la naturaleza
de la cual toma y desarrolla la potencialidad constructiva. Así nace la razón,
en una naturaleza segunda. Esta relación entre naturaleza y naturaleza
segunda, esta coyuntura fundamental de la ontología constitutiva, es organizada
por la inteligencia humana.
1.2.4.-d) Civilización
Es una acumulación de capacidad
productiva. Es destrucción de una necesidad no liberada, por tanto destrucción
de la contingencia; por tanto, destrucción del no ser.
Tocamos así la paradoja del pensamiento spinozista y de su humanismo: ya no hay
naturaleza en Spinoza, sino sólo naturaleza segunda, el mundo no es naturaleza
sino producción.
La continuidad del ser no se forma en el proceso que
conduce de un principio a un resultado, de una causa a un efecto, sino que se
revela como dato, como producto, como conclusión. Este proceso es ser producido, constituido, no es el
resultado sino el principio de la producción y de la constitución. Este
convertirse de la producción en principio de una ontología constitutiva es el
símbolo de la liberación de las fuerzas productivas de las relaciones de
producción en cualquier caso dadas y consistentes. Es el principio de la
revolución en la base de la filosofía moderna. La ontología constitutiva se
hace política.
2.- Primera fundación, Ética (Eth I-II)[1]
«Spinoza murió el 21 de febrero de 16 77 a sus cuarenta y cuatro años de
edad, consumido por una tisis que sufrió durante mucho tiempo –de acuerdo con
su sistema en el que toda particularidad, toda singularidad se desvanece en la
totalidad de la sustancia» (Hegel).
2.1.- El infinito como principio
Filosofía de la afirmación, que
se reproduce con intensidad creciente en niveles siempre más sustanciales del
ser. Es una filosofía totalizante de la espontaneidad. La Ética espinosista es una Biblia moderna cuyos varios estratos
teóricos describen un itinerario de liberación a partir de la existencia. Imprescindible
y absoluta, del sujeto a liberar, viviendo la vicisitud de su praxis en términos ontológicos y por
tanto, reproponiendo la teoría en cada sucesiva dislocación de la praxis.
2.1.1.- Existencia: esencia. Potencia, totalidad
El primero estrato de la
filosofía es la afirmación de la existencia, de la existencia como esencia,
como potencia y como totalidad. La
existencia es la espontaneidad del ser. La relación entre existencia y
esencia es la forma ontológica primera: relación y tensión entre nombres de
otro modo impredecibles, que toman consistencia en el nexo que les une. La
cosa, la sustancia, son el
fundamento.
Pero no es posible pensar el todo
de manera indeterminada cuando cada momento de la existencia está completamente
determinado: determinar la existencia como totalidad es pensar en su infinitud
(infinitud determinada, positiva, totalidad precisamente. En un nivel
ontológico superior, pero del todo coherente con las premisas, la existencia es
la espontaneidad del ser considerado como totalidad: los nexos existenciales
concluyen en la totalidad, en la serie determinada de la relación infinita, en
la cosa o sustancia absoluta.
2.1.2.- La existencia como producción del infinito
Este englobamiento de la
existencia en el infinito no es un proceso: es una producción del infinito
mismo en cuanto esencia positiva. Lo real está siempre ordenado en la
determinación infinita, pero, recíprocamente, esta tendencia al infinito debe
invertirse y expresarse como determinación plural de las cosas producidas, sin
que con ello el infinito sea concebido como divisible. La totalidad ontológica
es el fin de la expresión espontánea de lo real: lo real es el producto de la
espontaneidad de la infinita totalidad. A la espontaneidad de la existencia
corresponde la espontaneidad de la
producción. La correspondencia espontánea e íntegra entre la existencia
singular y la existencia total dentro de la tensión de la expresión, así como
dentro del nexo de la producción, es principio y fin de la filosofía. La
filosofía habla donde el ser no es mudo, y calla allí donde el ser es mudo.
2.1.3.- Principio de potencia: afirmación y negación en tensión
las
alternativas libertad-coacción, infinidad-delimitación, eternidad-duración, no
plantean la exclusión de un polo negativo junto a la afirmación de un polo
positivo, ni siquiera en términos metódicos: que toda afirmación sea negación
es función que concierne, no a un principio de exclusión, sino a un principio
de potencia. O mejor, concierne a un principio de exclusividad en cuanto figura
de un dinamismo ontológico de potencia. La
relación positividad-negatividad es una tensión que organiza la potencia en el
seno de la espontaneidad del ser.
2.2.- Infinito como principio activo
2.2.1.- Relevancia intensiva
y extensiva de la potencia
El problema de la dinámica de la
totalidad implica que el concepto de potencia sea asumido no sólo en su
relevancia intensiva, como principio esencial de la autofundación del ser, sino
también en su relevancia extensiva, como principio de a tribulación de grados
de realidad. El tema de los atributos y de la articulación no se plantea más
que desde el punto de vista de la constitución de la totalidad: la temática del
atributo como problema de los
nombres de la divinidad está resuelta
en la intensidad del ser, y
la articulación conserva sólo su estatuto de posibilidad.
2.2.2.- Versatilidad del ser: la existencia se despliega como potencia
El infinito como principio es
principio activo e implica la posibilidad
de todas las formas del ser. Son las variaciones de la totalidad, las figuras
de su productividad.
El infinito como principio, la
versatilidad del ser –la compactibilidad del ser, centralizada y abierta
–espontaneidad desbordante y coherencia multilateral de un todo indivisible –la
existencia no problemática se ha desplegado como potencia.
2.3.- La organización del infinito: atributos
2.3.1.- Mecanismo causal
El ser quiere organización, su
unicidad está sometida a variaciones buscando formas de organizaciones
adecuadas, y Spinoza no ve contradicción alguna en hacer variar la centralidad
y la unicidad del ser sometiéndola a la articulación: el criterio de
organización se desprende del ser según el orden de la esencia. La esencia es
productiva, causa, potencia: la organización del infinito corresponde a las
modalidades del mecanismo causal. La existencia es extensión, pluralidad de
partes y, sobre todo, mecanismo causal. Deleuze: «La teoría de existencia comporta en Spinoza tres elementos: la esencia
singular, que es un grado de potencia u de intensidad; la existencia
particular, siempre compuesta por una infinidad de partes extensivas; la forma
individual, esto es, la relación característica o expresiva, que
corresponde eternamente a la esencia del modo, pero también bajo la cual una
infinidad de partes se refiere temporalmente a aquella esencia».
2.3.2.- El atributo como medio
La sustancia se expresa como
causa, es decir: el infinito se propaga, el orden de la infinidad se filtra por
medio del flujo de los atributos. El atributo es el intermediario por medio del
cual lo absoluto se dirige hacia el mundo y se organiza en él. Es la llave que
permite fundar la determinación del flujo del ser. La existencia ya reconocida
como esencia, se reconoce ahora como articulación en cuanto que el atributo
interpreta y determina la tensión que se extiende entre los dos términos
fundamentales.
2.3.3.- Tensión del determinismo
Pero el ser no pierde su
versatilidad: la acción del atributo se propaga hasta identificarse en la
especificidad esencial de las cosas múltiples. Es una fuerte tensión entre el
orden fluyente del ser y el orden constitutivo de la potencia, sobre esta
duplicación continua de la identidad. Hemos pasado de la apaciguada tensión de los
elementos constitutivos de la "suma sustancia" a la violenta tensión
del determinismo de la realidad. El proceso ha desembocado en el reconocimiento
de la potencia del mundo de la cosa: el determinismo consiste en la perfecta
coincidencia de la degradación del ser y de la emergencia de lo real. Un
criterio racional de organización se ha puesto al servicio de la utopía
espinosista.
2.3.4.- Transgresión de la identidad: consciencia
La radicación del atributo en el
ser no niega su función de transgresión de la identidad: atributo es a la vez
la misma cosa que sustancia –la única diferencia es la que existe en relación
al entendimiento. El atributo es esta imperceptible pero fundamental diferencia
en la relación que se estables entre espontaneidad y organización, y que
llamamos consciencia. Un momento de eminencia lógica en la unicidad de ser,
momento suficiente para transmutar el horizonte material en horizonte de valor.
Si el atributo es la fuerza
productiva de la sustanciación, sólo una interpretación objetiva y dinámica
puede explicar la naturaleza. La cara subjetiva del atributo no puede
considerarse más que como índice de revelación del problema de la articulación
de lo absoluto, o como indicación del emerger de la consciencia.
2.3.5.- Proyección de la potencia
Lo que se plantea es la potencia
como centro de consideración, la potencia del ser, la infinita extensión de la
causalidad productiva. Spinoza traza la larga cadena del ser por medio del
análisis de la expresión del atributo y cómo esta expresión toma el ritmo
gradual de las solidificaciones sustanciales que la potencia, a varios niveles,
revela.
El problema comienza cuando este
proceso de emanación llega a ser íntegramente proyectado sobre la pantalla de
la existencia del mundo.
La espontaneidad del ser alcanza
aquí la totalidad de la potencia en la difusión múltiple de la causalidad
productiva sobre todas las cosas existentes. La paradoja del ser se da aquí, ya
que la forma objetiva del atributo se niega; hay también otra negación: el
emerger continúo de una fuerza que promueve la clausura de las cosas producidas
y dotadas de potencia, su repliegue hacia su centro productivo. La
interpretación objetivista del atributo como función que califica la sustancia
y la desarrolla en la determinación, no recoge la reacción centrípeta de la
determinación. La espontaneidad quiere organización y la encuentra por medio
del movimiento del atributo; se le quita el sabor de la utopía.
2.3.6.- Eliminación del atributo
El atributo pertenece a la
sustancia, posee una identidad ontológica con ésta.
la
sustancia es infinidad de atributos.
El atributo es una espiral de en la
sustancia.
En su determinabilidad no se
encuentra eminencia o degradación, sino participación en la versatilidad del
ser total.
El atributo debería organizar el
conjunto de potencias: en realidad, simplemente las pone en relación. En la
medida en que la Ética, en este
primero estrato, se abre al problema constitutivo en cuanto tal, la función del
atributo se convierte en algo cada vez más residual. SPZ evoluciona hacia una
concepción de la constitución ontológica que, apuntando a la materialidad del
mundo de las cosas, elimina aquel sustrato metafísico ambiguo, conservado bajo
una forma y otra por los residuos emanantistas que han podido transferirse a la
nueva cultura.
El sustrato ambiguo de
"atributo" ha sido necesario para fijar en el horizonte de la
espontaneidad del ser un criterio de organización: la superposición de un
orden creador de valor en el tejido de las relaciones internas en la
producción. Este tipo de pensamiento tiene una necesidad vital de
contradicciones y paradojas, hasta el día en que se revele su verdadera
función, en el que la razón se enfrente a la relación entre naturaleza humana y
"verbo divino" (hipóstasis), y entonces la crítica se ponga en marcha
de nuevo, lo que supondrá la crisis de este horizonte ontológico.
En un segundo estrato, los
atributos se reintegran a un terreno horizontal, ocupando un lugar secundario
en un espacio donde solas emergen las singularidades que se plantean
simplemente en la inmediatez de una relación de producción interna de la
sustancia: "Potencia" contra "Potestas"
2.4.- La paradoja del mundo: modos
2.4.1.- Modos
«Por modo entiendo las afecciones de la sustancia, o sea aquello que es
en otra cosa, por medio de la cual también se concibe».
¿Cómo se organiza éste en el
flujo productivo infinito?
¿Cómo se confronta el criterio de
organización con el mundo de los modos?
¿Qué es el mundo?
«Por realidad y perfección entiendo lo mismo»: la existencia del
mundo no exige mediación alguna para ser ontológicamente válida, validez que
tiene la amplitud y el dinamismo del horizonte de la singularidad. En sí, en la
singularidad corporal: «Por cuerpo entiendo
un modo que expresa de manera cierta y determinada la esencia en cuanto se
considera cosa extensa».
El mundo es, por tanto, el
conjunto versátil y complejo de las singularidades.
¿El mundo de la singularidad no
exige mediación? ¿La presencia del modo, su existencia, es suficiente por sí
misma? Cuando el acento cae sobre el modo, y el análisis se dirige a la singularidad,
-con el amor que un ascetismo revolucionario prueba por ella, por el movimiento
y la lucha que ésta expresa-, el enigma mismo de la mediación de la
espontaneidad debe ser considerado como un problema, una duplicación del
horizonte existencial: por un lado, el mundo de la singularidad; por otro, el
del alma, del entendimiento, del pensamiento, de la exigencia de organización
del infinito.
Deleuze: «Los modos son expresivos en su esencia: expresan la esencia de Dios,
cada uno según el grado de potencia que constituye su propia esencia. La
individualización de lo finito en spinoza
no va del género o de la especie al individuo, de lo general a lo particular;
va de la cualidad infinita a la cantidad correspondiente, que se divide en
partes irreductibles, intrínsecas o intensivas».
2.4.2.- La crisis
Dos mundos que hay que enunciar
alternativamente. La realidad viviente de la utopía exige que los dos polos se
den en toda su intensidad: si ahora se presenta como crisis lo que se habría
presupuesto como síntesis es porque se ha apreciado la realidad de esta
polaridad más que por el hecho de que la síntesis esté expresamente en crisis:
convergencia de las dos tensiones
El primer estrato de la
espontaneidad del proceso no sirve ya para mostrar la fuerza centrífuga de la
sustancia y la fuerza centrípeta del modo como elementos superpuestos y
concordantes. El mundo es una paradoja de diversidad y coincidencia: sustancia
y modo se rompen, la una sobre el otro y viceversa.
2.4.3.- La singularidad: inmanencia
La singularidad no es
contradictoria frente a la sustancialidad con el infinito como principio; al
contrario, es tanto más sustancial cuanto más es singular, difusa, difusiva. La
constitución de la realidad singular está determinada por la insistencia de la
producción de la sustancia, la cual es lo inverso de la trascendencia, aunque
fuese simple trascendencia lógica. La sustancia es el mundo que se constituye.
No hay mediación: la singularidad representa el único horizonte real. La
sustancia vive la singularidad, el modo es el mundo y es la sustancia.
