Fuerza Bruta 1947
Dassin Jules
Guión: Richard
Brooks (novela: Robert Patterson)
Música: Miklós Rózsa
Fotografía: William H.Daniels
Montage:
Edward Curtiss
Productor: Mark Hellinger
Anuncian los títulos de crédito:
Burt
Lancaster-Hume Cronyn-Charles Bickford as the men on the “inside”
Howard Duff y Burt Lancaster: la fuga |
Burt Lancaster es Joe Collins segunda película después de The killers (1946) producida por Mark Hellinger
Hume Cronyn es Capt. Munsey después del famoso primer papel como
aficionado a los juegos de adivinanza sobre criminalidad,
y descubierto por Hitchcock en The shadow of a doubt ( 1943) es una
sorpresa descubrirlo sacando las fuerzas del
mal. Antes de Brute Force, trabaja en The postman always rings twice (Tay
Garnett-1946)
Charles Bickford
as Gallagher. Lo bueno de Gallagher ha sido antes el malo de Fallen Angel y Whirepool de Preminger-
Yvonne De Carlo es
Gina Ferrara- La vimos en CrissCross de Robert Siodmak
Ann Blyth es Ruth vuelve al cine negro dos años
después de Mildred Pierce de Michael Curtiz
Ella Raines es Cora Lister: después de tres films
noirs de Robert Siodmak (ver Phantom Lady) y The web (Michael
Gordon-1947) y antes de Impact (Arthur Lubin-1949) y A
dangerous profesión (Ted Tetzlaff-1949)
Anita Colby as Flossie
Whit Bissell es Tom
Lister Lo veremos en He walked by night (Orden: Caza sin cuartel-Alfred L.Werker-Anthony
Mann-1948), Raw Deal (Ejecutor-Anthony
Mann-1948)
Art Smith as
Dr.Walters: lo veremos en Body and Soul (Robert Rossen-1947) y
T-Men (Anthony Mann-1947)
Sam Levene es Louie Miller Lo recordamos en The
killers (Robert Siodmak-1946) y Crossfire (Edward Dmytryk-1947)
Jeff Corey es "Freshman" Stack:
fue Blinky Franklin en The
killers
John Hoyt es Spencer: el guapero trabajó enunos
cuantos films negros como The unfaithful (Vincent
Sherman-1947) y, después de Brute Force, en To the end of the earth (Opio-Robert Stenvenson-1948), The
bribe (Soborno-Robert
Z.Leonard-1949 con Robert Taylor y Ava Garner)Trapped (Richard
Fleischer-1949), The Lady Gambles (Dirección
prohibida-Michael Gordon-1949 con Barbara Stanwick)...
Jack Overman as Kid Coy
Roman Bohnen as Warden
A.J. Barnes
Sir Lancelot
as Calypso: después de una aparición en To have and have not (Howard
Hawks-1944) y Yo anduve con un zombie
(Jacques Tourneur-1943) donde era también el Calypso singer.
Vince Barnett as Muggsy,
fue compañero de celda del
“Sueco” /Burt Lancaster en The killers
Jay
C. Flippen
es Hodges (guard) Dos años antes de They live by night (Nicholas
Ray-1948) considerada como su primer película, Mark Hellinger le ofrece un corto papel en Brute
Force.
Richard Gaines as McCollum
Frank Puglia es Ferrara ha trabajado en Casablanca (Michael Curtiz-1942)
Howard Duff es Robert "Soldier" Becker:
es su primera película, seguida por The Naked City (Jules Dassin-1948), Woman
hiding con su mujer, Ida Lupino (Michael
Gordon-1950) y While the city sleep (Fritz Lang-1956)
Charles McGraw es
Andy. Ha participado en algunas películas negras como The killers, T-men, ya
mencionadas y The long night (Anatole Litvak-1947), Berlin Express (Jacques
Tourneur-1948), Roadblock (Harold Daniels-1951) con fotos de Nicholas Musuraca, His kind of woman (John
Farrow-1951), The narrow margin (Richard Fleischer-1952)...
