Hombre que amo (El) 1947
Director: Raoul Walsh
Guión: Catherine Turney / adaptación Jo Pagano (novela: “Night Shift” de Maritta M.Wloff)- Catherine Turney participa a la elaboración del guión de Mildred Pierce (Alma en suplicio-Michael Curtiz-1945), a
la adaptación de Of Human Boundage de
Sommerset Maugham (Cautivo del deseo-Edmund
Goulding-1946), guionista de A stolen
life (Curtis Berhardt-1946) con
Bette Davis y Glenn Ford, antes de The man I Love
Música: Max Steiner /orquestación: Hugo Friedhofer /Piano:
Ray Turner
Fotografía: Sidney Hickox
Montaje: Owen Marks
Dirección artística: Stanley fleishcer/Bertrand Tuttle
Productor: Jack
Warner
Ida Lupino / Petey Brown y Andrea King / Sally Otis |
Lupino con Bruce Bennett / San Thomas |
Lupino con Robert Alda / Nicky Toresca y Dolores Moran / Gloria O'Connor |
Martha Vickers es Virginia Brown |
… y con:
Alan Hale es
Riley
John Ridgely
es Roy Otis
Don McGuire
es Johnny O'Connor
Craig Stevens es Bandleader
Tony Romano es Bamboo Club singer
William Edmunds es Uncle Tony
Jimmie Dodd
aess Jimmy
Situar esta pelícual en el género negro como se suele hacer
puede parecer inapropiado cuando leemos el guión: no hay detective, gángster,
inspectores de policía investigando algo. La cantante Petey ´Brown decide
abandonar Nueva York a pesar de su éxito como cantante en un club: se acerca el
año nuevo y tiene la nostalgia de la familia que vive en California –dos
hermanas y un hermano Joe. Muy pronto encuentra trabajo como cantante en el
club de Nicky Toresca, que se siente atraído por Petey. Pero la cantante, a
consecuencia de su intervención para sacar a su hermano de una situación
embarazosa, va a conocer a San Thomas, una famosa figura del jazz que ella
admira: su interpretación de The man I
Love de San Thomas ha sido decisiva para su carrera de cantante. Es el
flechazo pero… San Thomas no cree en lo que ve… El pianista está pasando un mal
momento después de una ruptura con su antigua compañera y Petey descubre la
paciencia, la indulgencia, la incondicionalidad del verdadero amor. Mientras,
aprovecha estos tiempos de espera para intervenir (y solucionar con bastante
eficacia) los problemas de su hermana mayor Sally Otis (la excelente Andrea
King), la joven Virginia (Martha Vickers que había caído en los brazos de
Philip Marlowe-Bogart el año anterior) y sacar del apuro a Joe comprometido
hasta el cuello por Nicky que también habrá que calmar… Petey seguirá cantando The man I Love hasta que San Thomas
acabe de dar la vuelta al mundo en barco…
¿A cuenta de qué esta curiosidad en Cine
Negro? El reencuentro Ida Lupino-Raoul Walsh, después de estas dos obras
maestra They drive by night (Pasión
ciega-1940) que consagra a la actrizy High Sierra (El último refugio-1941), ha creado un mito en el género, que atrapa
necesariamente esta nueva entrega en su seno. La presencia de Bruce Bennett
viene a añadirse al atractivo de los títulos de crédito: el actor acaba de ofrecer
unas excelentes interpretaciones en Dark Passage de Delmer Daves) y Nora
Prentiss de Vincent Sherman este mismo año. La actriz Ida Lupino no
había rodado para el cine negro desde 1942 con Mootide de Archie Mayo y Fritz
Lang y ahora, con su cigarro que quema la madera del piano y este papel de
cantante, se prepara a revelar una faceta más de su carisma con Roadhouse
de Jean Negulesco (1948). A los que apetezca buscar los ingredientes del género
negro, los encontrará en este ambiente de piano-jazz, de dueño de club al
límite de la honradez, de rubia sofisticada que Dolores Moran caracteriza con
una interpretación conmovedora. La actuación de estos dos últimos personajes
son bastante importantes y acentúa la interpretación coral. Añadimos el toque
de flashbacks con un marido que ha vuelto de la guerra y se encuentra en estado
de choque (¡eso tambíen Petey sabrá remediarlo!) y unas secuencias en la niebla
que tanto gustan a John Alton y Anthony Mann. El suspense lo da el mismo guión:
no pasa nada mientras esperamos que pase algo… Pero ¡Qué importa! Desde el momento
que podemos admirar la precisión del montaje del director que nos acerca a la
ternura de unos personajes con unas sutiles transiciones entre los planos
marcadas por unos pequeños gestos, unas expresiones de las caras… y da al
conjunto una extraña coreografía con una aceleración poco antes del final, un
ritmo sostenido que va a justificar por fin que estamos de pleno en el “negro”,
la pistola de Joe apunta a Nicky… Pero:
¡No! Ida Lupino levanta la mano, pega y pega más. “Para ya, tonto! Walsh
desarticula el romanticismo rosa con las herramientas del buen cine negro para
que la grande Ida Lupino salga por fin de la pantalla, con un leve
estremecimiento de los labios, una enigmática sonrisa mientras se acerca al espectador pasmado…
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