2.4.4.- Individualidad: despliegue de la utopía
La idea del modo es constituyente
y el materialismo del modo es fundacional; por tanto la corporeidad es
fundacional; el conocimiento del cuerpo es absolutamente físico. La forma de la
individualidad está completamente constituida, (y subordinada en su movimiento,
o sea implica respuesta) por las
nociones siguientes: proporciones de cantidad y de movimiento, direcciones de
cantidad y de movimiento.
El tejido de la utopía se ha
desplegado completamente: el flujo de la emanación ha tomado la forma de una
fuerza constitutiva estructural; la función de organización del atributo está
en vías de extinción ante la paradoja del modo (tensión para fundar el mundo,
en el movimiento del microcosmos individual al macrocosmos). Los dos polos,
totalidad espontánea de la sustancia y multiplicidad indefinida del movimiento
causal, coexisten. El carácter absoluto de su oposición garantiza su
complementariedad. El mecanicismo se asume aquí como forma de verdad del mundo.
SPZ plantea el mecanicismo como
base del modo de producción y, igualmente, como límite de este modo de
producción. Límite que consiste en la necesidad de trasladar el procedimiento
causal desde el orden de la constitución sincrónica y estructural, a la función
de fuerza constitutiva en sentido propio, diacrónica, organizativa del mundo.
Una obra de síntesis
extraordinariamente compleja, que comprende todas las coordenadas
revolucionarias del siglo, se ha abrazado a la imagen de lo absoluto y a sus
alternativas. Este conjunto de planos del ser ha sido reducido a uno solo y
puesto en tensión. El horizonte del mecanicismo de hace una condición absoluta
de apertura ontológica.
3.- La ideología y su crisis (Cartas)
3.1.- Posibilidad de un spinozismo
3.1.1.- Fundación de la ideología burguesa
En la historia del pensamiento
político moderno, Spinoza reaparece de vez en cuando como participe de la
fundación de la ideología burguesa, considerada, más allá de las formas
políticas que a veces la organizan, como fundamento y estructura de esa
mistificación eficaz de la organización social para la producción , que es la
idea del mercado. Se puede hablar de "la tradición spinozista" como
componente constitutivo de la ideología capitalista; pero hay que ser más
prudentes, ya que, a pesar de elementos propios capitalistas están incluidos en
la transfiguración ideológica del pensamiento de Spinoza, la función de esta
ideología spinozista está más matizada.
Sí el proyecto del "círculo spinozista" y el primer
estrato de la Ética son representativos de la utopía revolucionaria de la
burguesía, es porque la anomalía de los Países Bajos permite que la
utopía tenga lugar de una forma que supera todo diseño precedente, aun
manteniéndose en la estela del pensamiento humanista y renacentista.
3.1.2.-La idea de mercado
Para Spinoza, la correspondencia
antagonista de lo real crece siempre más, hasta fijarse como enigma de la
homología de la totalidad, para después volverse a abrir a la verificación de
lo real, a la disolución práctica del enigma.
Todo ello es anulado por "la
ideología spinozista" que se asume precisamente por lo que niega y se
representa como modelo de organización: la correspondencia homóloga y
enigmática viene asumida como valor, como criterio de validación, como figura
de organización. Es la idea del mercado. De un horizonte real que encarna el
milagro de la transformación de las fuerzas productivas en relaciones de
producción determinada, de los nexos de organización en relaciones de mando, de
las singularidades y de las libertades en totalidad y necesidad, de la materia
en valor. El horizonte es el intercambio; pero un intercambio no versátil y
libre como el descrito por el mecanicismo de Spinoza, sino un intercambio como
principio de valor, de jerarquía, de mando, tal es el ser descrito por el
"spinozismo".
3.1.3.- Spinoza contra Hobbes
Sobre esta idea del mercado,
sobre la mistificación de las relaciones reales que su idea comprende, se
organiza, por tanto, la ideología panteísta de la tradición spinozista: la
esperanza humana que estaba unida a la actividad de producción es entonces
encerrada y sofocada en el marco estrecho del dominio del valor. Y a partir de
esta idea se desarrollan las ideologías que mistifican la libertad (como determinación
individual actuando sobre el mercado) inscribiéndola en la generalidad
necesaria para la fundación del poder político: nueva formulación del enigma de
la disolución de la individualidad en la totalidad. La paradoja de la potencia y de la potestas, de la potencia humana contra el poder de lo absoluto (y
por tanto el absoluto político del poder) se interpreta de manera lineal, según
nexos de homología: la revolución burguesa, como forma política adecuada de la
revolución social impuesta por el desarrollo capitalista, asume el spinozismo,
la ideología de la homología entre individualidad y generalidad, libertad y
necesidad, trabajo y valor, como mistificación sobre la que basarse. Es el
pensamiento de Hobbes. Y Rousseau esta en el centro de esta operación.
En Spinoza la cosa es diversa: el Spinoza real, y no el de la ideología
ataca y supera propiamente las conexiones de la definición hobbesiana del
poder, y recorre el análisis genético para demostrar su inconclusividad actual,
la contradicción representada por un eventual cierre del sistema (efectivo en
Hobbes) y la posibilidad, por el contrario, de abrir el ritmo constitutivo a
una filosofía del porvenir.
3.1.4.- La mediación
La burguesía ha vivido siempre su
relación con el Estado como fatigosa mediación;
la historia de la acumulación originaria es la historia de una mediación
política y la infelicidad de la conciencia burguesa y su indeterminabilidad
crítica nacen con ella. Se cumple la transfiguración del trabajo para la
totalidad, a transfiguración de la mediación política: un argumento ontológico
para la política, para el Estado; la mediación se desarrolla en un terreno
ontológicamente unitario, continuo, homogéneo. No existe más resistencia al
dominio de la burguesía: el absoluto spinozista interpreta la hegemonía. El
enigma del mercado se muestra y se impone como luminosa ley de funcionamiento
de las categorías jurídicas y éticas.
La burguesía puede considerar al Estado,
gracias a esta transformación jurídica y política, como su emanación directa. La
abrogación del mundo real, la duplicación del mundo en una imagen jurídica y
política: tal es el efecto de esta operación, tal es el contenido masivo que
confiere importancia al spinozismo, considerado como ideología. Sin esta
reducción ideológica del pensamiento de Spinoza, sin el totalitarismo
extremista que emana, sería difícil pensar en la dictadura jurídica y politica
del jacobinismo, en aquel legado revolucionario tan querido por la burguesía.
3.1.5.- Imposibilidad de un spinozismo
El spinozismo hace imposible el
hecho de pensar en un horizonte político que no sea concebido como horizonte de
mediación. No sólo la idea del mercado,
sino también la idea de la crisis del mercado están subordinadas a la mediación
en el ser, a la prefiguración panteísta. La imaginación política y filosófica
no sabe más que simular, frente a una crisis de la idea del mercado, nuevos
proyectos que conservan la forma de la organización y de la subordinación, de
la identidad y de la homología del poder. En todas las situaciones de crisis de
mercado, desde la perspectiva del spinozismo se deriva de todas formas la
necesidad de recomponer la unidad: la unidad como proyecto, la forma pura
repite el axioma de la homología, no hay libertad fuera de la totalidad.
La libertad de la potencia y su
irreductibilidad al proceso dialéctico de la mediación son, dentro de esta
ideología de mercado, dentro de totalitarismo de la ciencia, imposibles. Es así
cómo un Spinoza mutilado es reducido en
Rousseau.
En Spinoza lo real no es manipulable, no es convertible en dialéctica,
no tiene plasticidad ninguna ante ninguna maniobra teorética, su versatilidad
no es dialéctica, la determinación es negación en sentido propio, aquí y ahora,
y no posibilidad ni actualidad de una vuelta lógica. Su horizonte no conoce
hipótesis de vacío, de posibilidad abstracta, de formalismo; es filosofía de la
plenitud, de la estabilidad material de lo asumido, de la determinabilidad, de
la pasión. Hacer ideología de la utopía spinozista, transformarla en una constante
del pensamiento burgués, no es posible más que a condición de limar la plenitud
de la concepción spinozista de la cosa, de la modalidad y de la sustancia, de
recortarla hasta reducirla a una sombra de la realidad, y no realidad verdadera
e inmediata.
3.2.- Posibilidad del barroco
3.2.1.- ¿Qué imagen de la realidad da el barroco?
La contraposición de la sustancia
y del modo se da con tal tensión en la segunda parte de la Ética, que la
originaria versatilidad del ser se ha hecho fragilidad y no hay opción de
eminencia en este flujo de unicidad: es un sistema en equilibrio inestable que
representa la última posibilidad de unidad interna de la utopía, en su relación
con la realidad.
En su urgencia de confrontarse
con lo real, de evidenciar una clave práctica del sistema, la teoría busca
entonces una solución: el sistema podría asentarse sobre esta fragilidad,
contenerla e imponerle una tensión absoluta de superación, que sería puramente
pensada, mediación ideal de la paradoja como tal, de su consistencia: tal es la
imagen que el barroco da de la realidad, y es esta una fortísima tendencia de
la época.
3.2.2.- Aplicación a la definición del "infinito"
Spinoza parece conformarse con
esta tendencia en una definición que da del infinito:
«El análisis del concepto de infinito nace de una definición compleja
que determina 3 parejas de nociones:
1.1. Infinito por su naturaleza, o sea, en virtud de su definición
1.2. Infinito como aquello que no tiene limites, no por su esencia sino
en relación con su causa
Esta noción corresponde al
indefinido y se especifica en 2.1. Y 2.2.:
«2.1. el infinito porque no tiene límites (indefinido extensivo)
2.2. El infinito como aquello cuyas partes, aun estando comprendidas
entre un máximo y un mínimo, no se pueden, sin embargo, fijar y expresar con un
numero (indefinido intensivo, indefinidamente subdivisible).
La distinción entre infinito e
indefinido se traslada así a la distinción entre sustancia y modo, entre
eternidad y duración. infinito e
indefinido revelan la polaridad del mundo. La diferencia ontológica está
fijada, pero los términos de la diferencia cesan en un horizonte absolutamente
unívoco. La inestabilidad se rompe: el infinito esencial toma la forma des ser
eminente frente al indefinido existencial
«Por medio de la duración, no podemos explicar más que la existencia de
los modos, mientras que la existencia de la sustancia se explica por medio de la Eternidad , que es goce
infinito del existir o del ser.
«3.1. Infinito como aquello que se puede sólo entender y no imaginar
3.2. aquello que se puede, empero, también imaginar»
¿Qué está sucediendo aquí?
Es una diferencia gnoseológica, aquélla del entender y del imaginar y la
preeminencia del primero sobre el segundo viene a sobredeterminar la distinción
real. Es la ruptura de la correspondencia inestable en la que se había
establecido la relación entre el ser sustancial y el ser modal: conceder al
entendimiento una mayor dignidad ontológica que a la imaginación es operar una
nueva clasificación en el ser, plantear la preeminencia del infinito sobre lo indefinido,
romper la continuidad del flujo univoco del ser, reintroducir una mediación
gnoseológica en el seno de una relación global que se había construido hasta
aquí por medio de la negación de toda mediación, (fuese ontológica, como la
ejercida por el atributo).
El infinito y el entendimiento se
ejercitan par sobredeterminar la utopía: se presentan como criterios de
fijación de aquel ser versátil que se movía en torno a las dos polaridades
tendencialmente intercambiables en el régimen d la utopía. Hablamos, por tanto,
de función ideológica por una razón fundamental: porque esta manera en que el
entendimiento duplica el mundo determina una imagen de una exaltación de la
sustancia y de una depreciación del mundo que es precisamente función de la
estabilización de una relación de poder, de la determinación de un mando
separado del flujo abierto y libre de la autoorganización de lo real. Todas las
nociones que sirven para describir la realidad modal (la medida, el tiempo, el
número…) son rebajadas a un nivel inferior del ser. Las categorías del ser
parecen en este punto imitar las de esa especial mercancía que es el dinero.
3.2.3.- ¿Spinoza barroco? No
Esta exageración de los términos,
tan propia del barroco, no constituye una dirección de desarrollo del
pensamiento spinozista, sino sólo un momento de estancamiento, un signo de
pasaje, (carácter inaprensible de la crisis de la época), o tal vez una
experiencia de transmutación barroca. Spinoza va atravesar la crisis de la
utopía sin ceder a los extremos resolutivos. O mejor, no intenta salir de esta
crisis, manteniendo intactas las referencias del marco teórico: pone en
cuestión todo el dispositivo. Sustancia y modo no se confrontan como
entendimiento e imaginación, realidad e irrealidad. Mantienen más bien su
polaridad, y la crisis consiste en el descubrimiento de la imposibilidad de una
mediación lineal y espontánea de esta polaridad. Es la crisis de la fuerza
constitutiva, de la tensión interna de la utopía misma.
3.3.- Una andadura salvaje: el umbral crítico de Spinoza
La versatilidad del ser se ha
bloqueado sobre una dualidad, sobre una polaridad. Potencialmente, esta
polaridad puede invertirse de nuevo y convertirse en circulación del ser
(existe una fuerte tendencia hacia una filosofía de la superficie, un vuelco de
la concepción de la sustancia sobre el nivel de los modos, constituir un
horizonte realista). Por el contrario, hay tendencias opuestas encaminadas a
recomponer la emanación, negar hasta el horizonte geométrico mismo. Spinoza se
encuentra en el umbral crítico, y principalmente con el concepto de sustancia y
el problema del alma.
3.3.1.- La sustancia
Si existencia, totalidad,
inmanencia parecen ser las características fundamentales de la sustancia, estos
elementos no están ubicados en la sustancia en manera determinada.
la
positividad del concepto de sustancia parece residir en la dependencia
matemática que las cosas establecen entre ellas. En realidad, Spinoza toca el
umbral crítico en términos específicos frente a un problema determinado; el
problema del alma, el problema del hombre, de su conocimiento de la beatitud, o
sea, el problema práctico: se ha dado la valoración máxima e irreducible de la
materialidad de la existencia singular y modal, al tiempo que se ha propuesto
por primera vez la posibilidad de un proceso de constitución del ser a partir
de la fuerza de la modalidad. Era inevitable que se despedazasen, con furiosa
fuerza, los residuos de una antigua pero siempre renovada concepción espiritual
del alma, del pensamiento, del hombre.
