Rififi 1955
Director : Jules Dassin
Guión: Auguste le Breton (novela) y
Jules Dassin (adaptación)
Música: Georges Auric
Fotografía : Phillippe Agostini Montaje : Roger Dwyre
Producción : René Bezard, Henri
Bérard, Pierre Cabaud
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Jean Servais : Tony le Stéphanois |
Tony “le Stephanois” sale de la cárcel: -“Me han
soltado- He sido demasiado bueno”, dirá a Mado sorprendida de verlo
aparecer tan pronto. Ella tiene ahora un lío con Pierre el dueño del club L’Age d’Or donde, como antes, sigue “vigilando a las
chicas”. – Quiero ayudarte, le dice Mado – ¡No me digas!, y, látigo en
mano, le obliga a quitarse el abrigo de
pieles, sus joyas… y todo lo demás. La cámara, discreta y sensible, no quiere
mirar y prefiere enseñarnos una foto de Mado y Tony felices en una terraza de
café.
Mado / Marie Sabouret seguirá engañando a Tony |
Tony es muy
consciente de su poder magnético sobre los demás y particularmente sobre Mado.
Provoca una tensión a flor de piel en los que quieren tener más poder que él…
En realidad, todo eso le da asco. Fuma demasiado, tose, estos cinco años de
cárcel le han destrozado la salud. Además, parece que ha pagado por otros, deja
entender Jo el día en que se encuentran de nuevo: ¡Cuando pienso que cargaste con todo porque yo era un crío!
Tony y el amigo de toda la vida, Jo el sueco/Carl Möhner |
Jo el sueco,
marido de Louise y padre del pequeño Tonio, es el amigo de toda la vida. En su
casa, Tony se siente en familia. Están también Mario e Ida, buenos amigos: es
Mario quien le ha dado las informaciones sobre Mado y ahora le propone
participar en un nuevo golpe, robar el escaparate de una joyería. Cuando Tony
se decide es para robar la caja fuerte, el gran golpe, pero aplicando el código
de honor: ni armas, ni gang, ni traición. Tiene un plan… ¿Habéis oído hablar de
César el milanés? Dicen que no existe en el mundo caja que se resista y que él
no se resiste a ninguna mujer. Mario le llama, César está de acuerdo, ya que el
famoso Tony – que no conoce – tiene un buen plan… ¿Para guardar y deshacerse de
las joyas robadas? Teddy, el teñido de rubio, que de momento se encuentra en
Londres.
Mientras se
prepara el golpe (apuntes de horario de apertura de las tiendas vecinas, pasos
de camiones de limpieza, ronda de policías…) nos adentramos en el ambiente del
club L’Age d’Or , somos testigos de una serie impresionante
de bofetadas: Pierre a su hermano drogadicto Remy, Mario a Ida (sin estar
seguros de todo que se trata de un juego) y, por supuesto, la famosa paliza de
Tony a Mado ya citada.
César el milanés
llega a Paris y va directamente al club: Mario tenía razón, ¡no puede resistir
a la guapa cantante de “Rififi”!
Mario presenta
Cesar a Tony:
– ¿Este es tu Cesar? ¿Lo has sacado de un
catálogo? Lo que Mario transforma en:
– Dice que pareces un maniquí-
– ¡Ah, sí! Dile que, para mí, él tiene el aspecto de
un vagabundo. Lo que Mario
traduce por Dice que pareces un tonto
Entre unos
momentos musicales y otros de cine mudo… con muchos paraguas desfilando por las
calles de Paris bajo la lluvia, nuestros cuatros mosqueteros, Mario, Jo, César
y Tony nos van a interpretar el clásico número del robo bien preparado: huellas
de cerradura, apuntes de horarios de apertura de tiendas vecinas a la joyería,
incursión de César en la joyería para memorizar importantes detalles como
posición y marca de la caja fuerte, alarmas, posición de muebles…
Después de unos 40
minutos de película, pasamos por fin a cosas serias: Dassin nos propone más de media hora de coreografía
en un film mudo. La banda sonora consiste en una nota de piano (Jo pone el pié
encima del teclado en el salón que se sitúa justo encima de la joyería). Los
pasos sobre el suelo de madera, los ruidos de las herramientas –pico, pala,
martillo… y un paraguas…
“El
golpe del paraguas”: homenaje a
Marius Jacob (1879-1954), pacifista no legalista, sin ser anarquista, ladrón astuto
y con mucho humor, para quién “hay que apoderarse de la justicia social y no
discutir sobre el asunto”. Entre sus numerosos inventos respecto al robo, el
golpe del paraguas es uno de sus numerosos inventos a la hora de organizar un
robo con su banda, “Los trabajadores de la noche”. Tenían por principio: no
matar, pero proteger su vida y su libertad frente a la policía; robar
únicamente a las profesiones que representan y defienden el “orden social”, los
empresarios, jueces, militares y clero, nunca las profesiones útiles como
médicos, artistas, docentes, arquitectos… Un porcentaje del dinero robado va a
la causa anarquista y a los camaradas necesitados.
