ALGUNOS DATOS
Con más de 130 películas entre 1917 y 1966, la carrera de John Ford se parece más a la de un escritor o un pintor que a la de otros cineastas. Por ser un autor de Westerns, pocos reconocen que ha sido uno de los más grandes realizadores americanos, aunque Eisenstein y algunos otros sí reconocen la gran elegancia de su arte y la discreción de sus efectos.
En una época en la que el sistema de standardización era tan pesado, Ford tenía el arte de utilizarlo montando la película mientras rodaba y realizándola así en un tiempo mínimo. Entre 1937 y 1941 una serie de obras maestras lo llevan a la cumbre y le permiten luchar contra el mac-carthysmo y la tiranía de los productores montando su propia productora, Argosy, como lo hicieron Fritz Lang o Frank Capra. Desde 1946, Ford se aleja de la “forma clásica” del Western, desplazando con sutileza los datos habituales de este género, para llegar a la confirmación de esta tendencia en “Liberty Valance”.
Para esta película –su primera en blanco y negro desde “Río Grande “en 1950, y su última-, Ford firma con Paramount y se compromete personalmente con la mitad del presupuesto. “Liberty Valance” fue rodada en Septiembre 1961 y distribuida en Abril 1962.
La película se inspira en una novela corta de Dorothy M. Johnson (autor de novelas que han sido el origen de películas conocidas como “A man called horse” o “The anging tree”). Ford parece haberse inspirado también en “Tierras vírgenes: símbolos y mitos del Oeste” de Henry Nash Smith que habla de un cierto Doniphan (papel de John Wayne) y un Stoddard (papel de James Stewart), abogado de Massachusetts que fue nombrado por Jefferson primer gobernador de Luisiana.
ZOOM
Película famosa por su doble flash-back, “El hombre que mató a Liberty Valance” empieza como “Ciudadano Kane”: la investigación sobre una persona (aquí un personaje oscuro que pocos conocen). Si los periodistas de Ciudadano Kane no llegaron a conocer la significación de “Rosebud”, ningún lector del Shinbone Star conocerá la verdadera historia del "hombre que mató a Liberty Valance" en el pueblo de Shinbone: para el periodista «estamos en el Oeste; cuando la leyenda se torna realidad, hay que imprimir la leyenda».
Si Orson Welles, que realizo su película a partir de las enseñanzas de Ford, trata del misterio del magnate Kane, John Ford nos habla de la distorsión entre la Historia, tal como se vive en la memoria colectiva, y los hechos mismos: en una democracia representativa, la leyenda y las mentiras permiten al político ambicioso llegar al poder. La mentira es el fundamento del nuevo Estado.
PANORÁMICAJohn Ford dice adiós al Western con "Los Cheyennes" y con "El hombre que mató a Liberty Valance", western crepuscular dentro de un género que no paró de ser crepuscular y de hablar de un mundo que desaparece. El cineasta nos sitúa después de la desaparición de este mundo para, a continuación, enseñarnos con lucidez el proceso que ha conducido a tal desaparición.
En “El hombre que mató…”, dos épocas se encuentran en oposición. A pesar de que no hay indicación precisa en cuanto al lugar y la fecha de los acontecimientos, diferentes detalles sitúan la primera secuencia en el principio del siglo XX (1910 aprox.) con un flash-back en los años 1880, época del “Oeste del pasado”: el paso de la diligencia al tren, los problemas de irrigación… Ford insiste sobre el “mito del jardín” que ha acompañado la llegada del tren, con la escuela, las primeras elecciones y otros elementos de civilización y que sustituye al “mito del desierto” (la flor de cactus) que atrajo a los aventureros y desperados. Una transformación que se hace en 30 años y nos lleva a la primera época con la que empieza y se cierra la película, la del Jardín y la Leyenda: hace falta sacrificar un cierto modo de vida para que el desierto pueda fructificar.
Muchos detalles como la referencia a Horace Greeley, -(periodista famoso del New York Tribune, que tiene un papel en la colonización del Colorado)- y a la rivera Picket Wire que es el nombre que daban los vaqueros a La Rivera del Purgatorio situada en el Colorado, hacen pensar que el pueblo se sitúa en esta región, que elige ser un estado de los Estados Unidos en 1876.
MIRADAS CRÍTICAS
La técnica narrativa de Ford impacta por su densidad y la economía de medios; ni el tipico paisaje de Monument Valley, ni colores, sólo una perfecta articulación de los eventos y de las relaciones, sin explicaciones superfluas y con una concepción precisa y acertada de los detalles : a partir de un hueso (Shinbone), Ford reconstituye un esqueleto entero.
El problema político que presenta Ford corresponde a la voluntad de los ganaderos del norte de la rivera de mantener el territorio como región abierta; éstos mandan a Liberty Valance para que se presente a las elecciones en el Sur, región de los granjeros. “Open range” ("Territorio abierto") es el eslogan de los ganaderos, representando una cierta idea de la libertad, la de los grandes espacios y que se va tornar lema de un partido político.
El propósito de Ford va más allá de la situación política del Oeste y de elegir al "Estado contra el Territorio" para instaurar la ley y el orden. Ford plantea : ¿qué es la democracia? El derecho de voto, la educación y la libertad de la prensa son los temas esenciales. Sin embargo, se deja entender que la educación conlleva una cierta coerción (no beber, no fumar, saber poner los cubiertos…). Por otra parte, la oposición entre la violencia de un país sin ley y la organización de una sociedad según las leyes, pone en evidencia la libertad de la prensa como condición esencial para acceder a dicha sociedad.
En cuanto al derecho de voto, Stoddart (James Stewart) lo propone al pueblo como nuevo poder. Sin embargo, él es el único ciudadano que puede y desea disfrutar del poder. Cuando aprende “la verdad” –lo que le permite tener la consciencia descargada de la responsabilidad de un crimen –no le importa en absoluto seguir siendo un “justiciero” para la opinión pública: el hombre que mató...
La mentira es el fundamento del nuevo Estado. La epopeya del Oeste y la época gloriosa de Hollywood han pasado, nos dice un John Ford amargo: es la muerte de una cierta América y de todos los viejos mitos, del reino de los actores y del cine americano. La moral de la historia es que para ser un “Gran Hombre” no sirve de nada defender los grandes principios de la Constitución. Vale más matar a alguien. En la era del "cesarismo electrónico" según Umberto Eco, se evidencia la dualidad que provoca el culto a la personalidad en los votos de los "ciudadanos-espectadores" de las democracias representativas actuales: pedir al elegido la eficacia propia de un hombre de negocios y ser un jefe… de guerra si hace falta.
Dossier Cine
y Democracia- En épocas de mentiras continua...