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18.6.16

"The Woman on the Beach"-Jean Renoir






The woman on the beach –1947  


Director: Jean  Renoir Mujer en la playa (Una ) The woman on the beach

Guión: Frank Davis-J.Renoir  / Mitchell Wilson ("None so Blind")

Música: Hanns Eisler

Fotografía: Leo Tover-Harry J.Wild

Montaje: Lyle Boyer-Roland Gross

Dirección artistic: A.D'Agostino-W.Keller

Productor:  Jack Gross RKO




Actores:
Joan Bennett es Peggy Butler
Robert Ryan es Scott Burnett
Charles Bickford es Tod Butler
Nan Leslie es Eve Geddes
Walter Sande es Otto Wernecke
Irene Ryan es Mrs. Wernecke


Las pesadillas de Scott



Scott Burnett, teniente guarda-costa está atormentado por lo que vivió durante la guerra mundial en un submarino que fue hundido por un torpedo. Unas pesadillas le hacen revivir el evento, la deflagración, el agua, las olas y esta extraña aparición de una mujer… Podría ser Eve, su novia. Le pide que se casen lo antes posible. Pero durante una ronda en la playa, Scott encuentra una mujer y volverá a la misma pesadilla… pero es ella que aparece, como ángel salvador…Scott, hombre tenebroso, silencioso, tímido y respetuoso se enamora de verdad. La mujer, Peggy Butler esta casada con Tod Buttler, pintor famoso que se ha quedado ciego en unas circunstancias que parecen implicar a su mujer. Scott vislumbra una complicidad entre Tod y Peggy, un amor apasionado cargado de odio… El trío entra en una relación compleja…

La película empieza con las olas del mar borrando los títulos de crédito y acaba apagando el fuego que reunía al trío.


Entre drama y misterio, The woman on the beach puede difícilmente ser parte del género negro a pesar de figurar en la lista del cine negro de la RKO. De hecho, sorprende por una aparente torpeza de la dirección, parece incompleto en sus 70 minutos y Joan Bennett y Robert Ryan,  iconos del cine negro dejan al espectador boquiabierto por el desfase de su interpretación con respecto a su filmografía anterior.


 Solo Charles Bickford que fue anteriormente el policía torturador y criminal en Fallen Angel (Ángel o Demonio-Otto Preminger-1945) y rueda este mismo año Brute Force de Jules Dassin, se impone en su papel de ciego replegado sobre su pasado, tiránico con Peggy pero locamente enamorad ¿o sería su manera de retenerla para que lo cuide? Eso es el problema: el guión nos enreda con unas puestas en perspectivas de los protagonistas siempre cambiante. Joan Bennett, consagrada por Fritz Lang desde 1941 con Man Hunt es, en estas fechas,  el símbolo de la “femme fatal” con The woman in the Window (La mujer del retrato) y Scarlet Street (Perversidad-1945). Aquí parece que no sabe si tiene que ser un poco más fatal para estos dos hombres o si es víctima de una maldición que le lleva a vivir al lado de Tod /¡o de ser dirigida por Renoir!). Robert Ryan esta rodando en 1947 la película que le va a dar la fama: Crossfire (Encrucijada de odios-Edward Dmytryk) le permite entrar de pleno en el cine negro con Jacques Tourneur (Berlín Express), Fred Zinneman (Act of Violence), Robert Wise (The Set-up-Combate Trucado)… El personaje de Scott parece muy incomodo para Robert Ryan: ¿un romántico tímido o un enfermo mental depresivo y obsesivo?  Jean Renoir esboza los caracteres de sus personajes sin conseguir resolver las preguntas que no paran de brotar a lo largo de un flujo de melancolía y tristeza que los atraviesa. Unos seres en carne viva que el director filma con distancia, economía y lentitud con el probable recuerdo de Michel Simon en La chienne cuando filma a Charles Bickford, y de Jean Gabin cuando filma la confusión de Robert Ryan frente a las mujeres. Solo la muy conseguida escena del paseo al borde del acantilado que provoca Scott para comprobar la ceguera de Tod aumenta la tensión con un suspense que Renoir domina magníficamente.   


Contrastando con lo esencial de su filmografía, Renoir crea una ambientación claustrofóbica que hace del mar y la playa, únicos elementos de la naturaleza presentes en la imagen,  una amenaza permanente. Los protagonistas viven cada uno una soledad desgarradora; el orgullo disimula mal su necesidad del amor de los demás. Están  encerrados en la casa de la pareja Butler o en la ruina encallada en la arena o en el local de los guardacostas.

Conviene notar aquí una casualidad muy llamativa del capricho de las producciones. La trayectoria cinematográfica de Joan Bennett y Robert Ryan les llevará por separado a trabajar con Max Ophüls en unas películas muy representativas de lo que Gilles Deleuze define como el cristal puro de Ophüls: el tiempo encierra a los personajes.
 En Caugh (Atrapados-1949), Robert Ryan (Smith), marido tiránico, va a va encerrar a  Barbara Bel Geddes (Leonora),  ella misma dominada por el condicionamiento de una educación dirigida hacia un matrimonio seguro y, si posible, en la riqueza y el lujo. Él mismo es prisionero de la imagen de su mujer, de su recuerdo que aviva su borrachera de poder y sus miedos a la soledad. Nada puede subsistir fuera de este movimiento interior al decorado en el que Smith ha instalado a Leonora.

