La dama de Trinidad 1952
Director:
Vincent Sherman
Guión: James Gunn Oscar Saul (relato:
Virginia Van Upp y Bernie Giler
Música:
George Duning/Morris Stoloff
Fotografía: Joseph Walker
Montaje: Viola Lawrence
Dirección artística: Walter Holscher
Producción: Vincent Sherman-Rita
Hayworth-Virginia Van Upp -Columbia
Una obra negra sobre la organización de un
complot nazi dirigido contra los EEUU, previsible, un poco confusa pero con un
buen ritmo de la primera a la última escena. Por su temática, podría ser un divertimiento sin pretensiones,
en primera parte antes de la gran película, como solían proyectar algunas salas de barrio
en estos años de buen cine… si no hubiera
un “pero”:
los dos protagonistas. Emparejados, constituyen un mito del cine hollywoodiano.
Así que desde esta primera escena – el
principio de la investigación sobre la muerte de un ciudadano estadounidense en
el territorio británico de Trinidad – esperamos los bailes y… la bofetada
de Glenn a Rita. En este punto de la obra, verdadero relajamiento de las
tensiones acumuladas, como después de un orgasmo, no importa más que el beso de
“The end”.
Hay algo más que este “pero”: es la diferencia en la
repetición. Si la obra es menor (que Gilda) con respecto a las expectativas
del presente espectador, gana sin embargo en su atmosfera negra; el glamour y
la relación amor-odio entre los protagonistas –
marido incluido – de la película
de 1946, absorbe lo que Affair
in Trinidad restituye a chorros: la descripción detallada de una
investigación con sus resortes criminales, judiciales y también políticos en
una sociedad multiétnica en la que cada uno tiene un papel muy definido. El
aspecto más confuso que concierne a la organización pseudo-nazi dirigida por Max
Fabian (Alexander Scourby, actor sin sombra ni huellas que yo sepa), no limita el interés por la estructura
narrativa. Ésta tiene su fundamento en la convergencia de todos sus elementos y
de sus personajes hacia un único punto, o más bien, cuerpo: Chris Emery /Rita Hayworth.
Cada
uno lanza el lazo en su dirección para controlar sus pasos, hasta que ella se quede totalmente bloqueada y
al borde del abismo. Acepta que estos hombres tiren de los hilos. Se doblega
delante de algunos funcionarios británicos y estadounidenses que la chantajean,
desde el momento que esta colaboración forzada, consecuencia del asesinato de
su marido, Neal Emery, le devolverá su pasaporte y la libertad de marcharse
donde quiera. Como Ingrid Bergman en Notorious (Encadenados-Hitchcock), pone su vida en peligro y acepta ayudarles
a desenmascarar a Max Fabian,
comprometido con el supuesto enemigo alemán. Cuando Steve Emery (Glenn
Ford) llega a Trinidad para encontrarse con su hermano Neal que le ha escrito
para que venga, le anuncian que éste ha sido asesinado, decide conducir su
propia investigación y sospecha de su cuñada, Chris Emery, aunque el lazo que
lanza esta cargado de deseo. La bofetada tan esperada de Glenn demuestra que este
lazo era el más débil por no tener otra meta que declarar un sentimiento que
parece ir más allá del simple deseo físico (que no es poco)… o, por lo menos,
es lo que nos hace creer este “director de mujeres” que es Vincent Sherman. En esta repetición de Gilda,
hay todavía más diferencias y el
simulacro – que no pastiche – está perfectamente conseguido: Chris agita su
cabellera cuando aparece y baila la rumba, pero ella no es Gilda. Su potencial
de acción se desata y las fuerzas en movimiento actúan con intuición e
inteligencia aunque, en el momento de más suspense, tiene un descuido que
demuestra que quedaba sitio para algo más de suspense. La diferencia se debe al
devenir de la actriz entre Gilda y Chris,
más exactamente entre 1946 y 1947: Orson Welles, La dama de Shanghai justo después de Gilda, la versión “wellesiana”
de Sanson y Dalila con la mutilación de la cabellera de la diosa, mito absoluto
de Hollywood, delante de los periodistas, el recurso a la mitología para
identificarla con Circe, maga manipuladora, el control de las emociones de la señora Ballister
después de las pulsiones de Gilda. Y ahora, casi cinco años después de esta
pesadilla, Sherman, le ofrece esta nueva explosión, la alegría de Chris cuando
baila: ¡qué empiece la fiesta!, o como dice alguien en la recepción que ofrece
Max Fabian: Señoras y señores: la Dama de
Trinidad. ¡ Abrochasen los cinturones!
