19.7.15

Crecimiento


Cuando los medios de comunicación, los políticos de partidos, los trabajadores y sindicatos hablan de crecimiento, ¿de qué se trata?
El dogma fundador del crecimiento  tiene como centro de gravedad  el valor del trabajo  y condiciona la vitalidad del sistema económico.
Parte de un simple índice matemático que traduce el aumento continúo  de la producción de bienes, servicios e intercambios en una economía.  Pero no tiene en cuenta la calidad de la producción, no plantea el interés general sino unos intereses particulares, construye y destruye, localiza y delocaliza en función del abaratamiento del valor del trabajo y, si hace falta, utiliza la fuerza del niño en las fábricas.
El crecimiento es lo que fabrica Empleo para sacarle la Fuerza.
El crecimiento es un producto: el producto de un imaginario, puesto en escena por los poderes políticos y los medios de comunicación, una puesta en escena que da la ilusión de una realidad. El guión es “progreso, la condición del bienestar, modernidad…”.  Pero, en la realidad de la sociedad, este guión se dirige a menos de 1% de la población. El papel de los  actores de la obra producida llamada “crecimiento” consiste, en lo esencial, en demostrar su capacidad de competencia, de dominación del más débil, de ingeniosidad en el manejo de las nuevas tecnologías para desarrollar más capacidad de lo mismo. Pero, la energía de estos actores reside en las deudas, lo obsoleto, la torpeza y… la publicidad.
Así que conviene descolonizar el imaginario, salir de la torpeza publicitaria, cambiar el rumbo hacia una nueva  representación del valor del trabajo, condicionante de una producción y unas monedas que permitan resolver las dificultades, los sufrimientos y los daños que la interpretación actual del crecimiento, no sólo no resuelve, sino que aumenta.
Algunas pistas han sido evocadas desde distintas fuentes y cito aquí  las siguientes sobre las cuales  conviene reflexionar más profundamente:
El hecho de que el miembro de una sociedad asimila el crecimiento a la posibilidad de un pleno Empleo es revelador de la fuerza de persuasión del sistema publicitario de la economía actual: el trabajador acepta el empleo, ¿ser empleado por quién?, ¿al servicio de quién?, ¿para alguien a quien puede pedir cuentas o una sociedad anónima y sus accionistas anónimos?  La noción de Empleo revela explícitamente la jerarquía, para no hablar de dominante y dominado. ¿No conviene reflexionar sobre el sentido de las palabras  y  actuar para que el valor del trabajo (y no del “empleo”)  esté al servicio del humano y de su ecología, no de la economía programada y  planificada por una conjunción de intereses ajenos, ocultos a la sociedad.
Algunos  plantean unas cuantas cuestiones como, por ejemplo:
 ¿Cuál es el buen uso y el mal uso de un recurso dado?
¿Cómo organizar la sociedad para permitir a cada uno de sus miembros vivir sin dificultades materiales una vida buena?
¿Cómo hacer del valor del trabajo, de sus dimensiones individual y social una herramienta para una politización de cada miembro de la sociedad, lo que significa que cada miembro de la sociedad pueda apropiarse de su contenido?
¿Cómo apropiarse de las instituciones sin comprender lo que hace falta institucionalizar sin volverlo rígido, comprender las necesidades de adaptación que realmente convengan a todos los miembros?
¿Conviene dar una garantía de un mínimo material y limitar las ganancias a un nivel decente? Podemos concebir que esta ganancia máxima sea regulada, acoplándola  a las garantías siguientes de autonomía  para cada miembro:  garantía de uso que dé acceso a la vivienda, el  transporte, una parcela de terreno; garantía de abastecimiento en agua, electricidad: relocalización de la economía social con la creación de monedas que permitan el acceso a productos locales sostenibles…
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