Sentencia (La) 1947
Director: Vincent Sherman
Guión: Paul Webster / Jack Sobell
Música: Franz Waxman
Fotografía: James Wong Howe
Montaje: Owen Marks
Producción: William Jacobs-Warner
(ver filmografías en el
Blog)
Ann Sheridan es Nora Prentiss |
Kent Smith es Dr. Richard Talbot |
Bruce Bennett es Dr. Joel Merriam |
Robert Alda es Phil Dinardo |
John Ridgely es Walter Bailey, Rueda este año cinco películas negras (Ver Filmografía) |
Una
excelente primera secuencia de puro cine negro representa la llegada de un
hombre que se tapa la cara, rodeado de policías y de periodistas, su entrada en
la cárcel, el monólogo de su abogado que no consigue hacerle hablar. El hombre,
cara en la sombra, repite las últimas palabras del abogado: “¿Qué ocultaba? ¿Qué Hizo?”...
El cardiólogo Richard Talbot se encuentra preso
del acontecimiento intempestivo y del devenir por haberse salido del tiempo
cronológico. ¡Fatal error! Este hombre, “honrado padre de familia”, vive en la
rutina, está hecho de rutina, no conoce otra cosa que el respeto sagrado a las
agujas del reloj hasta el punto de atreverse, de vez en cuando, a poner en
evidencia a su colega, el Dr. Merriam, cuando éste tiene algún retraso. Hasta
que, una tarde, cuando sale de su despacho a la hora habitual, asiste a un
accidente en el cual, como médico, interviene inmediatamente. Nora Prentiss ha
sido atropellada por un coche. Ahora Nora se encuentra tumbada en la camilla de
su consulta. La vida de Richard da un vuelco definitivo: le abre la puerta de
otra temporalidad, la de las intensidades de las emociones, de los flujos de
deseos, de las distancias infinitas y eternas con la dictatura de Cronos. Eso
no puede seguir así. Richard ama y desea, Nora descubre a un hombre sensible
que sabe respetarla, cosa poco común en el ambiente de su profesión de cantante
de cabaret.
Ann Sheridan canta “Would you like a souvenir” y “Who cares what people say” de M.K. Jerome |
Después de una corta primera
secuencia de cine negro seguida por una larga hora de romanticismo
existencialista -¿hablo a Lucy y a los
niños o sigo con este adulterio en secreto?, empezamos a cerrar los ojos de
sueño cuando ¡Gracias, señor Sherman!, volvemos al cine negro. Otro
acontecimiento intempestivo surge y me despierta: la muerte, en la consulta de Richard, del señor Bailey, un cliente cardiaco, “con serios problemas desde hace algunos
tiempos” dice el Dr. Merriam con tono de reproche –porque ahora es Richard el
que llega tarde al trabajo. Es el paso del Rubicón, la conquista de un nuevo mundo, una nueva
vida al lado de Nora Prentiss: la decisión de una nueva identidad. Richard
organiza la representación de su propia muerte: coloca algunos objetos
personales en el cuerpo de Bailey como su alianza de oro y ropas suyas; lo sube
en su coche, le lleva fuera de la ciudad, lluvia de gasolina sobre el coche:
¡Fuego! ¡Adiós Richard Talbot! ¿Y ahora qué? El intermedio “cine negro”
acabado, Vincent Sherman nos impone ahora el melodrama: la paranoia de Richard
que se esconde, la falta de dinero, su dependencia de Nora Prentiss que ha
encontrado un nuevo trabajo en Nueva York donde el dueño del cabaret de San
Francisco ha abierto otro local y la contrata… Alcohólico, celoso, echando de
menos a su querido Cronos, Richard se
culpabiliza del daño que ha hecho a su familia: exactamente la reacción inversa
de la de Dick Powell que vive el adulterio como una liberación en Pitfall…
Todo eso conduce a Richard a la pérdida de sus reflejos: es el accidente de
coche, la cirugía estética –pensamos en un Dark Passage fracasado.
Investigación policíaca: le acusan de ser el asesino de un cierto Richard
Talbot después de chantajearlo y bla bla bla…
Con esta narrativa en el que un hombre
está condenado a muerte por haber matado… a sí mismo – “El hombre que murió dos veces” o “El amante sin rostro” son otros títulos más apropiados que “La sentencia” – Vincent Sherman apuesta
más por el melodrama –eso sí, bien
dirigido, hay que reconocerlo –que por una sólida contribución al cine negro
después del excelente All through the night (1942) con su
amigo Humphrey Bogart y de su primer gran éxito con The hard way con Ida Lupino al año siguiente. Esta última le abre
la puerta hacia los grandes melodramas con las estrellas de la época: Bette
Davis, Ann Sheridan y más tarde Joan Crawford. Con Ann Sheridan volverá a rodar
otra película negra, The Unfaithfull el mismo año que Nora
Prentiss; con Joan Crawford, pierde la oportunidad de Mildred
Pierce (1945) que recae en manos de Michael Curtiz por decisión del
productor de los Estudios Warner, Jerry Wald. La actriz y Sherman coinciden por
fin en el cine negro con The Damned don’t cry (1950), el año
que el director realiza Backfire. En 1952 encuentra a Rita
Hayworth para rodar Affair in Trinidad. Sin
embargo, este “director de actrices” da lo mejor de su capacidad de dirección
en el cine negro con Bogart en la
película ya citada y sobre todo con Lee J.Cobb en The garment jungle
(1957), realizada en colaboración con Robert Aldrich, como lo vimos en este blog. Esta última
película marca su vuelta al cine, esta vez con los Estudios Columbia, después de los cinco años de desgracia debidos
a la gran Inquisición del maccartismo por su defensa de John Garfield –con
quien había rodado su segunda película Saturday’s
Children –y su simpatía con el comunismo.
En Nora Prentiss, la dirección de actores pone en evidencia la
necesidad para los Estudios Warner de dar toda la importancia a la
representación de la mujer, objeto comercial, que Sherman “manipula” como bueno
artesano.
Sin embargo, Ann Sheridan mantiene su papel habitual de la “buena chica”
que interpretaba tan bien en They drive by night (Pasión Ciega-Raoul Walsh-1941), lo que contrasta con el propósito de la
productora. Su actuación, por momentos pesada, contrasta con la de Kent Smith,
más medida y sutil con una fisionomía que recuerda a Max de Winter / Laurence Oliver en Rebecca: el actor trabajó
antes en The espiral Staircase (La
escalera de caracol-Robert Siodmak-1945) y que vuelve con Sherman en The
Damned don’t cry. Bruce Bennett que acabamos de ver en Dark
Passage tiene aquí un papel muy
corto. Vincent Sherman beneficia para Nora Prentiss de la banda sonora
musical de Franz Waxman que rueda
cinco películas más este mismo año, y de
la calidad de la fotografía de James
Wong Howe: pasamos de los exteriores diurnos en San Francisco que
encontramos también en Dark Passage o The house in Telegraph Hill
al ambiente claustrofóbico en una habitación en Nueva York con unos rodajes de
noche en la persecución del coche de Talbot y unos magníficos claros oscuros en
los primeros planos de los protagonistas. Wong Howe trabaja, también en 1947,
año fasto para el cine negro, para Body and Sourl (Robert Rossen), con
John Garfield.
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