Esta
página pertenece al Dossier CINE NEGRO parte III: Enel corazón del cine negro
Vorágine
(1949)
Guión: Ben Hecht y Andrew Solt sobre un relato de Guy Endore. Al margen de sus numerosos trabajos con Hitchcock, Ben Hecht escribe o participa, a veces sin aparecer en los títulos de crédito, en el cine negro: con Preminger en The man with the golden arm, angel face, Where the side walk ends, con Siodmak en Cry of the City, con Hathaway en Kiss of Death…
Fotografía: Arthur C.Miller , veterano director de fotografía que firma su último trabajocon la película negra de Joseph Losey The Prowler (1951).
Actores: Gene Tierney es Ann Sutton (ícono del cine negro que vimos ya en Laura, The Shanghai Gesture)
- Richard Conte es Dr. William Sutton en un papel que no corresponde menos a su personaje habitual (ver en este Dossier: Cry of the City o Call Northside 777)
José Ferrer es David Korvo (de Kuorvo en Yiddish, "gigoló")
-Charles Bickford es el teniente de policía Colton en un papel muy diferente del que tenía en Fallen Angel (ver en este Dossier)
Encontramos en Vorágine las marcas estilísticas,
temáticas y narrativas que Preminger establece en Laura unos años antes. La
elección de la misma actriz, Gene Tierney, da al espectador la sensación de
una continuidad entre las dos películas. Laura se llama aquí Ann. Presenta una personalidad enigmática, doble como Laura:
mujer mundana, casada con un
psicoanalista famoso de Beverly Hills, Ann es cleptómana y sufre insomnios. Detrás del amor al marido se esconde el
miedo, el sentimiento de dominación por parte del hombre que Laura sabía
combatir en su afán de libertad, pero que Ann acepta por una herida afectiva de
la niñez frente al padre.
Esta relación donde el hombre es un sustituto del padre y
que Laura tenía con Waldo, Ann no la va a tener sólo con su marido sino también
con el extraño doctor Korvo. Este utiliza
unos métodos alternativos al psicoanálisis para curar a Ann: la hipnosis.
Consigue por lo menos eliminar su insomnio y asegurarla hasta tal punto que Ann puede enfrentarse con el poder que
su marido ejerce involuntariamente sobre ella. Pero la dominación de Korvo va seguir actuando sobre Ann. Llega
a manejarla desde su cita en un restaurante
después de haberla sacado de un aprieto en un gran almacén donde robó una joya.
La hipnotiza en el tercer encuentro, controla
sus gestos, adivina sus migrañas. Es el precio del tratamiento.
Korvo la manipula
con la ayuda de la hipnosis para llegar a sus fines: las sospechas del
crimen que ha cometido recaerán sobre ella. Ann se encuentra entonces atenazada
entre tres hombres: Korvo, su marido y el inspector de policía.
Ese no es como
Mark, el inspector (Dana Andrews) que se enamora de Laura, sino un hombre
mayor, herido por la muerte reciente de su mujer.
como
Laura, la relación de Ann con cada hombre va cambiando en función de la
situación. Preminger sigue con su crítica de la sociedad adinerada, aquí hollywoodiana, después de la sociedad
neoyorkina en Laura.
Ann
tiene una violenta discusión con la futura víctima de Korvo
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como Mark, el inspector de policía
pertenece a una clase social modesta. El actor Charles
Bickford nos ofrece una actuación opuesta al papel de
policía brutal y criminal que Preminger le dio en Fallen Angel (¿Ángel o Demonio?).
Confía en la
inocencia de Ann y ayudará al marido, al psicoanálisis oficial, a desenmascarar
al charlatán de Korvo. Este, como Waldo en Laura, vuelve al final al lugar de
su crimen mientras escuchamos el disco de la confesión de la víctima en voz en
off, lo que nos recuerda la charla por radio de Waldo mientras vuelve para
matar a Laura. Como Waldo, apunta a Ann y el tiro destroza el disco. Este plan
del tocadiscos roto esta evidentemente
relacionado con el reloj roto, último plano de Laura.
Pero la continuidad entre las dos películas se debe menos a estas analogías
temáticas que a la representación estilística que nos ofrece Preminger. La famosa
puesta en
abismo de la primera película, con el retrato de
Laura, muerta o viva, como centro de la narración reaparece aquí de una forma
original. El
director retoma esta puesta en abismo de la muerte con el retrato de la víctima.
El cuadro está presente en casi todos los planos de la última secuencia. La temática de la
hipnosis permite a Preminger ofrecer a su actriz Gene Tierney utilizar su
mirada enigmática frente a un retrato, esta vez el de la muerta que Ann
encuentra sentada en el sofá. Ann parece ser una Laura mayor, que mira,
distanciada, un mundo pasado.
Ben
hecht reanuda con una intriga psicoanalítica después de Spellbound (recuerda-Hitchcock) que escribió en
1945, uno de los primeros psicodramas
hollywoodianos, además protagonizado por unos psicoanalistas como Whirlpool.
Preminger rueda en la misma época otras dos películas con un carácter de
psicodrama: when the sidewalk ends (Al
borde del peligro-1950), The
13th Letter (Cartas envenenadas-1951). Sin embargo, Whirlpool
tiene algunos fallos de guión a pesar del talento de Ben Hecht y unos
planteamientos improbables: un psicoanalista que no detecta la enfermedad de su
mujer, la cual conduce en plena noche bajo hipnosis y efectúa una sucesión de
actos en espacios desconocidos, un hombre que se auto-hipnotiza en un espejo
–nos preguntamos quién del doctor Korvo o de su reflejo se queda dormido el
primero. Pero con Preminger los milagros
son posibles:
con un director de
fotografía muy experimentado y la música
de David Raksin –menos melodiosa que la de Laura–, nos ofrece, en los momentos adecuados, unos puntos de vista sugestivos, unos
travellings lentos y una cámara dócil y
elegante como en la primera secuencia en el gran almacén enlazado con los
títulos de crédito. Cuenta con la fuerza narrativa de la imagen para crear una
atmosfera tensa en los diálogos entre Ann y su marido, entre éste y Korvo, para
traducir la sensación de claustrofobia que sufre Ann, ampliada por el poder de
los hombres que la rodean, la aconsejan, la presionan, la doman.