George
Duning compone una partitura de acompañamiento, el
toque caribeño de una rumba sensual revisitado por la industria hollywoodiana. Podemos pensar que fue una fuente de
inspiración para las bandas sonoras de James Bond en sus viajes a Nassau o a la
isla del doctor No, este personaje más temible y violento que Walter, Bronek y
Franz Huebling, el equipo pro-nazi de Max Fabian. Al espectador de 1952 no le hace falta más
que oír un nombre que le recuerda al enemigo reciente o la palabra V2,
antepasado de misiles, drones y otros artilugios, para que su imaginación ponga en marcha las
emociones correspondientes a bajo coste.
Rudolph Maté, este gran fotógrafo que siguió la
carrera de Rita Hayworth, ya no está
aquí para aconsejar al director de fotografía; la última vez fue con Charles
Lawton para The lady from Shanghai. Pero el director de fotografíaJoseph Walker, para su última película (ver filmografía en el Blog), ha aprendido la
lección. El mito invade, devora la pantalla que le ofrece el maestro Sherman
que también produce la película con Rita Hayworth y Virginia Van Upp . La
belleza provoca el propio guión, se enfrenta a la banalidad de los diálogos y a
esta bofetada de Glenn Ford, sólo un
pequeño pedo insignificante para Chris. Su hada madrina ha sacado las antenas
de su intuición: la fiel criolla Dominique (Juanita Moore), vela sobre el
destino de Circe liberada. Intuimos en la mirada de Rita Hayworth que, ahora
mismo, después de esta ridícula bofetada,
podría, delante de todos, transformar a Glenn Ford en cerdo como lo hizo
Circe con la tripulación de Ulises. En este tremendo simulacro, la naturaleza, hostil al hombre, sabe contenerse y, con la bendición de Vincent
Sherman, hace esta última concesión al
juego publicitario de Hollywood: dar el beso final a este pobre animal que se
atreve a levantar la mano sin conocer los poderes de la magia.
Algunas secuencias
Antes
de descubrir las palmeras caribeñas con el sonido de la rumba de George
Dunning, Hollywood va de pedagoga abriendo un mapa como lo hizo Bill Clinton
para explicarnos dónde estaban los Balcanes, antes de que la OTAN los
bombardeen: “Entre América del Norte y
del Sur…… las islas del Caribe exóticas y llenas de colorido. En otros tiempos,
remotas y poco conocidas, la historia las saca ahora de la oscuridad para pasar
a formar parte de los acontecimientos mundiales. Entre esas islas, destaca la colonia
británica de Trinidad”. Está claro que la historia de la colonización toma
en cuenta estas islas desde Cristobal Colón, pero los estadounidenses entran en
la danza cuando les toca. Como en A lady without passport (Joseph H.
Lewis-1950) con la presión sobre las instituciones cubanas en la epoca de
Batista en el marco del control de la isla por los servicios de inmigración
estadounidenses, o también en Riff Raff (Ted Tetzlaff-1947) con la
apropiación de las materias primas de América del Sur (Perú) por empresas
petroleras estadounidenses en Panamá, tenemos con Affair in Trinidad un
documento de interés sobre la región, su relación con los EEUU, y la manera en
que la industria cinematográfica estadounidense
publicita en el mundo
Inspector Smythe (Torin Thatcher) y Anderson (Howard Wendell) |
En Trinidad, ocupada por los británicos, Anderson, el encargado de la
embajada de los EEUU controla los movimientos de los residentes estadounidenses
más en acuerdo con los intereses de su país y de su aliado que de las personas.