Un doble eje
Con una potentísimas
fuerza, la trama de la película gira
alrededor de dos eventos, un doble eje
que, tal el ojo del huracán, lo arrastra todo y lo precipita en las llamas del
infierno. El primer evento está
claramente representado: se sitúa en la primera secuencia: un coche fúnebre se
lleva el cuerpo de Frank, uno de los encarcelados. Bajo la lluvia, Joe
Collins se despide de su amigo, acompañado
por el señor Munsey, jefe de los
guardias de la sinistra cárcel de Westgate.
Es una escena que posiciona a los protagonistas en su relación: la
fuerza tranquila de Joe que controla su emoción, la “Fuerza Bruta” del capitán
Munsey, un hombre físicamente débil al lado de Burt Lancaster al que exige que
lo llame señor y de quien,
extrañamente, busca la complicidad: ¿ambigüedad y confusión de sentimientos o
cálculo premeditado?
Al segundo evento, no se alude: tenemos que
imaginarlo a partir de la evolución de la situación. Se sitúa en la secuencia
siguiente. El inspector enviado a la cárcel de Westgate por la administración
penitenciaria, se reúne con el alcaide, el médico de la cárcel y Munsay para
significar el desacuerdo de las autoridades con una gestión laxista y
paternalista. Amenazando al alcaide, pide mano firme, disciplina y castigos
ejemplares. Lo que indigna al viejo médico que demuestra que uno puede ser
humanista y alcohólico a la vez. Munsay acompaña al inspector.
No vemos el encuentro entre los dos hombres pero las consecuencias de
este segundo evento está puesta en evidencia cuando Munsay ocupa el puesto del
alcaide y aplica con celo los métodos exigidos por el poder administrativo. Va
tejiendo su tela de araña: crea las condiciones para que Joe organice con sus
compañeros de celda y algunos otros la evasión tan deseada y que la revuelta de
los demás sea inevitable. Entonces Munsay
puede sacar toda su fuerza bruta. Pero el Dr. Walters le avisa: la fuerza puede hacer de ti un jefe. Pero,
olvidas algo: puede también destruirte.
Precursores
y Secuelas
Se
puede enfocar la narrativa visual de Jules Dassin desde el realismo
documentario, como el prototipo de
películas sobre encarcelamiento que
tendrá numerosas secuelas en las décadas siguientes y hasta ahora: la vida en
la celda, la formación de los grupos con sus jefes, los soplones, los guardias
psicópatas en su afán de dominación, las torturas, los motines y las fugas… No
olvidemos, sin embargo, a los precursores, particularmente con la notable I was a fugitive de
Melvin LeRoy. Conviene también notar los numerosos puntos de similitud con The
Criminal de Joseph Losey tratado en este Dossier.
La
fuerza tranquila de Burt Lancaster parece ser una referencia para Stanley Baker
cuando se trata de contener la violencia.
El
encuentro en la iglesia entre Joe y Gallagher para preparar la fuga tendrá su
equivalente en la película de Losey con el trato entre Stanley Baker y Gregoire Aslan. A los
comentarios cantados de Calipso sobre los eventos responden las canciones de
Judas que se acompaña con la guitarra… Sobre todo, las dos películas abren una
reflexión sobre el poder y la violencia.
…es el asesinato del chivato,
empujado por las llamas de los tres soldadores hacia la apisonadora,
…las
llamas que se tragan la torre y a los hombres delante de las puertas del
infierno, Westgate:
… “Estas
puertas se abren sólo tres veces: cuando entras, cuando tu tiempo ha cumplido,
cuando mueres” dice Gallagher. El mundo originario invade progresivamente
la totalidad del espacio y transforma las pulsiones de los humanos en una
violencia que se vuelve necesariamente en contra del que la provoca: el devenir
del capitán Munsey le lleva a la muerte, arrastrando a tantos otros en un
holocausto.
