18.10.12

"Daisy Kenyon" de Preminger


Entre el amor y el pecado(1947)
Dirección : Otto Preminger
Guión : David Hertz (una novela de Elizabeth Janeway)
Fotografía : Leon Shamroy
Música : David Raksin

Actores:
Joan Crawford : Daisy Kenyon
Dana Andrews : Dan O'Mara
Henry Fonda : Peter
Ruth Warrick : Lucille O'Mara


La trama es simple: Daisy Kenyon es una ilustradora de revistas famosa, una mujer independiente, libre, papel que conviene evidentemente a la mujer de negocios que era Joan Crawford. Está aguantando desde hace unos años la incapacidad de su amante, Dan O'Mara (Dana Andrews),  para tomar la decisión de divorciarse.
  Él es un magistrado de renombre, comprometido en la defensa de un japonés, asunto que le va añadir problemas a los que tiene con su mujer y sus hijas.
 Frente a esta situación que le está dañando, Daisy empieza una nueva relación con Peter, un soldado que vuelve de Alemania después de la guerra.

Vuelve de Europa,  desilusionado.
Henri Fonda: «Cuando volví de Europa la primera vez después del Día D (traducido en España por: después de la invasión), Nueva York ya no era mi hogar por eso volví a Alemania»
Joan crawford: «En Alemania nada había cambiado,  supongo»

 Peter le propone casarse y Daisy acepta, rompiendo así su relación con Dan. Pero éste no lo entiende así y va a luchar para no perderla.
 Daisy tendrá que "luchar para ser feliz" y hasta el último momento no sabremos cómo acabará su lucha.

Preminger utiliza esta clásica historia del triangulo amoroso como marco para una pintura de las pasiones: las incertidumbres, los fríos cálculos, la rabia contenida. Es el mundo de las apariencias de una sociedad burguesa de Massachusetts que se permite llevar a juicio a la mujer como única responsable del adulterio. La traducción del título al español en la época franquista incide por supuesto en esta dirección.

El director prosigue su crítica de la sociedad estadounidense después de Laura y Fallen Angel, antes de Whirlpool y Angel face. Detrás de estas apariencias, Preminger nos propone una reflexión sobre los sentimientos que borra los principios morales y las normas establecidas.  Su cámara, fluida y discreta como siempre, parece preguntarse sobre lo que piensan o lo que van a decidir estos amantes en sus esfuerzos  para no perder el amor del otro. Los observa, los acompaña, se acerca hasta rozarlos, no toma partido ni por una ni por otros. Nos es la fría mirada de un antropólogo ni la autopsia del corazón de una mujer que lucha para conciliar la libertad y el amor. La neutralidad objetiva y el respeto de los diferentes puntos de vista, propios del estilo de Preminger, tienen aquí su plena aplicación. La calidad de los diálogos y de los interpretes hablando  del amor como pretexto para evadirse de los miedos a la soledad y de  la hipocresía de la sociedad,  hacen de Daisy Kenyon una película atípica en las producciones de los estudios de Hollywood  de la época. Es sorprendentemente moderna por la actuación de Joan Crawford y Dana Andrews, dos actores en la cumbre de sus carreras,  por la naturalidad de sus expresiones y de sus movimientos en este apartamento donde vive Daisy, trabajando, tomando café, discutiendo. Con el veterano Leon Shamroy como director de fotografía, Preminger consigue una atmosfera de cine negro en estos momentos íntimos. La música de David Raksin envuelve esta atmosfera con dos temas de jazz, uno de ellos favorito deDaisy,  como le pasaba a Stela (Linda Darnell) en Fallen Angel: imágenes sonoras y narrativas sobre la feminidad, el toque Preminger.