20.2.13

"Three Strangers" de Jean Negulesco


Dossier  En los limites del cine negro

Tres extraños (1946 )

Director: Jean  Negulesco
Guión:  John Huston-Howard Koch
Música:  Adolph Deutsch
Fotografía:  Arthur Edeson
Actores:
Sydney Greenstreet es Jerome K. Arbutny
Geraldine Fitzgerald es Crystal Shackleford
Peter Lorre es Johnny West
Joan Lorring es Icey Crane
Peter Whitney es Gabby
Alan Napier es David Shackleford



Historia de un guión

Howard Koach y John Huston escriben el guión a partir de un relato de Huston. Koach ha trabajado anteriormente con los hermanos Epstein para Casablanca (Michael Curtiz-1942) y Mission to Moscow en 1943, encargo de la administración Roosevelt a la Warner y en la línea de una   política pro soviética en un momento de lucha contra el nazismo. Koach firma también el guión de Carta a una desconocida en 1948 antes de encontrarse, tres años más tarde, en la lista negra del macartismo. El relato de Three Strangers nace mucho antes de The Maltese Falcon, aunque la película sale cinco años más tarde y parece, por su temática y sus actores,  que es una prolongación de El halcón maltés. Huston escribe en su autobiografía,  An Open Book, que la inspiración le ha venido después de la compra de una estatua china de madera en una tienda de antigüedades y de una conversación a propósito de unos boletos de carreras de caballos en Irlanda. Se dice que Hitchcock, contactado por Huston, aprobó su proyecto de hacer una película, sin más… Huston presenta el proyecto a la productora  Warner que lo compra en 1937. Cuando se decide producir Three Strangers, Huston se encuentra alistado en el ejército (ver en este Blog el Dossier: Cineastas en los campos) y Warner confía la dirección a Jean Negulesco.
Jean Negulesco ha rodado anteriormente el film negro The mask of Dimitrios (1944) a partir de una novela de Eric Ambler, autor de obras llevadas al cine como Background to Danger (raoul Walsh-1943) o Journey into Fear (Norman Foster-Orson Welles-1943). En este mismo año del estreno de Three Strangers, rueda Nobody Lives Forever (Nadie vive para siempre-1946) con el mismo equipo musical y fotográfico y con la actriz Geraldine Fitzgerald. Hablaremos más detenidamente de Negulesco con Road House en una próxima página del Dossier.
La dirección fluida y elegante de Negulesco no llega a mitigar la sobredosis de cinismo, pesimismo, misoginia de Huston. Despejado del glamur y las grandes estrellas,  el  cruel humor de los guionistas resalta  mucho más que en The maltese falcon,  expresado por unos actores en estado de gracia, particularmente Peter Lorre, el actor de M (Fritz Lang-1931) y Stranger in the third floor (El desconocido del tercer piso-Boris Ingster-1940). 
El gordo y el flaco del cine negro
He seguido anteriormente  la pista a Bogart y a George Raft en papeles que no les corresponden dentro de sus filmografías –respectivamente Conflict y Nocturne. Antes de juntarlos en They Drive by Night (La pasión ciega- Raoul Walsh),  tropezamos con dos actores que fueron actores de reparto en sus películas: Peter Lorre y Sidney Greenstreet. Con Bogart ruedan The maltese falcon (El Halcón maltés-John Huston-1941. El director repite con Bogart, Mary Astor y Greenstreet, pero sin Peter Lorre,  al año siguiente con A través de Pacífico),  Casablanca (Michael Curtiz-1942) y Passage to Marseille (Michael Curtiz-1944). Con George Raft es Backround to Danger (Raoul Walsh-1943). En 1944, los dos compadres llegan a ser protagonistas por fin: ruedan dos films negros bajo la dirección de Jean Negulesco: The Mask of Dimitrios (La máscara de Dimitrios) seguido de Three Strangers. Este protagonismo lo mantendrán con The verdict (Don Siegel-1946).  