En The Reckless Moment (Almas Desnudas-1949), Joan Bennett (Lucia Harper) se encierra en su cuarto cuando puede. como los demás.  No se confía a nadie sobre todo lo que esta pasando. Su voluntad de controlarlo todo en la ausencia del marido la vuelve muy radical cuando se presenta la compleja situación  que ella misma ha creado: se vuelve más individualista, no da a sus hijos el afecto y la atención sino una protección obsesiva.
 Detrás de las apariencias de la casa Harper –un sitio idílico, la atención de cada uno hacia el otro –se revela poco a poco el carácter opresor de este hogar: todas las casas se parecen, no se nota la vecindad, ni vecinos, ni amigos, cada uno vive en su mundo y controla al otro. Lucia,  la única entregada a todos, tiene una cámara que la vigila permanentemente: el suegro, el hijo, Sybil, hasta Bea que se da cuenta muy pronto que depende de lo que su madre haga. Sin embargo, a pesar de este control, cada uno vive su vida sin lazos fuertes con los demás.

La Mujer en la Playa de Jean Renoir no parece tan lejana de Ophüls. Los personajes están atrapados en su pasado:Ryan con la guerra, Peggy con la vida intelectual y muy social en Nueva York, Tod, el pintor ciego que ha encerrado sus cuadros preferidos. Pero  Renoir se queda fiel a su filmografía: el cristal no es tan puro como el de Ophüls; tiene una grieta por la que el pintor ciego se abre paso hacia un futuro posible: quemará el pasado y el mar apaga el fuego que consumía a la mujer, el marido y el amante.  

La pregunta ¿dónde acaba el teatro, dónde empieza la vida? que Deleuze cita a propósito de la obra de Renoir, tiene aquí su más evidente representación en el plano final. El marido y la mujer salen por la derecha, el amante por la izquierda. El boquete en el cristal que les encerraba (y sobre todo al marido ciego que guardaba su pasado en un armario) estalla: el boquete ha llenado la pantalla liberada por fin de los actores.


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6.2.16

Dossier Max Ophüls


Actor desde los 18 años, Ophüls se convierte pronto en uno de los directores en la escena teatral más populares en Alemania, Austria y Suiza. En teatros de Francfort, Breslau y Berlín monta obras de Shakespeare, Goethe, Moliere, Ibsen, Zweig… En 1930 hace su entrada en el arte cinematográfico como dialoguista de una película de Anatole Litvak y, el año siguiente empieza a rodar. En 1933 realiza Liebelei (Amoríos), primer encuentro con el dramaturgo Arthur Schnitzler que dejará notar su influencia en el tono nostálgico y romántico de su obra. La llegada al poder de Hitler le conduce a huir a Francia donde toma la nacionalidad. Rueda también en Holanda e Italia. La guerra interrumpe el rodaje de la película sobre la caída del imperio austro-húngaro, De Mayerling a Sarajevo: reclutado por el ejército francés, se une a los fusileros argelinos y, en 1940, acaba la película antes de huir de nuevo después de la capitulación de Francia y la entrada de los alemanes en Paris. En los Estados Unidos tuvo dificultades para arrancar y su familia sobrevivió gracias a una ayuda de solidaridad de un organismo judío en el que participaban William Wyler y algunos de los cineastas que habían conocido unos años antes el mismo recorrido que Ophüls: Billy Wilder, Lang y sobre todo Siodmak,  que apoyó a Ophüls en su estancia. Su relación con Preston Sturges le abre en 1946 la puerta de la RKO de Howard Hugues, las cuales se van a cerrar enseguida. Después de ser contratado para Vendetta, adaptación de una obra de Prosper Merimée, Hugues le retira el proyecto. Por fin, con la ayuda de Robert Siodmak, las puertas se abren y, durante tres años intensos, Ophüls realiza cuatro películas que cuentan ampliamente en su filmografía: dirige a Douglas Fairbanks Jr. en The exile en 1947 en los estudios de la Universal y, a continuación, tres obras originales antes de regresar a Francia en 1950. La primera, también en la Universal y con la actriz Joan Fontaine, esposa del vicepresidente del Estudio,   Carta de una desconocida (1948) está basada en la novela de Stefan Zweig. La película, su “Liebelei americana”, con unos acentos trágicos y sublimes, refleja la esencia del pensamiento del director Siguen las dos películas tratadas en este Blog por ser clasificadas dentro del cine negro estadounidense y rodadas en 1949:  Caught (Atrapados) que nos interesa aquí y The reckless moment (Almas Desnudastratada anteriormente en este Blog.

