15.12.12

Marcuse: Cultura y Ciencia


Después de la página "Marcuse: Cultura y Civilización", seguimos con el resumen del  Ensayo publicado en el libro colectivo Science and Culture en 1965: Herbert Marcuse: Notas para una nueva definición de la cultura.


La contradicción de la ciencia

La responsabilidad de la ciencia en cuanto a su impacto sobre la condición humana corresponde a la función del método y de los conceptos científicos mismos y no a la responsabilidad personal y moral del científico. La ciencia, como actividad intelectual, es, previamente a toda aplicación practica, un instrumento en la lucha por la existencia, en la lucha del hombre con la naturaleza y con el hombre; sus hipótesis directivas, sus proyecciones y sus abstracciones surgen en esta lucha y anticipan, preservan o modifican las condiciones en que se desarrolla.

Nuestra sociedad ha asumido el juicio de valor que consiste en considerar que la razón científica ha de mejorar estas condiciones y, por consecuencia, la "civilización" ha sido su gradual y penosa realización… [El] método científico ha sido el requisito previo de todo el progreso técnico y material conseguido desde la Edad media. Ha presidido los conceptos racionales de hombre y de naturaleza y ha servido para crear las condiciones previas para una sociedad racional, las condiciones previas de la humanidad. Y lo ha hecho mientras aumentaban al mismo tiempo los medios materiales de destrucción y dominación, es decir, los medios para impedir la realización de la humanidad. La construcción ha estado vinculada con la destrucción desde el comienzo; la productividad con su utilización represiva, la pacificación con la agresión.

Nuestra civilización es la de la conquista de la naturaleza, de la explotación de los recursos naturales, de la conquista del hombre por medio de la  explotación de sus recursos físicos e intelectuales. Es una civilización que lucha con la naturaleza por medio de la lucha por la existencia, en formas agresivas y represivas a nivel tanto personal como nacional e internacional.

La sociedad debe reflexionar sobre –y responder a –la cuestión de si la ciencia, en vez de liberarnos de la lucha por la existencia,  la perpetúa y la intensifica: la investigación al servicio de la industria nuclear ¿no tiene acaso una vertiente destructiva? La industria de la información y la comunicación ¿no nos lleva a la "atrofia planificada"? La relación entre ciencia y tecnología se hace cada vez más borrosa. Con la voluntad de dominar progresivamente la naturaleza, la racionalidad científica, esta "pureza" específica de la ciencia,  conduce tanto a la construcción como a la destrucción, a más humanidad como a la inhumanidad y esta contradicción se sitúa en el interior del conjunto de la investigación científica, entre los terrenos, los métodos y los conceptos: los hay que defienden la vida y los hay que la empeoran… La ciencia ha creado su propia cultura, y esta cultura está absorbiendo un sector de civilización cada vez mayor.


Cultura: oposición y negación de la cultura científica

Marcuse critica la visión de una civilización con "dos culturas": la científica y la no científica (literatura, artes, filosofía…) y el alegato a favor de su unión que desarrolla C.P. Snow en  "The two cultures: And a second look"- 1964. No hay acercamiento posible entre las dos. Lo que la ciencia define y domina no es el "orden natural" y el "edificio científico del mundo físico" no es "en su profundidad, complejidad y articulación intelectual, la obra colectiva más maravillosa y bella de la mente humana" –las citas son de C.P. Snow. Marcuse responde que si el edificio de la cultura no científica es infinitamente "más maravilloso, profundo,  complejo y articulado" no es cuestión de gustos: El universo de la cultura no científica es un universo multidimensional…  en el que toda la objetividad se halla cualitativamente relacionada con el sujeto humano. Critica el absolutismo aterrador que se esconde detrás de la modestia científica que relega a los  modos de pensamiento no científicos, pero racionales, al reino de la ficción, de la poesía o de las preferencias. Sin embargo, nada hay de regresivo en la insistencia en que toda la energía y todo el dinero dedicado al espacio exterior se dilapidan en la medida en que se dejan de emplear en la humanización de la tierra… La conquista del espacio exterior puede acelerar la comunicación y la información, pero lo que hay que preguntar es si éstas no son ya suficientemente rápidas y extensas, o incluso demasiado rápidas y extensas para lo que se comunica y para lo que se hace… La racionalidad de la competencia política y militar global no es necesariamente sinónimo de progreso humano. Cuando este último va ligado a lo primero, los medios de información asociados al sistema político hacen aparecer la protesta contra esta vinculación como una forma de regresión irracional; pero esta perversión es a su vez obra de la política.

