15.9.10

Una mascarada



Recientemente, se ha abierto un debate sobre el calentamiento global que enfrenta esencialmente a climatólogos y geólogos. Este debate puede dejar perplejo al ciudadano… o al menos, al que concibe la ciudadanía como participación activa, directa y expansiva dentro de la génesis de la voluntad política, propia de un modelo democrático. Ya que los ciudadanos acostumbrados al modelo liberal que parece imponerse más cada día en los Estados democráticos, estarán probablemente menos sorprendidos y, por consecuente, más pasivos, frente al debate que se ha entablado. Estos ¿no son los que aceptan pertenecer a una esfera de poder restringido y manipulado según los mecanismos de los intereses representativos?

Los que llamamos "climatólogos" pertenecen al PIEC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre la evolución del Clima). Se han seleccionado para la redacción del informe del Panel 831 científicos y economistas.
Geólogos, astrónomos y universitarios han «destapado la caja político-científica, herméticamente cerrada»[1], lo que ha llevado por supuesto a unas reacciones de defensa por parte de los "climatólogos" así como a ataques personales. Retomamos aquí dos puntos de este debate:

1-Aspecto científico
Sus detractores reprochan a los "climatólogos" una modelización de un sistema complejo, el clima, prescindiendo de una utilización constante de la observación, o sea «dejando de lado la alternancia Observación/Teoría que, desde Galileo, ha asegurado el progreso científico». Es un debate que concierne al conjunto de las ciencias de la naturaleza. Por ejemplo, las modelizaciones del cerebro o de la corteza terrestre piden las mismas precauciones.

-Para los que han abierto el debate, se sigue sin comprender en su conjunto el comportamiento de parámetros como los que rigen el océano y las nubes, o la temperatura, y no hay un modelo que pueda dar una representación fiable de los fenómenos climáticos. El hecho que los "climatólogos" dejen que se crea «que se puede predecir el futuro es una ilusión presuntuosa».

-El parámetro principal de estos modelos del clima es la temperatura. Para los geólogos, hablar de una temperatura media del globo «es discutible del punto de vista de la termodinámica». Está claro que hablar de calentamiento desde una elevación de una supuesta temperatura media sería lo más representativo. Sin embargo, situándonos en el largo plazo, ¿corresponde este dato a la realidad de los fenómenos locales? ¿qué puede significar una precisión de 0,05ºC sobre la media de la temperatura cuando existe una diferencia de 120ºC entre polo y ecuador y de 10ºC entre día y noche? Las medidas efectuadas en los casquetes polares no ponen en evidencia un papel determinante del CO2 «ya que las variaciones de temperatura registradas se adelantan por lo menos 800 años a las del CO2».
Algunos geólogos afirman que la regresión de las nieves del Kilimanjaro se debe a un fenómeno de sequía en desarrollo en Africa desde tiempos remotos. En cuanto a las subidas de nivel del mar que se observa en algunos lugares (islas del Pacifico, particularmente Papuasia), los mismos avanzan la teoría de fenómenos geológicos, en contra del calentamiento climático. No niegan este último punto y reconocen que las emisiones de CO2 en la atmósfera aumentan y que «son las actividades humanas las responsables». En cuanto al hundimiento de Manhattan que profetiza Al Gore en su película, les parece un engaño.

-Algunos investigadores y astrónomos han emitido la hipótesis de un efecto de los ciclos solares sobre las variaciones climáticas. Los "climatólogos" responden que tal cosa es imposible, y aunque «se conocen mal todavía los mecanismos físicos de la acción supuesta del sol, eso no justifica la negación sin más del fenómeno».

¿Qué contestan los "climatólogos"?Dejamos de lado algunos ataques personales que sólo sirven para debilitar la cualidad del debate. Este colectivo explica que la comunidad de los investigadores sobre la ciencia del clima funciona con el mismo rigor y los mismos criterios que los demás campos científicos. También dicen que los medios de comunicación tienen un papel importante en la transmisión de los saberes pero que contribuyen a la confusión…Que parece muy difícil que los testigos de los enfrentamientos mediáticos puedan arbitrarlos …Que nadie pide a los ciudadanos arbitrar por ejemplo, sobre la eficacia de tal o cual tratamiento terapéutico…

Sobre este punto del debate, uno puede sentirse frustrado. Aunque parece evidente que al ciudadano le puede resultar dificultoso intervenir en un debate científico, tiene derecho a pedir a los científicos una aclaración en cuanto a las hipótesis que utilizan, los argumentos técnicos que oponen a los críticos. Por lo menos, tendrían que demostrarnos que el debate científico se da únicamente para llegar a una visión compartida entre los diferentes campos de la ciencia de los problemas que aparecen, abrir el camino a unas investigaciones futuras en un sentido que satisfazga al conjunto de la comunidad científica.