Su gestión para que el inspector Smythe, súbdito del imperio de su majestad en
Port of Spain, no retenga el pasaporte de Chris Emery, es de lo más tímido.
Decir que ahora Trinidad forma parte de los acontecimientos mundiales
es un dulce eufemismo para desvelarnos que unos ciudadanos estadounidenses en
relación con otros de nacionalidad alemana u antiguos aliados del III Reich
están en complot para instalar una base de misiles en la isla.
Chris Emery (Rita Hayworth) trabaja en “El Caribe”: hace una entrada espectacular bailando y cantando “Clic ClicBum, Clic Bum Trinidad Lady”. |
Steve Emery (Glenn Ford) |
Steve lanza su propia investigación después
del juicio en el que el dueño del club, Wittol (hombre a sueldo de Fabian),
intenta orientar la causa de la muerte de Neal Emery hacia problemas de celos.
Wittol (Steven Geray) |
Wittol critica la actitud de los
estadounidenses en la relación entre hombre y mujer: “cuando un hombre está casado con una diosa, debe esperar que otros
hombres la adoren ¿cómo podía este hombre sentir que la poseía totalmente?”.
A la paliza que recibe por parte de Steve, responde más tarde el intento de
asesinato de éste.
Dominique (Juanita Moore) aconseja a Chris |
-Dominique: “El privilegio de una criada buena e ideal es ser impertinente”
-Steve a Chris: “yo, en tu lugar, no discutiría con ella”.
La actriz Juanita More, más conocida por su papel
de Annie Johnson en Imitación a la vida
(Douglas Sirk), actúa en el género negro con No questions asked
(Sidney Sheldon-1951), Witness to murder (El único testigo-Roy Rowland-1954).
Pero
Chris no tiene más remedio que trabajar para los servicios secretos
anglo-americanos y espiar a Fabian en su propia casa.
Fabian
no tarda en descubrir su doble juego. Walters, que parece ser el verdadero
organizador del complot, está furioso,
no solo por la presencia de Chris sino también por la actitud de Veronique, siempre borracha, lo
que aumenta los riesgos. Bronek será eliminado cuando halla dado las
informaciones necesarias.
Alexander
Scourby deja las series TV para interpretar a Max
Fabian en Affair in Trinidad. Esta claro que Glenn Ford le persigue: le
gusta introducirse en su casa para quejarse. Lo hará una vez más en The
Big Heat (Los Sobornados-Fritz Lang-1953) ya que Scourby tiene el papel del
infame Mike Lagana. No tendrá más actuaciones en el género.
Valerie Bettis interpreta a Veronique, mujer de
Franz Huebling (Karel Stepanek), el especialista en V2. Actriz de TV, es
también aquí coreógrafa de los bailes de Rita Hayworth.
Karel Stepanek tiene un papel no acreditado en The third man (El tercer hombre-Carol Reed-1949) y actúa en unos cuantos thrillers
rueda la película negra: No Highway (Henry Koster-1951)y Cita a las once (Alfred Werker-1952)
antes de Affair in Trinidad.
Steven Geray es Wittol. Ver en este blog su impresionante filmografía
cine negro: empieza en 1941 con Shanghai Gesture (Joseph von Sternberg) y sigue hasta 1955
con A
bullet for Joe de Lewis Allen.
Conviene aquí
homenajear a Viola Lawrence en el
montaje: poca veces citada pero con una filmografía en el cine negro que
empieza con nada menos que The lady from Shanghai. Trabaja
también con Rudolph Maté y Nicholas Ray (ver filmografía en el blog).
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