Como en The criminal: la técnica cinematográfica funciona, más allá
del texto de la narración, como dialéctica visual –y también musical (pensamos
en la utilización de la música de Wagner para cubrir los gritos de Louie Miller torturado por el capitán Munsey y a la
potencia de la música de Miklós Rózsa en la secuencia final que prepara el futuro
acompañamiento de Ben Hur de William Wyler).
El director consigue poner de relieve un
aspecto de las cosas con un significado y una intensidad que actúa sobre nuestra percepción. Las fuerzas de significado y de intensidad de la representación
cinematográfica pueden ir en un sentido
que favorezca la emoción o la visión
crítica, o las dos a la vez. Cuando la película trata de relaciones humanas y de problemas de sociedad
como es el caso, se vuelve difícil encontrar el justo equilibrio entre emoción
y reflexión crítica. Y todavía más cuando se trata de cuerpos encerrados y de
relaciones de dominación
Cualidades
de un equipo cinematográfico
Detrás de la obra, dirigida por Jules Dassin
con el guión de Richard Brooks, hay un
equipo que consigue el equilibrio
esperado. La creación artística de una realidad de ficción es aquí una
verdadera máquina emocional con los
primerísimos planos, los encuadres, la dirección de los actores, unos efectos
visuales impresionantes –como la salida del túnel del desagüe donde trabajan, castigados, el grupo de Joe
Collins -y el ritmo. Pero es también una visión .crítica, una demostración
aplastante de la inutilidad del
encerramiento de los cuerpos, las fuerzas que los humanos pueden desarrollar
cuando reivindican su libertad, aunque acepten una condena de la sociedad.
El
médico alcohólico Walters es el portavoz de esta reflexión: la cárcel es el
reflejo de los valores de la sociedad que crea el sistema carcelario, brutal, insensible y sin ninguna posibilidad de
rehabilitar a los que entran, una sociedad que no quiere ver esta parte de ella
misma que produce. Pero Dassin y Brooks van más lejos: estamos en 1947 y nos dicen, después de la guerra
mundial, que cuando el sistema de gobierno organiza la dominación de tal manera
que se permita franquear la distancia entre vigilar y castigar, los que dominan
pueden dar rienda suelta a su “fuerza bruta” y producir la “inhumanidad”. Pero
también nos dicen, en plena guerra fría, que no se puede confundir la autoridad
con el autoritarismo y permitir a un senador poner en marcha una “caza de brujas”.
Unos años más tarde, Dassin tendrá que marcharse a Europa –parece ser por
denuncia de Edward Dmytryk, como le pasó a John Berry (ver He ran all the way en
este Dossier). Para rizar el rizo, recordamos que la novela de Richard Brooks sobre el antisemitismo, The brick foxhole se llevará a la
pantalla por Edward Dmytryk: Crossfire (Encrucijada de odios), el gran éxito de la película no impedirá al
Comité de las Actividades Antiamericanos mandar al director a la cárcel.
Dmytryk se libera unos meses más tarde denunciando a algunos colegas: el cine
negro de la realidad.
Mark
Hellinger, productor
El cine, realidad artificial y reproductible, abre «un
campo de acción inmenso… hace saltar
por los aires este "universo penitenciario" de la modernidad urbana
del capitalismo industrial» dice Walter Benjamin. Y el capitalismo
industrial está detrás de la obra y del equipo dirigido por Jules Dassin: hay
una sociedad de producción que financia el proyecto. Para Jules Dassin, eso ha
sido el mayor obstáculo. Después de un curso en la RKO donde se forma en la
cámara al lado de Hitchcock y rueda un corto, Dassin rueda siete películas con la MGM antes de Brute
Force: las rechaza todas como rechaza también el sistema de producción
hollywoodiano y Louis B.Mayer, el déspota.
