27.9.14

Pragmatismo

Un artículo en Le Monde Diplomatique (Septiembre 2014-p.24) “Ni pausa ni duda para los partidarios de una Europa federal” destaca la posición pragmática de los políticos y movimientos federalistas. Las proposiciones de un federalismo en España por parte del PSOE corresponden también a un cierto pragmatismo. En cuanto al PP, ha expresado su pragmatismo en su política de recortes y de sometimiento a la “Troika”(FMI-UE-BCE) con sus expresiones de una época pasada en boca del jefe del gobierno: “es de sentido común” o “como dios manda”...
este mismo mes,  una entrevista a la ministra de justicia francesa en el marco de un encuentro literario constituye una respuesta adecuada a las posiciones de los profesionales de poder (políticos, empresarios, economistas, gestores de opinión, medios informativos…) y el lenguaje que utilizan. A continuación, un resumen de esta entrevista:
…Los escritores, los poetas concentran las frases: las obras artísticas – literarias, poéticas,  cinematográficas – son  complejas y añaden complejidad. Muestran que, detrás de las apariencias,  hay unos hervideros, unas sedimentaciones, diversas cosas que se chocan entre ellas.
…Las palabras que generan estas obras  deben ser acompañadas, escoltadas,  para resistir a los que quieren ensuciar sus valores y sus fuerzas. Dice Brecht que conviene efectuar una “limpieza de las palabras”.  Los profesionales del poder – y particularmente los políticos neoliberales – han conquistado la semántica, han impuesto un corpus de vocabulario que ha deformado las cosas, empobrecido el pensamiento, fragilizado las capacidades de resistencia y reducido la combatividad. Es el fracaso de la semántica, de la política y de la cultura, porque no hubo combatividad para resistir e imponer las palabras justas sobre la visión de la sociedad, la concepción del mundo.
Las palabras que se han instalado en la sociedad, como por ejemplo el “pragmatismo” tantas veces practicado por los profesionales del poder europeos cuando se trata del futuro económico y social del continente Europa, demuestran que la política ha renunciado a su obligación y su ambición de comprender la complejidad de las cosas y de tomar las decisiones reflexionadas en consecuencia. Los profesionales del poder prefieren hablar de “pragmatismo”, considerar que “no hay que pararse en ideales”, “no hay ideas”: sólo hay decisiones: actúan como un tendero que debe tomar decisiones sobre una lista de objetos para un pedido. Eso es exactamente lo contrario de La política. Así que se trata evidentemente de efectuar un “limpieza de las palabras” y decir que el pragmatismo no tiene lugar en política. Lo que debe tener lugar en política es la comprensión de la situación, de la sociedad, la toma en cuenta del interés general, la capacidad para arbitrar entre unos intereses que pueden ser contradictorios, y la valentía para asumir este arbitraje.  Se trata de una elección política inspirada por una ética y no por el pragmatismo.
La humillación del lenguaje, la violencia contra las palabras practicadas por los profesionales del poder,  es una violencia contra las personas: la estigmatización sistemática de las categorías, una confrontación de categorías: estudiantes contra policías, trabajadores contra sin papeles, inmigrantes clandestinos… Hay una violencia sistemática de la sociedad en la violencia contra las palabras. El discurso político por categorías niega la singularidad, insiste sobre los grupos humanos en función de una supuesta identidad (profesional, racial, origen…). Cuando el político habla de grupos y no de ciudadano de derecho, eso permite dar una cierta legitimidad a la concepción racial o étnica, lo hace maltratando la lengua: eso corresponde a una agresividad que se está volviendo inaguantable.
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