18.6.16

"The Woman on the Beach"-Jean Renoir






The woman on the beach –1947  


Director: Jean  Renoir Mujer en la playa (Una ) The woman on the beach

Guión: Frank Davis-J.Renoir  / Mitchell Wilson ("None so Blind")

Música: Hanns Eisler

Fotografía: Leo Tover-Harry J.Wild

Montaje: Lyle Boyer-Roland Gross

Dirección artistic: A.D'Agostino-W.Keller

Productor:  Jack Gross RKO




Actores:
Joan Bennett es Peggy Butler
Robert Ryan es Scott Burnett
Charles Bickford es Tod Butler
Nan Leslie es Eve Geddes
Walter Sande es Otto Wernecke
Irene Ryan es Mrs. Wernecke


Las pesadillas de Scott



Scott Burnett, teniente guarda-costa está atormentado por lo que vivió durante la guerra mundial en un submarino que fue hundido por un torpedo. Unas pesadillas le hacen revivir el evento, la deflagración, el agua, las olas y esta extraña aparición de una mujer… Podría ser Eve, su novia. Le pide que se casen lo antes posible. Pero durante una ronda en la playa, Scott encuentra una mujer y volverá a la misma pesadilla… pero es ella que aparece, como ángel salvador…Scott, hombre tenebroso, silencioso, tímido y respetuoso se enamora de verdad. La mujer, Peggy Butler esta casada con Tod Buttler, pintor famoso que se ha quedado ciego en unas circunstancias que parecen implicar a su mujer. Scott vislumbra una complicidad entre Tod y Peggy, un amor apasionado cargado de odio… El trío entra en una relación compleja…

La película empieza con las olas del mar borrando los títulos de crédito y acaba apagando el fuego que reunía al trío.


Entre drama y misterio, The woman on the beach puede difícilmente ser parte del género negro a pesar de figurar en la lista del cine negro de la RKO. De hecho, sorprende por una aparente torpeza de la dirección, parece incompleto en sus 70 minutos y Joan Bennett y Robert Ryan,  iconos del cine negro dejan al espectador boquiabierto por el desfase de su interpretación con respecto a su filmografía anterior.


 Solo Charles Bickford que fue anteriormente el policía torturador y criminal en Fallen Angel (Ángel o Demonio-Otto Preminger-1945) y rueda este mismo año Brute Force de Jules Dassin, se impone en su papel de ciego replegado sobre su pasado, tiránico con Peggy pero locamente enamorad ¿o sería su manera de retenerla para que lo cuide? Eso es el problema: el guión nos enreda con unas puestas en perspectivas de los protagonistas siempre cambiante. Joan Bennett, consagrada por Fritz Lang desde 1941 con Man Hunt es, en estas fechas,  el símbolo de la “femme fatal” con The woman in the Window (La mujer del retrato) y Scarlet Street (Perversidad-1945). Aquí parece que no sabe si tiene que ser un poco más fatal para estos dos hombres o si es víctima de una maldición que le lleva a vivir al lado de Tod /¡o de ser dirigida por Renoir!). Robert Ryan esta rodando en 1947 la película que le va a dar la fama: Crossfire (Encrucijada de odios-Edward Dmytryk) le permite entrar de pleno en el cine negro con Jacques Tourneur (Berlín Express), Fred Zinneman (Act of Violence), Robert Wise (The Set-up-Combate Trucado)… El personaje de Scott parece muy incomodo para Robert Ryan: ¿un romántico tímido o un enfermo mental depresivo y obsesivo?  Jean Renoir esboza los caracteres de sus personajes sin conseguir resolver las preguntas que no paran de brotar a lo largo de un flujo de melancolía y tristeza que los atraviesa. Unos seres en carne viva que el director filma con distancia, economía y lentitud con el probable recuerdo de Michel Simon en La chienne cuando filma a Charles Bickford, y de Jean Gabin cuando filma la confusión de Robert Ryan frente a las mujeres. Solo la muy conseguida escena del paseo al borde del acantilado que provoca Scott para comprobar la ceguera de Tod aumenta la tensión con un suspense que Renoir domina magníficamente.   


Contrastando con lo esencial de su filmografía, Renoir crea una ambientación claustrofóbica que hace del mar y la playa, únicos elementos de la naturaleza presentes en la imagen,  una amenaza permanente. Los protagonistas viven cada uno una soledad desgarradora; el orgullo disimula mal su necesidad del amor de los demás. Están  encerrados en la casa de la pareja Butler o en la ruina encallada en la arena o en el local de los guardacostas.

Conviene notar aquí una casualidad muy llamativa del capricho de las producciones. La trayectoria cinematográfica de Joan Bennett y Robert Ryan les llevará por separado a trabajar con Max Ophüls en unas películas muy representativas de lo que Gilles Deleuze define como el cristal puro de Ophüls: el tiempo encierra a los personajes.
 En Caugh (Atrapados-1949), Robert Ryan (Smith), marido tiránico, va a va encerrar a  Barbara Bel Geddes (Leonora),  ella misma dominada por el condicionamiento de una educación dirigida hacia un matrimonio seguro y, si posible, en la riqueza y el lujo. Él mismo es prisionero de la imagen de su mujer, de su recuerdo que aviva su borrachera de poder y sus miedos a la soledad. Nada puede subsistir fuera de este movimiento interior al decorado en el que Smith ha instalado a Leonora.

En The Reckless Moment (Almas Desnudas-1949), Joan Bennett (Lucia Harper) se encierra en su cuarto cuando puede. como los demás.  No se confía a nadie sobre todo lo que esta pasando. Su voluntad de controlarlo todo en la ausencia del marido la vuelve muy radical cuando se presenta la compleja situación  que ella misma ha creado: se vuelve más individualista, no da a sus hijos el afecto y la atención sino una protección obsesiva.
 Detrás de las apariencias de la casa Harper –un sitio idílico, la atención de cada uno hacia el otro –se revela poco a poco el carácter opresor de este hogar: todas las casas se parecen, no se nota la vecindad, ni vecinos, ni amigos, cada uno vive en su mundo y controla al otro. Lucia,  la única entregada a todos, tiene una cámara que la vigila permanentemente: el suegro, el hijo, Sybil, hasta Bea que se da cuenta muy pronto que depende de lo que su madre haga. Sin embargo, a pesar de este control, cada uno vive su vida sin lazos fuertes con los demás.

La Mujer en la Playa de Jean Renoir no parece tan lejana de Ophüls. Los personajes están atrapados en su pasado:Ryan con la guerra, Peggy con la vida intelectual y muy social en Nueva York, Tod, el pintor ciego que ha encerrado sus cuadros preferidos. Pero  Renoir se queda fiel a su filmografía: el cristal no es tan puro como el de Ophüls; tiene una grieta por la que el pintor ciego se abre paso hacia un futuro posible: quemará el pasado y el mar apaga el fuego que consumía a la mujer, el marido y el amante.  

La pregunta ¿dónde acaba el teatro, dónde empieza la vida? que Deleuze cita a propósito de la obra de Renoir, tiene aquí su más evidente representación en el plano final. El marido y la mujer salen por la derecha, el amante por la izquierda. El boquete en el cristal que les encerraba (y sobre todo al marido ciego que guardaba su pasado en un armario) estalla: el boquete ha llenado la pantalla liberada por fin de los actores.


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