7.6.14

"The garment jungle"-Vincent Sherman y Robert Aldrich


Bestias de la ciudad  1957
Dirección: Vincent Sherman - Robert Aldrich

Guión :  Harry Kleiner / Lester Velie (artículos)

 Música :  Leith Stevens   

Fotografía :  Joseph F.Biroc  

 Montaje :  Wiiliam A.Lyon   

Dirección artística :  Robert Peterson 

  Producción :  Harry Kleiner-Columbia

Actores:


Lee J. Cobb Walter Mitchell


Kerwin Mathews / Alan Mitchell y Valerie French / Lee Hackett


Gia Scala Theresa Renata y Robert Loggia Tulio Renata

Richard Boone Artie Ravidge  t
rabaja en la serie de Jack Webb DragnetThe big knife (Robert Aldrich-1955)



Harold J. Stone / Tony empleado de Mitchell



 
Asesinato del socio de Mitchell 


Lee J.Cobb no pasa desapercibido: después de interpretar a este sinvergüenza de Mike Figlia, el gran ladrón del mercado de Frisco en  Thieves’Highway (Mercado de ladrones-Jules Dassin-1949), viene a ocupar buena parte de la pantalla y provocar unas situaciones de las más desagradables para mucha gente en esta entrega de  Sherman (y Aldrich). Su hijo no se comporta como lo hizo  Richard Conte con su padre. Si en Thieves’Highway Conte, recién salido del ejército,  está muy decidido a vengar a su padre, engañado, humillado por Lee J:Cobb, en parte responsable de su estado de inválido, Alan MItchell / Kerwin Mathews se enfrenta a él cuando vuelve de la guerra de Corea. Es que Lee no ha cambiado mucho en estos ocho años pasados después de Thieves’Highway. No es el vendedor por mayor sin escrúpulos que piensa que se puede comprar a cualquier. Ahora se llama Walter Mitchell, no tiene bigotes y dirige una importante empresa de costura de pret a porter.   Su empeño por no tener ningún sindicalista en su empresa e impedir que sus empleados se sindicalicen,  hace de este personaje autoritario el perfecto representante del neoliberalismo salvaje moderno, mientras Mike Figlia era todavía el borrador. Alan busca un acercamiento con su padre y, apoyado por su madrastra,  intenta convencerle para que lo contrate en su empresa. Ira descubriendo la parte en la sombra del personaje de Walter, dominado por la personalidad de un siniestro personaje: Artie Ravidge, jefe de una banda encargada de  intimidar a los empleados y obstaculizar la influencia de los movimientos sindicales. “Intimidar y obstaculizar” son unos eufemismos para describir los métodos de una extrema violencia empleados por el sistema Ravidge: el “accidente” en el ascensor que acaba con la vida del socio de Walter, para quien la entrada del sindicalismo en la empresa era un progreso social necesario,…


… el asesinato de Tulio,  representante sindicalista del partido comunista que ha intentado calentar los ánimos en el mundillo de las costureras y de los modelos …  

El propio Walter Mitchell acaba siendo víctima del chantaje de Ravidge. Su hijo Alan le acusa de ser cómplice de unos métodos de otros tiempos mientras aprovecha la muerte de Tulio para ocupar el terreno dejado libre al lado de su bonita viuda, Theresa. Sin embargo, las circunstancias han permitido al hijo de papá descubrir también las difíciles condiciones de vida en el barrio de Little Italy donde Theresa ha vuelto con su bebé a casa de sus padres: Alan se ofrece para ayudar a todos: obreros, viudas y niños. Pero Theresa es la que, al final, ayudará a resolver la situación que permitirá pasar del medievo liberal al siglo XX neoliberal políticamente correcto.

El asesinato de Mitchell

 El rodaje de la película empezó con Robert Aldrich y acabó bajo la batuta de Vincent Sherman.  ¡Los caminos del señor productor Harry Cohn  son insondables! Podemos imaginar lo terrorífico que podía haber sido tal proyecto en las únicas manos del padre de Charlotte y de Baby Jane que acaba de rodar la catástrofe nuclear de Kiss me deadly con su amigo el guionista Bezzerides (¡ah! este mismo que escribió Thieves’Highway). De todas maneras, el trabajo de Sherman es más que respetable y, aunque no nos encontramos delante de una obra memorable en esta época crepuscular para el cine negro, el resultado es un buen momento de entretenimiento y algunas cualidades que merecen detallarse. La primera se encuentra en la misma temática: abre el debate sobre el sindicalismo en las empresas y toma decididamente partido a favor en un momento en que los Estados Unidos, pasado la siniestra época del macartismo, pueden ver y escuchar un alegato pro-comunista sin que interfiera la censura.

Imágenes extraídas de archivos sobre el entierro de un sinidicalista en NY.


La crítica social va más lejos: la denuncia del liberalismo como sinónimo de jungla, sistema mafioso frente al estado de pobreza que reina en algunos barrios de Nueva York. Sherman representa claramente el contraste con elegancia, lejos de la facilidad de la  acusación populista. También con esta temática pro-sindical,   Sherman y el guionista Harry Kleiner se sitúan en la posición opuesta a Elia Kazan con On the waterfront (La ley del siliencio). Así el debate está servido.


Otro detalle de importancia: el rodaje en gran parte en exteriores y en barrios pobres. Hay pocas películas que lo traten en las décadas 1940-50,  si exceptuamos al cine negro; pensamos en John Berry con He ran all the way (Yo ame a un asesino-1951), Ted Tetzlaff con The window (La ventana--1949),  Phil Karlson con esta excelente primera secuencia en Scandal Sheet (Trágica Información-1952) y, por supuesto, esta representación de la comunidad italiana de Cry of the city (Vida marcada-Robert Siodmak-1948) con la historia del teniente Candella y Marti Rome (¡otra vez Richard Conte!) en este mismo barrio italiano de Nueva York. Esta fuerza documental se ve reforzada con la secuencia del entierro del representante sindical: los directores Sherman-Aldrich introducen un reportaje sacado de las actualidades de la época y potencian así el efecto trágico de la situación.


El contraste entre la vida de los empresarios y la pobreza de los actores del sindicalismo se encuentra también en los mismos locales de la empresa: pasamos a veces del universo sofisticado de la presentación de los modelos a la sala de confección y de las máquinas de coser, otra demostración de la voluntad de los directores para poner en evidencia la explotación del mundo laboral. La atmósfera negra de la muerte de Kenner en el ascensor al principio de la película lanza el ritmo, bastante nervioso,  que no mengua hasta la última escena.  La relación entre Alan y Theresa tiene unos buenos momentos a pesar de la floja prestación de Kerwin Mathews. En el papel de Theresa, Gia Scala ilumina la película con este personaje de Theresa, un carácter fuerte y de una gran sensibilidad que probablemente encontrará con Alan la posibilidad de descansar por fin de la lucha por la supervivencia. 



Los tres protagonistas principales forman un buen número de cine negro: Lee J.Cobb, combativo como siempre, el insufrible Artie Ravidge que representa Richard Boone en su mejor papel y el carismático sindicalista, mártir por una causa,  Tulio Renata (el actor Robert Loggia) ejecutado por la banda de Ravidge, con la complicidad de miembros del sindicato. Todos estos segundos papeles, obreros, hombres de la banda… añaden con su actuación al crudo realismo de la película Sherman-Aldrich.




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