Estas dos películas corresponden más al modelo hollywoodiano por su casting (James Mason en las dos, Robert RyanJoan Bennett…) tienen un tono melodramático pero con una ambientación y un tratamiento del suspense que las sitúan en el genero negro. Las dos mantienen este tema principal de la mujer en situaciones extremas, en busca de su propia realización y del amor verdadero que marca la obra de Ophüls,  “abogado de sus heroínas, cómplice de las mujeres” según Truffaut.
 En Francia, el director añade a su filmografía una serie de obras maestras en la línea que había iniciado con Liebelei y que resuena en Carta de una desconocida. Acaba con la película que puede ser considerada como la culminación de toda su trayectoria cinematográfica: Lola Montes. Muere a los 55 años sin poder realizar su biografía sobre Modigliani.

Este Dossier contiene: 
Caught (Atrapados-1949)  

The reckless moment (Almas Desnudas-1949)

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19.2.15

"Caught"-Max Ophüls


 Caugh 1949 

Director: Max Ophüls Atrapados 
Guión:  Arthur Laurents / Libbie Block (novela)
Música: Friedrich Hollaender
Fotografía:  Lee Garmes
Montaje:  Robert Parrish
Producción:  Wolfgang Reinhardt MGM

 Ver Filmografías en Inicio 


“Los cineastas de la época no eran conscientes del hecho de que los elementos sociales reaccionarios no eran algo exclusivo de la Alemania nazi y la Italia fascista. Wealthy, right-wing, unscrupulous figures and forces in postwar America came increasingly into the spotlight, in films by Orson Welles, Max Ophuls, Edgar Ulmer, Michael Curtiz, Abraham Polonsky and John Huston, among others. Unos ricos, a la derecha del tablero político, unas fuerzas y figuras sin escrúpulos de los Estados Unidos de la posguerra se encontraron cada vez más bajo la luz de los proyectores de Orson Welles, Max Ophuls, Edgar Ulmer, Michael Curtiz, Abraham Polonsky y John Huston, entre otros. The Hollywood blacklist came as a response to this socially critical trend, within which, generally speaking, Anthony Mann worked. La lista negra de Hollywood fue una respuesta a esta tendencia de crítica social  …” (En: “Las películas de crímenes de Anthony Mann”- Max Alvarez- Prensa de laUniversidad de Mississippi, 2013). 

Problemas de producción
Caught es una película independiente de la producción Entreprise, pero distribuida por MGM. El proyecto sufrió muchos cambios y desacuerdos financieros y artísticos antes de recaer en Max Ophüls después de la intervención del hijo de Max Reinhardt en su favor. El realizador participó activamente en la elaboración del guión de Arthur Laurents. Éste se inspira en el personaje de Howard Hugues a partir de la novela Wild Calendar de Lobbie Block y de sus datos sobre las relaciones del magnate con él mismo y de las mujeres que le acompañaban en la época. El guionista y el realizador transforman la novela, bastante floja en su romanticismo, en un retrato de mujer con, en tela de fondo,  una crítica del sueño americano materialista en la que tantas jóvenes están educadas: el matrimonio como única finalidad y, si es posible con hombres que les ofrezcan la seguridad material y una “buena posición social”. Ophüls puede así tensar la urdimbre donde va a tejer sus variaciones armónicas y rítmicas. Pero cae enfermo justo antes de la primera toma y la productora confía el arranque de la película a John Berry que rueda las secuencias en las que Leonora y su compañera presentan las colecciones de abrigos de piel a unos ricos clientes y encuentran a Franzi. El cambio de dirección no se nota y se puede suponer una buena interrelación entre Berry y Ophüls – tendrán por lo menos en común una visión crítica sobre la sociedad de la posguerra y, más tarde, el exilio a Francia. Notamos que el director de fotografía es también un buen aliado en este tipo de dificultades de producción: el muy profesional Leo Garmes asegura el mejor lazo posible con una dirección de fotografía que confirma su talento después de Scarface con Howard Hawks y Shanghai Express con Joseph von Sternberg.

Barbara Bel Geddes es Leonora Eames- Robert Ryan es Smith Ohlrig
Reunión en la sala de proyección: Leonora ha salido, desafiando a Smith que echa a toda la gente.


Aunque Caught no fue previsto en la pre-producción para ser dirigida por Max Ophüls, éste, con su intervención en la elaboración del guión,  sabe adaptarse a las exigencias de la producción y dar a la película el soplo que caracteriza sus obras alemanas y sobre todo francesas pasadas y futuras. Unas limitaciones impuestas en el rodaje le obliga a abandonar un largo plano-secuencia en la escena en el hospital, lo que crea un final brusco y más bien con puntos suspensivos… Por otra parte, parece ser que los primerísimos planos –en particular en la secuencia entre Smith y Larry – fueron también impuestos: aunque el director no apreciaba particularmente este tipo de planos, demuestra que puede fácilmente jugar a ser durante un segundo,   un “Anthony Mann”.

La cámara de Ophüls
Para mí la vida es el movimiento” dice Lola Montes, una frase que Ophüls puede aplicarse después de este corto repaso a su biografía. Pero también traduce la visión cinematográfica del director que, como un leve viento, y a pesar de las dificultades creadas por la producción, mueve a sus personajes al ritmo de sus elegantes travelings:
A shot that does not call for tracks
Is agony for poor old Max…”,
escribe James Mason en un poema dedicado a Ophüls.




