6.1.12

Después de una cena navideña...

...con "el-amigo-que-lee-el-ABC"

Una jungla sin piedad
Los eventos actuales me convencen de que la política es el arte de la violencia. Algunos hablan del teatro político como una jungla sin piedad donde el éxito y/o la supervivencia necesitan la muerte simbólica del adversario. No dudo en hacer mía tan sanguinaria metáfora.

Son estos odios tenaces los que conforman la dramaturgia política del último decenio. En este teatro, os Bush-Obama, los Aznar-Zapatero, los Y: Merkosy, Rajoy, "histerizan" la política. El combate no se libra en función de las ideas, sino alrededor de un equipo, o más bien de un clan o un hombre. El ciudadano aplaude la transparencia instantánea de la Red o, como mi amigo, tiene fe en su ABC, el abecé, su rudimento (DRAE), su embrión abortado de información.

¿Dónde han ido a parar las ideas?
Los conflictos no se están resolviendo con el debate sino que se mantienen con la violencia retórica. Se contagia a los ciudadanos, bajos en defensas inmunitarias por confiar en su embrión informativo y que tienen un funcionamiento hormonal más sensible al combate, reafirmando así su nivel de testosterona. Es el contagio del odio, de una retórica vomitiva que estropea una buena cena.

Estos años de crisis en España, con su punto culminante, ¿y final?, en las elecciones, nos han permitido vivir este teatro político del combate a muerte y del odio, la estigmatización de un gobierno que la dictadura de los mercados y de los grandes bancos internacionales, apoyados por los Estados "fuertes" de Europa, han obligado a arrodillarse. Esta arrebatiña ha sustituido al debate de ideas sobre una situación internacional compleja y a la posibilidad de una cohesión nacional frente a los tiburones del mercado.

La división entre los ciudadanos ha sido radical, sin matices, unas palabras de odio salen de la boca de unos cuantos, verdaderas máquinas de repetición de una prensa rencorosa que despierta del todo estas Dos Españas siempre medio dormidas.

Ya es tiempo de desarrollar la política de la participación inteligente en los grandes temas nacionales e internacionales, una verdadera "ecología" individual y social, una resistencia a un sistema político-financiero que fragmenta a la ciudadanía hasta el punto de impedir cualquier dialogo El monólogo político de los que tienen odio, la mayoría sin saberlo, no tiene otra referencia que un fascismo, pasado pero siempre dispuesto a renacer de sus cenizas.