18.1.10

"Singularidad de una chica rubia" de Manoel de Oliveira




«Te cuento a ti, desconocida, lo que no cuento a un amigo»
Así empieza la película ¿un recuerdo de "Ese oscuro objeto..." de Buñuel?. Narración dentro de una narración literaria (adaptación de la novela de Eça de Queiros, autor de "El crimen del padre Amaro" y que la película homenajea con una digresión en el centro del relato). Una ventana dentro de otra ventana, una puerta que se abre sobre otra puerta, un espejo que refleja una escalera: estos espacios improbables cuestionan el tiempo y los sentimientos de un protagonista que persigue el objeto de su deseo.
¿Cómo actualizar este objeto de deseo virtual, este cuadro en el cuadro, retrato de una chica rubia con abanico chino, dragón y plumas, incrustado en la realidad? Si el realismo de Queiros, influenciado por Emile Zola, se manifiesta en la crítica de una alta burguesía lusitana anclada en el siglo XIX (hay un paralelismo con la sociedad vienesa de "La pianista" de Michael Haneke), eso no parece ser la meta de Oliveira.
Puertas y ventanas ¿no son los artificios de un plan que permite al cineasta describir las trampas del imaginario? Oliveira realiza lo que Jean-Luc Godard llama la imagen/pensamiento, la imagen que enseña, revela antes de ser interpretada. Para Oliveira «la visión es subjetiva, viene de los ojos y del cerebro. Con un cuadro o un plano, se ve todo de un golpe: la imagen puede pararse y transformarse en un cuadro, mientras la palabra pasa en el tiempo».
Con ingenuidad, el protagonista realiza el objeto del deseo y nos dice: «Es con la realidad y el arte que empieza el amor». La realidad lo llevará a la ruina por una desconocida que, al final, abandonará en la esquina de una calle. En cuanto al arte, Oliveira busca la referencia valorizadora, una plusvalía cultural que, a partir del decorado y el modo de iluminación, representaría una pintura extremadamente codificada.

Memento