Guión: Keith Winter / Thomas Job (obra teatro)
Música:
Mario Castelnuovo
Fotografía:
Paul Ivano
Montaje: Arthur Hilton
Productora: Joan Harrison- Universal
George Sanders es Harry Melville Quincey
Ella Raines es Deborah Brown
¿Qué pasó a Uncle Harry?
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Tío Harry,
como lo llaman sus colegas, es un solterón, único heredero barón de la
familia Quincey, los que han “hecho” la ciudad de Corinth – donde se encuentra la casa de George Washington que los
forasteros se deben de visitar – pero que lo perdieron todo con la Gran Depresión de 1929.
Así
que Harry mantiene la casa familiar, último vestigio de la herencia, trabajando
como empleado dibujante en lo que fue la fábrica de su padre.
También mantiene así a sus dos hermanas y a un
ama de llaves que siempre se pelean entre ellas cuando se trata de preparar la
mejor tarta de arándanos para Harry.
Harry
invita a Deborah, la nueva ejecutiva de la fábrica que viene de Nueva York. Es
que Harry le quiere enseñar su “gran” telescopio en el taller del fondo del jardín de la casa
Quincey. El pequeño sobresalto de Deborah sobre el taburete, la mano firme de
Harry sujetándola, el espectáculo de las estrellas que ofrece el magnifico
instrumento de Harry… y nace el amor. ¿Por qué no? Ya hemos visto a la
esplendida Ella Raines enamorarse de Charles Laughton el año anterior (The
suspect-1944) por la misma magia de Robert Siodmak. El tímido tío
Harry tendrá seguramente algún atractivo para Deborah aparte de su
famoso telescopio.
Al
placer de encontrarnos con George Sanders en el
Blog Cine Negro, se añade el de volver a ver a Ella Raines, su compañera
de reparto, favorita de Siodmak (Phantom Lady, The suspect).
¿Compañera de reparto? Ojala fuera la única para este pobre Harry: en realidad,
está asfixiado entre su hermana mayor Hester, una viuda que lo mima más de la cuenta, y
Lettie. Aquí conviene pararse. La prodigiosa
Geraldine Fitzgerald va
progresivamente a apoderarse de la pantalla y conseguirá menguar ligeramente la
presencia del gran George.
¿A qué
se debe tal evento? Por supuesto, Siodmak sabe dónde poner la cámara y enfocar
las luces sobre estos dos monstruos de la interpretación. Pero hay algo más. Sus
relaciones ambiguas forman el centro de la trama. Lettie, la hermana
hipocondriaca, tan hermosa, pasa el tiempo en la cama, controlando las
idas y salidas de Harry. Se levantará cuando éste invita a
Deborah. Invadida por los celos,
frente a una provocadora Deborah que no tarda en adivinar sus sentimientos.
Lettie se negará a cambiar de casa cuando
Harry anuncia su matrimonio con esta guapa mujer recién llegada de Nueva
York. La extraña relación entre Lettie y
Harry se precisa, la sospecha de un probable incesto recorre las habitaciones
de la vieja casa Quincey. La atmósfera ultraconservadora de la Nueva Inglaterra contrasta con la actitud de la moderna Deborah pero sobre todo con
estas pulsiones secretas, escondidas por debajo de las sábanas de lino blanco
con encajes. No le queda más remedio a Harry que poner en marcha un plan que
acabe con la dominación de Lettie, o sea con su vida…
Por
supuesto las cosas no van como quiere: no se puede confiar en el azar. La secuencia del envenenamiento organizado por
Harry es un excelente momento de pura corografía:
las tasas de té bailan entre manos: no sólo muere la otra hermana por error;
además la perfidia Lettie está acusada,
encarcelada: es su venganza por la traición de su hermano. Quiere atormentar la
consciencia de Harry que, en el transcurso de su criminal empresa, ha perdido a
Deborah, que se ha marchado con otro. Bueno, esa podría ser la extraña “affair” de Harry… Pero hay otra manera de contarlo, nos dice Siodmak.
Rodada justo después de The suspect, esta
película, adaptación de una obra de teatro, no tiene el nivel de su
predecesora, en la cual actuaba también Ella Raines. La actriz no tiene aquí el
papel principal que la consagró en Phantom Lady rodada el año anterior por el mismo Siodmak. Aunque el productor
nos invita, después de los títulos de crédito, a no desvelar el final –lo que
respetamos –el problema es que este final transforma una obra de puro cine
negro, a pesar de su ambientación teatral, en una comedia, un divertimiento.
Unos minutos antes, el final hubiese sido de lo más cínico, lo más oscuro,
sarcástico, inmoral, por la gracia de la
esplendida Geraldine Fitzgerald. La censura vigila y la productora prefiere
ofrecernos una “Pesadilla”. Recordamos que se trata de Joan Harrisson,
anteriormente asistente de Hitchcock;
se puede apreciar una atmosfera y una temática muy próxima a la etapa inglesa
de Alfred y también a Shadow of a doubt
. Después de The suspect, Robert Siodmak trabaja de nuevo con Paul Ivano a la fotografía y Arthur Hilton para el montaje, el cual
volverá con el director para The Killers (Forajidos).
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