19.12.13

Rechacemos la sociedad bajo vigilancia











 Rechacemos la sociedad bajo vigilancia[1]
En el curso de los últimos meses, la extensión de la vigilancia de masas se ha hecho evidente al público. Algunos clicks de ratón bastan al Estado para acceder a nuestro móvil, a nuestro correo electrónico, a nuestra cuenta en las redes sociales y nuestras búsquedas en Internet.  El Estado puede rastrear nuestros datos y puede así predecir nuestros hábitos de compra y comportamientos.
El pilar de la democracia es la integridad inviolable del individuo. La integridad humana se extiende más allá del cuerpo físico. En sus pensamientos y en su entorno personal y de comunicación, todos los seres humanos tienen derecho a una intimidad sin obstáculo. Este derecho fundamental se ha vuelto caduco por el uso abusivo de los avances tecnológicos por parte de los Estados y de empresas en sus actividades de vigilancia.
Una persona colocada bajo vigilancia ya no es libre; una sociedad bajo vigilancia ya no es una democracia. Para que sigan siendo válidos, nuestros derechos democráticos deben aplicarse tanto en el mundo virtual como en el mundo real. La vigilancia viola la esfera privada y compromete la libertad de opinión.
Triunfo histórico
La vigilancia de masas trata a cada ciudadano como a un sospechoso potencial. Replantea uno de nuestros triunfos históricos: el de la presunción de inocencia. La vigilancia hace transparente al individuo mientras que el Estado y las empresas trabajan en el secreto. Como lo hemos visto, este poder es sistemáticamente abusivo.
La vigilancia es un robo. Estos datos no son un bien público: nos pertenecen. Cuando se utilizan para predecir nuestro comportamiento, somos expoliados de otra cosa: del principio del libre albedrío, esencial para la libertad.
Exigimos,  para todos los pueblos,
 El derecho para determinar en tanto que ciudadanos y de manera democrática, en qué medida sus datos personales pueden ser legalmente recogidos, almacenados y tratados y por quien;
Obtener informaciones sobre el lugar donde se almacenan y cómo se utilizan;
Conseguir que se borren sus datos si han sido ilegalmente recogidos y almacenados.
Hacemos un llamamiento a todos los Estados y empresas para que respeten estos derechos; a todos los ciudadanos para que se levanten en defensa de estos derechos; a las Naciones Unidas para reconocer la importancia fundamental de la protección de la vida privada en línea y crear una “declaración internacional de los derechos numéricos”. Hacemos, en fin,   un llamamiento a todos los gobiernos para que firmen y se adhieran a tal declaración.

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[1]  Le Monde del  11-12-2013 Artículo firmado por un colectivo de escritores, además de los premios Nóbel de literatura: J. M. Coetzee, Elfreide Jelinek, Orhan Pamuk, Günter Grass, Tomas Transtömer