2-Aspecto político-mediáticoUna pregunta esencial que hacen los críticos de la acción de los "climatólogos" es: «¿dependen las prioridades de los políticos de la capacidad que tienen los lobbies científicos para suscitar el miedo?». Convendría que los medios informativos explicitasen tal afirmación en cuanto a la presión que podrían ejercer ciertos grupos de científicos sobre la institución política. Pero, las acusaciones en contra del PIEC lo han llevado a desconfiar de los medias, lo que hace más difícil la legibilidad de su acción y de sus resultados.
Efectivamente, la prensa, y particularmente la británica, ha lanzado unas acusaciones de complot, negligencia, o catastrofismo contra el Panel o algunos de sus autores. El resultado de la polémica ha sido una mayor desconfianza del público hacia los "climatólogos" y de estos últimos hacia los medias[2]. Un grupo de expertos independientes pide a la ONU una reforma drástica de la estructura del PIEC y la destitución de su presidente, Rajendra Pachauri. Este último fue apoyado por Georges W. Bush para el puesto y ha dirigido ya el anterior informe en 2007. Ha compartido con Al Gore el Premio Nóbel de la Paz el mismo año.




Mientras, la modelización del clima se traduce para el ciudadano en un espectáculo televisual meteorológico cada vez más sofisticado,
¿no convendría más bien informarnos sobre la selección de estos "expertos", científicos y economistas, autores de los informes del PIEC, sobre los laboratorios y universidades que los emplean, y sus relaciones con el mundo empresarial?
Si los "expertos" son los que llegan a vaciar la ciencia de cualquier duda en el ámbito de la investigación, los que deben «resumir en burdas certezas todo un programa variado de investigaciones, en beneficio de los políticos»[3] , se puede temer que vacíen también la política de cualquier búsqueda del bien común , desde la experiencia y la observación.
Cuando todavía no hemos reconocido colectivamente la relación directa entre el calentamiento provocado por la acción humana y los peligros que pueden provocar las alteraciones climáticas, estos "expertos" ofrecen a los políticos la posibilidad de esconderse detrás de sus resultados, no asumir unas decisiones impopulares. La colusión político-financiera, utilizando el argumento de la prevención, permite así subvencionar a las empresas la investigación o realización de proyectos, sin poder demostrarnos que van a resolver los problemas de la humanidad a largo plazo. Por otra parte, deja que unos fondos especulativos manipulen con total impunidad los «escandalosos y jugosos mercados del derecho a la contaminación, [con la puesta en marcha de la tasa carbono] que enriquecen a los bancos y a los especuladores»[4].
Según los detractores de los métodos de los "climatólogos", la estrategia catastrófica y mediática de las cumbres de Kyoto o Copenhague ha fracasado en cuanto a la reducción de las emisiones de CO2. ¿No conviene más bien movilizar a los jefes de Estados para que resuelvan problemas como el agua y el hambre en el mundo?...

«¿Cuáles son las urgencias? ¿Por qué ser cómplices de tal mascarada? ¿No conviene cambiar de estrategia? Promover una estrategia de la innovación o sea capturar y secuestrar el CO2, ahorrar las energías, hacer que los problemas ecológicos se vuelvan los motores del crecimiento económico y no sus obstáculos. ¿Qué tenemos que promover, una ecología del miedo o una ecología de la razón?
Las emisiones de CO2, entre otros inconvenientes, acidifican los océanos y son la prueba de que las sociedades humanas derrochan los combustibles fósiles cuando conviene reducir y controlar sus extracciones y usos, y pasar progresivamente de la fiscalidad del trabajo a la fiscalidad sobre los recursos naturales. Son medidas que pueden llevarnos a tener un comportamiento y una economía más ahorradores en recursos.






Notas[1] Todas las citas que reproducimos a continuación sin nota son de Claude Allègre, geólogo francés, ex ministro de la Educación Nacional, en un artículo publicado en Le Monde del 22 de Mayo de 2010 y nos parece necesario tomarlas en cuenta a pesar de la polémica que acompaña al científico.[2] Un profesor de la Pace University de Nueva York, Andrew Revkin, ha publicado en su blog la carta que Rajendra Pachauri, presidente del PIEC, ha mandado a los 831 científicos y economistas seleccionados para la redacción del informe del PIEC. En esta carta, Pachauri les aconseja que mantengan «la distancia con los medias. Cualquier pregunta sobre vuestro grupo de trabajo ha de ser transmitida a los co presidentes y cualquier pregunta sobre el PIEC hacia su secretariado». Después de la polémica, Pachauri hizo una declaración, autorizando a los autores, que no son asalariados de la institución de la ONU, a expresarse como miembros de sus Universidades o Laboratorios, pero que «en esta fase, no deben expresarse en el nombre del PIEC».[3] según Bruno Latour, sociólogo de la Escuela de Ciencias Políticas de Paris[4] El primer fondo especulativo (hedge fund) consagrado al mercado del carbono (CF: carbon fund), se ha estrenado en Enero 2009 en Londres. Se trata de apostar sobre distintos valores de títulos que existen en los mercados del carbono que se han abierto, para sacar unos beneficios con una remuneración anual de 20%. La apuesta se hace sobre las diferencias de precio entre materias primas energéticas y precio del carbono. Su sede se encuentra en Luxemburgo con una fiscalidad ventajosa.