3.3.2.- Síntesis de cuerpo y alma
La singularidad material
transforma en forma primera de conocimiento la síntesis de cuerpo y alma en la
que termina el mecanismo de autoconstitución material. Es una experiencia
exaltante la que aquí se cumple: el pensamiento vive las afecciones del ser en
su individualidad y las convierte en idea.
Idea confusa, sin embargo real:
ensanchamiento de los espacios de conocimiento frente al conocimiento
simplemente verdadero. Base y proyecto para un proceso cognoscitivo y operativo
en el mundo de las pasiones, definitivo cierre de toda "vía
descendente" (de lo absoluto a los modos) y alusión a una "vía
ascendente" constitutiva. El conocimiento imaginativo vive las afecciones
del cuerpo, de la exterioridad y de la duración, persiguiendo su intensidad y
su resistencia en el acontecimiento. La individualidad se fija en sí misma en
la medida en que recorre el mundo real. Spinoza plantea a la vez una crítica
radical de lo trascendental y una aproximación cognoscitiva
"verdadera" que retoma la sustancia. «Si aquello que es común a todas las cosas y que está igualmente en la
parte y en el todo no constituye la esencia de alguna cosa singular», si
por otra parte, nosotros conocemos por medio de nociones comunes que nada
tienen que ver con lo trascendental del ser, entonces la pretensión de
establecer una jerarquía de formas de conocimiento es puramente ilusoria y
contradictoria.
3.3.3.- Conocimiento como intuición
De esto se trata: por tanto, no
más concordancia formal de síntesis entre totalidad y partes, no más bosquejo
de la utopía. «Es propio de la naturaleza
de la Razón
concebir las cosas bajo una cierta
perspectiva de eternidad» Por medio de la forma superior de
conocimiento que se determina sobre la identidad ontológica de las cosas, el
carácter absoluto de lo divino es atribuido al mundo, revelado por medio del
mundo, en su pluralidad singular. La singularidad es libre, la libertad es la
forma del ser singular. La identidad del ser singular es su naturaleza práctica.
La necesidad no se contradice con la libertad, ésta es solamente el signo del
carácter absoluto y ontológico de la libertad. La necesidad no despoja de su
singularidad al mundo, arrastrándolo hacia lo absoluto, sino que devuelve esta
singularidad al mundo y la funda y sobredetermina absolutamente.
3.3.4.- Destrucción de la utopía renacentista
Sobre este umbral crítico Spinoza
se propone una nueva fundación metafísica del sistema. en primer lugar, ha puesto en crisis el proceso genealógico
de la esencia a partir de la sustancia que la dinámica de los atributos
aseguraba. En segundo lugar ha puesto en crisis el proceso de producción de las
cosas a partir de las esencias que los atributos promovían. Se había
configurado una "vía descendente" que sufre una heterogénesis de
fines, ya que su efecto no es la organización del infinito, sino la paradoja
del mundo, el dualismo de la sustancia y del modo.
Enfrentado al dualismo, Spinoza
no lo mediatiza, sino que hace recaer lo absoluto de lo divino sobre el mundo
de los modos. La síntesis, si hubiera de darse, lo hará sobre la realidad
singular y plural de los modos. Es la destrucción de toda metafísica de la
emanación, de toda utopía renacentista. Desde
el punto de vista de la ideología, lo indistinto del mito capitalista y su
traducción reformista propuesta por las filosofías del racionalismo cartesiano,
aquí se atacan y destruyen. Las antinomias del mercado y del valor saltan a un
primer plano: contra ellas, la infinita productividad del trabajo humano busca una
nueva organización.
Tras el fallo definitivo de la
utopía renacentista del mercado y de la continuidad espontánea mercado-Estado,
la filosofía de la burguesía produce unas polaridades alternativas: -por un
lado, el libertinismo y el mecanicismo; -por otro, las renovadas esperanzas
revolucionarias y el reaparecer jansenista de la desesperación en la crisis; -en
el centro del dispositivo el cartesianismo, y una metafísica, una ética, una
teoría de la ciencia que mientras se adecuan a las urgencias del Estado
absoluto, e interpretan las necesidades del modo de producción manufacturero,
todavía mantienen la autonomía de la burguesía y abren para ésta un horizonte
operativo de poder.
En Spinoza, estas alternativas
son todas descartadas en principio: el pensamiento de Spinoza no se mueve desde
la crisis del siglo sino desde el proyecto de desarrollo y de articulación de
la utopía renacentista. La crisis no es su enfermedad de infancia sino
simplemente un límite de crecimiento, límite a superar. La crisis de mercado no
es sublimada en formas autoritarias sino interpretada en su contradicción: de
mercado y de valor, de relación de producción y de fuerza productiva.
3.3.5.- Carácter salvaje de la interrupción del ritmo metafísico
Para producir una nueva
metodología, la filosofía del mundo y la física del modo deben inserirse en el
mundo, apreciar y exaltar la condición ética del modo singular y plural.
Insistir sobre la condición ética del modo significa recorrer la fenomenología.
La ética no puede constituirse en proyecto, en metafísica del modo y de la
realidad, sin insertarse en la historia, en la política, en la fenomenología de
la vida singular y colectiva, para nutrirse y tomar nuevas fuerzas.
El carácter salvaje de esta
interrupción del ritmo metafísico se da en la potencia de la inversión
ontológica, la determinación de la eminencia del mundo, la insistencia sobre la
condición ética como fuerza constitutiva: una violencia interna de decisión y
una forma tal, que hacen irrelacionable la compleja figura del pensamiento de
Spinoza con la serena moderación del pensamiento de la época. Una andadura
salvaje que hace comprensible el desgarro, la herida, la tracción que Spinoza
impone a la historia del pensamiento occidental. y también la esperanza.
4.- La cesura: Tractatus teológico-político (TTP)
«Tras el primer estrato de la Ética y el TTP se registra una acumulación metodológica y
una síntesis homogénea de momentos analíticos. Es un horizonte ontológicamente
gestante de continuas incursiones de la potencia hacia la constitución, de
tensiones y antagonismos que nos describe una física de la historicidad.
Spinoza ha destruido el marco inicial, la imagen centrípeta del ser y describe
la superficie de un ser no satisfecho con obtener la horizontalidad, no
contento con la belleza móvil de la dimensión plana que ahora es la suya»
(Negri).
4.1.- Imaginación: naturaleza metafísica de I.
4.1.1.- Realidad e Imaginación
Estoy sumergido en este mar de la I : es el mar de la existencia
misma. No el mar de la duda cartesiana de las Meditaciones donde el sujeto
encuentra el punto fijo, un comienzo y una garantía del conocer, apoyo
requerido por una búsqueda inquieta. En Spinoza, este reconocimiento de la
situación existencial, de su oscura complexión, no implica ninguna referencia al
otro, al superior, a lo trascendental.
El mundo de los modos, el horizonte de las olas del mar, es
real. Se trata de no creer que nuestra libertad consista en una cierta
contingencia o una cierta indiferencia. Ésta consiste más bien "en el modo de afirmar o negar, de manera que
cuanto menos indiferentemente afirmamos o negamos una cosa, tanto más libres
somos".
La reivindicación del mundo de
los modos plantea inmediatamente, tanto en el plano del conocimiento como en el
plano de la voluntad, el problema de la realidad de la imaginación y de la
libertas. Una realidad constitutiva y no
ya regalo de la divinidad o residuo de su proceso de emanación.
"Adán" plantea el problema de la realidad no como totalidad, sino
como parcialidad dinámica, no como perfección absoluta, sino como privación
relativa, no como utopía, sino como proyecto. El estatuto ético de la realidad
modal se sitúa en primer plano. Una cesura sistemática, profunda, ha
intervenido y el horizonte de Spinoza es ahora ya el de la constitución de la
realidad modal y de su destino absoluto.
4.1.2.- Las desventuras de I
La misma concepción que niega la
fuerza constitutiva del ser y mistifica a determinabilidad modal del mundo,
reivindica la validez de la imaginación en la forma de la teología: Díos aparece
como rey y legislador, la "ley" sirve para nombrar los medios de
salud, la salud y la perdición se plantean como premio y pena en un universo
moral que diluye en figuras antropomórficas la necesidad y la determinabilidad
del conocer y del actuar humanos y destruye así su absoluta validez.
Esta imaginación corrompida
construye efectivamente el mundo, tan potente como la tradición, tan vasta como
el poder, tan devastadora como la guerra: la infelicidad del hombre y su
insipiencia, la superstición y la esclavitud, la miseria y la muerte, se
injertan en esa misma facultad imaginativa que, por otra parte, constituye el
único horizonte de una convivencia humana y de una determinación histórica del
ser. Una reforma lógica que funde una reforma ética y política no puede excluir el encuentro con esta figura de
la realidad teológico-política.
4.1.3.- Límite del humanismo: la guerra
La revolución humanista atacó
fuertemente esta medieval legitimación del poder. Pero no la erradicó: de
manera que esa se reproduce como superstición y conservación, irracionalidad y
bloqueo. Como oscurantismo. Sellando el precipitar de esta diagnosis
desencantada, la guerra de navegación anglo-holandesa se desarrolla
(1665-1667).
«No creo escarnecer a la
Naturaleza , y menos todavía deplorarla, si pienso que los
hombres, como todo lo demás, no son más
que parte de la Naturaliza
misma, e ignoro de qué modo cada parte conviene con su todo y de qué modo se
conecta con las demás. Y sólo se debe al defecto de este conocimiento si
ciertas cosas naturales, sólo percibidas por mí de manera tan mutilada y
parcial que no se ajustan a nuestra mentalidad filosófica, antes me aparecían
vanas, desordenadas, y absurdas. Dejo, por tanto, que cada uno viva según su
talante y que quien quiera morir, muera en santa paz, mientras a mí me sea dado
vivir por la verdad».
4.2.- TTP (I a VI)
4.2.1.- Contra la teología
La redacción del TTP entre 1665 y
1670 representa una interrupción en el desarrollo de la Ética. Los fundamentos
teológicos y físicos de la Ética se dejan de lado. Se revela un mundo nuevo que
no puede examinarse con los viejos instrumentos ni valorarse con ellos: con el
TTP se hace patente que el mundo de la imaginación y de la historia, de la
religión y de la política, no es abordable desde el punto de vista de la
teología racional y de la física: discriminar el mundo, ver cómo se desenvuelve
su realidad y a la vez eliminar cuanto se opone al progreso de la verdad. Y
esta lógica discriminante toca también el sistema, su marcha, su desarrollo. Un
polémico proyecto:
«TTP con varias disertaciones
con las que se demuestra que la libertad de filosofar no sólo puede concederse,
sin perjuicio para la religión y la paz
del Estado, sino que más bien no puede negarse sin destruir a la vez la religión
y la paz del Estado».
4.2.2.- Materias afrontadas
De I a VI las materias afrontadas
(Profecía, profetas, vocación de los hebreos, y si el don de la profecía les ha
sido peculiar, de la ley divina, de la razón por la que fueron introducidas las
ceremonias, la fe en la tradición histórica, de los milagros) son sometidas a
tratamiento lógico, a un esquema de investigación orientado en sentido
fenomenológico para identificar el nivel de la realidad que está constituido
por la imaginación.
4.2.3.- Dos niveles de argumentación
4.2.3.-a) de la revelación a
la institución:
denuncia
de la alienación religiosa y de la mistificación teológica. Del terreno del
conocimiento revelado (al pueblo hebreo por los profetas) al terreno de la
realidad histórica, la claridad teórica
no tiene ya que ver con el reino de las sombras ideológicas sino con la
realidad de la mistificación histórica y eficaz; el problema consiste en la
naturaleza especial de los efectos de la imaginación profética, en la paradoja
de una nada esencial que produce ser y certeza históricos; es el momento en que
la función crítica se hace fenomenológica. Génesis de las instituciones,
función históricamente constitutiva de la imaginación que comienza a tomarse en
consideración.
4.2.3.-b) de la ilusión a la
constitución:
identificación de la imaginación
como función constitutiva de la falsedad y de la ilusión (negación de todo
estatuto ontológico específico de la verdad profética); acentuación del
significado ambiguo y fluctuante de la imaginación como fuerza trascendental
(el horizonte de la profecía es el de la pura imaginación; sin embargo, la
imaginación profética es considerada expresión de la "directio Dei" y
ligada por los hebreos a su propia vocación de pueblo elegido); análisis del
fundamento ontológico de la acción de la imaginación; entramos en el orden del
ser real.
4.2.4.- Iusnaturalismo
El proyecto constitutivo debe
probarse y confrontarse con el legado del primer estrato de la Ética y se
plantea la paradoja de la comparecencia del absoluto divino y del absoluto
modal: ¿cómo puede mediarse esta doble condición de absoluto? Spinoza hable de
"una ley divina natural" cuyas características serían la
universalidad en el hombre, la de inteligencia y a innata, la naturaleza ética:
esto es iusnaturalismo. Pero acaba con la mediación: «mantengo que estas leyes dependen de la decisión del hombre».
Conviene subrayar esta primera emergencia desplegada de la potencia
constitutiva de la acción humana. Aquello que la imaginación proponía como
realidad de la ilusión aquí se transforma en condición positiva de la voluntad,
de la libertad, en índice de un proceso de constitución.
4.2.5.- Conclusión: el ser como potencia
La imaginación representa el
campo sobre el que emerge la necesidad de una inversión global de la metafísica
spinozista. El TTP es el punto sobre el que la metafísica spinozista se
transforma: lo político es un elemento fundamental del sistema spinozista
teniendo presente que lo político mismo es también metafísico. Lo político es
la metafísica de la imaginación, es la metafísica de la constitución humana de
lo real, del mundo. La verdad vive en el mundo de la imaginación, es posible
tener ideas adecuadas que, lejos de agotar la realidad, sean por el contrario,
abiertas y constitutivas de realidad, verdaderas intensivamente, el
conocimiento es constitutivo, el ser no es sólo haber, es también actividad,
potencia, no existe solamente la
Naturaleza , hay una segunda naturaleza, la naturaleza de la
causa próxima, ser construido. La actividad imaginativa alcanza un estatuto
ontológico, para consolidar la del mundo y la positividad, la productividad y
la sociabilidad de la acción humana.