Mientras, los
cuatro grandes profesionales, mejores entre los mejores, evolucionan con una
precisión que nos deja boquiabiertos, sin aliento por cada golpe que podría
arrancar la alarma, o por este momento de intervención de dos policías delante
del coche robado. Cansancio, cigarros, tos de Tony… tumbar la caja fuerte y Jo
sujetándola… César que se queda con una joya (para la cantante)… Y, al
amanecer, estos gestos característicos del cine mudo: la florista que abre la
puerta al joven que le trae la mercancía mientras pasa el camión de la
limpieza…
Los cuatros mosqueteros. Entre Tony y Jo el sueco: César /Jules Dassin (acreditado Perlo Vita), Mario / Robert Manuel |
Todo el material tirado
al Sena, coche abandonado en un puente… empieza la música: los cuatros con una
actitud teatral, alrededor de las joyas, Jules Dassin-César se levanta y
empieza a cantar y arrastra a Mario en un vals cuando entra Ida: He oído
ruidos. Ha pasado una hora y diez minutos. Fin del cine mudo, principio de los
problemas: se han quedado algunos cabos sueltos que Pierre, el dueño del club
va intentar manejar… ¡y así se romperá el código de honor de los cuatros
mosqueteros!
Tony saca la pistola |
Guión
A partir de una novela de Auguste Le
Breton en la que los clichés se siguen como patitos, una historia de robo en la
que un viejo gángster intenta su último golpe, unos rivales mafiosos peligrosos
compinches con la policía, un profesional de las cajas fuertes interpretado por
el mismo director, Jules Dassin que se presenta como el actor Perlo Vita, éste
reescribe un guión inspirado, con un protagonista a la altura de los más
grandes del género: Jean Servais. La ventaja de Dassin con respecto a cualquier
director francés, aquí, o inglés en Night and the City que acabamos de
tratar en el Blog, es una herencia del cine negro americano moldeada por un
estilo muy propio en su puesta en escena, la afectividad de unos grupos de
personajes peculiares y en la innovación en el rodaje en exteriores muy
atrevida para la época. En Du rififi chez les hommes, se le
añade un cruce original con la tradición francesas del cine de gángsteres, en
general con presupuesto limitado y con actores que no se lo creen demasiado e
intentan más bien dar una representación
estereotipada de su propia personalidad.
Pierre Grutter /Marcel Lupovici y su hermano Louis / Pierre Grasset en el sótano de L’Age d’Or. |
Dassin consigue una de las mejores
hibridaciones de lo más propio a estos dos tipos de cine. Realiza en particular
un documento valioso fotografiado por Phillippe Agostini sobre
el Paris de la época, de algunos de sus barrios y suburbios, con sus movimientos peatonales y
de coches, sus noches lluviosas y sus días soleados, una incursión mortífera en
el campo y un guiño a los paraguas. Pero ni monumentos de postales ni fondo
sonoro de acordeón: puro realismo de los pequeños “bistros”, los callejones,
las pequeñas tiendas, los apartamentos cutres que vimos también en el Londres
de Night
and the City o en Thieves’Highway. Unos fragmentos de vidas
cotidianas, de realidades afectivas entre humanos que se buscan la vida algunos
mientras otros no tienen ya nada que perder… La “nueva ola” francesa no tardará
en manifestarse después de ver el trabajo de Dassin.
