Las notas siguientes resumen un artículo publicado en "Le Monde Diplomatique" (Enero 2001) por Toni Negri. El autor comenta su libro "Imperio" escrito en colaboración con Michael Hardt.
En esta primera parte, tratamos del orden político-económico y de los signos de soberanía del Imperio. Una segunda parte trata de la estructura y características del Imperio, y propone una utopía razonable (ver Enlaces en la 2ªcolumna).
El Mercado Global: un orden politico-económico
El Mercado Global es imperial. Ha sido elaborado a partir de unas pretensiones de dominación por un poder imperial. La meta de este poder es dar a la Constitución estadounidense una expansión que permita desarrollar, a escala mundial, una multiplicidad de funciones de gobierno e integrar dentro de sus propias dinámicas la construcción de un espacio público mundial.
Estas pretensiones son, en parte, ilusorias. Lo que no impide a este poder imperial tener un orden jurídico, político y soberano que parece más eficaz –¿y totalitario? –que las formas de gobierno conocidas hasta ahora. Efectivamente, este orden echa raíces en todas las regiones del mundo, utilizando la unificación financiera como instrumento de autoridad –un derecho imperial –y profundiza así su control sobre cualquier aspecto de la vida.
El imperio no es estadounidense
El imperio es el mercado global, un poder capitalista que ordena un capital colectivo que ganó la guerra civil del siglo XX. Hoy, sería una mistificación luchar contra el imperio en el nombre de un supuesto Estado nación. Los poderes centralizados del Imperio absorben las características sustánciales de soberanía que definen los Estados nación (militar, cultural, político…). Los poderes y valores circulan al nivel del Imperio, superando los poderes y valores de los Estados nación.
El mercado global, el imperio, tiene un orden jurídico, la Organización Mundial del Comercio, que representa la nueva cara del poder supremo. Este último garantiza la eficacia del orden jurídico como paradigma macroeconómico y como categoría política. En efecto, la organización mundial hace del mercado global un dispositivo supranacional mundial, total, que se unifica políticamente alrededor de signos de soberanía.
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Los signos de soberanía son
-el poder militar. Una única autoridad posea toda la panoplia armamentista, incluida la nuclear.
-el poder monetario. Una moneda hegemónica a la cual está subordinado el mundo diversificado de las finanzas.
-el poder de la comunicación. Triunfo de un modelo cultural (y, a plazos, ¿la posibilidad de una única lengua universal?).
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