Aparentemente dividida, la humanidad es en realidad múltiple, compuesta de individuos formados dentro de un fondo específico. La especificidad es un foco de condicionamiento y de identificación. Con este fondo, el individuo nutre su territorio.
Puede confirmarlo, apoyarlo, encontrar en él una fuente de seguridad y de poder, ampliarlo, dominar.
Pero también puede invalidar su territorio con sus miedos y su inseguridad, puede no formarlo o dejar que lo invadan. Es un individuo dominado.
II
Ni el uno ni el otro, dominante o dominado han conseguido poner el foco sobre un espacio.
Este espacio que separa en el individuo su humanidad de su deshumanización, que se despliega en esta distancia que hay entre lo sensible y el ente, un espacio que permite al cuerpo sensible, al movimiento de las emociones, diferenciarse de sus estructuras mentales adquiridas.
El soplo de la libertad nace dentro de este espacio.
Por supuesto, es el dominado quien sufre más que el dominante esta falta de algo, este vacío que todavía no reconoce en él. Puede sentir este vacío y sabe llenarlo sólo cuando resuena en él la voz de la libertad. O porque, en una etapa de su vida, sabe escuchar los "profetas de la libertad", los que la cantan en sus poemas… Otros no los leen ni los oyen nunca.
III
¿Puede el individuo crear este espacio de libertad, este territorio sensible, llenado por su propio impulso vital?
¿Puede discernir sus límites, siempre cambiantes, en un devenir incesante?
¿Puede no invadir el territorio del otro ni dejar invadir el suyo propio?
¿Llega a reconocer sus fuerzas activas, vitales y sus fuerzas reactivas que alimentan sus miedos?
¿Consigue asumir, sin sufrimiento ni identificación, los conflictos que nacen dentro de esta humanidad y que oponen los grupos y los individuos, a veces con tanta violencia?
¿Llega así a reconocer su potencial real, siempre variable, siempre sensible?
IV
El individuo es social. Su individuación se articula dentro de una red planetaria. Si es sensible a esta dimensión "humanidad" y sabe acompañar sus manifestaciones a su escala local, también puede percibir sus efectos planetarios.
Su espacio de libertad le permite tomar toda la medida de sus actos, responder de su acción.
La responsabilidad nace dentro del espacio de libertad propio.
No hay ninguna razón para delegarla.
V
La humanidad es un cuerpo sensible dominado y dominante.
La humanidad sólo tiene unos espacios de libertad cuando los humanos los instituyen.
Los conflictos propios de la multiplicidad que caracteriza a la humanidad deben encontrar los espacios institucionales donde pueden ser liberados.
Estos espacios institucionales deben ser pensados, inventados con la misión de ofrecer una red planetaria fluida que permita a los devenires individuales o de grupos específicos articularse libremente en función de sus variaciones de intensidades.
La liberación de los conflictos ha de hacerse en el sentido de una cada vez mayor humanización de la dimensión "humanidad".
Las instituciones no pueden ser defendidas ni mantenidas en el estado si no cumplen con su misión, ya que eso lleva cada individuo a articularse en estructuras rígidas o corruptas que llevan a la deshumanización.
VI
A lo largo de su historia, la humanidad, este cuerpo sensible dominado y dominante, ha vivido los efectos de sus fuerzas activas, vitales y los de sus fuerzas reactivas, conservadoras y manipuladoras de los miedos individuales y colectivos.
Todavía, la humanidad no ha enseñado su fuerza neutralizante, esta fuerza que puede abrir el espacio, crear la distancia y apaciguar los conflictos nacientes. Los humanos han creado unos espacios institucionales que parecen ser el reflejo de sus fuerzas antagonistas.
La memoria de su historia es el guía que permite enfocar el peligro de las estructuras transcendentales que actúan en el nombre de los pueblos. Son estas estructuras dominantes quienes, siempre con retraso, integran las ideas que emanen de la sensibilidad y del impulso vital, para nutrir unas nuevas fuerzas reactivas y opresivas. Se han organizado desde el sistema político de partidos, en forma de una red militar-empresarial y financiera donde la función política aparece como un directorio interfaz. Manipulador porque elegido, este último abre la puerta al cinismo de una casta anónima y la cierra al ciudadano.
Ya no es el de buscar posibles grietas para la subversión.
¿De qué sirven la aversión, la indignación, que un poder caníbal sabe digerir?