Lo que Marcuse describe en su ensayo como cultura no científica, cultura superior, espacio y refugio intelectual y físico de los individuos es la negación de la sociedad en su realidad actual dominada por una cultura científica:

La cultura no científica, (me limitaré aquí a la literatura como ejemplo no científico) habla un lenguaje propio, sustancialmente diferente del lenguaje de la ciencia. El lenguaje de la literatura es un metalenguaje en la medida en que no pertenece al universo del discurso establecido que expresa el estado de cosas existentes. Expresa "un mundo diferente", regido por principios, valores y patrones diferentes.  Este mundo diferente aparece en el mundo establecido, se introduce en las ocupaciones diarias de la vida, en la experiencia de cada uno y de los demás, en el entorno social y natural. Independientemente de lo que instituya esta diferencia, hace que el mundo de la literatura sea un mundo esencialmente otro, distinto; una negación de la realidad dada. Y en el grado en que la ciencia se ha convertido en una parte integrante de la realidad dada, o incluso en una fuerza impulsora que está por debajo de ella, la literatura es también la negación de la ciencia. No existe un realismo (científico) en la autentica literatura de Occidente ni s quiera en la obra de Zola. Su sociedad de segundo imperio es la negación de esa sociedad en su realidad.

Por eso, cuando los medios científicos llevan a la sociedad hacia la administración total, la cultura no científica encuentra en la alienación un requisito previo para la oposición y la negación. la cultura puede, desde el aislamiento, preservar el refugio y la reserva tan necesarios en los que se mantienen las verdades y las imágenes olvidadas o eliminadasla cultura no científica preserva  las imágines y los fines que la ciencia, por sí misma, no define ni puede definir, esto es, los fines de la humanidad.


De la lucha a la pacificación

Sin embargo, la racionalidad científica tendría que apuntar a la eliminación de la escasez, la servidumbre del trabajo y la injusticia en todo el mundo. El progreso implica la posibilidad de pacificar la lucha por la existencia, y este progreso se consigue si la ciencia se libera a sí misma de  la dialéctica fatal del Amo y el Esclavo que transforman la conquista de la naturaleza en el instrumento de la explotación. Así que debe liberarse  de los amos que la ciencia misma ha contribuido a crear.

¿Liberarse o liberarla? No puede ser un acontecimiento exterior lo que libere la ciencia porque dejaría la empresa científica con su estructura intacta. Se trata de afectar al mismo método científico en su forma de experimentar y en su proyección de la naturaleza. Se trata de cuantificar científicamente unos nuevos objetivos, derivados de una nueva experiencia del hombre y de la naturaleza: los objetivos de la pacificación.

Un paso tímido sería una política de discriminación con respecto al apoyo y a las prioridades. El ejemplo de numerosas Universidades que se niegan a comprometerse con el enorme apoyo financiero del que goza la ciencia en proyectos militares y espaciales lleva a Marcuse a proponer la creación de alguna institución  que no simplemente mantuviera esa regla, sino que propiciara activamente la publicación de documentos sobre abusos de la ciencia para fines inhumanos. Actualmente, incluso estas ideas modestas y prudentes son descalificadas como necias y románticas... [lo que]…no destruye necesariamente el valor que puedan tener…

Marcuse reconoce que tal política supone la existencia de gobiernos, fundaciones y empresas lo suficientemente poderosos y deseosos de reducir rigurosamente el establishment militar, lo cual es una hipótesis más bien poco realista… Pero insiste sobre la necesidad de resolver, no sólo la contradicción que tiene la ciencia entre sus objetivos racionales y reales, sino también la contradicción que tiene la sociedad en su propia educación si ha de darse el progreso: si le queda todavía algún sentido a la afirmación de Kant de que "la educación no debe ser para la sociedad actual sino para una sociedad mejor", la educación debería alterar también (y acaso principalmente) el lugar de la ciencia en las Universidades y en la zona de "Investigación y Desarrollo" en su conjunto.