Antes de La Ronde o del movimiento giratorio sin fin de Lola Montés en la pista de un circo, aunque sin llegar a la altura de estas dos obras maestras de Max Ophüls, Caught va encerrar a  Leonora, (dominada por el condicionamiento de una educación dirigida hacia un matrimonio seguro y, si posible, en la riqueza y el lujo) en este va y viene perpetuo entre una libertad ilusoria y un marido tiránico, Smith (Robert Ryan). Él mismo es prisionero de la imagen de Leonora, de su recuerdo que aviva su borrachera de poder y sus miedos a la soledad. Nada puede subsistir fuera de este movimiento interior al decorado en el que Smith ha instalado a Leonora.

Frank Ferguson es Dr. Hoffman


En la otra cara de este decorado, la humilde sala del consultorio de los médicos Quinada y Hoffman representa el espacio de las mujeres (Hoffman es ginecólogo) y de los niños (Quinada es pediatra). Unas mujeres con sus problemas de amas de casa o de parejas, unos niños tanta veces enfermos por ser atendidos por unos padres que no se quieren, dirá Quinada. El consultorio es un espacio hecho de realidades y cotidianidades que Leonora tarda en aceptar. Ella puede entrar, pasar, salir, desaparecer… o morir. Inolvidable, esta secuencia en la que los dos médicos comentan la ausencia de Leonora, uno (Quinada) inquieto por la segunda desaparición de la mujer que quiere, el otro (Hoffman) que sabe el por qué de la desaparición de Leonora. La cámara oscila ostensiblemente entre la puerta de la consulta de Hoffman y la de Larry Quinada, enseñándonos de paso la mesa de trabajo desocupada de Leonora: con este movimiento Ophüls marca la ausencia dolorosa de la mujer, su abandono de esta otra cara del decorado que, sin embargo, ella sigue habitando como un fantasma. 
Los travelings de Ophüls la acompañan, entre las diferentes imágenes que se reflejan  en su presente, las de las distintas épocas vividas: Larry, Smith o antes, la de sus sueños de juventud. Estos fragmentos de pensamientos la dirigen, la empujan hacia la huida hacia el uno o el otro, la torturan cuando descubre el engaño de este condicionamiento por una sociedad atrapada en el sueño materialista americano… La cámara de Ophüls, pegada a Leonora,  los pone en evidencia, los resalta a cada sobresalto, cada estallido de ira, cada momento de esperanza o de abandono en los brazos de Smith o de Larry. 

Sin embargo, su dirección de actores y sus movimientos de cámara destinados a reflejar una cierta melancolía, un romanticismo elegante que enfatizan la posición de la mujer en el triangulo amoroso (como en Caught) o en situación extrema como Joan Bennett en The reckless moment, no son unas simples figuras estilísticas. Ophüls consigue adaptarse al género negro, no sólo por la utilización de la fotografía, de los contrastes luminosos marcados –en particular los referentes a la cara de Robert Ryan –ni tampoco por la tensión y los estallidos de violencia entre Leonora y Smith, pero sobre todo por unos movimientos de cámara que dan el ritmo justo y el ángulo adecuado para marcar un suspense que potencia la situación emocional. Pensamos, por ejemplo,  en la secuencia en el restaurante. Leonora y Larry se levantan, empiezan a bailar. Sabemos que Smith ha contratado un detective para vigilar a la pareja cuando Leonora se marchó la primera vez. Ahora que Leonora ha decidido marcharse definitivamente, estudiar para ser asistente de los médicos del consultorio, Hoffman le informa de que está embarazada. Larry le ha invitado al restaurante, algo simple, popular, después del lujo con Smith en Long Island. Bailan. Pero Leonora ya ha decidido volver con Smith para “dar a su hijo una seguridad material”. Larry no sabe nada.

Leonora con Larry Quinada / James Mason


 La cámara no les pierde ni un instante en medio de la multitud en la pista de baile. Pero el movimiento se complica: la cámara, manteniendo a la pareja en el centro del objetivo, se aleja, da la vuelta a unos pilares que desfilan delante de los bailarines. La sensación de vigilancia por un observador fuera de campo, de encerramiento y de amenaza nos permite decir que Ophüls sabe combinar perfectamente su peculiar visión cinematográfica con el género negro. Lo constatamos también en la página sobre The reckless moment (Almas Desnudas) en la secuencia en la que Joan Bennett intenta borrar las huellas después del supuesto asesinato del amante de su hija. En Caught, Smith, bajo los efectos psicosomáticos de un poder contrariado, cae aplastado debajo de su flipper: Franzi acaba de anunciarle que se marcha definitivamente.



La escena de la agonía de Smith tirado en el suelo,  espectáculo patético de un dominador sin poderes que se ofrece a la vista de Leonora embarazada pero que la tiranía de su marido ha dejado enferma y exhausta,  es otro momento de puro cine negro con la mujer en la profundidad de campo, el monstruo Smith en primer plano. Una escena que podemos enlazar con la misma en Sabotage (Alfred Hitchcock), pero que también nos recuerda a este momento de parálisis que tiene Ida Lupino antes de dejar morir a su marido en el garaje (They drive by night-Pasión Ciega-Raoul Walsh).

