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/ Edward Dmytryk
Encrucijada de odios 1947
Director: Edward Dmytryk
Guión: John Paxton/ Richard
Brooks (novela: The Bricks foxhole)
Música: Roy Webb
Fotografía: Roy Hunt
Montaje: Harry W.Gerstad
Dirección artística: Albert
S.D’Agostino/Alfred Herman
Productor: Adrian Scott RKO
Actores:
Robert Mitchum es el sargento Peter Keeley
Robert Ryan es
el sargento Montgomery (Monty)
Gloria Grahame es
Ginny
Sam Levene es
Joseph Samuels
George
Cooper es el caporal Mitchell (Mitch)
Steve Brodie es Floyd
Richard Benedict es
Williams
William
Phipps es Leroy
Paul Kelly es Tremaine, marido de Genny
Jacqueline White es
Mary, mujer de Mitch
Una larga noche
Encrucijada de odios es también una
encrucijada de géneros. La trama y los diálogos desarrollan el tema del crimen
racial –aquí el antisemitismo en el ejército – enfocado desde la pulsión del
odio. El género dramático podría imponerse en Crossfire y la calidad de
los diálogos nos conduce a reproducir algunos. Pero la película se inscribe
ante todo en el género negro a pesar de esta reflexión del propio Dmytryk en la
revista Rosebud nº 5 en 1995: No pensaba que estaba haciendo un film noir, simplemente
estaba usando una serie de técnicas que a mí me gustaban.
La cinematografía es también la imagen y el
sonido, el estilo y el ambiente, y el equipo de la RKO da lo mejor de sí mismo.
La acción se desarrolla principalmente de noche. Pocos exteriores,
esencialmente la salida del hotel Stewart donde se alojan un grupo de militares
de vuelta de la guerra, que todavía no han contactado con sus familiares.
Pasamos de una habitación a otra, o del bar del hotel a la comisaría del barrio
o a algunos pisos, escaleras sombrías y sucias de la década de 1940 en Nueva
York. Las tomas están iluminadas en diversas secuencias por una única fuente de
luz, una técnica que utiliza el veterano director de fotografía Roy Hunt para subrayar los contrastes
entre personajes o de algunos en concreto, y también potenciar la violencia de algunas
escenas.
Dmytryk y Hunt nos ofrecen también unas magnificas
secuencias hacia el final con Robert Ryan como protagonista. La primera
corresponde a unos encuadres muy estudiados que resumen la narración. Monty, el
racista, frente a su espejo, frente a la imagen de la estupidez, se está
afeitando. Domina al joven Leroy, este
chaval de Tennessee…
un buen chico pero tonto que le
demostrará pronto quien es el más tonto de los dos… La segunda es un juego de
sombras que transforma la escalera de un
edificio en la trampa mortal en el que Leroy ha llevado a Monty.
La música de jazz, con temas famosos de la época, salpica
por momentos una banda sonora con una partidura de fondo muy conseguida en sus
matices trágicos. “La tragedia asoló esta
ciudad costera de madrugada. El fuego se extendió rápidamente…”, contará la
película en un cine donde Mitch y Keely se esconden para aclarar ciertas cosas.
Pero más tarde, en el mismo cine, Mitch tiene cita con su mujer Mary. Un
interesante fundido encadenado de la banda sonora mezcla la música de la
película con la que estamos viendo cuando la pareja se junta después de años de
separación por la guerra. Emoción… Ya veremos… Pero volvemos a estos
personajes: Monty, Leroy, Mitch, Keely, también Joseph Samuels, Floyd…
*****
Las notas del tema trágico de
la partidura de Roy Webb arrancan
con los títulos de crédito, seguidas por un brusco silencio que marca el primer
plano: la luz de una lámpara basta para enseñarnos las sombras de estos cuerpos de hombres apiñados. Ahora, el
único ruido es el de los golpes, unos puñetazos que no paran hasta la caída de
la lámpara y de uno de los cuerpos… piernas de hombres corriendo… Pantalla en
negro unos segundos antes de descubrir el cuerpo tumbado bocabajo que las manos de un policía mueven para enseñarnos su cara
en el silencio de un fundido encadenado: se trata de Joseph Samuels (Sam
Levene). Mientras la policía registra esta habitación de hotel, detrás de la
puerta, Monty (Robert Rayan) esta escuchando: la pipa del inspector Finley
(Robert Young) apuntándole crea inmediatamente la sospecha sobre el soldado.
