6.6.14

Migraciones: una ética



<<Se marcha al “extranjero: extraña y arcaica  afirmación, en la aldea planetaria…>>

La política ha sido desde siglos conducida por unos sistemas de poderes políticos y económico-financieros: son estos los que crean las fronteras. En cada país el gobierno de turno decide quien tiene el derecho de pasar una frontera y quién no.
Con esta utilización de los instrumentos de la política desde la trascendencia del mercantilismo, el territorio planetario está fragmentado y los movimientos de poblaciones se ven obstaculizados: la sociedad humana está dañada.
La cultura técnica está promovida hoy en día por un sistema de poder globalizador de valores imperantes. Es una cultura que separa el humano de la naturaleza y de su propia naturaleza con el pretexto de crear una supuesta “sociedad del conocimiento”.
En los hechos, la  ley del mercado favorece la competitividad y aumenta las desigualdades entre los territorios fragmentados y al interior de estos territorios. Acompaña el discurso del miedo que  fomenta estas identidades que marcan la diferencia entre grupos (nosotros y los otros),  intenta justificar las fronteras; politiza la sociedad humana sobre la base falsa de las ideologías..
Vivimos una hipocresía: existe una discrepancia entre los valores que defendemos y la realidad que vivimos. Con esta utilización de los instrumentos de la política desde la trascendencia del mercantilismo, la sociedad humana puede, con razón, sentirse  engañada.
La educación puede ser un factor de cambio, frenar los efectos de la cultura técnica, crear una conciencia planetaria de lo común. Se trata de fomentar en cada uno el potencial activo y creativo que le haga actuar con los demás con sentimiento de solidaridad.  
La ética acota, delimita, este potencial de nuestras singularidades para conducirlo al nivel colectivo. La política es la utilización de este potencial al nivel colectivo para la gestión de los asuntos comunes y el control de los poderes de gestión que decidimos juntos. La ética debe ser la única trascendencia que inspira las proposiciones  políticas.
La sociedad humana se enfrenta a unos retos – cambio climático, movimientos de poblaciones, repartición de la riqueza, redefinición de la producción… – que  vuelven obsoletos los instrumentos actuales, competitivos y mercantiles de la  política. La importancia de estos retos a escala planetaria conduce a formula el deseo de una nueva política.
El propósito de un sujeto político consciente de la vulnerabilidad y la precariedad, intempestiva o previsible, de las poblaciones debería estar acompañado por una ética que responde a a las necesidades de las poblaciones migrantes,  una ética que trasciende cualquiera consideración ideológica, económica o mercantil,  una ética que (como mínimo) afirme  la doble negación: no dañar, no engañar.
Las proposiciones políticas de la sociedad humana deberían conducir a unas reglas y unas leyes (poder legislativo de la sociedad)  justas inspiradas por esta ética y cancelar las leyes injustas como las de la inhospitalidad vigente actualmente. El control del cumplimiento de estas leyes (poder judicial de la sociedad) debe ser guiado por valores éticos.

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