4.3.- Táctica y TTP
4.3.1.- Imaginación y orden social
4.3.1.-a) Principio de
sociabilidad: TTP VII a X
Interpretación de la revelación
apostólica: «…sueñan con que en la Sagrada escritura estén escondidos
profundísimos misterios, y con esclarecerlos, agotan sus fuerzas de un modo
absurdo, omitiendo las demás cosas útiles, y cualquier cosa que imaginan en su
delirio lo atribuyen al espíritu santo y se esfuerzan en sostenerlo con extrema
decisión y con ímpetu pasionales». Todo que se contiene en la Escritura debe extraerse
exclusivamente de la
Escritura misma, como el conocimiento de la naturaleza de la
sola naturaliza.
Conviene desarrollar la lógica
natural como técnica (intervenir sobre el tejido de la imaginación profética
para aislar en él la positividad del proceso histórico). Es una técnica:
de
discriminación histórica de lo verdadero y lo falso (Hermenéutica):
Es un terreno sobre el que la
regla universal de la interpretación de la Escritura es la de no atribuir a su enseñanza más
que lo que resulta, del modo más evidente posible, de su historia; y así hay
que reconstruir el proceso por medio del cual se expresa la revelación. Las
herramientas de la hermenéutica son el análisis lingüístico, la reducción típica,
a argumento general, de cada uno de los libros de la escritura. El análisis
hermenéutico plantean las articulaciones mismas del ser, las normas de
desarrollo de la razón.
de discriminación
lógica de las funciones inútiles y de aquellas destructivas (Exégesis)
Que la imaginación nos
presenta en el horizonte integro de la revelación. Aquí la razón asume el papel
central: la hermenéutica descubre el tejido real que la exégesis discrimina
según un solo criterio, el de la luz natural.
Recuperar
la luz natural
Lo que significa: crítica bíblica,
crítica filosófica de la revelación y de la refundación de la luz natural,
reivindicación política de la libertad individual de pensamiento y crítica. La
luz natural, la razón, no se presenta como una simple capacidad analítica, sino
como instancia constructiva.
Maimónides
La crítica que desarrolla Spinoza contra el
método exegético de Maimónides no consigue ocultar la profunda sintonía que la
técnica interpretativa spinozista refleja en relación con la metodología del
hebraísmo medieval: aquí y allí la exaltación de la función de la razón (y con
ella las oscuridades místicas de la tradición hebrea son eliminadas) se da en
un contexto ontológico. La exégesis histórica de la escritura es en realidad un
análisis histórico-hermenéutico de la razón. La luz natural interviniendo en el
análisis de la escritura ilumina su propia génesis histórica. Alcanzamos a
identificar el cruce y la simbiosis profunda de la instancia revolucionaria de
la inteligencia renacentista y de la intensidad del constructivismo ético de la
tradición judaica.
Fundación
materialista de un horizonte ético
Expansión del ser y proliferación
de su perfección por medio del mundo, de forma positiva, potente, constructiva:
llevar la potencia múltiple del universo hacia lo absoluto, no por medio de
alguna misteriosa dialéctica, sino por transferencia, desplazamiento, salto de
nivel o, lo que es lo mismo, negación de nivel.
Lo absoluto se expresa de una
forma que exige implícitamente la renovación del cuadro de exposición
sistemática: la superficie absoluta de la potencia exige ser presentada en un
nuevo escenario metafísico. Una investigación que procede en dos vertientes a
la vez: una búsqueda fenomenológica que enriquece la concepción del ser,
mientras los niveles de definición ontológica se apoyan precariamente sobre un
nivel de superficie que todavía no consigue recuperar la potencia constructiva
que le compete.
4.3.1.-b) Organización de lo
social
TTP XI a
XV
La función de la revelación es la
de constituir y organizar lo social. «Todos
buscan más bien la propia utilidad, pero no según el dictamen de la sana razón,
por el contrario, casi siempre desean las cosas u las juzgan útiles sólo bajo
el impulso del capricho y de las pasiones (sin visón de futuro o razones de
otro género). De donde acontece que ninguna sociedad puede subsistir sin un
poder coactivo ni, por consiguiente, sin leyes que constriñan y regulen los
apetitos y las codicias desenfrenadas de los hombres».
La función de la revelación es la
de permitir un asociarse motivado, de motivar un "poder moderado",
esto es, un poder capaz de articular d manera eficiente la vitalidad de la
asociación y la necesidad de mando. El equilibrio y la moderación de esta
relación son fundamentales, son la condición misma del planteamiento del poder.
TTP XI a XV son la proyección de
la positividad de la imaginación definida ya como posibilidad en los capítulos
precedentes. La carga ontológica que la hermenéutica ha producido se transforma
decididamente en fuerza constitutiva, en horizonte constitutivo de las
condiciones colectivas de la liberación. Es un proceso fuerte, de intensidad
creciente, constitutivo.
Constitución:
obediencia, consenso y fe
Positividad constitutiva de la
obediencia, definida como pasaje que relaciona religión y sociedad. Spinoza se
remonta al análisis del acto del consenso y de "poder moderado". La
función de la imaginación religiosa consiste ante todo en la difusión de obediencia.
La interiorización de la conciencia religiosa que se tiene con el cristianismo
universaliza la definición política de
la obediencia: la creencia se presenta ya como forma a priori de la obediencia
política (elemento interior de la obligación). No, pues, de una particular
obediencia, sino de la obediencia en general, forma de lo político, elemento
constitutivo del consenso. La imaginación comienza a residual una dimensión
colectiva que es a la vez ideológica y estructural (religión universal como
legitimación de la obediencia y obediencia como efectividad de lo real, de lo
colectivo.
Dos elementos constituyen la
legitimación de la organización social como efectos históricos del desarrollo
de la razón: la universalización del contenido de la religión y la
explicitación cada vez más evidente de la función constitutiva de la
imaginación religiosa.
La discriminación de la
imaginación y determinación de sus móviles productivos lleva a concluir que la
imaginación ha constituido las bases de la sociabilidad planteando la
obediencia, teológicamente motivada, como legitimación del mando sobre la
asociación. Y la fe es «ninguna
otra cosa sino el hecho de atribuir a Dios a través del pensamiento unos
caracteres tales que ignorados éstos se acabe la obediencia a su ley, y que
dada tal obediencia, se saben necesariamente».
El punto
de crisis de Spinoza
Considerando los diferentes
capítulos como filigrana y reconstruyéndolos sobre la base de la pura razón,
tenemos un esquema de la religión como imaginación: __distinción entre la
imaginación negativa, o superstición, y la imaginación positiva que deviene
obediencia;__positiva es la obediencia ya que su contenido es la paz, la
posibilidad de establecer un contrato-consenso entre los hombres; __por tanto,
la paz se plantea como base de la asociación civil y representa un bien
superior de la vida humana; __toda superación de estos valores, toda separación
de ellos puede darse sólo en la forma de una fundación superior y de una
realización que es la determinada por la razón. __La razón atraviesa la
imaginación liberando un contenido de verdad, mientras la imaginación construye
la positividad de lo existente y, por tanto, de la razón misma.
La relación entre el horizonte
fenomenológico recorrido, la función constitutiva descrita y el contenido de
verdad enucleado es todavía fuertemente problemática: a relación concluye en la
separación entre imaginación negativa (causa de guerra y inseguridad) e
imaginación positiva constitutiva de paz y sociabilidad: pero esta separación es
vertical, reintroduce una consideración eminente del ser racional, y la
exaltación de la eminencia de la razón
respecto a la fe.
Spinoza advierte el bloqueo del
proyecto constitutivo por el iusnaturalismo, e intenta considerar la fe desde
el punto de vista de la producción de obediencia y la obediencia como
producción de sociabilidad: esto puede como mucho reducir la potencia lógica
del iusnaturalismo a potencia formal, trascendental, pero no elimina la
eminencia de su principio. El positivismo de la imaginación se rinde ante el
trascendentalismo de la razón iusnatural, y si Spinoza es iusnaturalista es por
accidente.
4.3.1.-c) Lo político. TTP
XVI a XX
más allá
del iusnaturalismo.
«El derecho de la naturaleza se extiende hasta donde se extiende su
potencia…la potencia universal de toda la naturaliza no es sino l potencia
total de todos los individuos… cada individuo tiene pleno derecho a todo lo que
está en su poder, es decir que el derecho de cada uno se extiende hasta donde
se extiende su potencia determinada».
Allí donde el pensamiento
iusnaturalista es una analítica de las pasiones, el de Spinoza es una
fenomenología de las mismas; allí donde el pensamiento iusnaturalista es, en la
teoría del contrato y del absolutismo, vigorizado por una instancia dialéctica,
es de Spinoza está abierto a una problemática constitutiva.
«Por las leyes del apetito cada uno es arrastrado de modo diverso; los
hombres debieron por ello establecer y convenir muy firmemente entre ellos
regular cada cosa según el dictamen de la razón, a la que ninguno osase
oponerse abiertamente para no parecer un mentecato, y en frenar el instinto en
tanto que provoca el daño de otros, y de no hacer a nadie lo que no se quisiera
para sí y en fin, defender el derecho de los demás tanto como el propio».
Es la utilidad común, organizada
por la razón, la que determina el pacto, el pasaje de este estado antagonista
al estado artificial y pacífico que el contrato constituye. No estamos en los esquemas
del iusnaturalismo: el pasaje de la individualidad a la comunidad no acontece
por transferencia de potencia ni por cesión de derecho, sino dentro de un
proceso constitutivo de la imaginación que no conoce cesura lógica.
El Estado no es ficticio; es, por
el contrario, una determinación natural, naturaleza segunda, constituida por la
dinámica concurrente de las pasiones individuales, y discriminada a este fin
por la acción de aquella otra fundamental potencia natural que es la razón.
Dislocación de la potencia.
Democracia
«Se define como la unión de todos los hombres que tiene colegialmente
pleno derecho a todo lo que está en su poder. De donde se deduce que la suma
potestad no está sujeta a ley alguna, sino que todos deben obedecerla en todo:
puesto que ello debió ser, tácita o expresamente, pactado entre todos, cuando
transfirieron a la sociedad todo su poder de defenderse, esto es , todo derecho
propio».
La primera paradoja terminológica
es: poder absoluto = democracia. Pero ello significa una sola cosa: y es que el
pasaje no ha comportado una transferencia de derechos, sino sólo un
desplazamiento de potencias, no una destrucción, sino una más compleja
organización de antagonismos. La relación entre ejercicio del poder y expresión
del consenso no se aplana sobre síntesis alguna del poder: es una relación de
cualquier modo abierta.
El gobierno democrático es «el más natural y el más conforme a la
libertad que la naturaleza consiente a cada uno». El antagonismo de las
individualidades, punto de partida del proceso, mantiene su naturaleza al nivel
de la sociabilidad desplegada. La individualidad se representa como derecho
absoluto. No es el absolutismo lo que constituye la sociedad política, sino la
organización de la potencia de las individualidades, la resistencia activa que
se transforma por el uso de la razón en contrapoder, el contrapoder que se
desarrolla colectivamente como consenso activo en el que la praxis,
articulándose, se hace constitución real.
Mistificación
de la ideología burguesa
El antagonismo natural construye
la historicidad concreta de lo social, al ritmo de la potencia constitutiva de
la imaginación colectiva y de su densidad material. El resultado no es lo
absoluto, ni aun siendo democrático, sino una constitución colectiva de lo
real. Esta dinámica constitutiva funda un anti-Hobbes y también un
anti-Rousseau ya que es
justamente en la transferencia dialéctica de lo individual en lo universal, en
lo absoluto donde se origina la mistificación politica de la ideología burguesa
del Estado, y Spinoza reivindica una experiencia política alternativa,
la de Maquiavelo y Althusius.
Estas últimas fuentes, con la
carga de luchas revolucionarias y libertarias que las cualifica, visto desde el
pensamiento republicano del humanismo a los monarcómanos protestantes,
resuenan, dentro de aquella definición spinozista del contrato social, como
«poder y voluntad de todos» y parece una virulenta y anticipada polémica contra
la "voluntad general"!
Las
dificultades
El pensamiento de Spinoza no es
un pensamiento "liberal" en ningún sentido, no intenta fundar el Estado
de derecho: él busca otra cosa y su limite es relativo a la incapacidad de
inscribir la esencia contractual en un dinamismo sistemático adecuado, reside
en la cesura del sistema, no superada todavía, en la dificultad de reconducir
el contrato a la fuerza constitutiva de la imaginación. Cuando eliminara de la
argumentación constitutiva la teoría del contrato expuesta en el TTP, la
organización del sistema se hará coherente por sí misma, y la verdadera
política de Spinoza será su metafísica.
Las dificultades que surgen en el
TTP parten del único problema de la constitución ontológica de lo real, con
tentativas de resolución: una propuesta positivista, una profundización de la
fenomenología histórica del contractualismo, una propuesta sin duda política que
querría ser realista y acaba por ser regresiva, conservadora y de inspiración
oligarca, una afirmación de laicismo, y una reivindicación ético-política de la
liberta filosófica.
En el
centro de la cesura metafísica
El proyecto TTP ha intentado
forzar la crisis pero no lo logra. Tras el primer estrato de la Ética y el
TTP se registra una acumulación
metodológica y una síntesis homogénea de momentos analíticos. Es un horizonte
ontológicamente gestante de continuas incursiones de la potencia hacia la constitución,
de tensiones y antagonismos que nos describe una física de la historicidad.
Spinoza ha destruido el marco inicial, la imagen centrípeta del ser y describe
la superficie de un ser no satisfecho con obtener la horizontalidad, no
contento con la belleza móvil de la dimensión plana que ahora es la suya. Desde
esta nueva base, desde este horizonte que no garantice otra cosa que lo
absoluto de la multiplicidad modal y plantea el indomable reino de la
imaginación como el único ser por realizar, se va reconstruir el horizonte de
la liberación.
5.- La anomalía salvaje (Cartas)
«Cuando la filosofía es toda pacto para dar existencia a la esencia
mediadora de la civilización burguesa…
El pensamiento spinozista en cuanto crítica y destrucción de los
equilibrios de la cultura hegemónica, cultura de la derrota y de la mediación,
sólo se concibe de modo anómalo y salvaje» (Negri).
5.1.- Medida y desmesura
5.1.1.- Contra la superstición (TTP)
La elección política funda,
condiciona y mueve el proyecto metafísico: legitimar la república mundana es
fundar la ciudad de Dios, la república del espíritu. Para los republicanos
protestantes, esto no resulta extraño, representa la tradición revolucionaria
del humanismo.