Está de vuelta de la guerra desde hacen dos semanas. Estaba con Mitch, Floyd y
Leroy en el bar del hotel donde se alojan. Ahí encontraron a Samuels (Monty le
llama Sam). Aparentemente, cuenta Monty, éste se marchó del bar con Mitch. Todo
apunta a la culpabilidad de Mitch: la policía acaba de encontrar su cartera en
la habitación de Samuels. Pero esta pipa del inspector…
Pero, ¿dónde está Mitch? En su
habitación, unos hombres juegan a las cartas, esperando que vuelva. Uno de
ellos es Peter Keeley (Robert Mitchum) que parece tener un sentimiento
protector hacia Mitch. La policía le convoca.
Él no podría matar a nadie, dice Keeley al inspector Finley
¿Y usted?
Yo, lo he hecho
¿Dónde?
Donde dan medalla por esto, contesta Keeley
El inspector entiende. Además,
nada ya le interesa: antes era todo lo
contrario.
Van a ser amigos y llevar
juntos esta investigación en la que aparece uno mientras desaparece el otro:
Mitch, Floyd, Monty, Leroy y William… y después de Samuels, la muerte de Floyd. No hay pistola, ni
ametralladora como en el ejército, pero siguen con su guerra, los nervios a
flor de piel, uno acusa al otro. ¡Cuándo pararan los miedos, los temblores y el sudor! ¡Cuándo
acabará esta guerra! Okinawa, el Pacífico, Mitch no puede más, el alcohol no
ayuda…y ahora aquí, el hotel Stewart, mujeres… Keely, inquieto, había llamado a
Mary, la mujer de Mitch. Mary tiene que
llevarse a Mitch ya, antes de que la depresión le destroce, una gente del campo, modestos, no pueden
matar así, dice Keely.
Ginny y Mitch |
¿Quién es esta mujer con la que
Mitch se ha ido, su única coartada? ¿O
eso le va a comprometer todavía más? Magnifica Gloria Grahame en su primera aparición en el género negro: pronto será su musa.
Ha rodado ya seis películas en estos tres últimos años, destacando en Qué bello es vivir de Frank Capra. Pero
su paso por los estudios RKO le dan la oportunidad para sacar su potencial
cinematográfico y una nominación a los Óscar con Crossfire. Habrá que
esperar tres años más, con In a lonely
Place de su marido Nicholas Ray para la Gloria.
*****
Un único vector
de odio atraviesa una encrucijada de reflexiones
Excelencia de la puesta en escena y de la construcción de
la investigación: se van formando unos cruces de encuentros entre dos hombres, entre
una mujer y un hombre, por pares o en grupos. Unas líneas de alta tensión
recorren estos encuentros, algunas tienen un punto neutro, una zona de
relajación: se llama Keely. ¿Quién mejor que Robert Mitchum para marcar la
distancia con las emociones, los ojos medio cerrados? Una encrucijada, cierto,
pero no de odio: más bien de reflexiones en voz alta, de confidencias también.
En cuanto al odio, lo porta un único vector: el que va del antisemita sargento
Monty al judío Joseph Samuels. Este vector es el hilo conductor de la
investigación. Dmytryk nos conduce de esta primera declaración de Monty al
inspector Finley hasta la de Mitch bajo la mirada protectora de Keely.
Versión de Monty
Más detalladamente que en su primera declaración, Monty cuenta
en flashback lo que pasó en el bar. Sentados en la barra: Mitch, Floyd, Monty, Leroy. Éste derrama involuntariamente una bebida
sobre la chica que acompaña a Samuels.
Monty y Leroy |
Este chaval de Tennessee, Leroy… un buen
chico pero tonto… nunca dice una mentira, comenta Monty que confiesa a Finley que él es un
antiguo policía: ¡cuatro años en San Luís me han enseñado mucho! ¡Podemos imaginar lo que significa eso en
esta época en Missouri!
En cuanto al ejército, dice apoyado en la barra, mirando a
Samuels: lo he dejado, igual que Floyd.
Estoy harto de ver el ejército lleno de civiles.