Smith Ohlrig y el sueño americano

Ophüls y Laurents retratan a Smith Ohlrig como un rico empresario egocéntrico, dominador y cruel con sus empleados que hace temblar la bolsa de Wall Street. Leonora pertenece al primero círculo de los dominados, al lado del fiel Franzi. Tienen que encontrarse donde él quiere, a la hora que él fija. Forman el núcleo afectivo de referencia en el mundo sin piedad de los negocios, elementos de una estructura en la que cada uno es sustituible  por cualquier otro personaje que acepte el papel impuesto por el único sujeto: Smith Ohlrig. 

El núcleo afectivo: Leonora con Franz / iCurt Bois


Ophüls acentúa la caracterización del personaje, denuncia el poder del dinero y la megalomanía de los ricos que personifica Robert  Ryan, una caracterización  que ha sido a veces presentada como la “vendetta” del director, su respuesta a lo ocurrido en 1946 con Howard Hugues. Sin embargo, la sombra del ciudadano Kane planea encima del personaje en la manera en la que trata a su propio núcleo afectivo. La debilidad física de Smith Ohlrig nos acerca más al abogado Bannister de The lady from Shanghai que a Kane: la voluntad de poder, la manipulación de lo falso, la enfermedad de los que quieren dominar son los ingredientes básicos de las sociedades jerarquizadas.



La cámara de Ophüls pone en evidencia los diferentes aspectos que caracterizan al personaje. Notamos por ejemplo, este  magnifico plano de Robert Ryan sentado, mientras en la profundidad de campo, Leonora, en la escalera, parece ser un pequeño punto frágil e impotente. El actor acaba de rodar Crossfire (Encrucijada de odios--Edward Dmytry,-1947), Berlin Express (Jacques Tourneur-1948), Act of violence (Fred Zinnemann-1948), y prepara, el mismo año que Caught, una de sus mejores actuaciones en el papel de un boxeador en el final de su carrera,  The set-up (Combate trucado-Robert Wise-1949), seguida por una caracterización bastante cerca a la de la película de Ophüls: The woman on Pier 13 (Casada con un comunista-Robert Stevenson-1949).

“Sólo me interesan las relaciones entre el jefe y el empleado. A fin de cuentas, Leonora era una empleada mía.Y aún sigue siéndolo. Aún estamos casados”


La puesta en escena de las relaciones de fuerza entre los dos personajes masculinos está también muy conseguida, antes del anuncio por Smtih que Leonora es su mujer a un Larry que se queda boquiabierto.  Se presenta como un duelo de western entre Smith y Larry separados por una inmensa barra, (a punto se sacar la pistola, primerísimo plano de los ojos de los dos hombres) antes de encontrarse cara a cara con Leonora. Más allá del encuentro, el estudio de los espacios en los que evolucionan los dos hombres refuerza su caracterización. La inmensa mansión de Ohlrig está filmada con unos travelings laterales y unas focales cortas que dan una sensación de encerramiento reforzada por los muebles que crean unos obstáculos entre los personajes (billar, barra, sofás, escaleras…). Al contrario,  en el consultorio de Hoffman y Quinada la cámara de Ophüls se desliza como un niño corriendo de una puerta a otra, en el pasillo, en la sala de espera… y el jaleo de los niños impacientes da una sensación de vitalidad y calor humano.


Una visión distanciada de la mujer


Con estos elementos de oposición, la caracterización de Leonora encuentra un marco apropiado. La dulce Bárbara Bel Geddes (¡la futura señora Ewing de la serie TV “Dallas” antes de las arrugas del tiempo!) da una interpretación distanciada que, por momentos, aparece como un doble de Joan Fontaine en Carta de una desconocida estrenada el año anterior.   La actriz logra transmitir la confusión que su condicionamiento ha provocado a través de las circunstancias que se presentan. Vive un enfrentamiento obsesivo e íntimo entre la realidad pesadillesca que le impone su marido y el sueño ingenuo de una vida material segura que la sociedad le proyectaba.



En la foto, Smith, después de que Leonora se ría en la reunión de negocios en la sala de proyección:“Ahora comprendo por qué a la gente le gusta besarse en los cines, Leonora. Pero recuerda que ahora ya no estás en el cine”
Leonora no para de reinyectar en las situaciones los fallos de su condicionamiento. Si Leonora reconoce la realidad de su situación con su marido, no puede dejar de conformarse con su papel: toda su realidad, toda su vida se han vuelto un espectáculo en un espacio, la mansión de Smith Ohrlig, que Ophüls ha transformado en unidad cinematográfica, por encima de todos los planos y movimientos de cámara. Esta experiencia del director es probablemente una fuente de inspiración para la realización del gran espectáculo de la pista de circo de la que Lola Montés no puede salir.La fuerza rebelde de Leonora se ira manifestando en tres etapas con una determinación siempre valiente,  a veces pausada, a veces violenta como en la secuencia de la sala de proyección, cuando decide marcharse:

Leonora a Smith: “¡Mírame! ¡Mira lo que compraste! ¿Llamo a tus amigos para que me insultes de nuevo delante de ellos?”