La anomalía, la desmesura del proyecto de Spinoza reside
en el hecho de que él se plantea y renueva esta libertas contra la superstitio
(Superstición: condición inmediatamente política, «el miedo es la causa que origina, mantiene y favorece la superstición»,
esta república contra el absolutismo monárquico, de manera que la medida
racional que constituye el contenido revolucionario del discurso de Spinoza se
presenta como desmesura frente a lo concretamente histórico. La metafísica,
transportada al primer plano de la lucha política, contiene en sí la proporción
desproporcionada, la medida desmesurada que es propia de Spinoza.
5.1.2.- Contra el finalismo y la relación infinito/indefinido
¿Pero cuál es el punto de vista
desde el que definir medida y desmesura, proporción y desproporción? ¿Quién
posee el concepto de la razón cuando la razón se asume como destrucción de la
medida renacentista del mundo? ¿Quién actúa
en la desproporción, el que niega la relación entre infinito e
indefinido y se concede al desenfreno barroco o el que afirma y exalta la
potencia de esta síntesis?...Por tanto, la filosofía de Spinoza es ciertamente anómala
en su siglo y salvaje a los ojos de la cultura dominante.
La anomalía fundamental del
pensamiento spinozista respecto de su siglo reside en la eliminación del
problema de la relación entre infinito e indefinido, que está en la base de
todas las filosofías racionalistas de tendencia idealista. La anomalía está en
la perspectiva radicalmente antifinalista de la filosofía spinozista, allí
donde por finalismo se entiende todo diseño metafísico que sobrepone una
síntesis trascendental a la iniciativa de lo múltiple: «El finalismo es siempre la hipóstasis[2]
de un proyecto preconstituido, es la proyección, sobre el orden indisoluble de
la naturaleza, del sistema de relaciones consolidado sobre el mundo histórico,
es apología del orden y del mando».
5.1.3.- Filosofía de crisis en tres puntos
La crisis del mundo exterior
representa analogía con la crisis del mundo interior, pero en el mismo momento
en que se plantea, esta analogía se rompe: la vicisitud política fluye hacia la
estabilización general europea del "ancien régime", mientras la
filosofía de Spinoza, verdadera filosofía de Crisis, se opone y supera esta
pacificación represiva, este equilibrio de la acumulación originaria y del
mercantilismo, que suprime la esperanza y, en fin,, degrada e institucionaliza
la revolución humanista.
Tres son los puntos sobre los que
se consolida la base constructiva:
5.1.3.-a) El político
Desembarazándose del contrato de
sumisión, el pensamiento genético se hace pensamiento productivo sobre un
horizonte que la "potencia" tiene abierto:
«Respecto a la política, la diferencia entre Hobbes y yo consiste en lo
siguiente, que yo continúo manteniendo íntegro el derecho natural y afirmo que,
en cualquier cuidad, no compete al poder supremo un derecho sobre sus súbditos
mayor que la autoridad que tiene sobre ellos mismos, como siempre sucede en el
estado natural».
Esta afirmación no alcanza su
pleno significado y su adecuado desarrollo si no se traslada a un cuadro metafísico que haga
posibles sus condiciones.
5.1.3.-b) El marco
metafísico
Si sólo el marco metafísico de
superficie permite la libertad, entonces la fundación de la potencia debe
recoger en sí la expansividad global de la divinidad en el mundo. Se eclipsa el
último vestigio de la figura teológica tradicional de la divinidad y aparece en
cambio un horizonte total que ya no reconoce ni siquiera una trascendencia
lógica: lo divino es el conjunto de todas las potencias. El pensamiento
de Spinoza se ha convertido íntegramente en pensamiento de superficie.
5.1.3.-c) Non oposita sed
diversa (DZ)
«La materia íntegra, considerada como indefinida, no puede tener figura
alguna y la figura sólo tiene lugar en los cuerpos finitos y determinados. De
hecho, quien dice percibir una figura no dice nada más que concibe una cosa
determinada y esta determinación no pertenece a la cosa por sí misma sino, al
contrario, pertenece a su no ser. De manera que entonces, si la figura
no es más que determinación y la determinación es negación, la figura, por
tanto, como se dijo no puede ser otra cosa que negación».
La negación no es sometida a
privación, ya no se toma como elemento de un mecanismo de degradación y/o de
oposición metafísica. "Non
oposita sed diversa" es el eslogan de la interpretación de Deleuze.
El mal, el error, fueron siempre
aplastados sobre el terreno (preconstituido por el ritmo emanativo) de una negación entendida como relación, como
relatividad, como privación. Ahora, el método permite dirigirse a la
determinación en su inmediación concreta para luego desarrollarse hacia una
totalidad (o conjunto de potencias). La negación es absoluta, es determinación.
5.1.4.- Transparencia del ser: horizonte materialista y ética
¿Cómo puede hacerse transparente
el ser ante nosotros? No la transparencia y la versatilidad de una totalidad
objetiva, como en el reino de la utopía, sino la hipótesis de la conexión
metódica y ontológica construida de un conocimiento clarificador y
constitutivo. Cualquier concepción del mundo que no sea necesaria y rigurosa en
el adecuar constitutivamente la razón y el ser, aparece como objeto de superstición e ignorancia.
El ser es transparente porque el conocimiento es adecuado. No
existe mediación alguna entre finito e infinito, no hay libre arbitrio alguno
que medie lo necesario y lo fortuito, no hay pantalla alguna entre la verdad y
lo existente. El ser es transparente en su determinación en cuanto es siempre
determinado y excluye toda mediación productiva de la determinación. Un
verdadero y propio horizonte materialista constituye con la transparencia del
ser y su "superficialidad"[3],
la posibilidad de obrarlo laicamente.
«No hay que asombrarse si aquellos que han razonado en torno a las
cualidades ocultas, a las especies intencionales, a las formas sustanciales y
mil otras tonterías, hayan excogitado los espectros y los espíritus y creído en
sibilas a fin de disminuir la autoridad de Demócrito, a quien envidiaron su
celebridad hasta el punto de quemar todas las obras que publicó con tanto mérito».[4]
La ética es el terreno sobre el
que la función constitutiva y las condiciones reales deben recomponerse, fuera
de toda tentación idealista: materialismo y una determinada práctica
constitutiva. La más alta aprehensión de
la potencia, rechazando toda mediación, haciéndose pura y simple forma
material, comienza no ya sólo a recorrer las trayectorias de la imaginación
productiva, sino a reconstruir el tejido de terminado, a transformar las
facultades en fuerza constructiva, en naturaleza segunda.
5.2.- Método: apropiación y constitución
5.2.1.- Imaginación, pasión, apropiación
La imaginación representa en
Spinoza y a lo largo del siglo el terreno ambiguo y fluctuante sobre el que el
método prueba su capacidad de aplicación y de síntesis, la mezcla de naturaleza
y razón que da lugar a la pasión (el estoicismo renovado del siglo XVI sigue
sus huellas). La problemática de las pasiones aproxima la determinación
práctica, porque insiere la voluntad en el confuso conjunto de naturaleza y
razón, y se abre a la dimensión del elemento de elección, de alternativa,
eventualmente de ruptura.
Por tanto, este es el punto sobre
el que una perspectiva de constitución
puede organizarse habiendo no sólo definido el ámbito y el punto de vista, sino
también el sujeto constituyente, el hombre, en su imaginación y en su
pasionalidad, trámites del conocimiento y de la voluntad, el hombre como
actividad. En la razón, inteligencia y voluntad se identifican; no existe
idea que no sea un acto de afirmación o de negación. El método es apropiación.
5.2.2.- Método de Descartes y de Hobbes: trascendencia
El pensamiento del siglo XVII
desarrolla la temática de la apropiación pasional del mundo dentro de
perspectivas que, inmediata o mediatamente, anulan el concepto mismo de
apropiación. Para Descartes, la apropiación se confina al reino mecánico
y se hace irrelevante para la liberación del hombre. «Descartes, aun creyendo que el alma tiene una potencia absoluta sobre
sus acciones…ha intentado mostrar por qué vía puede el alma tener un dominio
absoluto sobre los afectos, pero…no ha mostrado nada más que la agudeza de su
gran genio» (EthIII).
Para Hobbes, la
apropiación es fundamental y su física es base de una metafísica: ¿es adecuada
esta metafísica, no reintroduce la trascendencia de la obligación, alcanzando
así a negar toda imagen creíble del hombre? ¿La relación entre pasión y
constitución no es del todo sometida a la tentativa de reorganizar la
separación del horizonte humano? Y la ambigüedad, la fluctuación de las
pasiones no constituyen un camino a recorrer, sino una dificultad por superar.
«La mayor parte de los que han escrito
acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar no de cosas
naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que
están fuera de ésta. Más aun: parece que conciben al hombre dentro de la
naturaleza como un imperio dentro de otro imperio… Atribuyen además la
causa de la impotencia e inconstancia humanas, no a la potencia común de la
naturaleza, sino a no sé qué vicio de la naturaleza humana, a la que deploran,
ridiculizan, desprecian o detestan; y se tiene por divino a quien sabe denigrar
con mayor elocuencia o sutileza la impotencia del alma humana»((EthIII).
Imaginación, pasión, apropiación
devienen elementos consustanciales de la ideología burguesa del mercado,
creatividad subordinada al orden, valor subordinado a plusvalía. Un finalismo
diferente del finalismo tradicional de la teología pero no menos eficaz: la
ambigüedad pasional se resuelve como práctica mediatizante de la apropiación,
la apropiación como esquema de imposición de un orden social que la
sobredetermina (es ésta, dialéctica propia y verdadera, un proceso de
mediaciones que no constituye nada porque su norma está implícita, está
constituida, es causa formal y no
causa eficiente). La trascendencia
domina la mediación, la apropiación es legitimada, sometida a lo
universal, es decir dirigida y
mistificada en su definición misma. Esta restauración de la trascendencia
esconde la corriente antihumanista y reaccionaria de la filosofía del XVII que
proviene directamente de la apologética católica o reformada y encuentra en el
cartesianismo teológico y el hobbesianismo político una adecuada base para la
reivindicación de la tradición de la teología
como la de la "razón de Estado".
5.2.3.- Método como apropiación para Spinoza
El antiplatonismo ontológico de
Spinoza camina a la par con su anticristianismo teológico. De ahí la concepción
materialista del hombre como actividad, como potencia de apropiación.
5.2.3.-a) La ubicación del
hombre en la naturaleza
La inversión de la perspectiva
metafísica nos ha confirmado la unión indisoluble del hombre y la naturaleza,
pero la ha invertido, en su sentido, en su marcha, haciendo del hombre no la
expresión de la naturaleza sino el productor del mundo. «Consideraré los actos y apetitos humanos
como su fuese cuestión de líneas, superficies o cuerpos».
5.2.3.-b) La ubicación del
hombre en el conocimiento
la
potencia metafísica de la colocación del hombre en el conocimiento no es otra
cosa que el método de transformación producido por la acción unitaria de la
razón y de la voluntad. En la medida en que mis ideas son siempre más adecuadas
a la realidad tomo la realidad como un proceso unitario y lo aplico
conscientemente mi razón. Entre la imaginación y la intuición no construyo
de tal modo sólo la verdad sino también mi libertad. La verdad es libertad,
transformación, liberación. «Por virtud y
potencia entiendo lo mismo; es decir, la virtud en cuanto se refiere al hombre,
es la esencia misma o naturaleza del hombre, en tanto él tiene la potestad para
hacer ciertas cosas que sólo pueden entenderse mediante las leyes de su
naturaleza».
La esencia del hombre comienza a
afirmarse con extrema claridad como una potencia de apropiación: imaginación,
pasión, apropiación de nuevo, pero dispuestas par dominar la inmediación y para
constituir directamente la realidad del mundo, para permitir considerar el
proceso constitutivo no sólo como trama general del ser, sino como génesis,
potencia en desarrollo.
5.2.3.-c) El deseo
La esencia del hombre es apetito:
el mundo comprende en su definición el appetitus
y la cupiditas. El apetito y el deseo
califican: pero calificar es una potencia estática, mientras que la
determinación constitutiva que el hombre da al mundo es dinámica. El mundo es
lo que no es todavía, es el porvenir, es esta proyección; también esto es
esencia humana:
«Entre apetito y deseo no hay diferencia alguna, si no es la de que el
deseo se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de
su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado
de la consciencia del mismo…No intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos
algo porque lo juzgamos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es
bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos…El deseo es
la esencia misma del hombre en cuanto se concibe como determinada a actuar
sobre algo en virtud de una afección dada en sí misma».
Deseo es, en Spinoza, pasión pero
a la vez apropiación: el deseo explica la esencia del hombre en el orden
dinámico de la reproducción y de la constitución. (Filosofía de la alegría DZ).
5.2.3.-d) Adquisición de lo
colectivo: la multitud
«Entiendo por "cosas singulares" las cosas que son finitas y
tienen una existencia limitada; y si varios individuos cooperan a una sola
acción de tal manera que todos sean a la vez causa de un solo efecto, los
considero a todos ellos, en este aspecto, como una sola cosa singular».
La determinación materialista del
proceso constitutivo viene, de hecho, caracterizada por esta ulterior
modalidad: lo colectivo, la multitud. La determinación spinozista de lo
colectivo tiene poderosos efectos: permite a la concepción de la potencia
desarrollarse de manera integral. Supongamos que el desarrollo de la vida pasional
y social no esté inmediatamente articulado en torno al desarrollo de lo
colectivo: se derivaría una configuración ética y social en la que, a la
eficacia constitutiva de la potencia, se opondría válidamente, com única
posibilidad determinada, la unificación lógica o política, de cualquier modo
trascendental, del proceso de las individualidades.
El concepto de lo colectivo no es
más que una determinación ontológica de la relación multiplicidad-unidad. El
rechazo spinozista de la metáfora real absolutista (potencia gobernada u
ordenada con mediaciones trascendentales) es signo de la adquisición de lo
colectivo como solución ontológica.
Lo colectivo es forma simultánea
de la constitución temporal del hombre. Es fundamentalmente la voluntad, en su
síntesis dinámica con el entendimiento, quien impone esta revelación del
proceder de la razón, de lo individual a lo colectivo. El materialismo
constitutivo y expansivo de la potencia exige por tanto una determinación
colectiva.
