La fuerza del destino 1948
Director: Abraham Polonsky
Guión: Abraham Polonsky/Ira Wolfert (novela:
“Tucker’s People”)
Música: David Raksin
Fotografía: George Barnes
Montaje: Art Seld
Dirección artística: Richard Day
Producción: MGM
John Garfield es Joe Morse |
Beatrice Pearson es Doris Lowry |
Thomas Gomez es Leo Morse |
Una película asombrosa, realista y a la vez
poética: el realismo lo consigue la fotografía de George Barnes y las
interpretaciones de John Garfield y Thomas Gomez. Los diálogos contundentes e
irónicos cuando se trata de la critica al sistema político-financiero, casi
poéticos a veces en la descripción de los sentimientos humanos, están firmados
por el excelente escritor que es Abraham Polonsky y por Ira Wolfert, autora de la novela Tucker’s
people de la que Force of Evil es la adaptación. La representación que da Polonsky de la
corrupción, del crimen y el castigo, con
una forma casi alegórica y alusiones a los textos bíblicos, el manejo inversado
de los clichés hollywoodianos propios del género, es brillante y de un fuerte
realismo con un profundo sentido de la naturaleza humana. Con el paso del
tiempo, la película ha sido reconocida como una obra maestra en el Cine Negro y
se puede notar su influencia en el cine contemporáneo.
Notamos
esta reflexión de Martin Scorcese: “La cara de
John Garfield… verdaderamente era como un paisaje de conflictos morales. El
mismo cuerpo social se encontraba afectado… lo que veíamos estallar en nuestras
narices era una sociedad codiciosa, podrida. De lo que se trata es de la
violencia del sistema, más que de la violencia individual”. Scorcese cita Force
of Evil en numerosos artículos, entrevistas o en su documental sobre el
Cine americano. Reconoce la importancia de su influencia en su propia obra; los
principales elementos del período fasto de Scorcese se encuentran aquí: mafia,
corrupción, ascensión, caída y redención. Conviene reconocer que, desde el principio de
la mitad del siglo XX, Force of Evil se ha vuelto una
película culta. Sin embargo, la complejidad del guión, su resolución muy
compacta, la presencia de algunos personajes, densifican la historia, lo que parece ser una
paradoja, vistas las cualidades citadas de diálogos y la riqueza subyacente del
guión: un fuerte mensaje político con tintes mitológicos: conviene seguir de
cerca estos diálogos para no perderse en la confusión. Estas
reservas no quitan en absoluto el interés por la película: descubrir esta
primera película de Polonsky (de las tres que realizó, castigado por el
maccartismo como lo fue Garfield). También volvemos a encontrar a Thomas Gomez con quien nos cruzamos ya
unas cuanta de veces en este blog –esta vez en una interpretación llena de
sensibilidad que ilumina cada escena por su presencia, tan contrastada con sus
papeles en Johnny O’Clock o Key Largo – y sobre todo John Garfield que aquí, con su mirada
penetrante y un discurso contundente, con ritmo de ametralladora, confirma esta reflexión del cineasta Bertrand Tavernier para quien, Garfield
había contribuido ampliamente en influenciar la segunda parte de la carrera de Humphrey Bogart –opinión muy discutible,
podemos pensar que el joven actor Garfield fue impresionado en 1941 por la
caracterización de ´Sam Spade que da Bogart en The maltese Falcon o por
“Gloves” Delahue, este Tintín de All
through the nigth de Vincent Sherman. Volvemos a encontrar también a Mary Windsor, la femme fatal, mujer de Tucker que no parece ser tan venenosa
como lo conseguirá mas tarde, como mujer de Elisha Cook en The Killing (Atraco perfecto-Stanley Kubrick-1956).
Descubrimos al excelente Roy Roberts,
Beatrice
Pearson –tendrá una carrera muy limitada –y Beau Bridge en su primer trabajo para el género.