Sin embargo, el romanticismo y la melancolía que emanan del tema de la mujer prisionera del estatuto moldeado por su sociedad – inspirada al dramaturgo Arthur Schnitzler desde Liebelei y que personifica también Joan Bennett en la obra siguiente y que expresará más tarde La Ronde – no pueden cubrir la visión crítica que el director quiere manifestar aquí con fuerza.  El cuento cruel en el que se ha dejado encerrar Leonora conduce a Max Ophüls a marcar,  él también, una distancia con la protagonista, lo que no hace en ninguna de sus numerosos retratos de mujeres. Esta distancia es lo que le permite desarrollar plenamente una representación de la sociedad estadounidense que acerca su obra al género negro… pero con su propia firma. Con el tema del desencanto progresivo que concluye con un aborto del sueño de una mujer a través de un parto fallido, Ophüls marca un falso final feliz, Leonora se encuentra ahora condicionada progresivamente por Larry hacia la ideología del nuevo molde, el de la familia estadounidense media.
A fin de cuentas, Caught se presenta como un laboratorio experimental para la siguiente película, The reckless moment, tratada anteriormente en el Blog, en la que el director retoma algunos aspectos técnicos que acentúan su firma –como por ejemplo, este espectacular traveling de James Mason corriendo de derecha a izquierda en la primera y al inversa en la segunda película, en medio de obstáculos que desfilan a gran velocidad. Max Ophüls cierra así su etapa americana en la que consiguió observar e inspirarse del romanticismo escénicamente más atrevido en boga en Hollywood, con un acercamiento original al cine negro,   antes de volver a encontrarse con la elegancia y el romanticismo europeo, literario e intimista. La suma de sus experiencias en los dos continentes le permitirá acabar en Francia su filmografía y realizar sus últimas obras maestras.

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8.2.14

"The reckless moment"-Max Ophüls




Almas Desnudas 1949 

Director: Max Ophüls 

Guión:  Henry garson y Robert Soderberg / historia de Elisabeth Sanxay adaptada por Mel Dinelli  

Música:  Hans J. Salter  

Fotografía:  Burnett Guffey  

Montaje:  Gene Havlick  

Producción:  Walter Wanger -Columbia


Actores:


James Mason es Martin Donnelly entre terror, thrillers, dramas, algunas películas del cine negro: Odd man out (Larga es la noche-Carol Reed-1947), The reckless moment (Almas desnudas-Max Ophüls-1949), Caught (Atrapados-Max Ophüls-1949), One Way Street (Murallas de silencio-Hugo Fregonese-1950), Five Fingers (Operación Cicerón-Joseph L:Mankiewicz-1952),


Joan Bennett es Lucia Harper Después de Margin for Error con Otto Preminger en 1943, empieza la serie negra con The woman in the window (La mujer del cuadro-Fritz Lang-1944), Scarlett Street (Perversidad-Fritz Lang-1945), A woman on the beach (Una mujer en la playa-Jean Renoir-1947), Secret beyond the door (Secreto tras la puerta-Fritz Lang-1947), Hollow Triumph (La cicatriz-Steve Sekely-1948), The reckless moment (Almas desnudas-Max Ophüls-1949),


Geraldine Brooks es Bea Harper Cry Wolf (El aullido del lobo-Peter Godfrey-1947), Possessed (El amor que mata-Curtis Bernhardt-1947), An act of murder (Michael Gordon-1948), The reckless moment (Almas desnudas-Max Ophüls-1949), The green glove (El guantelete verde-Rudolph Maté-1952),




Mi forma de hacer las cosas lo complica todo” 
reconoce Lucia Harper en el medio de la vorágine.

Nos desplazaremos a lo largo de la película entre el pueblo de Balboa-Newport Beach  y Los Angeles. Desde la primera secuencia, vemos a Lucia Harper hacer este recorrido para encontrar a Darby, un hombre mayor, bastante antipático,  que tiene una relación íntima con su hija Bea, menor de edad. La chantajea,  lo que provoca la ira de Bea. Esta se pelea con Darby / Shepperd Strudwick  y, conmovida, se refugia en el seno de su familia. Pero, a raíz del golpe,  Darby muere accidentalmente y Lucia encuentra el cuerpo en la playa. Es el momento imprudente del título original: decide esconderlo en vez de llamar a la policía y aceptar un breve escándalo en Balboa que pueda comprometer un tiempo la reputación familiar. Sus actuaciones de madre de familia desbordada por las responsabilidades –un suegro, unos hijos que la controlan sin cesar, unos problemas materiales sin resolver por la ausencia del marido en desplazamiento en Europa –en un ambiente vecinal de lo más asfixiante. En esta costa del Pacífico, el barrio residencial donde vive la familia Harper...   



