La embuscada 1951
Director: Harold Daniels
Guión: George Bricker y Steve Fisher (relato: Richard
Landau y Geoffrey Homes)
Música: Paul Sawtell
Fotografía: Nicholas Musuraca
Montaje: Robert Golden
Dirección artística: Alberto S.De Agostino
Producción: Lewis J.Rachmill RKO
Actores:
Charles McGraw es Joe Peters
Joan
Dixon es Diane
Lowell Gilmorees Kendall
Webb
Louis Jean
Heydt es Harry Miller
Milburn Stone es Egan
Charles McGraw y Joan Dixon |
Charles
McGraw, uno de los actores más representativos del
cine negro, empezó como uno de los “killers”
del título, asesino de Burt Lancaster en The killers (Forajidos-Robert Siodmak-1946) y desarrolló una carrera con una
aportación impresionante al género. Su participación en las series B de la RKO
tan apreciadas en primera parte de la gran película con Bogart y Bacall, Mitchum,
Widmark, Gloria Grahame y Glenn Ford… ha sido reconocida con demasiado retraso.
En las décadas 40 y 50 del siglo pasado, no se iba al cine para ver una
película de Siodmak, Tourneur, Edgar G.Ulmer o Joseph H.Lewis… ni tampoco un
Hitchcock. El efecto taquilla lo
daban los actores con los que Hollywood construía la leyenda de los beneficios
más jugosos. Se podía temblar o apreciar la fuerza bruta de McGraw en The
threat (La amenaza-Felix
Feist-1949), verlo pasar en Brute Force de Jules Dassin, al lado de Burt
Lancaster o en His kind of woman (Las fronteras del crimen-John Farrow-1951)
al lado de Mitchum o en Berlin Express (Jacques
Tourneur-1948) al lado de Robert Ryan sin quedarse con su nombre. Los pequeños
grandes personajes del cine negro como McGraw y el excelente Elisha Cook pero
también Jack Kellogg, Steve Cochran, Evelyn Keyes, Helen Walker, Jay Adler, Jay
C.Flippen, Mary Windsor… han dado
excelentes momentos de cine negro a unos espectadores que, sin embargo, sólo memorizaban
lo que la industria hollywoodiana les filtraba.
Charles McGraw y Lowell Gilmore |
En Roadblock, McGraw no representa la
amenaza de The threat: Interpreta al “honrado Joe”, empleado como
detective en una compañía de seguros. Pero su encuentro con Diane (Joan Dixon
en su única entrega al cine negro entre westerns y series TV) lo va a transformar en uno de estos hombres-femme fatal que encontraremos el
mismo año con Van Heflin en The Prowler (El merodeador-Joseph Losey) en su encuentro con Evelyn Keyes o,
tres años más tarde Steve Cochran en Private Hell 36 (Infierno36-Don
Siegel) cuando se enamora locamente de Ida Lupino.
“Si necesitas un seguro, llámanos” dice Joe al ladrón, mientras Miller cuenta el dinero. |
La primera secuencia tiene lugar en Ohio: dos detectives de la Southwest, compañía de seguros de Los
Ángeles, investigan de manera original
el robo de una gran cantidad de dinero a un banco de Los Ángeles, montando una
trampa al sospechoso: Harry Miller, el socio de Joe, se hace el muerto después de una falsa pelea
con Joe. Éste se lleva al sospechoso que ha sido testigo de la pelea. El hombre
le propone repartir un dinero que tiene en la tumba de su tío. La trampa ha
funcionado: Miller se lleva el dinero (100 de los grandes) a la compañía de
seguros mientras Joe lleva el hombre a la comisaría antes de coger el avión
para Los Ángeles.
En
el aeropuerto, Diane escucha el nombre
de Joseph Peters (Joe), que tiene una
reserva para Los Ángeles. Primer encuentro: ella monta una estrategia para
chocar con él: Lo siento dice Diane- Yo, no contesta Joe subyugado. Diane va
al mostrador y pide un asiento para la señora Peters señalando a Joe que la
saluda, y pide una reducción para pareja. Cuando toma asiento a su lado, Joe
está muy enfadado: en realidad Diane se ha aprovechado y se ha colado para
pagar menos y viajar en primera clase, que es su gran placer. Una tormenta les
obliga a aterrizar en Kurtzville (Missouri).
Tienen que compartir la habitación del hotel. Se juegan la cama y él gana. Se
juegan la manta y ella gana.
Desde
el sofá, Diane le lanza la frase decisiva:
-“Un día
querrás algo bonito y caro, que no podrás permitirte con tu sueldo”.
-“¿Como
qué? Pregunta Joe tumbado vestido en la cama
-“Como
yo”
La charla en el desayuno: Diane le cuenta algo
de su vida.
-“He
tenido muchos trabajos: modelo, maquilladora… En todos mis trabajos siempre
había un hombre interesado en más que mi currículo”
-“Lo
entiendo” dice Joe
-Diane, encendiendo un cigarro: ¿De verdad? Viniendo de ti es un cumplido”
Joe se
enamora, la besa.
-Diane: “hacen
falta dos… eres un tío majo, Joe,
pero no estás a mi altura. Yo juego en la liga mundial” es la respuesta de Diane a Joe. Buena suerte concluye Joe. Esta claro
que su deseo aumenta a cada minuto.