Los
números mandan
Desde la primera secuencia, estamos inmersos
en este tipo de pequeña novela policiaca lanzada a cien por hora, con un John
Garfield todo nervio. Su voz en off es un bombardeo de cifras, números: -“la gente apostaba a cualquier combinación
de tres números… elegida en cualquier hipódromo …Pero mañana es el día de la
fiesta nacional y el numero 776 (en recuerdo al año de la declaración
de independencia de los EEUU) lo intentan la mayoría. Por supuesto, nunca
sale”. La enumeración de cifras sigue en la entrada de la torre donde tiene
su despacho, en Wall Street: Siempre es
un día de suerte para el que sigue con vida” dice Joe a los botones
del edificio … “a diario, veinte millones
de estadounidenses se jugaban así su dinero… renta anual de los pequeños
estafadores…más de 1 millón de dólares” De ahí pasa a los números de su
caja fuerte!... ¡y al numero de teléfono de Ben Tucker!
John
Garfield interpreta a Joe Morse, un joven
abogado ambicioso, cegado por el dinero fácil. Gestiona los asuntos de Ben
Tucker cuya riqueza se hizo con el tráfico de la lotería que tanto gusta al
pueblo. La voluntad de Tucker es salir de este aspecto mafioso de sus asuntos y
regularizar el sistema de apuestas, pero… montando un gigantesco golpe para
apoderarse, el día de la fiesta
nacional, de las pequeñas oficinas de
apuestas competidoras.
Joe Morse intenta convencer a su socio de la
validez de su apoyo a su cliente Tucker:
-Joe: “Tenemos
una gran oportunidad de convertir el negocio en una lotería legal”
-El socio: “Una cosa es representar a Tucker legalmente como has estado haciendo,
otra…La ley no te protege por el hecho de ser abogado… Incluso en Harvard te lo
enseñan” alusión a la brillante carrera que espera a Joe de por su
formación.
-Joe le cierra el pico: “Tucker
me está haciendo rico y yo te hago rico a ti… Yo llevo la corbata de su
facultad y tú llevas la mía.Aunque, si lo prefieres, puedes comprártela en
cualquier almacén”. La película arranca.
La
maniobra de Tucker y Joe Morse
Joe con Ben Tucker (Roy Roberts) |
Tucker: “Sólo
tenemos que financiar a 12 bancos, los grandes… y el pequeño de tu hermano, por
supuesto: trece… El resto, allá se
pudran. Que se las apañen como puedan. Nosotros vamos a amañarlo para que ese
número (el 776) sea el ganador y los
bancos de apuestas se vayan a la ruina”.
Joe quiere avisar a su hermano mayor Leo de la
estrategia de Tucker y ofrecerle entrar en la corporación de los doce bancos
elegidos, como favor por ser su hermano. Sabe que la única manera que tiene
para convencerle sin provocarle un choque que puede provocarle un infarto –Leo
padece una enfermedad del corazón –consiste en darle la combinación de tres
cifras. Tucker se opone totalmente: “No
puedo arriesgar todo el dinero que he invertido por razones sentimentales”.
Con su hermano Leo, Joe el abogado piensa que
tiene cojones como para ayudarle sin por eso echar abajo el jugoso plan de
Tucker. Más bien lo contrario: aprovecha el golpe para que Leo se encuentre
protegido y salga ganando; ¿Leo resiste? Bien, Joe se las arregla para que la
policia lo arreste: lo libera y así gana su confianza y le pone a cubierto.
Visita de Joe a Leo |
Leo, hermano mayor de Joe Morse vive de lo
que le deja este negocio ilegal. “Leo había vuelto a los barrios bajos, donde
habíamos nacido…Estas oficinas de
cobro se llamaban bancos. Y eran como bancos porque en ellas se depositaba
dinero. Pero se diferenciaban en que las probabilidades de sacarlo eran de cada
mil, una… Estos bancos estaban situados en la trastienda de los billares,
bodegas, o escondidos en pisos de los
barrios bajos, como el de Leo”.
