7.7.11

Arendt y la libertad

Esta página pertenece al Dossier: H.ARENDT,Dominación y Libertad

la comprensión no tiene fin, no puede dar resultados definitivos sino que es el modo específicamente humano de vivir, ya que cada individuo necesita reconciliarse con el mundo en que ha nacido y en cuyo seno permanece siempre extraño debido a su irreducible unicidad.

Imaginación, comprensión y libertad


En el Dossier IMAGINACIÓN –Imaginación IV, haciendo referencia a J.P.Sartre señalamos que el poder que la imaginación ejerce sobre las cosas más allá de la realidad representa nuestra capacidad de trascender el mundo tal como se presenta, o sea nuestra libertad.

En la obra de Arendt, la libertad se encuentra en el corazón de la polis, Se presenta como la dirección hacia lo desconocido. Cada individuo tiene el poder de la acción política, expresándose en la iniciativa, en lo que no existía todavía, en lo excepcional. Estamos lejos del "estado de excepción" de Carl Schmitt (ver: Arendt y la dominación en el mismo Dossier). Se trata de la excepción de la creatividad de cada uno, como singularidad.


Ahora bien, la acción política exige por parte del individuo la comprensión «un complicado proceso que nunca produce resultados inequívocos. Es una actividad sin fin… por la que aceptamos la realidad, nos reconciliamos con ella, es decir, tratamos de estar en armonía con el mundo».

Arendt habla de "una mente abierta", una "mentalidad extensa", de la capacidad de diferenciar más que ordenar o integrar. Es la Imaginación, esta representación de la realidad, que agudiza el discernimiento. Ella hace que el pensamiento no se vuelva opaco por «la peculiar densidad que envuelve todo lo que es real». Es ella la que nos permite ponernos «en el lugar de otro», lo que Arendt describe así: «la imaginación se entrena para ir de visita». ¡Todo un programa! Es una proposición sobre el enfoque mental que hace de la imaginación un sinónimo de la comprensión.

Cuando se trata de acción política, Arendt insiste sobre una comprensión que toma en cuenta el peso de la historia:

« La comprensión significa, más bien, examinar y soportar conscientemente la carga que nuestro siglo ha colocado sobre nosotros… La comprensión, en suma, significa un atento e impremeditado enfrentamiento con la realidad, un soportar ésta, sea lo que fuere».

El espacio público

«Los hombre vivían juntos llevados por sus necesidades y exigencias. Esa fuerza que los unía era la propia vida… que para su mantenimiento individual y supervivencia de la especie, necesita la compañía de los demás. … Así, pues, la comunidad natural de la familia nació de la necesidad … La esfera de la polis, por el contrario, era la de la libertad y existía una relación entre estas dos esferas, ya que resultaba lógico que el dominio de las necesidades vitales en la familia fuera la condición para la libertad de la polis» (ver Arendt y la dominación en este Dossier).

Así, el espacio público es el espacio de la acción política, el espacio de la libertad. Para Arendt, la acción es el inicio, un comienzo que las iniciativas del individuo marcan. La acción política nace, aparece a la mirada de los demás (ver en este Blog: "multitudes" de Paolo Virno). Con la acción política, cada individuo, en su singularidad, en la tensión de su pasado, en su herencia, participa de esta construcción que Arendt llama "el vivir con los demás". La acción política es crear, es introducir lo desconocido en lo conocido, algo inesperado en la cadena de los eventos. La acción es natalidad, dice Arendt, la política nace en este espacio que se crea entre el individuo, con toda la potencia de su iniciativa, y los demás, los cuales reconocen y saludan la iniciativa.

«Es la intersubjetividad del mundo lo que nos asegura el pertenecer a la misma especie».


Superar los prejuicios


Pero, ¡cuidado! nos dice Hannah Arendt: la política se disuelve en lo político, el de los partidos. Uno debe preguntarse: «¿Cómo dar a la acción política un espacio donde desplegarse y hacerla crecer sin cesar entre las subjetividades apáticas o resistentes? Está implícito en tal pregunta que el Estado no puede ser la fuente de una vida política autentica y debe limitarse a asegurar la paz. Lo que no significa que, con estas condiciones, nos planteemos liberarnos del poder político. Que no quede nadie en el lugar del poder traduce el despotismo más temible ya que, según Arendt, en este caso «no hay nadie que pueda hablar con este Nadie, ni protestar ante él».

Sin embargo, los prejuicios hacia el sistema político están extendidos entre ciudadanos en todas las democracias. Arendt sugiere que «los medios de violencia puestos a su disposición» despiertan en la humanidad el temor a su desaparición y, en contrapartida, la esperanza de que la humanidad será razonable y se deshará de la política antes que de sí misma –mediante un gobierno mundial que disuelva el estado en una maquinaria administrativa, que resuelva los conflictos políticos burocráticamente y que sustituya los ejércitos por cuerpos policiales». Hoy, la tendencia es hacer de los ejércitos unos servicios humanitarios con derecho de ingerencia, que las masas pueden aplaudir más fácilmente.

El punto esencial de este planteamiento sobre los prejuicios es la confusión que tenemos cuando hablamos de la política. La gente suele definir así la relación entre dominante y dominado, entre "élite" y ciudadano. Con este enfoque, nos dice Arendt « en lugar de una abolición de lo político obtendríamos una forma despótica de dominación ampliada hasta lo monstruoso, en la cual el abismo entre dominadores y dominados tomaría unas proporciones tan gigantescas que ni siquiera serían posibles las rebeliones, ni mucho menos que los dominados controlasen de alguna manera a los dominadores».

Sigue Arendt: «Pero si entendemos por político un ámbito del mundo en que los hombres son primariamente activos y dan a los asuntos humanos una durabilidad que de otro modo no tendrían, entonces la esperanza no es en absoluto utópica».

Esta durabilidad que se superpone a los devenires del movimiento de la vida de la humanidad, Arendt desea que «trascienda la simple funcionalidad de los bienes de consumo y la utilidad de los objetos de uso».

Por supuesto, las democracias de masas viven la indignación, la impotencia… o el olvido cuando se trata del voto político, el afán de consumo y de crecimiento cuando se trata de la economía, la ignorancia frente a los mecanismos financieros, y la apatía o el prejuicio cuando se trata de la acción política.

En vez de constatar el abismo que hay entre las ideas y la realidad, podemos aprender de esta crisis a ver que, detrás de mecanismos supuestamente complejos que se nos presentan en los medios de comunicación, hay unas palabras simples que piden que reflexionemos sobre ellas (ver "simples palabras" en el Dossier EL ESPIGADOR).