"Les herbes folles" de Alain Resnais
Siguiendo unas malas hierbas crecidas en los intersticios de un camino, Resnais nos lleva hasta la puerta de un palomar (¿el inconsciente?). Los títulos de crédito aparecen de cada lado, apajerados, variación sobre el binomio: dos dentistas, dos policías, …actual y virtual, real e imaginario. Entramos en un teatro del absurdo, con un lenguaje desfasado, unas decisiones impulsivas, a veces sin sentido y desviando el curso de la narración. No estamos muy lejos de Beckett o Ionesco.
Como en "Mi tío de América", Alain Resnais indaga en lo extraño que se esconde en la mente humana, estas pulsiones irracionales que nos hacen parecer a estas hierbas salvajes, tan vivaces que se infiltran por las placas de asfalto. «Nunca llegamos a conocer nuestras verdaderas pulsiones, nuestras verdaderas motivaciones» nos dice Resnais.
La película se presenta como una construcción poética que se sitúa entre el "vuelo" de un bolso y un vuelo en avión. Es el encuentro imprevisible de un hombre y una mujer. Él, aventurero del imaginario con sus emociones cinematográficas ("Los puentes de Toko-Ri" con William Holden) y su pasión por las hazañas de una pilota de los años 30. Ella, una Mrs Muir (¿homenaje a "El fantasma y la señora Muir" de Mankiewicz?). Resnais pinta un mundo de deseos con colores brillantes, coches amarillos, zapatos rojos. Es el recreo de la memoria, la vida como una novela, beso hollywoodiano con la música de la Twentieth Century Fox… "The End".
se integra a esta construcción poética: «El ideal, para mí,
es que ni el cartel ni el trailer contengan imágenes de la
película. Un cartel dibujado sugiere algo… hace soñar.
¿Que es esta facultad humana que consiste a tener interes
por el imaginario? Es muy enigmático…Estoy impregnado
de surrealismo».
Memento