Kwan Yi para seis ojos
En el laberinto oscuro de la mente humana aparecen "Las posibilidades": tentadoras, seductoras, dan fuerza para lanzar los dados o apostar por un caballo o… confiar en Kwan Yi.
En la noche vieja del calendario chino, a las doce de la noche y sólo en presencia de tres individuos que no se conocen,  la diosa Kwan Yin  abre sus ojos y su corazón – esa es el tipo de mujer que a mí me gusta dirá Johnny más tarde –tres,  como símbolo de la vida en China,  como para nosotros el siete,  añade,  orgulloso de  sus conocimientos esotéricos. Cada uno de los tres extraños demuestra en este momento su superstición: Crystal con la diosa, Johnny con la numerología, Jerome  con el rechazo a encender tres cigarros con la misma cerrilla.
Tienen que tener el mismo deseo: Crystal piensa que lo más evidente es el dinero, Johnny propone la apuesta  de carreras porque compró un boleto con sus últimos chelines.  Crystal propone que sí ganan lo reinviertan todo en las carreras en gesto de buena fe hacia la diosa y que, si vuelven a ganar, se repartirá la ganancia. Firman el acuerdo sin ver la firma de los dos otros.

Jerome, abogado frustrado,  quiere abrir un buffet e ir más lejos en la especulación.
Crystal cita un proverbio chino: sólo  se puede confiar en el amor cuando no hay nada que ganar. Quiere recuperar a su marido, pero con la independencia que le da el dinero.
Johnny compraría el bar Blue Crown (yo podría encontrar el Blue Crown dormido) pero este conocedor de la mente humana –y del whisky – añade: queremos que kwan Yi reconstruya la mano que el destino ya nos tenía preparada, porque queremos tener cartas más altas .La luz se va justo en el momento en que la estatua debe abrir los ojos, cada uno cree lo que quiere creer… Para Crystal, otro deseo es posible, ha hecho lo que se proponía reuniendo a dos extraños más.
En el Londres de 1938
 De noche,  bajo la lluvia de los estudios de la productora Warner, la ambientación es fascinante: en casa de Crystal, en las oficinas de Jerome o de okupas en unas ruinas con Johnny y Gaby, estamos siempre en un  no-lugar.  La música de Adolph Deutsch acompaña el misterio: sinfónica con Jerome, se vuelve romántica con la entrada de violines para Crystal, más jazzy con el saxo para Johnny, amenazante cuando Gaby, el acólito de Johnny,  se enfada. El veterano músico ha trabajado para el cine negro con Negulesco (La máscara de Dimitrios, Nadie vive para siempre en 1946) y con Huston (El halcón maltés en 1941) fuera de los grandes musicales y las comedias de Billy Wilder El apartamento y Con falda y a lo loco.
Es Peter Lorre / Johnny quien  da el ritmo, no sólo porque toca el piano sino por su doble juego: del borracho que sabe que lo van a cuidar,  al tierno y querible pequeño ser que habla con los monos en los árboles del jardín, emana una poesía que invade la pantalla. Hay unos personajes secundarios que crean una cierta confusión – ¿prevista a propósito en el casting? –por sus parecidos: David, el marido de Crystal y el acusado Fallon o Icey y Janet, amante de David. En ellos,  y todavía más en Lady Rhea o los empleados de la oficina de Jerome,  se nota la fuerza del guión y de la dirección de actores.  La fotografía excelente del veterano Arthur Edeson (Pasión ciega, El halcón maltés, Casablanca, La máscara de Dimitrios, para citar algunas de sus aportaciones al cine negro de la década de 1940) da a este cuento esotérico la atmósfera negra que le conviene.

Algunas excelentes secuencias

 El refugio de Johnny y Gaby.