Los empleados de la oficina de Leo–aquí el
barrio de Little Odessa –son amigos y protegidos de Leo y su mujer, en
particular la secretaria Doris.
-Joe: “Leo,
voy a sacarte de este antro y meterte en un negocio de verdad… me la he estado
jugando para hacerte esta proposición, así que escúchame. A tu negocio le va a
ocurrir algo muy grave. Hay 20 o 30
bancos en la ciudad como el tuyo. Los más pequeños… supón que una sociedad
se fusiona con otra para eliminar peqeños negocios como el tuyo. Podrían
reducir gastos generales, jurídicos, disminuir los costes y garantizar los
beneficios. Un hombre como tú se quedaría sin negocio. No podrías competir con
ellos. Pero imagina que tienes un hermano y ese hermano te convierte en
banquero de la organización de esa gran corporación”.
-Leo: “¿Qué
gran corporación: Tucker? ¿dos tercios para Tucker y un tercio para mi propio
negocio? ¿sabes cómo se llama eso, Joe? Chantaje!”. “¡Soy un hombre honrado y no un gángster como todos esos que conoces!”
Leo le recuerda que lo ha sacrificado todo
para ayudarle y pagar sus estudios, después de la muerte de sus padres. La secretaria,
Doris, es de la familia para Leo, y cuenta más que Joe el ingrato, estafador, timador, gángster. Joe no consigue calmarle.
Con sus contactos en la policía, Joe organiza
una redada en el banco de su hermano –con las mejores intenciones: “Quiero ver a mi hermano en la cárcel, hasta
que lo saque… quiero obligarle a entrar en la corporación, hacerle rico…”
Joe y
las mujeres
Joe y Edna Tucker (Marie Windsor) |
Todo eso deja poco tiempo a Joe para los
sentimientos más íntimos: ya no echa cuenta a la que fue su amante, Edna, la
mujer de Tucker:
“A veces
actúas como un ser humano… como si tuvieras sentimientos”
Sin embargo, ella lo protege cuando le dice que
tenga cuidado: el teléfono de Tucker está pinchado, y probablemente el suyo,
por el fiscal.
Pero a
Joe le queda un rato para ligar con Doris, la secretaria de su hermano Leo. La
chica es simple, honrada… y de su viejo barrio: uno no se deshace tan
fácilmente de sus raíces…
Doris ha demostrado su honradez cuando
decidió dimitir de su puesto de secretaria después de la discusión entre Joe y
su jefe Leo. –“Te ha disgustado lo que ha
dicho mi hermano: las ovejas negras ennegrecen a todo el rebaño” le dice
Leo.
-Doris: “Exactamente,
y eso es muy fácil cuando el resto no es blanco del todo… Perdone”. En
realidad, no se marcha, porque en este momento la policía irrumpe en la oficina
y se lleva a todos los empleados a la comisaría (por orden de Joe). Cuando Joe saca
a Leo y sus empleados de la cárcel; Leo está furioso: “has
destrozado la reputación de mi oficina. Si lo pierdo todo mañana, tengo algunos
ahorros… ¿Recuerdas como Caín se cargó a su hermano Abel?”. Pero no es tan
simple: Caín-Joe buscaba lo mejor para su hermano y Abel-Leo también intentará
defender y salvar a Caín-Joe cuando las cosas se pusiera feas para éste. Porque
después del golpe, el 4 de Julio, Leo se encuentra con el banco nº13 prometido
por Joe: “¿Negocios? Un centavo para un
ladrón, dos centavos para el otro… Por lo menos con su oferta ya no tendré que
robar más centavos. Los grandes estafadores robaran dólares para mí”. Su
contable, el señor Bauer, no acepta esta
nueva situación conseguida por la corrupción… aunque él mismo no está tan
limpio.
