20.7.11

Movimientos sociales y participación

 
En unos países que han estado bajo el dominio colonial de los imperios europeos, seguido por la dominación dictatorial alentada tantas veces por los antiguos colonizadores, los movimientos sociales desarrollan sus acciones políticas con el legítimo deseo de libertad. Este deseo se apoya, probablemente con recelo, sobre el modelo democrático europeo. Por lo menos, el deseo de participación ha nacido.


En Europa, los movimientos sociales nacen con una crisis económica que pone en evidencia la dependencia de unas democracias llamadas "avanzadas" con respecto a una estructura económico-financiera globalizada, un mercado imperial. Estos movimientos están probablemente en gestación desde hace un decenio o más, cuando se empezó a notar este "estado de mal estar" provocado por una vida laboral intensificada, unas condiciones de alimentación, climáticas, medioambientales, cada vez más inquietantes.

La necesidad de participar más de las iniciativas y decisiones se hace patente y numerosos sitios de la Web reivindican la integración de herramientas participativas en las instituciones de los países democráticos.

Ahora bien, ¿en qué consiste la participación, el tomar parte, el compartir?

¿Significa pactar con partidos elegidos por una minoría? –Hoy, un partido político que aspira a gobernar no cosecha más que un 30% de la totalidad de los votantes.

¿Participar, no conlleva el reconocimiento del sistema económico-financiero como interlocutor en la sombra? ya que los elegidos han demostrado con esta crisis, al principio financiera, y a continuación económica, ser dependientes de este sistema hasta el punto de no poder aplicar un programa social que conforte paulatinamente a los más desfavorecidos.

¿Cómo ser participe de unas decisiones que necesitan inversiones cuando tales decisiones dependen de los grifos de los créditos o se toman pagando unos intereses que aumentan las deudas de las generaciones siguientes?


Se puede argumentar que hay pasos que conviene dar dentro de la democracia representativa que tenemos, de una forma pacifica y ordenada, presionando a los políticos, elegidos o no. Desde luego, la gestión de la participación dentro de la democracia representativa se ha desarrollado en Europa del Norte. Uno de los modelos conocidos son los "Jurados ciudadanos" o "Foros de ciudadanos" en Berlín. Estos jurados se han creados en algunos barrios para dirigir unos proyectos de renovación urbana o de creación artística. Están compuestos por 49% de asociaciones locales y expertos y por 51% sorteados entre los vecinos del barrio.

Las conferencias de consensos que funcionan en otras regiones de Europa del Norte conciernen a unas cuestiones más generales con implicaciones complejas sobre la ciudadanía: vigilancia electrónica, biotecnologías, nanotecnologías, transgénicos…

En Francia, desde los años 60 del siglo XX aparecen casos de militancia en los cuales los habitantes de barrios piden los consejos de expertos e investigadores para problemas de urbanismo, formando así unos Talleres populares de Urbanismo. En los 80, con la llegada de la izquierda socialo-comunista al gobierno, se forman "comisiones para el desarrollo social de los barrios" al nivel local, con responsables administrativos y políticos y asociaciones formales y algunas informales. La ciudad también se beneficia de este tipo de Comisiones donde se añade la intervención de las fuerzas socio-económicas. Una Comisión nacional reproduce la composición de las comisiones locales. Sin embargo, la falta de una definición precisa del papel de las comisiones en las decisiones finales, de la competencia necesaria para la representación de la sociedad, de la organización de los debates… deja esta estructura al nivel de un marco para iniciar una democracia deliberativa en el sentido definido por Habermas. Este marco permite un decenio más tarde la creación de los debates públicos con la participación de una "ingeniería" de la participación: expertos, juristas, investigadores, militantes…se ponen al servicio de los ciudadanos. Eso permite un tipo de encuestas colectivas antes de la decisión sobre temas relativos al urbanismo, el medioambiente…


El modelo más conocido y comentado es el llamado "presupuesto participativo". Arrancó en Brasil (Porto Alegre-1988) permite a la ciudadanía tener un poder para influenciar sobre las decisiones en cuanto a la organización del presupuesto comunal. Un proceso riguroso permite la intervención más amplia posible de los ciudadanos sobre el proyecto que les concierne. Se votan las proposiciones para cada barrio dentro de una asamblea de ciudadanos elegidos como representantes de la ciudadanía. Se llevan las proposiciones votadas a un consejo amplio donde se confrontan los puntos de vista entre portavoces directos de los ciudadanos y técnicos de la gestión municipal. Las proposiciones y decisiones tienen que tomar en cuenta un esfuerzo de redistribución social hacia los sectores desfavorecidos en términos de equipamientos y servicios públicos.