Icey acompaña a Johnny hasta la habitación donde se ha refugiado con Gaby. Ella lo quiere pero Johnny no acaba de creérselo… o está demasiado pegado al posesivo y envolvente Gaby. Dice  Johnny a Icey: – las mejores amistades son las más recientes y las que duran muy poco.
Él, borracho,  canta entonando con la música de la banda sonora, mientras sube la escalera. La dueña del tercer piso (guiño a una anterior película de Peter Lorre),  sospechando de Johnny y Gaby, actúa con unos interesantes efectos de cine mudo.
Si Johnny se ríe de él mismo y de su adicción al whisky, Gaby (foto) se queja de sacarle del apuro sobre todo cuando hay un asesinato por medio: el acusado y verdadero responsable de lo que ha pasado es Fallon, encarcelado y que los acusa. somos dos seres perdidos en este globo, no debemos quedarnos aquí más tiempo dice Johnny cuando se dan cuenta que la dueña sospecha de ellos… y se van a esconder bajo los puentes de la Támesis.
En cuanto al asesinato, Fallon tiene una coartada  que no funciona: está apoyada por el Major Beach, del movimiento de Oxford. Este habla en el juicio de una "velada serena" con Fallon e Icey: una "velada serena" es un periodo de silencio en que las personas presentes abren sus almas al espíritu divino. El Mayor es en realidad un charlatán que hizo un tráfico de  droga en el ejército durante la guerra… La coartada cae.
El alcohol: Johnny está siempre de buen humor, riéndose de él mismo y de las situaciones donde se mete o lo meten los demás. Declama sentencias sabias y filosóficas. Explica así a Icey  su adicción al alcohol: ¿sabes algo de  la psique? Es lo que nos hace ser humanos… A la mía le falta algo. Ya sabes eso de que cuando a uno le falta una pierna, resulta que le pica y quiere rascarse. Pues eso es lo que le pasa a la parte de mi anatomía psíquica. Siempre que me pica, me tomo una copa. Esta noche me pica una barbaridad…

Icey lo quiere: voy a cuidar de ti Johnny, vayas donde vayas, iré contigo. He sido siempre pisoteada, tú haces que me sientas como  si fuera alguien. Johnny promete no beber nunca más.  Pero lo pillan en el Blue Crown y lo encarcelan en una celda donde el último condenado a muerte había dejado un gramófono. Dice el guardia: -se pone la aguja, se baja, el disco suena  como si fuera nuevo
Me pregunto si ocurre lo mismo con el destino piensa Johnny
Icey quiere liberar a Johnny pero es Gaby que se sacrifica por él.

Crystal y su marido. Crystal avisa la embajada donde trabaja David,su marido,  del escándalo que puede provocar su relación con otra mujer. Inestable,  apasionada, a veces histérica, no cree en nada –menos en la diosa china dice David. Lucha para salvar  su matrimonio… o tiene miedo a la soledad,  pero su falta de psicología hace que David no cae en su trampa. 
Crystal, rabiosa,  le quema la mano con un cigarro, lo provoca,  se cita con un detective privado, hasta encontrar a Janet, amante de David… y hacerle creer que esta embarazada.

El intento de suicidio de Jerome. Es un crédulo a pesar de la autoridad que quiere demostrar, particularmente a sus empleados: su cliente Lady Rhea comunica con su marido muerto, el cual confía en Jerome para gestionar su fortuna. En realidad, él está especulando con los fondos de la dama y se encuentra en apuros.
No puede cubrir las pérdidas provocadas por su especulación. En una secuencia inolvidable, intenta suicidarse cuando Lady Rhea le pide las cuentas.


 Pero el boleto está a punto de ganar- Crystal no quiere venderlo y el boleto se queda hasta la carrera final del Gran Nacional.  Lleva por detrás la firma de cada uno: están los tres ligados.
Encuentro final de Johnny con Icye… en el Blue Crown: "Bienvenida a casa"  le dice Johnny en el medio del Bar – ¿volverá a la bebida? – Icye, que nunca se te ocurre mezclarte con una diosa china, es lo peor que puede ocurrirte

En cuanto al boleto…