Leo y
su contable Bauer
Bauer (Howland Chamberlain) |
Los empleados están reunidos para el pago a los clientes. Joe quiere
forzar a Bauer. Algunos quieren irse, otros aceptan. Bauer ha comprendido que
no dejaran a nadie irse. Bauer, confuso, decide chivatear sin saber dónde se mete. Leo
intentará presionar a Bauer para proteger a Joe. Pero es demasiado tarde: Bauer
entrega a Leo a los esbirros de Tucker en el restaurante donde tienen cita. Una
secuencia que desborda sentimientos, potenciada por la música apropiada de David
Raksin: el clímax de la película.
Leo no sabe que Bauer le ha traicionado: tranquilízate, hazme caso, yo te ayudaré. Sé
lo mal que te sientes. Fue una estupidez por tu parte ponerle a mi hermano la
pistola en la mano para que te matara. Porque eso es lo que hiciste, ¿te das
cuenta? Sé lo difícil que es encontrar a una persona que te mate, que acabe
contigo para siempre, que cargue con tus crímenes y te libere de esa carga… Ya
lo sé…
-Bauer, destrozado por el miedo y la vergüenza
que le invade: Por favor, señor Morse. Yo
solo quiero irme. Eso es todo, nada más. Quiero irme, pero no me dejan. Si no
dejo esto, me voy a morir.
-Leo no entiende y piensa que Bauer le pide
protección: Tengo problemas de corazón.
Me estoy muriendo casi a diario. Así es como vivo, ya estoy habituado. A veces,
te parece que estás muriéndote, que la muerte ya ha llegado, aquí, y aquí,
aquí. Respiras pero te mueres al respirar.
Llegan los matones de Fricco
-Leo: Freddie…
¿Qué me has hecho?
Tucker con Bill Ficco (Paul Fix) y Frankie (Beau Bridges) |
Decidido a tener su parte
en el golpe de Tucker, Joe tocará fondo… Se le ha olvidado que, en este tipo de
historia, siempre hay alguien que se pone a hablar más de la cuenta, que los
mafiosos son una gente a la que no se puede dar confianza, que su cliente está
dispuesto a ser el socio del diablo si hace falta para ganar más y más. Joe
Morse piensa haber tocado fondo cuando
los esbirros de Tucker ocupan su despacho, pero caerá todavía más bajo cuando
se trate de salvar a su hermano Leo. . Joe utiliza la línea de teléfono
pinchada por el fiscal para comprometer definitivamente a Tucker y sus acólitos.
Está dispuesto a colaborar con la justicia pero su carrera se ha echado a
perder. Va a buscar el cuerpo de Leo que han tirado en el río… “seguí bajando más y más como si fuera al
fondo de la tierra para encontrar a mi hermano… y encontré su cuerpo donde lo
habían arrojado, entre las rocas…junto
al río, como si fuera una rata asquerosa que no importara a nadie.
Estaba muerto y era como si yo lo hubiera matado. Regresé para entregarme a
Hall, porque si la vida de un hombre podría terminar así, de este modo, como
basura, es que algo iba muy mal. Había que acabar con ello, de un modo u otro…”
Nueva York no tiene piedad para los
que se la dan de listo… ¡Un papel muy negro hecho a la medida de Garfield!
Polonsky y Garfield
Como en la novela de Ira Wolfert, Polonsky asimila en su guión el capitalismo
salvaje al gangsterismo y decide pasar de la representación de la Ley y del sistema policíaco: “es sólo una representación más del Mal
general en el que vivimos” dice el cineasta. Aunque la ley tiene un papel
fundamental, todos los personajes que desfilan en la película están implicados
en unas actividades delictivas pero jugosas en cuanto a beneficios materiales.
