Dossier CINE
NEGRO Parte III En el corazón del cine negro
La ventana (1949)
Director: Ted Tetzlaff
Guión: Mel Dinelli a partir de un relato de Cornerll Woolrich (Música: Roy Webb
Fotografía: Robert de Grasse-W.O.Stelner
Actores:
Bobby Driscoll es Tommy Woodry. Los títulos de crédito anuncian “con arreglo especial con Walt Disney”. El actor fetiche de
los estudios Disney (La isla del Tesoro, Peter
Pan…) tiene con The Window el
papel de su corta carrera y obtiene un Oscar especial en Marzo de 1953 de manos
de Donald O’Connor. Muere de sobredosis a los 31 años y su cuerpo aparece en un
edificio en ruinas del East side, probablemente parecido al refugio del pequeño Tommy en la primera y
última secuencia de The window.
La familia Woodry |
Arthur Kennedy es Ed Woodry: contratado a menudo para películas bélicas
o del oeste, lo vimos en Desperate Hours
con Bogart. En 1949, rueda otra película negra, Chicago
Deadline (El misterio de una desconocida-Lewis Allen) con Alan
Ladd y Too late for tears (Byron
Haskin) con Dan Druyea, tan temible como en CrissCross.
Paul
Stewart es Joe Kellerson. El actor parece haber nacido para interpretar a los vilanos en el cine
negro. El Raymond de Ciudadano Kane
entra en el género con Johnny Eager
(Senda prohibida-Mervyn Leroy-1941), es el narrador en BerlinExpress (Jacques Tourneur-1948), Champion
(El ídolo de barro-Mark Robson-1949) donde coincide con Arthur Kennedy, Edge of Doom (Nube de sangre-Mark
Robson-1950), Walk softly, stranger
(Despacio, forastero-Robert Stevenson-1950)
Ruth Roman es Jean Kellerson: es su segunda película después
de un corto papel en Good Sam con Gary Cooper en 1948. Encadena con la película
negra Beyond the forest (King
Vidor-1949) con Bette Davis, Tomorrow is another day
(Felix Fiest-1951) y llega a la consagración con Stranger
on a train (Hitchcock-1951).
“El niño gritaba: « Aquí viene el lobo, el lobo». Lo repetía y, cada vez, la
gente del pueblo venía para socorrerlo… hasta que se dieron cuenta que no había
ningún lobo”. Los títulos de crédito nos recuerdan la fábula de Esopo.
Aunque al niño Tommy Woodry le gusta llamar la atención de sus compañeros y de
sus padres con sus pequeñas mentiras, no
es el pastor de la fábula y el lobo no vendrá a comer sus ovejas sino a él
mismo. El lobo… o más bien el señor Kellerson, el vecino del piso de arriba.
Porque esta noche calurosa de verano en Nueva York, Tommy no puede dormir y se
lleva el colchón a la escalera de incendio, saliendo por la ventana de su cuarto. Se
instala debajo de la ventana de los Kellerson y se duerme. Lo despertarán unos
ruidos: ahí, detrás de esta ventana, se está cometiendo un crimen horrible: la
señora Kellerson roba dinero del bolsillo de una prenda, hay una pelea con un
hombre… el señor Kellerson mata al
hombre, las tijeras caen al suelo al lado del muerto… Tommy asustado, despierta
a su madre –el padre es trabajador de noche – pero… « El lobo,
el lobo…» y la madre lo manda a la cama. ¡Estos padres no se enteran!
Quieren que visite a los Kellerson para disculparse. No les queda más remedio a la pareja de
criminales que eliminar este molesto
testigo. Si su madre le ha dicho que
había tenido una pesadilla, Tommy la va a vivir realmente. Los criminales
intentan de todo: secuestrarlo,
tumbarlo en un taxi para que no grite, tirarlo por la escalera de incendio
mientras está desmayado… Tommy lucha sólo por su supervivencia.
Es el cuento del niño Buddy “The boy cried murder”
de Cornell Woolich (más conocido en Europa
con el seudónimo de William Irish y que encontramos en PhantomLady) escrito para adolescentes. Precursora de películas como
"La habitación del pánico" y otras películas de terror, La ventana tiene el mérito de interrogarnos sobre la
necesidad o no de utilizar medios sofisticados y efectos especiales para crear
las emociones más perturbadoras.
Está rodada
con imaginación por Ted Tatzleff:
sitúa la voluminosa y pesada cámara de su época
en los sitios más inverosímiles, con unos ángulos de toma rebuscados y
una iluminación que se parece más a la de una
lámpara de bolsillo que a la de unos focos de estudios. Ted, director de fotografía de unas 100 películas
con unas cuantas comedias y musicales, nos ha dado lo mejor de sí mismo en su
encuentro con Htichcock en la realización de Notorious
(Encadenados) en 1946. Pero ha sido también director y lo encontramos en
cuantas películas con algunos equipos de RKO. Dore Schary
le confía la realización de The Window,
como también ha sabido dar su oportunidad a Nicholas Ray con They live by night o a Joseph Losey
con The prowler.
Ted ha
realizado 5 películas antes de The window de
las cuales estas dos pertenecen al cine negro: Riffraff
en 1947 y Johnny Allegro en 1949 con
George Raft.