5.3.- Fuerza productiva: contra el concepto de mediación
5.3.1.- Apropiación, pasión, interés
Si la historia moderna es la
génesis y desarrollo del capital, la temática de la pasión-interés es el tejido
estructural que convierte efectivamente en insignificante todo pensamiento, y
mucho más toda posición metafísica que intente desligarse del interés como
trabajo para la totalidad.
Su determinación histórica
confiere a la pareja pasión-interés un gran relieve: economía política,
burguesía, capitalismo –categorías totalmente impensables fuera de una
fundación pasional cuyo eje fundamental es el interés egoísta y su
legitimación.
Apropiación es lo
trascendental de la revolución capitalista, la trama del nexo de sumisión
que la define: la capacidad práctica y la fuerza constructiva asumen las condiciones
naturales de existencia, las convierten en abstractas y las hacen circular,
transformándolas así en naturaleza segunda, en nueva fuerza productiva. Apropiación
como sinónimo de la nueva fuerza productiva. Fuerza unitaria y universal sólo
en términos ideológicos; la realidad se encarga de mostrarnos que la
apropiación se reduce ahora al interés egoísta, ya la revolución capitalista a
la conservación política o a la transformación meramente funcional de las
estructuras de dominio.
5.3.2.- Preguntas
¿Es posible ver el necesariamente
siempre reemergente movimiento de las fuerzas productivas diseñar un camino de
rechazo, de destrucción de la mistificación, y de alternativa teórico-práctica
–un frente de rebelión y rechazo contra estas ponderadas síntesis históricas?
¿Existe un cuerpo de pensamiento
que, partiendo de la revolución humanista y asumiendo la centralidad
antropológica del concepto de apropiación, niegue la crisis de la
revolución y rechace doblegar la apropiación al orden del interés capitalista,
a su movimiento ideológico de individualización? Y por el contrario ¿Qué
reafirma la potencia material, colectiva, constitutiva de la apropiación?
5.3.3.- Burguesía: la mistificación
El desarrollo capitalista del
siglo XVII no entra en mediación con el Estado frente a los primeros
sobresaltos de la lucha de clases, y media con los viejos centros de gobierno, imponiéndole
una forma de mando absolutista. Por otro lado, la burguesía naciente va cumplir
una operación que hace dinámicos los términos de esta mediación, definiendo una
articulación frente al Estado: la sociedad burguesa, como terreno de la
independencia, de la autonomía o de la separación relativa del desarrollo
capitalista y de la misma burguesía como clase. La burguesía se puede
identificar sólo con su propia forma de mediación potente de las fuerzas
productivas; afirma una abstracción total, una pura ficción: la división entre
sociedad y Estado, con el fin de determinar la dinámica del desarrollo burgués.
La burguesía es desde siempre
clase de la explotación; pero la explotación capitalista es una relación de
mando, es función de una organización –es mediación siempre y sólo mediación de
las fuerzas productivas. La individualidad del interés se sobrepone al proceso
colectivo de la apropiación (transformación + constitución) de la
naturaleza por parte de las fuerzas productivas. Es mistificación del valor que
privatiza la realidad de la extracción de la plusvalía. Es fetichismo contra
fuerza productiva.
5.3.3.- Hobbes, Rousseau, Hegel y la mistificación
La mistificación burguesa alcanza
su perfección por medio de estos tres vértices.
Hobbes
la
categoría de apropiación asociativa (colectiva) se traduce eficazmente en la
sumisión al soberano, y el mecanismo de producción de la plusvalía se confía al
fetichismo del valor.
Rousseau
la
transferencia autoritaria de las fuerzas productivas a la soberanía es
democráticamente mistificada y la alienación absolutamente santificada. Esto
desencadena la conjunción del derecho privado y de la forma absoluta del
derecho público, la fundación jurídica de la dictadura del capital.
Hegel
quita
la paradoja, la hace dialéctica, restituye a cada uno su margen de trabajo para
exaltar en lo absoluto la condición alienada, para recomponer en la totalidad
de la explotación la ilusión de la libertad de cada cual.
La distinción preliminar entre
sociedad burguesa y Estado deviene una ficción que el proceso histórico de la
teoría ha tenido que admitir y de la que se desembaraza ahora: es el Estado el
que produce la sociedad civil. La mayor o menor autonomía de la sociedad
burguesa no incide sobre la naturaliza de la definición de la burguesía:
clase de mediación para la explotación, no fuerza productiva sino relación de
producción.
5.3.4.- Spinoza: potencia contra poder
Su metafísica es la declaración
explícita de la irreductibilidad del desarrollo de las fuerzas productivas a un
ordenamiento cualquiera, y mucho menos al orden de la burguesía. Su pensamiento
es la demistificación de todo ello porque es la negación específica de todas
las grandes ficciones que la burguesía extiende para enmascarar la organización
del propio dominio. En Spinoza, no existe la posibilidad de fijar la relación
de producción independientemente de la fuerza productiva. El rechazo del concepto de mediación es el fundamento de su
pensamiento.
Él mantiene el tema de la
apropiación como tema central y exclusivo, rechaza trastornarlo en un horizonte
de intereses egoístas, rechaza el instrumento de Hobbes (concepto de
obligación) para trasladar el concepto de fuerza productiva en el de relación
de producción, utiliza el contrato social sólo como esquema de un proceso
constitutivo y no como motor de una transferencia de poder, niega la
distinción sociedad civil-Estado,
ficción funcional para la ideología de la
relación de producción. Para Spinoza, la sociedad construye en su propio
seno sus funciones de mando, que son inescindibles del desarrollo de la fuerza
productiva. Potencia contra poder.
5.3.5.- Spinoza, Maquiavelo, Marx
Spinoza está en lo absoluto de la
fuerza productiva
Maquiavelo está en lo absoluto de la identidad
social de lo político, el arraigo civil y republicano de la categoría de lo
político
Marx está en lo absoluto del
antagonismo que funda el proceso revolucionario del comunismo, tema que anticipa
y funda la descripción del desarrollo capitalista y lo define categóricamente
como explotación.
Forman la unidad del proyecto
humano de liberación frente a la mediación burguesa, representan en la historia
del pensamiento occidental la alternativa irreductible a toda concepción de la
mediación burguesa del desarrollo, a toda subordinación de las fuerzas
productivas a las relaciones de producción capitalistas.
Mientras todo el pensamiento de
un siglo se inclina ante la derrota, hasta el punto de fijarla en los grandes
ejercicios metafísicos del cartesianismo y en el lúcido oportunismo de
"libertinaje",
mientras el pensamiento del mecanicismo
se aplica en la reconstrucción de la imagen del poder, en la construcción de
sus técnicas especializadas de dominio y se dedica a una obra de cancelación de
las experiencias revolucionarias,
Cuando la filosofía es toda pacto
para dar existencia a la esencia mediadora de la civilización burguesa…
El pensamiento spinozista en cuanta
crítica y destrucción de los equilibrios de la cultura hegemónica, cultura de
la derrota y de la mediación, sólo se concibe de modo anómalo y salvaje.
6.- Segunda fundación (Ética III-IV-V)
«El horizonte de la totalidad es la plenitud. Un horizonte que es
también un límite. No porque el horizonte sea el borde más allá del cual se
abre, místicamente, el abismo; sino porque el horizonte es el límite pleno. No hay alternativa entre lo
pleno y lo vacío, como no hay alternativa entre ser y no ser, ni siquiera una
simple concepción de lo posible como mediación de lo positivo y lo negativo. No
existe más que la plenitud constructiva del ser frente al carácter
inconcebible, metafísica y éticamente del vacío, del no ser e, incluso de lo
posible» (Negri).
6.1.- la actividad subjetiva como elemento constitutivo del ser.
6.1.1.- Afecto
La meta de la III ª parte de la Ética es la
de alcanzar la síntesis dinámica, constitutiva, de la espontaneidad del mundo
de los modos, vista en el indefinido movimiento de su causalidad; y del alma,
como imputación interna, simultánea, de la potencia infinita.
«Un afecto, que es llamado pasión del ánimo, es una idea confusa, en
cuya virtud el alma afirma de su cuerpo o de alguna de sus partes una fuerza de
existir mayor o menor que antes, y en cuya virtud también, una vez dad esa
idea, el alma es determinada a pensar tal cosa más bien que tal otra».
…«Por afectos entiendo las afecciones del cuerpo, por las cuales aumenta
o disminuye, es favorecida o perjudicada la potencia de obrar de ese mismo
cuerpo, y entiendo, al mismo tiempo, las ideas de esas afecciones».
6.1.2.- El conatus en la cadena "Potencia-conatus-mental"
«Cada cosa se esfuerza cuanto está a su alcance por perseverar en su
ser.
El esfuerzo (conatus) con que cada cosa se esfuerza en perseverar en su
ser, no es sino la esencia actual de la cosa misma.
El esfuerzo con que cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser no
implica algún tiempo infinito, sino un tiempo indefinido.
El alma, en tanto que tiene ideas claras y distintas, como en cuanto
tiene ideas confusas, se esfuerza en perseverar en su ser por una duración
indefinida, y es consciente de este esfuerzo».
El conatus es fuerza del ser,
esencia actual de la cosa, duración indefinida y consciencia de todo ello; es
voluntad si se refiere al alma, es apetito si se refiere al alma y al cuerpo.
El deseo es el apetito con consciencia de sí mismo.
El conatus, elemento esencial,
motor permanentemente activo, causalidad puramente inmanente que transcurre más
allá de lo existente, rige el mundo del modo finito, mundo de oscilaciones, de
variaciones existenciales, continua relación y proporción entre afecciones
activas y pasivas, pura elasticidad. El conatus es en sí mismo acto, dato, emergencia consciente de lo
existente no finalizado, inmediación existencial
Las grandes parejas amor-odio,
alegría-tristeza, aparecen aquí como señales, calves de lectura del proceso
constitutivo del mundo de los afectos:
«Por alegría entiendo la
pasión por la que el alma pasa a una mayor perfección. Por tristeza, la pasión por la que ésta
pasa a una perfección menor.
El amor no es otra cosa
que Alegría acompañada de la idea de una causa externa, y el odio no es sino tristeza acompañada de la idea de una causa externa».
6.1.3.- Genealogía de la consciencia
Spinoza invierte así la política
hobbesiana y el pensamiento mecanicista (mecanicismo-crisis-absolutismo): la
crisis está comprendida en el proyecto de libertad, el horizonte de la guerra
se invierte y se constituye en horizonte de liberación.
6.1.3.-a) Las proposiciones
de Ética III
analítica
de los afectos desde la perspectiva de lo imaginario, de la sociabilidad,
constitución de los afectos desde la perspectiva de la confrontación y la
destrucción, y de la liberación.
La extrema riqueza del análisis
fenomenológico producido es una excavación constructiva del ser, lo que el ser
constituye, participa en el movimiento de posición de una siempre mayor
complejidad, articulación fluctuante pero siempre más compleja de la
composición de los individuos reales.
El conatus se extiende a la
dinámica interindividual, infrahumana. Estamos frente a un mecanismo que
describe la génesis de la conflictividad así como la expansión de la misma. Los
afectos fundamentales cuando se refieren a los demás hombres, constituyen
nuevos afectos por el solo hecho de que se refieren a los demás, de que lo
externo les pone en movimiento: amor y odio, acompañados de la idea de sí mismo
como causa de los afectos externos, se modifican, pueden invertirse, y devenir
contradictorios, y sin embargo siempre en expansión.
La naturaleza ética del proceso
se define:
«Por "bien", entiendo todo género de alegría y todo cuanto a
ella conduce y, principalmente, lo que satisface un anhelo, cualquiera que éste
sea. Por "mal", en cambio, todo género de tristeza y, principalmente,
lo que frustra un anhelo… No deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino
que lo llamamos "bueno" porque lo deseamos y, por consiguiente,
llamamos "malo" lo que aborrecemos. Según eso, cada uno juzga o
estima, según su afecto, lo que es bueno o malo, mejor o peor, lo óptimo o lo
pésimo».
La individualidad no es ni
principio ni valor, simplemente un elemento de la estructura del ser que se
despliega continuamente hacia la sociabilidad y por medio de ella. Un
despliegue que no es necesariamente continuo, más bien una serie de
discontinuidades, una exuberante expansibilidad del ser constituyente que se
construye con una realidad explosiva:
«si alguien ha sino
afectado por otro, cuya clase o nación es distinta de la suya, de alegría o
tristeza, acompañada como su causa por la idea de ese otro bajo el nombre
genérico de la clase o de la nación, no solamente amará u odiará a ese otro,
sino a todos los de su clase o nación…Cualquier afecto de cada individuo
difiere tanto del afecto de otro cuanto la esencia del uno difiere de la del
otro».
Esta suma de condiciones que se
llaman afectos pasivos, frutos de
reacciones mecánicas, se desbordan sobre el horizonte de la libertad total, de
la actividad pura, ya que: «existen
otros afectos de Alegría y Deseo que se refieren a nosotros en cuanto que
actuamos».
6.1.3.-b) la plenitud del
horizonte spinozista
Sobre la base de la espontaneidad
del ser, el desarrollo constitutivo de la pasión ha delimitado el terreno de la
subjetividad. El ser se impone como singularidad sobre el flujo de las
condiciones y de los movimientos constitutivos. La racionalidad de esta
emergencia está también fijada en su relación con la materialidad del
movimiento constitutivo: no hay definición de la racionalidad que pueda
separarse de la síntesis orgánica y material que ésa determina con la
corporeidad.
Las definiciones de los Afectos
de Ética III conducen esta identificación materialista de racionalidad y de
corporeidad a las máximas
consecuencias: un horizonte materialista, pleno: la plenitud spinozista es una
calificación metafísica de materialismo. Y si hemos visto la plenitud
definir el campo de las fuerzas que constituían la física, si la hemos
tomado como el tejido sobre el que se tendía la imaginación, ahora ésta se nos
muestra como característica del ser: el proceso constitutivo es un
proceso de relleno de plenitud, de construcción de una plena gradualidad del
ser (no emanantista sino singular en toda su emergencia).