... y la fiel Sybil /  Frances E.Williams ,  su empleada de casa, negra por supuesto,  es tan parecido a un patio de vecinos como un lebrero afgano a un perro callejero. Las precauciones de Lucia no le sirven de nada: unas cartas comprometedoras de Bea a Darby se encuentran en manos de unos chantajistas,  Nagel y Donnelly. Este último es el encargado de presionar a Lucia pero, con el tiempo, sus sentimientos hacia ella van cambiando: ternura, afecto, protección… ¿ amor? El estado de ansiedad y estrés provocado por la situación no deja libre a Lucia de una introspección  hasta… este segundo momento, insensato espontáneo, del encuentro de estas dos almas desnudas, desamparadas…


 Producción y realización

El productor walter Wanger, marido de la actirz Joan Bennett, plantea desde 1947 adaptar la novela de Elisabeth Sanxay Holding The Blank Wall”. La escritora es famosa, alabada por el mismo Raymond Chandler que la califica de mejor autor por lo que concierne los personajes y el suspense en la época dorada de 1920 a 1940. Notamos otro de sus relatos adaptado para el cine: el corto Seeing Nellie Home de Ben Holmes (1943). The Blank wall fue adaptado de nuevo en 2001 con la actriz Tilda Swainton: The deep end  de Scott Mc Gehee y David Siegel.   De los distintos apuntes y bocetos de adaptación, el productor se queda con el de Mel Dinelli, guionista de cine negro como  The Spiral staircase (La escalera de caracol-Robert Siomak-1945), House by the river (La casa del rio-Fritz Lang-1950) o The window (La ventana-Ted Tetzlaff-1949), Cause for alarm (Motivo de alarma-Tay Garnett-1951), Beware, my lovely (Harry Horner-1952), Jeopardy (Astucia de mujer-John Sturges-1953).  walter Wanger confía el guión a dos novatos, Henry Garson y robert Sodergerg, propuestos por la escritora Sally Benson –autora del famoso Meet me in St Louis adaptado como musical por Vincente Minelli en 1944 –decisión arriesgada pero novadora que va agradar  a Max Ophüls. Para el director, su participación en una película de inspiración totalmente estadounidense presentaba un interés después de sus fracasos en este país con una de sus mejores obras: Carta a una desconocida –inspirada por el relato de Stefan Zweig. Su colaboración con James Mason empieza con Caught, película negra expresionista en la cual Ophuls se venga en la caracterización del productor de la RKO en esta época, Howard Hugues,  de una mala pasada que le hizo en el rodaje de Vendetta. Por otra parte, la elección del director se debe a la influencia de James Mason, implicado en la producción y que, después de constatar que su primera elección, Jean Renoir,  hacia estallar el presupuesto, propuso a Ophüls. Este quiere tener a John Alton como director de fotografía y Robert Parrish en el montaje. No consigue ni al uno ni al otro con este presupuesto: Ophüls se contenta con lo que se le ofrece y rueda en menos de un mes con un equipo de “la casa” Columbia. Sin embargo, la película no tiene el éxito esperado en los EEUU;  pero sí en Europa,  donde James Mason tiene fama en el Reino Unido y el director en Francia, a donde volverá para rodar sus obras maestras.

En Almas desnudas encontramos los temas esenciales que caracterizan la obra de Ophüls: la mujer dañada en una sociedad insensible (pensamos en Carta a una desconocida o Lola Montes, Madame de…), la nostalgia y el  romanticismo de los sentimientos: es el caso de Lucia y Donnelly, pero también de Bea.  A pesar de las imposiciones de los estudios de Hollywood, Max Ophüls consigue imponer su estilo como estos otros europeos Jacques Tourneur o Fritz Lang. “Para mí, la vida es movimiento” dice Lola Montes. El movimiento de la cámara, los largos y complejos planos secuencias con un aprovechamiento particular del decorado y una obsesión por  los detalles, el estilo de Ophüls se encuentra muy presente en esta obra americana.


Los largos planos en el hotel donde Lucia visita a Darby, el ritmo de esta primera secuencia y la dirección de actores están extraordinariamente conseguidos a pesar de los numerosos obstáculos materiales: cambios de espacios, mobiliario que estorba… A lo largo de la película, los movimientos fluidos de la cámara en la casa Harper dan al espectador la sensación de vivir con la familia y aumentan la identificación con Lucia.


Encontramos esta fluidez asociada a la velocidad de los personajes en la escena en el supermercado con Lucia estresada, que no contesta a los saludos de los empleados, y Donnelly en sus primeros pasos hacia el amor: la cámara se para con él en el cajero, comprando un filtro anti nicotina para Lucia que no para de fumar. O el largo travelling siguiendo a Donnelly buscando a su socio en un café abarrotado.


Una secuencia  particularmente conseguida es la que marca este momento imprudente, este primer Reckless moment en que Lucia descubre el cuerpo de Darby. La ausencia de música, un montaje reducido a pocos planos, la mayoría primerísimos, imponen al espectador una realidad perturbadora que le aleja de cualquier juicio sobre los sentimientos y las acciones de Lucia.


