19.1.10

N.B.Ceylan-"Tres monos"



Tres monos: un nuevo giro en la obra de Ceylan



En ruptura con su filmografía, que puede sorprender hasta desilusionar a sus seguidores, Nuri Bilge Ceylan nos propone una obra en la cual ni él ni su familia actúan (su mujer participa sólo en la redacción del guión ) y que se deshace de las referencias autobiográficas de sus películas anteriores. El director turco insiste más bien en la descripción elaborada de la dislocación de una familia, en un ambiente de tensión política, con la reelección en 2007 del partido islamista turco .

Sin embargo, el giro que da Ceylan se encuentra principalmente en la relectura que hace de la modernidad cinematográfica, representada por los maestros, revindicados hasta ahora, como Robert Bresson o Andreï Tarkovski, o citados explícitamente como Michelangelo Antonioni. esta reinversión la practica un Ceylan maduro en dos direcciones: utilizando con maestría la cámara digital después de su primer ensayo con Climas, y con su manera de diseccionar las relaciones humanas. Tres Monos es una película atmosférica y sensorial con una arquitectura sonora dedicada a la representación de unas relaciones humanas inmersas en su medio cultural y dominadas por los meteoros.

[1] en cuanto a la imitación, para quedarse con la citación. verdadero "asesinato simbólico" el de la escena delante de la tele que proyecta Stalker: el protagonista aburrido aprovecha la salida de su primo, todavía más aburrido, para pasar una pelí porno.

Este paso a la edad adulta con Uzak lo lleva a un nuevo paso, la era del digital. Con Climas, el cineasta no va a sufrir la evolución tecnológica sino que se la apropia como lo hace Jia Zhang ke por ejemplo. En Tres monos, el trabajo de la imagen en post-producción le permite modificar la densidad luminosa y la textura con una precisión asombrosa en cada plano y acercarse así a la interioridad confusa y fracturada del humano. Con la misma cámara que la de Climas, el trabajo en video HD de Gökhan tiryaki domina la relación entre nitidez e imprecisión deshaciendo así los espacios: «Uno decide que los rincones serán más oscuros, los negros más densos en tal parte del cuadro...Así se puede retocar cada plano como si de un lienzo se tratara» dice Ceylan que reconoce asociar estas posibilidades a su exploración de la psique humana, una búsqueda que el cineasta quisiera llevar al nivel de la obra literaria de un Dostoïevski: «Quizás, lo alcancemos un día. A mi, lo que me interesa es intentar comprender lo que pasa en lo más profundo de la naturaleza humana».

[1] Ceylan no rompe con el culto a su padre volviendo a la fotografía (su primera profesión): es la serie de fotos "For my father" realizadas entre 2006 y 2007 en colaboración con su mujer Ebru .

Memento

El teatro familiar y Confucius en un" Desierto Azul"

Un puerto, el enfrentamiento entre la tierra y el mar, campo/contracampo de una frontera infranqueable, zona turbia del repliegue sobre uno mismo, de la espera. La familia –la mujer y el hijo, y el padre de vuelta al hogar –juega peligrosamente a "los tres monos" del cuento de Confucius. A Ceylan le gusta ahondar las grietas del sentido: «los tres monos tienen un significado positivo que representa la sabiduría de no oír el mal, no verlo, no hablarlo». Aquí, sin embargo, no se trata de sabiduría, sino de una pintura magistral de la exteriorización de unas almas incomunicadas y de los silencios que anticipan las decisiones .
Tres habitaciones para tres monos: tres habitaciones que componen diversos cuadros en el plano. Con un trabajo notable sobre los espacios, Ceylan crea unas imágenes metafóricas que ponen en evidencia la separación y el encarcelamiento de los personajes. Una coreografía de personajes-insectos que invaden la pantalla por la parte baja, derecha o izquierda, tal los insectos que poblaban la pantalla de La Aventura en su primera parte. Espacios claustrofóbicos, donde sólo queda, reflejado por los primerísimos planos, la expresión del afecto como síntoma de un mundo imaginario. soledades con sus potencialidades, sus posibilidades en las profundidades del espacio-tiempo azul y blanco donde merodean el hijo muerto y el gato maullando.

No es el mundo industrial del Desierto Rojo lo que encierra a la mujer, no es el Azul que filma la cámara escondida, este inconsciente de Caché tratado por Michael Haneke. Tampoco el Azul del mundo kafkaiano donde se mueve el Sam de "Brazil" de Terry William, sino un mundo en blanco y negro, una fotografía expresionista coloreada de azul, donde aparecen manchas rojas (un muro, un bolso, una cortina, una prenda…), un desierto azul. Es el universo de la explotación del hombre por el hombre y de la mujer por los hombres: el padre, el amante, el hijo. aquí, ella se encuentra, como en Desierto Rojo de Antonioni, en el centro de gravedad de este triangulo.
Ceylan filma lo indecible a través de imágenes temporales, con una sucesión de planos elípticos, repetición de planos en momentos distintos, o largos planos-secuencia (admirable plano final del orden familial restablecido por el padre ¿bajo el rayo justiciero de Zeus?). Alargando las distancias entre los seres, entre la reflexión, la decisión y la acción, Ceylan rinde homenaje a Antonioni con su manera refinada de pintar la desesperación que precede el reconocimiento del desamor hacia uno mismo como hacia el otro.
La imagen sonora después de Bresson

Los sonidos enlazan los espacios y los organizan en mundos cerrados. La música es la llamada lejana del muecín, o la llamada del móvil: no hay música sino la de este móvil que exacerba los sentimientos. Imagen sonora, también metafórica, que representa esta música llena de sobrentendidos.
Bresson es el maestro «para pensar el cine» dice Ceylan, que trata el sonido con una exigencia que, según su director de montaje Olivier Dô Húu, roza la obsesión: sonido montado, cortado, fabricado para llegar a hacer un indicador de atmósfera y de psique.
La imagen digital después de Tarkovski

La filmografía de Ceylan empezó bajo la doble tutela de su padre, escritor y guionista, y Tarkovski, dos personalidades que le inspiran Koza, Kasaba y Nubes de Mayo, verdadera red organizada alrededor de El espejo, autobiografía poética de Tarkovski. Con Uzak, el cineasta corta el cordón con Tarkovski