Justo después de The
Window, rueda otra película negra con George Raft: A Dangerous Profession.
Tiene un excelente equipo de la RKO que sabe crear el
ambiente propio del cine negro, en particular Roy Webb para la música –lo encontramos en Murder, my sweet
y Out of the past, y pronto en Notorious de Hitchcock. La dirección
artistica ha sido confiada a Albert d’Agostino.
La primera parte de la película sitúa el ambiente
del barrio humilde donde vive Tommy, unos edificios en ruinas donde juegan los niños, las ropas secándose
al sol.
La primera secuencia despierta el recuerdo de la
impresionante Germania ano cero de Roberto Rossellini.
Rossellini: Alemania año cero |
La
influencia del neorrealismo italiano se hace sentir aquí: es la apuesta de Dore
Schary que da a la RKO unas películas negras con una reflexión social marcada.
Lo vimos en las películas citadas de Nicholas Ray y de Joseph Losey. El guión y
la dirección nos sitúan en las antípodas de las películas de rehenes tratadas
anteriormente como Suddenly o Horas desesperadas. Estamos lejos de
estas familias burguesas y respetadas en el barrio donde el niño admira a su padre, este héroe que lo libera
de los malos, y sobre todo, admira las armas. La ventana
nos presenta una familia pobre, el padre trabaja de noche, la madre, inquieta
por la salud de su hermano, pasa el tiempo cocinando o sirviendo en la mesa. Hay goteras en el piso de los Kellerson,
otros vecinos están a la espera de que la familia de Tommy se mude para ocupar
su pequeño piso…
El suspense empieza en la segunda parte con la
lucha para la supervivencia de Tommy en un mundo donde los adultos que quiere
lo han abandonado a merced de unos adultos que quieren acabar con su vida. Dos
escenas marcan este principio del suspense.
La llave: es el principio del juego entre
el gato Kellerson y el ratón Tommy. Acaba haciéndonos sonreír unos instantes
cuando el malo, después de pasarlo bien mirando su movimiento y los intentos
del ratón, le acerca el botín (la llave de la puerta de su dormitorio donde su
padre lo encerró), para mejor comérselo cuando abra la puerta.
La carta: si el malo ha arrancado de la carta de
Tommy las líneas que lo denuncian ¿qué esperan el niño o su padre para verlo?
El suspense
llega al clímax en esta casa en ruinas donde Tommy se suele refugiar. Ha
atraído a su perseguidor a su propio espacio donde se mueve como un ratoncito.
Ahora le toca a él jugar con el gato Kellerson transformado en Nosferatu por la
magia de Tetzleff.
Si las escaleras son uno de los elementos más
utilizado en el cine negro, a veces para enfatizar la dominación de unos sobre
otros (He ran all the way- Criss Cross- Double
Indemnity…), aquí constituyen
la parte más importante del decorado, oscuras y sucias entre los pisos, las famosas
escaleras metálicas de incendios de los viejos edificios de Nueva York , las
del metro, las de la comisaria donde el ratoncito Tommy se mete, siguiendo a un
gato – ¡ese sí de verdad! – que parece
invitarlo a tomar la iniciativa para enfrentarse con sus padres y con las
instituciones. Tommy es un niño: sabe lo que es justo y lo que no lo es. Si los
demás no lo creen, no le queda más remedio que actuar por él mismo.
Cinco años
después de The window, Hitchcock realiza
Rear Window (La ventana
indiscreta-1954), también a partir de un
relato de Cornell Woolrich. Tommy es un pequeño James Stewart con la diferencia de que
él ha visto, mientras James imagina. Tommy también tiene mucha imaginación, lo
que aumenta sus angustias. Está
paralizado como James: aquí es el padre quine lo encierra. El vecino puede
atacar. Pero no es James Stewart quien tiene la lámpara, sino el asesino.
El suspense de la viga en el edificio en ruinas responde al balcón…
La carta, la llave en la puerta del dormitorio… corresponden al perro, el
anillo de boda… y, en las dos películas, la promiscuidad de los espacios que no
deja ningún descanso a los protagonistas. Paramos aquí esta comparación: el hecho de que, como Tommy, el espectador ve el
crimen cometerse, crea un punto de vista que engancha de otra manera que el de
la película de Hitchcock: aquí nadie es mirón, el espectador y Tommy están
unidos desde la secuencia de la ventana. Temblamos con él, sentimos como él la
ratonera encerrarle cada vez más, vivimos su soledad en este mundo de adultos
que no paran de hablarle desde una moral del deber:
“tu llevas mi nombre… quiero estar orgulloso de ti”…
dice el padre, “nos hará más felices si tu nos prometas que
no volverás a inventar historias” dice la madre, “los críos hacen cosas raras” dice el policía, lo que aprueba
el chófer de taxi donde Tommy, flanqueado por la pareja Kellerson, vive una
situación desesperada. Este
enfrentamiento tan injusto y desequilibrado entre un niño y unos adultos
cegados por sus prejuicios y sus dogmas es el precursor de la obra de Charles Laughton
en 1955, esta otra joya que es La noche del cazador.
¡Adiós, pequeño Tommy! |
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