El horizonte de la totalidad es
la plenitud. Un horizonte que es también un límite. No porque el
horizonte sea el borde más allá del cual se abre, místicamente, el abismo; sino
porque el horizonte es el límite
pleno. No hay alternativa entre lo pleno y lo vacío, como no hay
alternativa entre ser y no ser, ni siquiera una simple concepción de lo posible
como mediación de lo positivo y lo negativo. No existe más que la plenitud
constructiva del ser frente al carácter inconcebible, metafísica y éticamente
del vacío, del no ser e, incluso de lo posible.
6.1.3.-c) Cupiditas
El conatus se ha transformado en
"cupiditas"[5]
como apetito dotado de consciencia.
El asombro filosófico sufrido por
el pensamiento humano ante el límite del ser es invertido en Spinoza: integrado
en el ser constructivo y en su potencia infinita. La potencia constitutiva no
está confrontada más que a la tensión de la esencia dinámica, y no al vértigo
de una exterioridad cualquiera. La cupiditas no es una relación, no es
una posibilidad, no es algo implícito: es la esencia misma del hombre, su potencia: su tensión es explícita, su ser
pleno, real, dado. La esencia humana crece activamente dentro de una ley de
contracción y expansión del ser; en la tensión de una espontaneidad que busca
definirse como sujeto.
6.2.- El infinito como organización (Ética IV)
6.2.1.- Organización de la liberación
Hasta ahora el terreno de la
organización del infinito clarificaba la estructura del ser a partir de los
componentes de la potencia infinita: estos componentes están ahora inseridos en
una perspectiva de reconstrucción ontológica, la acción del hombre; el infinito
es ahora la organización de la liberación del hombre y se enuncia como potencia
en la perspectiva de la humana liberación, bajo la determinación de la
capacidad del hombre de actuar éticamente.
Se reformula la crítica de toda concepción
finalista del mundo ético: toda idea de causa final debe ser disuelta: es la
causa eficiente que constituye el ser ético: el conatus-appetitus-cupiditas forma el trámite por medio del cual
se despliega la tensión de la esencia a la existencia. La cupiditas es un
mecanismo de liberación.
6.2.2.- Los campos de fuerzas: abrir el proceso de liberación
Se trata ahora de acentuar la
potencialidad del ser. No se trata de definir un estado, sino una dinámica; no
un resultado, sino una premisa. Abrir la potencia humana a la dimensión de la
naturaleza y de la vida en su integridad. El campo de fuerza que hasta aquí
había constituido el microcosmos toma una dirección inversa y se hace tensión
hacia el macrocosmos:
«La fuerza y el aumento de una pasión cualquiera y se perseverancia en
existir no se definen por la potencia con que nos esforzamos por perseverar en
la existencia, sino por la potencia de la causa externa comparada con la
nuestra».
No basta que el hombre sea un
campo de fuerzas, es esencial que este campo de fuerzas tome cuerpo en la
extensión de las tensiones que forman el tejido general de lo humano. Se trata
del trabajo de traspaso del límite operado por la esencia sobre la
existencia: la imaginación despliega la tensión de la esencia a la existencia
sobre un terreno tan vasto como posible y corpóreo, material. El potencial
organizativo que el infinito expresa por sí mismo y para sí mismo se repropone
a un alto nivel de potencialidad constitutiva. Es la Alegría quien marca
positivamente el proceso constitutivo –y cuando se dice
"positivamente" se dice "ser", es decir construcción del
ser, eliminación de lo inexistente: la nada que constituye el nexo entre
esencia y existencia se hace fluida, fantasmagórica. La cupiditas interviene
para mostrar las condiciones formales de la realidad de la superación de la
mera tensión. El proceso de liberación puede entonces abrirse.
Es, por consiguiente, la
excavación de la realidad lo que pone en movimiento las fuerzas de la
liberación. Éstas están implicadas en la realidad, liberan la positividad de lo
real, su gradualidad constituida en niveles sucesivos de perfección. Aquello
que aparece confuso o falso es sólo definible dentro del movimiento
intelectual de lo verdadero –es decir de la mayor intensidad del ser –que
destruye la falsedad.
6.2.3.- De la liberación a la libertad
6.2.3.-a) Despliegue de la
razón
En el actual horizonte de la
posibilidad, (que no excluye sino que retiene como implícita la irresuelta
dimensión de la sociabilidad), están el cuerpo y su realidad determinada (históricamente,
ontológica e intelectualmente) _el cuerpo como organización de la
"cupiditas", como pulsión material recorrida por la consciencia _la
articulación de la consciencia y del cuerpo asumida como dinámica _la movilidad del cuerpo como despliegue de la
razón.
El despliegue de la razón en está
articulación y en el equilibrio con el cuerpo constituye el verdadero pasaje
del "appetitus" a la "virtus"_el contenido consciente de la "cupiditas" se
dispara hacia adelante, implicando al cuerpo y constituyendo la posibilidad de
la virtud mediante una tensión entre esencia y existencia que es también plenitud
y unidad del cuerpo y de la razón humana.
6.23.-b) Deseo y afirmación
Se trata de un proceso
constitutivo totalmente expresado. La razón no trasciende ni altera el cuerpo.
Lo completa, lo desarrolla, lo rellena. La afirmación es total y absoluta:
«El Deseo considerado absolutamente, es la esencia misma del hombre, en
cuanto se concibe determinada de algún modo a hacer algo; y así, el deseo que
brota de la razón, esto es, el que se engendra en nosotros en la medida en que
obramos, es la esencia misma o naturaleza del hombre, en cuanto se concibe
determinada a hacer aquello que se
concibe adecuadamente por la sola esencia del hombre; así pues, si ese deseo
pudiera tener exceso, entonces la naturaleza humana, considerada por sí sola,
podría excederse a sí misma, o sea, podría más de lo que puede, lo cual es una
contradicción manifiesta, y por tanto, ese deseo no puede tener exceso
…El hombre libre en nada piensa a la muerte, y su sabiduría no es una
meditación sobre la muerte sino sobre la vida».
6.2.3.-c) La libertad
La liberación se ha hecho
libertad _el infinito no se organiza como objeto sino como sujeto _la libertad
es el infinito _todo trámite metafísico hacia la libertad se ha resuelto en la
decisión constitutiva de la libertad.
La construcción spinozista no ha
resuelto el mundo, pero lo ha disuelto en realidad sistemáticamente para
conducirlo a la verdad de la acción ética como afirmación de la vida contra
la muerte, del amor contra odio, de felicidad contra tristeza, de sociabilidad
contra embrutecimiento y soledad.
En la libertad está la
certidumbre del conocer y del progresar. El tiempo, que se despliega en
esperanza, se disuelve como dimensión
que rapta la vida y la disuelve en la ilusión. El sistema spinozista tiende
hacia esta exaltación de la plenitud de lo existente, de la dulzura del
proyecto del ser ético.
6.3.- La desutopía (Ética V)
6.3.1.- Liberación y límite
El proceso de liberación se
instaura como un proceso de transición, un desplazamiento del ser, transición
de un grado del ser a otro más alto; constitución dinámica y colectiva. Ya no
se trata de la paradoja "ser sustancial" y "ser modal":
ahora estamos en la ética del modo, transformación liberadora del ser finito.
El horizonte es determinado y limitado
(no tenemos dominio sobre nuestros
afectos): y por ello debemos rechazar el absolutismo voluntarista de los
estoicos así como la mediación ética del cartesianismo, un Deus ex machina ideológico. La potencia se asume en el marco de una
negación del atributo y de las otras categorías metafísicas de la emanación, y se
afirma dentro del horizonte real y singular del modo.
Se avanza desplegando la potencia
de la cupiditas a la inteligencia: por medio de la idea clara y distinta, toda
afección puede depurarse y sublimarse, no existe afección alguna del cuerpo en
la que no sea posible calar el signo de la claridad y de la distinción. El alma
destruye las causas externas, los excesos, regula los apetitos y los deseos,
ordena y encadena las afecciones del cuerpo según el orden requerido por el
entendimiento. Alegría y amor a la libertad se convierten en fuerzas agentes,
directrices, de las afecciones: la sublimación es inmanente, acumulativa,
progresiva.
6.3.2.- La cosa es Dios o Dios es la cosa
Dos horizontes trazados:
6.3.2.-a) La cosa es Dios
toca
el sueño de la utopía (1ª fundación), el alma impone remedios al cuerpo y su
vitalidad, esto es ascética, capacidad de control del tiempo en el que los
afectos acontecen, la comprensión de la multitud de las causas de los afectos…
6.3.2.-b) Dios es la cosa
es
la confirmación de la positividad del proyecto de la 2ª fundación: el alma está
unida al cuerpo, injertada en su duración. «En
dios se da necesariamente una idea que expresa la esencia de tal o cual cuerpo
humano bajo la especie de la eternidad». Dios vive íntegramente la vida de
la singularidad y su potencia, la versatilidad del ser. La Ética consiste en
conseguir la eternidad de lo existente, del modo. Esta eternidad se
construye en su determinabilidad singular.
La corporeidad se eleva al nivel
de la eternidad y no bajo la forma de la existencia determinada, sino de una
atracción ejercida sobre la existencia, atracción de la esencia, de la
inteligencia: Dios y eternidad son puestos al mismo nivel del cuerpo.
6.3.3.- Desutopía como revelación de fuerzas reales
Debe existir el modo de reconocer
una derrota sin ser derrotados, debe existir el modo de aceptar el límite de la
voluntad sin negar la fuerza constructiva del entendimiento. Si la utopía
metafísica era una trascripción de la ideología del mercado, la desutopía ética
es la propuesta de la ruptura del mercado, aquí transpuesta y proyectada en la
dimensión material y práctica de una filosofía del porvenir. La desutopía es la
revelación de las fuerzas reales que se mueven detrás de la ruptura de la
perfección ideológica del mercado y dentro de la crisis del desarrollo del
poder de la burguesía; es la reivindicación de un proyecto que ha podido ir a
menos y conserva íntegra su potencia. Es el descubrimiento de un horizonte
revolucionario real y futuro.
Se reduce la potencia divina al
horizonte de la liberación humana, al juego de sus límites. El perenne movimiento que constituye
la vida humana muestra a la ética como perenne movimiento del límite y de la
tensión de las libido, cupiditas y virtus. La virtud es amor intelectual en cuanta exhibición
de este movimiento. El amor intelectual es la resultante de un proceso constitutivo
de la realidad: si Dios es la cosa, Dios deviene _en la determinación de la
acción. La teología se integra en la ontología, la ontología en la
fenomenología de la praxis constitutiva humana.
No hay orden sino liberación como conquista continua, construcción de
ser, ninguna utopía ni pulsión idealista. No hay espacio para un
descarte cualquiera y, aún más, "correspondencia" cualquiera entre la
realidad y el pensamiento.
7.- ¿Cómo constituir lo real? (TP)
7.1.- La experiencia implica la praxis
El mundo es arcilla en mano del
alfarero. Sobre el terreno metafísico de la superficie, la modalidad es
constructiva: el orden de la construcción es interno a la constitución, la
necesidad es interna a la libertad. ¿Cómo recorrer el tejido de lo real?
7.1.1.- Política: imaginación y pasión
Lo político es el tejido sobre el
que se despliega la actividad constitutiva del hombre, y las pasiones son la
única realidad efectiva desde la que puede iniciarse el análisis de lo
concreto. El hombre está sujeto a las
pasiones, allí donde por pasión se entienda esencialmente acción ligada y
promovida por la "cupiditas".
El fundamento del proceso
constitutivo de lo social, es necesario insistir, es, pues, la materialidad de
las pasiones humanas, de los deseos de apropiación. La política es el reino de
la imaginación material. Los hombres políticos están sometidos a ella como la
multitud. La ley constitutiva de la asociación política es absolutamente
material e irreducible a la moral y a la razón. El proceso es material y colectivo.
La praxis humana colectiva,
deviniendo política, supera las virtudes individuales inscribiéndolas en un
proceso constitutivo que se desea general. La dialéctica entre multitud de
ciudadanos, de sujetos, y prudencia de los administradores, de los políticos,
que parecía constituir el problema, se cumple en cuanto se niega como fórmula
dialéctica: se replantea como problema de la dimensión colectiva de la
constitución. La prudencia misma no es una virtud privada: al contrario, no
puede vivir y desarrollarse más que como elemento de la constitución colectiva.
El concepto de "seguridad" no niega el de "libertad".
7.1.2.- La libre necesidad
La fundación de la política
spinozista reside en la libre necesidad. Es el corazón metódico de su trabajo.
La praxis es inherente a la experiencia, a la condición de dato de los modos. Y
también, la libertad es inherente a la seguridad, la prudencia a la multitud,
la condición humana a la constitución de la libertad: el realismo político se
conquista aquí como elemento y perspectiva dinámica de libertad.
La unión indisociable entre
libertad y necesidad se buscan ahora sobre el terreno de la constitución real,
representado por la materialidad y por la dimensión colectiva del vivir
político. La resolución de la aparente contradicción entre libertad y necesidad
soluciona las parejas contradictorias que son
"prudencia-multitud","libertad-seguridad", "condición-
constitución": la libre necesidad ya no es un resultado, sino un
presupuesto.
la
libertad no consiste «en libre albedrío,
sino en la libre necesidad» -no es la ignorancia de las causas que la
determinan ni en la ficción de la libertad, sino en la consciencia de su
movimiento. Ni siquiera un presupuesto formal, la libertad es sujeto
identificado a su causa eficiente: «Para
poder saber qué "idea" de una cosa, entre las muchas que se tienen,
permite deducir todas las propiedades de un sujeto, no es necesario
observar sino que aquella idea o definición de la cosa exprese la causa
eficiente». La libre necesidad es la actualidad del proceso
constitutivo que se hace explícita como potencia ontológica dinámicamente
extendida.
7.2.- Potencia y multitud
7.2.1.- Potencia contra poder
Todo ello conduce a una última
pareja realmente antinómica: potencia contra poder. Potencia como inherente dinámica y constitutiva de
lo singular y de la multiplicidad de la inteligencia y del cuerpo, de la libertad
y de la necesidad (Allí donde el poder es un proyecto para subordinar a la
multiplicidad, a la inteligencia, a la libertad, a la potencia).
El poder se da como
capacidad, conceptibilidad, de producir las cosas.
La potencia se da como fuerza que las
produce actualmente.