Si la decisión de Lucia parece insensata, sus gestos, el esfuerzo para desplazar al cuerpo muerto, el único sonido de su aliento, crean la empatía y la identificación necesaria para mantener la fuerza emotiva: estamos en la imagen-afecto de Gilles Deleuze. 


Es una secuencia que conviene asociar a la última, otro momento insensato para esta señora,  burguesa madre de familia, que se inclina sobre el cuerpo de este hombre que le ha demostrado este sentimiento de protección, compasión o… ¿amor? Mismos primerísimos planos, misma ausencia de música: en dos o tres planos, Ophüls nos transmite la realidad del dolor, este llanto de Lucia cuando vuelve a casa, conducida por la fiel Sybil, en su dormitorio, bajando la escalera para reunirse con la familia, hasta que ponga en marcha el escudo que borra la pena a los ojos de los demás y al oído del marido, al otro lado del teléfono, en Berlín.


A pesar de no tener el  equipo técnico que pedía, Max Ophüls controla la totalidad de la obra y realiza su propósito: un retrato hiriente del modo de vida en una sociedad donde la mujer casada, ama de casa se encuentra en situación de dependencia del marido –su visita al banco donde no puede sacar dinero –donde   el individuo está alienado.


Detrás de las apariencias de la casa Harper –un sitio idílico, la atención de cada uno hacia el otro –se revela poco a poco el carácter opresor de este hogar: todas las casas se parecen, no se nota la vecindad, ni vecinos, ni amigos, cada uno vive en su mundo y controla al otro. Lucia,  la única entregada a todos, tiene una cámara que la vigila permanentemente: el suegro, el hijo, Sybil, hasta Bea que se da cuenta muy pronto que depende de lo que su madre haga. Sin embargo, a pesar de este control, cada uno vive su vida sin lazos fuertes con los demás. Hasta Lucia,  que pasa el tiempo dando órdenes más que consejos, sin asegurarse del resultado, se encierra en su cuarto cuando puede. como los demás.  No se confía a nadie sobre todo lo que esta pasando. Su voluntad de controlarlo todo en la ausencia del marido la vuelve muy radical cuando se presenta la compleja situación  que ella misma ha creado: se vuelve más individualista, no da a sus hijos el afecto y la atención sino una protección obsesiva.


El silencio que la acompaña en sus tareas – visita al banco, supermercado, casa – contrasta con el ruido de la calle: el director crea unos efectos que nos identifican a sus estados psíquicos; Lucia anda a toda prisa, estresada…   

Ophüls realiza su propia visión: desde el momento que el productor  le impone el equipo, el director impone su punto de vista a los técnicos. François Truffaut señala este aspecto del director en su libro “El placer de los ojos”: cuenta Truffaut que, mientras miraba los rushes en una visita al plató de Lola Montés, el director de fotografía –que  acumulaba en esta fecha 27 años de experiencias –estaba indignado porque Ophüls había pedido que la carretera de Niza fuera pintada de rojo; hasta las hojas de los arboles lo estaban. “El director de fotografía de Lola Montés, colaborador más directo de Max Ophüls, ignoraba las intenciones del cineasta; quizás ignoraba  por qué Ophüls había pedido que se pintase la carretera y las hojas: cada episodio de lola Montés corresponde a una estación y el sketch de la aventura con Litz tenía que ser otoñal. No parece exagerado pretender que Max Ophüls era su propio  fotógrafo  ya que se encuentra el mismo tipo de fotografías en todas sus películas  [mientras su director de fotografías hacia unas fotos muy distintas]… Los directores de cine  piensan en imagen y odian explicarse con palabras; por lo general son tan púdicos como los guionistas lo son poco. De ahí el rechazo de Max Ophüls a explicar sus intenciones a sus más próximos colaboradores”.


Aunque la fotografía de Buernett Guffey y el montaje de Gene Havlick dan buenos resultados para un melodrama, podemos pensar que la atmosfera de cine negro a la cual Ophüls estaba poco acostumbrado hubiese sido ciertamente mejor conseguida con John Alton detrás de la cámara: este acababa de dar la expresión de su trabajo en este género con Bury my Dead (Bernard Vorhaus-1947), T-men (La brigada suicida-Anthony Mann-1948) , Hollow Triumph (La cicatriz-Steve Sekely), He walked by night (Alfred Werker y Anthony Mann-1948). Ophüls tenía claro de donde le podía venir la ayuda técnica para ser más perfeccionista en la realización de los momentos muy negros de The reckless moment, particularmente las secuencias finales. Sin embargo, como dice Truffaut, él piensa con imágenes y puede conseguir que sus técnicos  realicen sus visiones: la prueba, esta luz proyectada en la escalera y el ruido del viento que mueve la lámpara de metal mientras Lucia, y más tarde Donnelly suben. 



También el excelente blanco y negro en el pabellón donde Donnelly decide proteger a Lucia del chantaje de su socio. Ophüls consigue mezclar dos géneros muy particulares: el cine negro y el melodrama como lo saben hacer otros cineastas europeos en los EEUU: Fritz Lang con Clash by night y Robert Siodmak con Thelma Jordon que acabamos de tratar en este Blog.

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