Mitch se aparta. En este flashback de Monty, está claro
que Mitch se ha ido con Samuels: Floyd y Monty deciden ir a tomar otro trago en
la habitación de Samuels donde encuentran a Mitch que, en mal estado, decide
marcharse.
¿Y Samuels?:
pregunta el inspector Finley. Monty empieza un extraño discurso: nunca le había visto antes. Eso sí, he visto
muchos tipos como él… sabe, tipos que se buscaron enchufes durante la guerra,
que se cubrieron las espaldas y siguieron siendo civiles. Tipos con grandes
casas, tías estupendas. Ya sabe, este tipo de gentes, algunos tienen nombre
como Samuels… los de otros son aún más.. “raros”.
Para Keely, el discurso de Monty tiene que ser visto desde
otro enfoque que este dudoso racismo que ha percibido el inspector, y quiere
restar importancia al asunto, recordando el papel de los judíos y otros nombres
“raros” durante la guerra: Debería ver de
vez en cuando la lista de bajas del ejército. Están llenas de nombres “raros”.
Monty es un inculto, debería leer más.
Más tarde, en un cine, Keely se reúne con Mitch,
totalmente despistado, algo borracho, llorando, sin saber quién era esta chica
con la que estaba esta noche, … en su casa… he dormido…. La
versión de Monty suena bien, aunque no para ti. Tienes que contar la tuya
aconseja Keely.
Versión de Mitch
Mitch y Keely |
Monty es un bocazas, dice Mitch: en el bar, se apartó y Samuels se le acercó
con una cierta empatía. Era fácil hablar
con él; no sé de qué hablamos exactamente.
Empieza el discurso
de Samuels: con mi chica, estábamos preocupados por usted. Ella se emborracha sólo viendo
a los demás emborracharse. Tiene problemas… es divertido… Puede que sea porque
ya no hay enemigos que odiar. Durante cuatro años, nos hemos concentrado en… un
cacahuete (coge uno en la barra). El
cacahuete era:” ganar la guerra”. Se acabó. Uno se lo come, y de pronto, ya no
existe.[Samuels come el cacahuete]. Ahora nos miramos unos a otros. No sabemos qué
hacer, qué va a ocurrir. Estamos acostumbrados a combatir y no sabemos contra
quién. Se percibe en el aire un montón
de odio y de agresividad sin objeto. Alguien
como usted puede llegar a odiarse. Algún día aprenderemos a cambiar de actitud.
Tal vez dejemos de odiar y nos gusten otra vez las cosas.
Samuels y Mitch |
Van a la habitación de Samuels y, poco más tarde, llegan
Monty y Floyd. Todos cada vez más borrachos y Monty más nervioso con estos civiles que no invitan a los
militares, estos civiles que apestan:
¡ I’m all right,
Samy! ¿Qué despedida es esa, qué
pasa, judío?, grita Monty cuando Samuels sugiere que ya está bien. ¿Temes que nos bebamos tu maravilloso licor?
Mitch sigue contando a Keely su versión, el encuentro con
Genny en un club de jazz donde trabaja se transforma en un patio iluminado por una
luz (¿de luna?) y con árboles… ¿Habrá soñado? El piso de Genny… sí, seguro, Mitch
se acuerda haberse acostado allí…un hombre… dice que es el marido…
Floyd y Monty: otra lámpara, misma locura. Monty, cuando empieza a pegar, no sabe parar. |
*****
El odio como arma
El
inspector Finley, pipa en boca, va a protagonizar la secuencia clave de la
trama en la que expone su reflexión sobre la ignorancia y el odio que pueden
conducir al crimen. En su despacho, con su amigo Keely, recibe la declaración
del soldado Leroy.
Leroy, este estúpido chaval como dice Monty
declarará: Dice Monty que los judíos
vivían como reyes, mientras nosotros estábamos en el frente. Usted (el inspector
Finley) dice que son mentiras. No sé…
Quizá Monty sacudiera a ese tipo, nada más.