Está más indulgente con Brute Force y The naked city a pesar de
no haber podido ejecutar su propia
visión por la presión de la productora. Si el director denigra su etapa
estadounidense es para mejor valorar la europea, que le permite tener el control de su proyecto
sin prácticamente ninguna intervención de los Estudios y también para aportar a
Europa su testimonio de la “caza de brujas” del macartismo. Por lo menos,
conviene agradecer la intervención de Mark Hellinger. Animado por Darryl
Zanuck, éste pasa a la producción, después de ser asistente de productores para
películas como They drive by night (Pasión
Ciega -Raoul Walsh-1941), High Sierra (El último refugio-Raoul Walsh-1942) o Moontide (Marea de Luna-Fritz Lang-1942). Sus
conflictos con la Warner
le llevan a producir con los Estudios Universal tres clásicos del cine negro
antes de morir en 1947, a los 44 años
sin ver acabado el último ni montar su propia productora en asociación con
Humphrey Bogart. Estas tres películas son de The killers (Forajidos-Robert Siodmak-1946) y las dos
películas de Jules Dassin: Brute Force (1947) y The
naked city (1948).
El
proyecto de Brute Force está
relacionado en gran parte al éxito de Burt
Lancaster, descubierto por Mark Hellinger para el papel del “Sueco” en The
killers. La elección de unos cuantos más actores de su exitosa
producción anterior, The
killers, está acertada, particularmente la de Sam
Levene, en el papel del compañero de Gallagher, que el brutal capitán
Munsay tortura en una secuencia de una extrema violencia. La elección de Richard Brooks para el guión de
Brute Force a partir de un relato del
periodista Robert Patterson, se debe a Humphrye Bogart que aconsejó a Hellinger
la lectura de su novela, The brick foxhole. Hellinger organiza para Richard Brooks unos
encuentros con el alcaide y los guardias de la cárcel de San Quentin. El guión
de Brooks se revela demasiado violento para su época. La fuerte personalidad
del productor acaba imponiéndose sobre las intenciones iniciales de Dassin y
Brooks. Hellinger impone añadir a los “men
inside” (hombres del interior) de los títulos de crédito, “the women outside”, las mujeres que, de
alguna manera, son fatales:
Tom
roba para no perder a Ella Raines,
Joe / Burt Lancaster organiza la fuga que le lleva a la muerte para volver al
lado de Ann Blyth, paralítica que lo espera para operarse,
Yvonne de Carlo que deja a Soldier acusarse del crimen que ella ha cometido,
Anita Colby engaña a Spencer, le roba y le
compromete. Dassin y Brooks intentan encajar con la buena idea de un cartel de
cara de mujer en la celda de los cuatro hombres que les lleva a cuatro flashbacks.
Están realizados con una atmosfera irreal como sí los que cuentan reviviesen un
sueño. La secuencia de Tom / Ella Raines, se integra perfectamente en el
guión: presionado por Munsey (“yo disfruto mucho revisando las cartas, por ejemplo, esa, a tu esposa…”)
Tom se suicida.
Las demás secuencias rompen el
ritmo, no encajan con la realidad brutal de la trama y hacen de los
encarcelados unos buenos hombres que viven el infierno por culpa de las
mujeres. Esta concesión al productor conduce Dassin a declarar que Brute Force
tenía un guión tonto. De todas maneras,
el director parece menos interesado por la trama que por el retrato de este
grupo de hombres, guardias y encarcelados condenados a vivir juntos. A parte del erotismo masculino y de la
violencia extrema para su época –elementos que conducen a la censura o la prohibición
en algunos países como Australia o Dinamarca – la caracterización de los
numerosos personajes es precisa y demuestra una sensibilidad profundamente humanista por parte de Dassin, sin excluir un
cierto maniqueísmo en cuanta a la representación de prisioneros simpáticos en
su mayoría y del médico alcohólico
frente a un jefe de guardias sádico. Hume Cronyn es la revelación de la
película.
Rodada en dos meses, Brute Force utiliza un garaje de los Estudios Universal para montar
los decorados de la cárcel Westgate.
La fotografía de William Daniels y la música de Miklós Rózsa potencian la fuerza de una dirección de gran cine
negro.