Bofetadas
Pierre va a presionar a Mado para quedarse con el botín de la banda a Tony |
La referencia a la novela negra (Série Noire)
de Le Breton, Peter Cheyney… que marca claramente la relación hombre-mujer con
una pronunciada misoginia se traduce aquí por unas escenas de una violencia
que, por no ser explicita, marca las situaciones y las relaciones. La cámara se
hace discreta cuando se trata de golpes pero insiste en presentar a los dos
jefes de banda, Tony y Pierre, como fuertemente machistas, en oposición a Jo,
aparentemente “buen padre de familia” al lado de Louise, su sosa esposa, César
el mujeriego con clase (más bien forzada y ridícula) ligando a Viviane, la
cantante que ofrece un número de los más pesados, y Mario que tiene con Ida
unos juegos sensuales-sexuales siempre a punto de degenerar. Sin embargo, la
cámara no se esconde detrás de la puerta o una cortina cuando se trata de las bofetadas y los golpes
entre hombres: el rififi lo tienen ellos. Las bofetadas de Pierre a su hermano
Rémy y el chantaje que le hace con los sobres de polvo blanco parecen excitar
al director y hacen de Rémy un residuo humano. Así será más aceptable para el
espectador verle caer bajo los disparos, sobre todo después del rapto del niño
Tonio. Mado representa la vulgaridad de las matronas ¡pero eso no justifica que
Tony saque el látigo!
A fin de cuentas, una representación sin
tapujos de la novela policíaca, auténtica y brutal, que huele a sudores de unos
machos para los que las mujeres son simples accesorios, aunque son ellas quienes
les cambian sus destinos. No falta una dosis de erotismo, más liberado que en
el puritano cine negro americano.
Viviane, la cantante /Magali Noël con César que acaba de regalarle un diamante del robo |
El golpe
En estos 35 minutos deslumbrantes, Dassin quita todo diálogo, elimina la
partidura musical de George Auric (informado por la joven asistente al montaje,
Nadine Trintignant), y deja la banda sonora en manos de la banda de ladrones:
soplos, ruidos de las herramientas, caída de escombros e yeso… pero también, la
calle antes del amanecer, puertas de hierro, camiones, repartidores… Reanudamos
con el cine mudo: unos planos fijos, unos personajes en movimiento viviendo
situaciones con un ritmo marcado por la técnica del montaje y que Dassin
escenifica para ponernos los nervios a flor de piel. Una clase magistral para
todos los futuros cineastas que se interesaran en los atracos, Melville en
Francia pero también Tarantino, David Mamet y otros en los Estados Unidos… Unos
años más tarde, Jules Dassin repite su
apuesta, sin conseguir esta perfección, con el robo del museo Topkapi en Turquía.
Pierre y su hermano Rémy /Robert Hossein imponen la regla del juego |
Otras secuencias memorables:
La ejecución de César: las sombras
expresionistas del clásico negro sirven para presentar a Tony dispuesto ahora a
entrar en las reglas del juego de Pierre: registra los camerinos y el sótano del
club L’Age d’Or donde encuentra a Cèsar.
El travelín atrás le acompaña para acercarse a César y sigue enfocándolo cuando
se retira marcha atrás hasta disparar, revelando el decorado fantasmagórico del
almacén del club en cámara subjetiva.
¡César el milanés no era de fiar! |
La secuencia final: el regreso a la ciudad
de Tony después de haber ajustado cuentas y dejar unos cadáveres que la cámara
no pierde el tiempo para mirarlos. Acompañado por el ritmo de la música de
Auric, en el coche lanzado a toda velocidad, Tony intenta un último esfuerzo,
volver con el niño de Jo y Louise hasta Paris. Otro momento de cámara subjetiva
en contra picado: Tony, agotado, mira de vez en cuando la cima de los árboles,
el cielo, llenando de emoción la pantalla y la sala.
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