19.7.11

Libertad de los cuerpos-Prostitución


  UNA CONTRADICCIÓN DE LAS DEMOCRACIAS

Hay un enigma histórico, una a-historicidad de la dominación y de la opresión. ¿De qué evento provienen? ¿Cuáles son sus estatutos?
La relación mujer/hombre ilustra el enigma.

«La "Mujer" es una "heterodesignación", una atribución de identidad por quien ejerce el poder» nos dice Simone de Beauvoir: ella es una intelectual específica, en el sentido que le da Michel Foucault: pensar y actuar desde un saber preciso para cada uno, meterse en lo que le concierne y le afecta. De Beauvoir sabe meterse en lo que le concierne, la mujer, la vejez y añade que los hombres no suelen tener la idea de escribir sobre su propio sexo, sobre el hombre.

Hay una contradicción democrática, la de una sociedad sexuada, la contradicción de nuestras democracias cuando se habla de una supuesta emancipación de la mujer o, como dice Geneviève Fraisse «esta dificultad de un devenir sujeto que coexiste con la permanencia del objeto».



En las democracias, el debate sobre la prostitución pone de relieve esta contradicción
¿Qué significan "libertad", "igualdad" en esta relación de los sexos? ¿Puede ser compatible la libertad del cuerpo con la igualdad de los géneros? ¿Está el objeto de deseo necesariamente relacionado con la dominación, la coerción o el consumo y la mercancía?

La antropología nos recuerda «que la mujer ha sido un objeto transaccional de los pactos y conflictos entre varones» (Levi-Strauss). El griego "pernemi" (vender) ha dado el masculino pornos (rufián) y su femenino porne (prostituta). El latín mereo (cobrar, merecer, ganar) ha dado la meretriz.

EN EL CINE

En el Dossier TABÚES, hemos desarrollado el tema de la liberación de los cuerpos. Recordamos esta frase de este Dossier: Cuando el espacio se construye en función de los cuerpos, no necesariamente los cuerpos en acción sino, como lo describe Antonioni, los cuerpos como lenguaje, como evento, entonces nos encontramos con el punto de inflexión que hace pasar del encerramiento de los cuerpos a su liberación.

Numerosas películas ilustran el tema de la prostitución, de las cuales retenemos aquí:


Calle de la vergüenza



"La calle de la vergüenza" de Kenji Mizoguchi, un autor preocupado por reflejar el papel de la mujer en la sociedad, relacionándolo siempre con el sacrificio y la carnalidad. En casi todas sus películas aborda el tema de la mujer sumisa y sacrificada en el marco de una sociedad machista y feudal.


El país de los sueños (Calle de la vergüenza)


La vergüenza es probablemente la que tiene la sociedad más que la de estas mujeres que trabajan en "El país de los sueños", burdel que les permite sacar el dinero para el marido, padre o hijo… El parlamento esta sacando una ley anti-prostitución que refleja una sociedad anclada en los mismos valores morales desde hacen siglos


Princesas



"Princesas" de Leon de Aranoa: Caye es una princesa, aunque también es prostituta. Su reino es suyo, aunque no está delimitado. Se extiende más allá del cordón telefónico que le une a sus clientes, está en su propia mente, en su realidad soñada.


Belle de jour



"Belle de jour" de Luis Buñuel: el fetichismo del cineasta con respeto a la cabellera le ayuda a transformar una blanca y rubia burguesa frígida en una prostituta en una casa de citas con la simple transformación de un moño en un magnifico pelo suelto. Como Simone de Beauvoir, La Belle de Jour sabe meterse en lo que le concierne y poner en evidencia sus fantasmas de mujer sadomasoquista. Buñuel se deleita en causar el mayor daño y dolor posibles a la rubia e impecable burguesa que ensucia, cubre de barro, sin manchar a la mujer, liberándola de sus estructuras mentales rígidas en el juego de la dominación

ELEMENTOS PARA UN DEBATE

Algunos argumentos en contra de la prostitución

La prostitución, por naturaleza, es una violencia hacia la mujer. Una democracia ambiciosa y avanzada debe plantearse la desaparición de la prostitución. Algunos proponen actuar en contra de la demanda, lo que significa multar o encarcelar a los clientes y dan la cifra de 1 cada 8 hombres como clientes potenciales.

En contra de la prostitución se evoca el engranaje de tal situación de la cual es difícil salir, tomando en cuenta la necesidad de dinero para sobrevivir o la vergüenza que acompaña la profesión. Lo que, en una primera etapa, puede parecerse a la libertad, se vuelve obligación, coacción o violencia.

Otro argumento es la perpetuación de las tradicionales representaciones de lo masculino y lo femenino que implican la desigualdad hombre/mujer y que han abonado la idea del cuerpo femenino como objeto de deseo negociable. Este argumento quiere así zanjar la cuestión de la prostitución como fuerza de trabajo al servicio de la sociedad.


¿Qué dicen los defensores de la prostitución?

En el nombre de una lucha contra la explotación sexual, unos políticos consideran a las prostitutas como unas menores de edad, incapaces de tomar una decisión, señala una jurista, quien añade: «Por supuesto, hay consentimientos que enmascaran la violencia, pero si una prostituta puede elegir a sus clientes, fijar sus tarifas, y dejar de ejercer su profesión cuando lo desea, no hay entonces ninguna razón para considerar esta actividad como una violencia. Cada uno debe ser libre de hacer la elección que le conviene en función de sus propios valores».

La llamada "prostitución tradicional" consiste en la libre elección del ejercicio de esta actividad, fuera de todo proxenetismo, con frecuencia y durante una etapa larga de vida. Muy a menudo, las "tradicionales" entran ocasionalmente en la prostitución, pero deciden seguir a consciencia, según una socióloga. Se consideran como "trabajadoras del sexo". Es el caso, por ejemplo, de los jóvenes que se lanzan, esporádica o continuamente, por Internet Este tipo de prostitución de mujeres y hombres tiene sus asociaciones y sus defensores. Todas y todos piden el respecto de un principio simple: la prostitución es la libre disposición de su cuerpo, la elección de un servicio sexual tarifado consentido entre adultos. La filósofa Elizabeth Badinter afirma: «Hay mujeres que se prostituyen sin encontrarse bajo presión. Están en su derecho absoluto cuando practican unas relaciones sexuales tarifadas». En cuanto a la penalización del cliente, los defensores de la prostitución consideran que corresponde a una vuelta al puritanismo de la política de la moralidad de las costumbres del siglo XIX. La eventualidad de una legislación en este sentido niega el libre albedrío a los individuos que han decidido practicar esta actividad. Hacer de estas personas unas inadaptadas sociales o promover unas medidas que penalicen a los clientes es una marcha atrás en cuanto a la evolución de la salud pública. Para escapar del acoso policial, las personas que se prostituyen pueden encontrarse en un estado de vulnerabilidad por alejarse de las zonas céntricas y de los centros de prevención.

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