Finley: Eso pensaba
hacer, sí. No tenía ningún plan preconcebido. El sentimiento de odio a los
judíos funciona a muchos niveles. El de “no puede pertenecer a nuestro club”,
el “no puede vivir aquí”, el “no puede
trabajar aquí”- Y porque toleramos esto, existen tipos como Monty. Gente así no
surge a menudo, pero destaca del resto.. Las leyes sobre armas existen porque
las armas son peligrosas. Un odio como el de Monty es como un arma. Puede
dispararse y mata a alguien. Mató a Samuels anoche… Monty se ríe porque es
usted de Tennessee, se ríe por su acento. El nunca ha estado en Tennessee. Los
ignorantes se ríen de lo que es diferente, de lo que no comprenden. Temen lo
que no entienden. Acaban odiándolo.
Leroy: me desconcierta
usted… habla de cosas que no sé nada ¿Cómo sé lo que pretende? ¿Cómo sé que no
es usted judío o algo así?
Inspector Finley: ¿No
lo sabe? ¿Hay alguna diferencia?
Cuenta la historia de su abuelo inmigrante, irlandés y
católico: lo mataron. “Eso es historia.
No lo enseñan en las escuelas, pero es la historia de América. Mi abuelo murió
porque era irlandés y católico. Samuels
murió porque era judío. ¿Ve alguna diferencia, Leroy? El odio es siempre lo
mismo, nunca tiene sentido. Un día mata irlandeses, al siguiente judíos o protestantes,
otros cuáqueros… puede acabar matando a quien lleva corbata… o la gente de
Tennessee”.
*****
Del homosexual al
judío
Todavía la RKO no ha caído en manos de Howard Hugues y el
administrador Dore Schary está
trazando la carrera de Edward Dmytryk. Empezó
con la descripción de los elementos que caracterizan la especificidad del
nazismo: el universo concentracionario
y la voluntad de crear una “raza” dominante: Hitler’s Children en los
mismos estudios en 1943 es la primera película que trata de la guerra mundial
con este enfoque. Al año siguiente, empieza su alianza con el productor Adrian Scott en estos mismos estudios
con la puesta en escena original de Dick
Powell en el papel del detective Marlowe: Murder, my sweet (Historia de Detective) demuestra la
maestría de Dmytryk en el tratamiento del género negro. El equipo Scott,
Dmytryk, Powell se reúne en 1945 con Cornered (Venganza) en la que volvemos
sobre las huellas de la guerra, la denuncia de la colaboración de
Francia y Suramérica con el nazismo y el fascismo en un ambiente que cuadra
también con el género negro. El mismo año, Orson
Welles rueda The stranger sobre el tema de los criminales de guerra
refugiados en América.
La apuesta de Dore Schary por Dmytryk y Scott para adaptar
la obra de Richard Brooks, The Bricks Foxhole, toma necesariamente
en cuenta la trayectoria anterior del director y el productor. Está claro que
la adaptación no puede ser fiel a la obra de Brooks que trata de un asesinato
en el seno del ejército estadounidense de un homosexual. Al límite, los códigos
de censura pueden aceptar el primer punto: un asesinato en el ejército. Justo
dos años antes, el campo de concentración de Mauthausen fue liberado por el
ejército estadounidense. Después de las batallas en el Pacífico con Hiroshima y
Nagasaki como punto final, la dialéctica de la victoria se ve acompaña cada vez
más por las imágenes de la realidad: unos soldados afectados por los horrores
de la guerra como Aldo Ray en Nightfall o William Bendix en Blue Dahlia… Se trata de llevar
al público a la compasión por estos
hombres que han defendido al país. Se justifica la violencia... Se abre camino
en Hollywood a la banalización del mal.
Pero el segundo punto de la obra de Richard Brooks, la
homosexualidad, es un tema tabú. Así que la RKO transforma el homosexual en
judío, idea del productor Adrian Scott. El antisemitismo, al fin y al cabo, no
ha abandonado el país a pesar de las revelaciones sobre los campos nazis y las
imágenes de actualidad de Orson Welles en 1945. El mismo año, Gentlemen’s Agreement (La barrera invisible) de Elia Kazan
trata el mismo tema del antisemitismo desde la investigación periodística y se
lleva los oscares delante de Crossfire.
Sin embargo, el guionista John Paxton no se declara vencido por la censura y lanza un guiño
irónico muy furtivo a la homosexualidad,
un discreto homenaje a la obra de Richard Brooks: el excelente y muy discreto
Robet Mitchum abraza a un soldado,
invitándole a tomar un café. La mano de uno sobre el hombro del otro, se
marchan, dirección a un bar, último
plano de Crossfire.
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