LÍMITES DE LA PARTICIPACIÓN

La participación experimentada en distintos lugares demuestra que el proceso deliberativo produce un aprendizaje común entre expertos, instituciones, ciudadanos sin formación…cada parte asimilando poco a poco las obligaciones de la otra parte. Es una fase de aprendizaje cultural, un trabajo en común difícil pero de evidente interés.

Es un juego entre conflicto y cooperación con las instituciones, la administración y sus expertos, por un lado y, por otro, la sociedad de ciudadanos que deben soportar las consecuencias de las iniciativas y las decisiones.

En muchos casos, después de la euforia inicial, los colectivos ciudadanos se implican cada vez menos en la elaboración de los proyectos y las proposiciones. Las asociaciones y los grupos de ciudadanos interesados tienen dificultades para constituirse en interlocutores perennes y competentes frente a un poder institucional que almacena cantidades de informaciones y normas y que se encuentra bajo la presión de grupos económicos y financieros que no pertenecen directamente al colectivo… Existe el riesgo, para todos estos modelos, de crear una categoría de ciudadanos expertos en "ingeniería de la participación" que pronto aparecen como una pantalla entre ciudadanos y centros de decisión.

Los mismos partidos políticos –progresistas, ya que no se puede esperar tal cooperación de los partidos conservadores –no hacen un gesto claro a favor de la participación. Si los ecologistas pragmáticos tienen asimilada esta visión por naturaleza, tienden a olvidarla cuando llegan a gobernar. Los socio-demócratas están divididos como lo demostraron los socialistas franceses en las elecciones presidenciales pasadas: frente a la candidata oficial que pedía la aplicación de la participación ciudadana como base esencial de su programa, numerosos políticos intentaron borrar el mensaje nombrando procuradores a los jurados de ciudadanos o confundiendo la participación con una democracia de opinión o una demagogia.

Estas críticas por parte de las élites políticas, -y por supuesto del mundo de los medias, aumentan a medida que pierden su influencia sobre la sociedad. También el hecho de que un tipo de democracia directa tienda a expandirse con los referéndums, foros y blogs en la red, debates públicos…lleva a un contraataque por parte del poder. De todas maneras, este poder intenta por lo menos instrumentalizar la participación de los ciudadanos para prevenir la contestación. Lo guía hacia "lo local" y le cierra la puerta de los centros de decisión. El poder puede también instrumentalizar la constitución de unas nuevas élites que capten las prácticas participativas. Todas estas posibilidades están implícitas en la definición misma de la participación como lo planteamos anteriormente: ¿participar, es dialogar con la élite en el poder, aceptar la participación dentro de un sistema de elegidos, de representantes de un pueblo que le otorga el poder? No puede haber un enfoque "local" o "nacional" sin debilitar la fuerza de un movimiento que se orienta en sus fundamentos hacia una liberación de los humanos del yugo de un imperio mercantil que actúa desde la opacidad y define los derechos de los individuos, su alimentación, las energías, el agua, los transportes, la información, la comunicación… en función de los intereses de una oligarquía.

Una perspectiva más radical sería la de unos movimientos sociales decididos a transformar en una" lucha para el reconocimiento" lo que es hoy el desprecio para unas categorías sociales dominadas. Conviene hoy transformar la gobernanza mundial en marcha y sus antenas (FMI, OMC, Banca Mundial…) en un centro de control y de decisión por los humanos y para los humanos.


Notas bibliográficas
- Dominique Bourg et Daniel Boy, « Des conférences de citoyen pour discuter des questions scientifiques et techniques », in la démocratie participative (dir. Yves Sintomer), Problèmes économiques et sociaux, La Documentation française, 2009.

 -Manuel Castells Sociología de los movimientos sociales urbanos.
 J-ürgen Habermas, Escritos políticos.
 -Hannah Arendt, ¿Qué es la política?
-Eléonore KOEHL, Yves SINTOMER: Los jurados de ciudadanos berlineses -Informe 2002 
-Jacques RANCIÈRE, 2005, La haine de la démocratie (El odio a la democracia) 
 
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