Está distinción tiene un
significado polémico contra todos aquellos que, afirmando el libre albedrío,
afirman así una desproporción entre cuanto es posible a partir de la esencia
divina y cuanto se da actualmente en el mundo. «Nada existe de cuya naturaleza no se siga un efecto»
La
totalidad de la potencia spinozista como base de la constitución de lo real a
través de la forma de lo político es sólo connotable en un modo: contra el
poder. Es una connotación salvaje, una determinación destructiva, una fundación
materialista. La potencia salvaje de la naturaleza spinozista es el primer
escenario del proyecto constitutivo. El derecho natural es la ley misma de la
naturaleza en su inmediación, expresión directa de la "cupiditas",
proyección del "conatus".
Nada más errado que considerar a
la humanidad respecto de la naturaleza como un Estado dentro del Estado. La
humanidad multiplica más bien el potencial natural de inmediación y de
violencia, pero interpreta también la tensión constitutiva inherente al orden
natural, orden hecho de sucesivos grados de perfección tejidos por la
positividad del ser. La libertad procede en el seno de esta necesidad del ser.
Derecho y no ley, así como potencia y no poder.
7.2.2.- La multitud
7.2.2.-a) Desarrollo
constitutivo de la multitud
El móvil antagonista específico
que actúa en el desplazamiento es el "miedo a la soledad". El estado
de naturaleza es absorbido de la situación de miedo y soledad: pero el miedo a la
soledad es algo más que simple miedo, es deseo de la multitud, de la seguridad
como multitud, de lo absoluto de la multitud. El pasaje a la sociedad no se
representa como acto alguno de cesión de derechos, tal y como sucede en el
pensamiento absolutista contemporáneo, sino como salto adelante, integrador del
ser, de la soledad a la multitud, a la sociabilidad que, en sí y por sí,
elimina el miedo. Estamos de nuevo en el centro del desplazamiento político del
ser que funda la fenomenología spinozista de la praxis colectiva.
7.2.2.-b) Potencia de la
multitud: el derecho civil
«Cuantos más hombres son los que se estrechan en tal relación, tanto
mayor será el derecho que todos juntos adquirirán». La dimensión colectiva
desplaza el proceso antagónico del ser. La "multitud" no es ya una
condición negativa, sino la premisa positiva de la constitución del derecho.
Este derecho es tal no por ser
fuerza de la mayoría, sino porque es constitución de la mayoría. La mayoría,
justamente a partir de la natural enemistad que conforma los comportamientos,
comienza a constituir cuerpo político y jurídico. A partir de este punto se
concentra y desarrolla una física política. La teoría del contrato social (cf.
TTP) no tiene ya espacio alguno: la física sustituye cualquier hipótesis
voluntarista. Si la sociedad es inherente al ser, ésta se constituye por el ser
en el ser. Es un mecanismo doble: desplazamiento ontológico y constitución colectiva sobre el
horizonte físico y material del mundo, que ningún prototipo puede sustituir.
El derecho civil es la potencia
de la multitud la cual constituye la esencia productiva. El contrato se
sustituye por el consenso, el método de la individualidad, por el de la
colectividad. La realidad del derecho encuentra a la vez, dentro de esta
constitución su dinámica y sus determinaciones: esto es, el derecho civil
constituye lo justo y lo injusto, que son la misma cosa que lo legal y lo
ilegal.
7.2.2.-c) Positividad de la
potencia
El positivismo espinosista es
puramente aparente: es mera positividad de la potencia. El derecho civil
spinozista destruye el derecho natural, destruye cualquier afirmación separada
de la ley, reintroduce la normatividad en el orden del proceso constitutivo de
lo humano, negando las condiciones mismas con las que es posible hablar de
positivismo jurídico (condiciones que prevén la trascendencia del valor de la
ley dentro del proceso de producción jurídica, y que suponen una potencia
orgánica de la normatividad, separada, emergente).
El positivismo espinosista es la
positividad de la potencia: persigue su fuerza, organiza sus límites, se
subordina a su proyecto, se somete al antagonismo en la cual se desarrolla la potencia. El
positivismo y el legalismo corresponden a la mistificación burguesa que
pretende negar la creatividad a la materia colectiva que actúa en la historia,
para pretender detener la norma del dominio sobre esta materia. En Spinoza no
se asume ni siquiera la ley: su positivismo es la creatividad jurídica, no de
la ley, sino del consenso, de la relación, de la constitución.
La soberanía, el poder, son así
reducidos y aplanados en la multitud: alcanzan donde alcanza la potencia de la
multitud organizada. Este límite es orgánico, es elemento ontológico de la dinámica constitutiva. Ninguna
transferencia, ni sobre el terreno político, ni sobre el terreno jurídico. El
concepto de "sociedad civil" como momento intermedio en el proceso
que conduce del estado natural al estado político no existe en Spinoza; la hipóstasis
burguesa y capitalista de la sociedad civil como estrato sobre el que, cualitativamente, se funda el derecho no
existe en Spinoza. El estado civil es a la vez sociedad civil –contemplada como consenso y constitución
material –y Estado político –contemplado como mando y constitución
formal. Ningún de los dos elementos puede existir separadamente.
7.3.- Alternativa republicana
7.3.1.- Un horizonte constitucional de contrapoderes
La tensión de la potencia es
recuperada en su íntegra fuerza constitutiva. hay
en Spinoza un rechazo profundo a una consideración formal del proceso
constitucional: los límites son fuerzas, los puntos de imputación de poder son
potencias. Tras haber liberado el terreno del fetichismo absolutista, pero no del carácter absoluto de la constitución de
la multitud, procede entonces reabrir el proceso político de la libertad en
toda su extensión, considerar cuál es la mejor constitución de un gobierno
civil.
La única y verdadera imagen de la
libertad republicana es la organización de la desutopía y la proyección
realista de las autonomías dentro de un horizonte constitucional de
contrapoderes.
7.3.2.- Elementos del pensamiento republicano
Una
concepción del Estado
que
niega radicalmente su trascendencia; demistificación de la autonomía del
político (es una mera mistificación que el valor económico se autonomice
respecto al mercado)
Una
determinación del poder
como
función subordinada a la potencia social de la multitud y, por tanto,
constitucionalmente organizado (oposición popular al Estado, reivindicación de
las necesidades sociales contra el Estado, hegemonía de las fuerzas
productivas, del asociacionismo, del realismo jurídico contra el mando)
Una
concepción de la organización constitucional
movida
por el antagonismo de los sujetos (la mejor constitución se funda en el derecho
de resistencia y de oposición al poder, de afirmación de las autonomías).
Carácter
revolucionario y moderno
En el expresar de modo absoluto
en la constitución una relación social productiva, la productividad de las
necesidades naturales, y todo ello con hegemonía respecto de lo político, en el
subordinar absolutamente cualquier función abstracta de dominio bajo la
positividad de la expresión de la necesidad de felicidad y de libertad. La
destrucción de toda autonomía de lo político y la afirmación de la hegemonía y
de la autonomía de las necesidades colectivas de la multitud: la constitución
política de lo real constituye la modernidad de Spinoza.
Sumario
1.-
Introducción1.1- Pensamiento negativo
1.1.1.- frente a la filosofía
1.1.2- Frente a la ciencia
1.2.- Pensamiento constitutivo
1.2.1.- Ética y política de la desutopía
1.2.1.-a) Fuerza productiva y tensión apropiativa
1.2.1.-b) Desutopía como forma de organización del infinito
1.2.2.- Liberación y apropiación
1.2.3.- Anomalía salvaje: cualidad de la organización del infinito
1.2.3.-a) El placer del ser infinito
1.2.3.-b) Desutopía como placer de la anomalía salvaje
1.2.4.- Constitución y producción
1.2.4.-a) Proceso unitario producción-constitución
1.2.4.-b) El ser forma estratos: lógica física
1.2.4.-c) Imaginación, Inteligencia y naturaleza
.2.4.-d) Civilización
2.- Primera fundación, Ética (Eth I-II)
2.1.- El infinito como principio
2.1.1.- Existencia: esencia. Potencia, totalidad
2.1.2.- La existencia como producción del infinito
2.1.3.- Principio de potencia: afirmación y negación en tensión
2.2.- Infinito como principio activo
2.2.1.- Relevancia intensiva y extensiva de la potencia
2.2.2.- Versatilidad del ser: la existencia se despliega como potencia
2.3.- La organización del infinito: atributos
2.3.1.- Mecanismo causal
2.3.2.- El atributo como medio
2.3.3.- Tensión del determinismo
2.3.4.- Transgresión de la identidad: consciencia
2.3.5.- Proyección de la potencia
2.3.6.- Eliminación del atributo
2.4.- La paradoja del mundo: modos
2.4.1.- Modos
2.4.2.- La crisis
2.4.3.- La singularidad: inmanencia
2.4.4.- Individualidad: despliegue de la utopía
3.1.- Posibilidad de un spinozismo
3.1.1.- Fundación de la ideología burguesa
3.1.2.-La idea de mercado
3.1.3.- Spinoza contra Hobbes
3.1.4.- La mediación
3.1.5.- Imposibilidad de un spinozismo
3.2.- Posibilidad del barroco
3.2.1.- ¿Qué imagen de la realidad da el barroco?
3.2.2.- Aplicación a la definición del "infinito"
3.2.3.- ¿Spinoza barroco? No
3.3.- Una andadura salvaje: el umbral crítico de Spinoza
3.3.1.- La sustancia
3.3.2.- Síntesis de cuerpo y alma
3.3.3.- Conocimiento como intuición
3.3.4.- Destrucción de la utopía renacentista
3.3.5.- Carácter salvaje de la interrupción del ritmo metafísico
4.1.- Imaginación: naturaleza metafísica de I.
4.1.1.- Realidad e Imaginación
4.1.2.- Las desventuras de I
4.1.3.- Límite del humanismo: la guerra
4.2.- TTP (I a VI)
4.2.1.- Contra la teología
4.2.2.- Materias afrontadas
4.2.3.- Dos niveles de argumentación
4.2.3.-a) de la revelación a la institución:
4.2.4.- Iusnaturalismo
4.2.5.- Conclusión: el ser como potencia
4.3.- Táctica y TTP
4.3.1.- Imaginación y orden social
4.3.1.-a) Principio de sociabilidad: TTP VII a X
de discriminación histórica de lo verdadero y lo falso (Hermenéutica):
de discriminación lógica de las funciones inútiles y de aquellas destructivas (Exégesis)
Recuperar la luz natural
Maimónides
Fundación materialista de un horizonte ético
4.3.1.-b) Organización de lo social
TTP XI a XV
Constitución: obediencia, consenso y fe
El punto de crisis de Spinoza
más allá del iusnaturalismo.
Democracia
Mistificación de la ideología burguesa
Las dificultades
En el centro de la cesura metafísica
5.1.- Medida y desmesura
5.1.1.- Contra la superstición (TTP)
5.1.2.- Contra el finalismo y la relación infinito/indefinido
5.1.3.- Filosofía de crisis en tres puntos
5.1.3.-a) El político
5.1.3.-b) El marco metafísico
5.1.3.-c) Non oposita sed diversa (DZ)
5.1.4.- Transparencia del ser: horizonte materialista y ética
5.2.- Método: apropiación y constitución
5.2.1.- Imaginación, pasión, apropiación
5.2.2.- Método de Descartes y de Hobbes: trascendencia
5.2.3.- Método como apropiación para Spinoza
5.2.3.-a) La ubicación del hombre en la naturaleza
5.2.3.-b) La ubicación del hombre en el conocimiento
5.2.3.-c) El deseo
5.2.3.-d) Adquisición de lo colectivo: la multitud
5.3.- Fuerza productiva: contra el concepto de mediación
5.3.1.- Apropiación, pasión, interés
5.3.2.- Preguntas
5.3.3.- Burguesía: la mistificación
5.3.3.- Hobbes, Rousseau, Hegel y la mistificación
Hobbes
Rousseau
Hegel
5.3.4.- Spinoza: potencia contra poder
5.3.5.- Spinoza, Maquiavelo, Marx
6.1.- la actividad subjetiva como elemento constitutivo del ser.
6.1.1.- Afecto
6.1.2.- El conatus en la cadena "Potencia-conatus-mental"
6.1.3.- Genealogía de la consciencia
6.1.3.-a) Las proposiciones de Ética III
6.1.3.-b) la plenitud del horizonte spinozista
6.1.3.-c) Cupiditas
6.2.- El infinito como organización (Ética IV)
6.2.1.- Organización de la liberación
6.2.2.- Los campos de fuerzas: abrir el proceso de liberación
6.2.3.- De la liberación a la libertad
6.2.3.-a) Despliegue de la razón
6.23.-b) Deseo y afirmación
6.2.3.-c) La libertad
6.3.- La desutopía (Ética V)
6.3.1.- Liberación y límite
6.3.2.- La cosa es Dios o Dios es la cosa
6.3.2.-a) La cosa es Dios
6.3.2.-b) Dios es la cosa
6.3.3.- Desutopía como revelación de fuerzas reales
7.1.- La experiencia implica la praxis
7.1.1.- Política: imaginación y pasión
7.1.2.- La libre necesidad
7.2.- Potencia y multitud
7.2.1.- Potencia contra poder
7.2.2.- La multitud
7.2.2.-a) Desarrollo constitutivo de la multitud
7.2.2.-b) Potencia de la multitud: el derecho civil
7.2.2.-c) Positividad de la potencia
7.3.- Alternativa republicana
7.3.1.- Un horizonte constitucional de contrapoderes
7.3.2.- Elementos del pensamiento republicano
Una concepción del Estado
Una determinación del poder
Una concepción de la organización constitucional
Carácter revolucionario y moderno
[1] Eth =
Ética; TTP = Tratado
teológico-político; TP = Tratado
político
[2] El
supuesto
[3] En el
sentido de "materialista"
[4]
Spinoza se refiere en esta carta polémica a la autoridad de Platón, Aristóteles
y Sócrates que «no tiene para mi gran
valor».
[5]
cupiditas (de codicia): DRAE: 1.
f . Afán excesivo de riquezas.2. f. Deseo vehemente de
algunas cosas buenas.3. f. Cualidad del toro de perseguir con vehemencia y
tratar de coger el bulto o engaño que se le presenta.4. f. Apetito sensual.