Se separan cuando llegan al aeropuerto de Los Ángeles donde Miller espera a Joe:
Cuándo volveré a verte dice Joe- Nunca, voy de cohete a la luna, no quiero que nada me detenga. No va a ser
el caso: en la segunda investigación de Joe y Miller sobre un robo en la
peletería Brissard, situada en un edificio en Wilshire que pertenece a Kendall
Webb, “el mayor traficante de la ciudad”
según Joe que sospecha de Webb y su
equipo. En el Larry’s Club, donde le
conduce la investigación sobre el robo, Joe descubre que Diane es la “nueva chica de Kandall Webb, un bombón” según
el camarero. Pero Diane lo ve, se acerca y le da un beso: “Hacen falta dos” le contesta
esta vez Joe. Diane se está enamorando de Joe.
Joe va al apartamento de Diane. Te quiero dice Joe- Yo también pero no como detective que gana 300 dólares al mes. Esta
respuesta de la chica que mantiene un juego en el que ella misma no cree, y la frase decisiva
que pronunció en el hotel de Kurtzville (Missouri).: todo eso y tanto deseo
sexual, desencadenan en él esta fuerte
pulsión de conquista de la mujer y del dinero, transformándolo en uno de estos
“hombres-femme fatal” de los que
hemos hablado al principio.
Joe aprovecha un envío de los bancos a la
Reserva Federal de 1, 250 000 dólares de
Los Ángeles. a San Francisco para calmar
su fuerte deseo. ¿Su plan? Visita a Webb, le dice que tiene pruebas contra él
sobre algunos asuntos que le comprometen y le ofrece asociarse para el robo
(una tercera parte del botín para Joe): ¿Cuál
es el trato?, pregunta Webb –Tú tienes
lo que necesito (hablando de su riqueza… y de Diane) contesta Joe. Algo
tremendo, que dormía en el laberinto neuronal de Joe, le está llevando a la
autodestrucción. Harry Miller es el único que siente que su amigo Joe Peters
está cambiando.
Pero Diane también está viviendo un cambio
profundo: no quiere más ser la joven aventurera en busca de la vida fácil.
Quiere a Joe y le entra de pronto la vena maternal y familiar. Va a visitarlo.
Joe le recuerda que cobra 350 dólares al mes… “pero puedo arreglarlo”
-Diane: Déjalo, Joe- ¿Por qué no?
Es lo que quieres. –Te equivocas, te quiero tal como eres. No necesito permiso
de Webb ni de nadie para casarme contigo. Ahora, bésame y dime que alquiler
podemos pagar con tus 350 dólares al mes.
Estas bifurcaciones en el devenir de Diane y
Joe se hacen en sentido opuesto: mientras Diane decide abandonar el lujo que le
ofrecía Webb, Joe se desmarca de su entorno profesional y de su imagen de
honradez para ofrecer el lujo a Diane, influenciado en su decisión por el
diabólico Webb. Ese le convence que su historia con Diane durará un par de
meses porque ella pensará en todas las cosas bonitas que tenía y que Joe no
puede darle… una vez que una chica siente
el visón en sus hombros… ¿Qué harás entonces, Joe?
La emboscada |
Entramos entonces en el negro puro. Joe tiene
un doble juego: informa al equipo de Webb para la organización del atraco a
partir de los datos de la compañía y de los servicios policiales de Egan con quien está en contacto directo en
todas sus investigaciones. Va improvisando sobre la marcha. Diane y Joe pasan
la luna de miel en North Creek. Para Joe eso es una buena coartada. Está
nervioso, piensa en el atraco del tren, espera el correo… Diane se da cuenta y
Joe le revela la verdad, su trato con Webb, la riqueza que les espera… Diane
está hecha polvo: “la luna de miel ha
terminado antes de empezar… ¿qué importa el dinero?”…
Las
improvisaciones siguen: Joe da cita a Webb en Mulholland Drive. Le roba sus maletas con su parte del dinero
después de tumbarlo, le mete en el coche y lo tira en el barranco. La policía
recupera billetes quemados en el coche de Webb lo que le acusa, pero está
muerto. Mientras Joe ha mandado a la mujer de Webb un sobre con parte del
dinero con telegrama firmado por Webb. La policía arresta a la mujer de Webb..
Joe quiere proteger a Diane, acabar con las
sospechas de Harry Miller que le ha invitado a tomar una copa: “sabías que había cinco tipos con el piloto
en el hidroavión, nosotros no… te he
traído aquí para decirte adiós porque creo que te lo debo…te voy a detener Joe, iremos a la policía. No
hay cargo contra Diane, recuperaremos el dinero en tu apartamento”. Joe
tumba a Miller y huye.
Llama a Diane para que se reúna con él y la
maleta con el dinero… Hasta que, como Van Heflin o Steve Cochrane, se encuentre
contra la pared, representada aquí por el monstruo de hormigón del lecho del
río que cruza Los Ángeles: espectacular final con la organización policial de
la ratonera que atrapa a Joe Peters en su huida hacia Méjico. Para protegerla,
Joe echa a Diana del coche en el lecho del río, esta ruta bloqueada, esta Roadblock en la que Diane se va a encontrar
ahora sola en un mundo frío y desolado.
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