15.9.11

Simples palabras: Indignado

Página publicada en el Dossier EL ESPIGADOR

EL ESPIGADOR 
 nº15


Podemos leer en el Diccionario de los sentimientos (de J.A. Marina y M. López Penas Editorial Anagrama, S.A. 1999) que la palabra dignidad tiene un significado ambivalente. Es por una parte una situación, un cargo, una prebenda, y por otra, es una cualidad personal que hace a un sujeto merecedor de ese estatus. Es una palabra que ahora nos suena anacrónica y que esta expresamente ligada a los aspectos personales o morales, que se ven enfatizados.

Los desengaños sufridos en la consecución de los deseos o en los empeños de la vanidad llevan al despecho (DRAE). Las emociones que son el despecho y la indignación son irritaciones violentas y buscan la revancha. Sin embargo, si el despecho es la manifestación trágica de la ira, la indignación es su forma generosa y moralizadora.

Generosa porque, cómo ya señalaron Descartes y Spinoza, la indignación puede relacionarse con el mal realizado a otros.

Moralizadora, porque el desencadenante suele ser algo injusto. Se relacionada con el desprecio hacia el objeto indignante. La indignación tiene como antecedente el reconocerse como digno de algo. Eso significa "merecerlo".

Quién puede reconocerse como digno de algo puede indignarse en contra de lo que considera injusto o inmoral. Su generosidad hacia el otro que se encuentra dañado no necesita de la irritación. Basta con una acción política firme.
La acción política firme en democracia no puede ir acompañada de una emoción como la indignación que, por su aspecto moralizador, demuestra una autoridad, contradictoria con el afán de democracia.