Nadie se salva en la ficción y, en la realidad de unos Estados Unidos caídos en
el maccartismo, ni Abraham Polonsky, ni John Garfield –éste último lo pagará
con su vida. Pero volvemos a la ficción: Polonsky no abre la puerta de un mundo
de pequeñas oficinas secretas que gestionan las apuestas de loterías. El
negocio de Leo, hermano de Joe, es más bien una empresa familiar y está claro
que en estos despachos con sus viejos muebles y las paredes manchadas, no se
están moviendo los peces gordos. Estamos en el barrio de Little Odessa, y la actitud de bonachón sin ambición de Leo
contrasta con la de su hermano que, diploma en mano, ha dado el salto hacia el barrio de los Wasp (Blancos anglo-sajones
protestantes). Los enfrentamientos entre los dos hermanos son unos buenos
momentos de un poderoso realismo que tanto aprecia Scorcese. Así que el ambiente
de Force
of Evil parece totalmente novedoso con respecto a las producciones de
Cine Negro en la época. Polonsky y, más tarde, John Berry con “He run a ll the way”
(1951) en el que actúa el mismo John Garfield y con un guión de Dalton Trumbo,
no tienen probablemente ningún equivalente en la producción estadounidense de
los años 1940-50 en el cine negro. Tratan de la dominación del sistema de poder
bajo el punto de vista de los dominados: cuando Berry representa a la familia
sometida al sistema, pero con sus contradicciones y sus miedos, Polonsky habla
de la resistencia a la dominación por parte de los pequeños empleados, a pesar
de la utilización que hacen de los medios de este mismo sistema para sobrevivir
y prevenir un futuro incierto. Un año ante de rodar esta primera película,
Polonsky reveló sus dones como guionista con Body and Soul (Cuerpo y Alma-Robert Rossen)
interpretado también por Garfield. Sus diálogos contundentes participaron del
éxito de la película tanto como la dirección de Rossen; lo que condujo a los Studios Enterprise, productora de la
película de Rossen, a confiar al joven
guionista la adaptación de Tucker’s
People (tiene también el título de The
underworld) y ponen a su disposición un équipo de prestigio: George Barnes a la dirección de
fotografía, Richard Day como
director artístico y la partitura musical en manos de David Raksin.
Polonsky extrae de la obra de Ira Wolfert la
sustancia esencial de la situación en su punto de partida: las implicaciones
político-financieras que provocan la adaptación de un sistema mafioso al poder
judicial y sus repercusiones sociales, en particular sobre los “barrios bajos”.
El cineasta, judío y comunista, va a comprobar cómo la fuerza de su texto y de
sus imágenes, de su poesía y su ironía en
su denuncia de la colusión entre corrupción y capitalismo a costa de la
sociedad, pueden poner en marcha la opresión por parte del poder político en
una democracia que se dice “ejemplar”: Polonsky va a sufrir el acoso, la marca
en una lista “negra” en un ambiente de delación e hipocresía dentro del sistema
hollywoodiano (el control de la propaganda en la cultura industrial como
elemento esencial del poder de turno). La película transmite la desesperanza de
unos personajes que son, de alguna manera, corruptos unos y otros, pero
víctimas de un sistema. Él que quiere volverse honrado acaba perdiendo la vida:
la representación trágica del personaje que interpreta Thomas Gomez /Leo Morse
corresponde a las ideas de Polansky en cuanto al aprovechamiento de un sistema
viciado por unos ciudadanos que quieren vivir con honradez y más humanidad: la
corrupción y el no-pensamiento contagian al pensamiento crítico.
Force of Evil es un objeto
artístico que se presenta como una verdadera película de autor. Polonsky firma el
dialogo pero también tiene sus exigencias cuando se trata de la fotografía, a
pesar de la experiencia de George Barnes: se cuenta que éste decidió filmar con
una única fuente de luz, muy cruda,
debido a la sugerencia por parte del director, de inspirarse en los cuadros de
Edward Hopper (pensamos aquí en Robert Siodmak unos años antes con Phantom
Lady). El resultado, magnifico: unas sombras muy alargadas contrastan
con unos planos de luz blanca, unos elementos técnicos que, añadidos al
acompañamiento apropiado de Raksin envuelven con arte un potente guión.
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