16.7.19

La Caja de Herramientas de Antonio Gramsci




Estas notas corresponden a dos entrevistas en francés Audio (France Culture)



« El viejo mundo se muere; el nuevo mundo tarda en aparecer y, en este claroscuro, surgen los monstruos »: una frase de Antonio Gramsci que unos cuantos habrán podido oír o leer después de la elección del actual presidente de los EEUU.
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EL  PODER: GANAR EN EL TERENO DE LAS IDEAS

«La cultura es… organización, disciplina del Yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior consciencia por la cuál se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su finción en la vida, sus derechos y sus deberes
 Crear una nueva cultura (…) significa ante todo la difusión y la crítica de verdades ya descubiertas, socializarlas y hacer de estas una base de acción vital, unos elementos intelectuales y morales de coordinación,  que una masa de humanos podrían llegar a pensar de una manera coherente y unitaria la realidad presente es un acceso filosófico mucho más importante y original que el descubrimiento hecho por un genio filósofo de una verdad que sea el patrimonio de un pequeño grupo de intelectuales.»

Ganar en el terreno de las ideas antes de ganar el poder político necesita unos herramientas que Gramsci ha puesto a la disposición de unas sociedades modernas democráticas muy articuladas y reacias a un cambio del día a la mañana. Se trata en el texto citado del concepto de “intelectual orgánico”: la capacidad de crear una militancia que tenga una consciencia crítica, una libertad de pensamiento y de acción. Este concepto de “intelectual orgánico” se opone a la burocracia, compuesta de humanos que obedecen sin tener un espíritu crítico; se trata así de moldear una nueva cultura sin la cual no hay cambio de sociedad. Gramsci elabora así una filosofía de la acción global en la que la política corresponde a una sociedad civil en la que cada humano tiene algo que aportar, en la que la cultura se difunde masivamente, en la que cada uno está libre de sus movimientos y, en el mismo tiempo, dar un sentido a lo colectivo.
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EL FASCISMO, UN COMBATE DE MUCHA ENVERGADURA
(La dinámica de los conceptos de Gramsci)

El pensamiento de Gramsci es extremadamente móvil, sus conceptos no están fijados en una definición, son muy plásticos. Los relaciona a veces en una serie formando un solo bloque como en los nombrados a continuación en la relación entre fascismo y crisis del capitalismo:
Hegemonía«la hegemonía cultural se ganará por la producción de un imaginario colectivo encarnado por palabras y personas en su manera de ser»: no se trata de la dominación de un grupo por otro grupo o un monopolio de un grupo  Para Gramsci, esta noción se aplica a la Sociedad civil y no al Estado; el fascismo no se traduce por una clase social contra otra, no es la reacción de la grande burguesía, es más complejo porque nace como una afirmación de la clase media en Italia y, por consecuente,  la adaptación del capitalismo al Estado. Se trata de una crisis del capitalismo en su relación al Estado y eso es un combate de mucha envergadura. Este combate supone la hegemonía: ganar ante todo en el territorio de las ideas. No se trata de apoderarse del Estado con un golpe de estado; se trata de una “guerra de posición” y no de una “guerra de movimiento”. Se trata de un combate que supone un frente unido para oponerse a esta fase de adaptación del capitalismo que representa el fascismo. Este frente unido supone una alianza, la constitución de un bloque, una estrategia como podría serlo el Frente Popular (aunque Gramsci está ya muy enfermo para ser un pensador activo de su tiempo)

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UN PROGRAMA DE TRABAJO

Los conceptos nombrados son móviles, evolucionan a lo largo de la obra de Gramsci. Las herramientas elaboradas por Gramsci permiten comprender los movimeintos populares  actuales como los “chalecos amarillos” en Francia por ejemplo. Sus ideas son lo suficientemente fuertes y adaptables para no contradecirse en su evolución porque la idea principal es la de “historización”: inscribir sus propios pensamientos, sus propios conceptos dentro de la historia y considerar que una idea puede ser útil en el sentido de la emancipación en un momento dado para abandonarla más tarde porque conviene pensarla de otra manera el tiempo presente. Sin traicionarle, se puede adaptar sus conceptos a la dinámica para situarlos y hacerlos vivir en función de su tiempo. Su sentido de la fórmula ha dado a los políticos una herramienta para movilizar y convencer alos electores ciudadanos: por ejemplo, la utilización de fórmulas como “hegemonía cultural”, “guerra de movimiento” o también la distinción entre “dirigido” y “dominado”: dirigir se utiliza en el marco de una hegemonía cultural (dirigir los pensamientos), dominar es controlar el aparato represivo. Para Gramsci, se trata de definir un “programa de trabajo” que consiste a dirigirse uno mismo y, cuando necesario, orientar al otro. El programa de trabajo consiste, de hehco, a ejercer el pensamiento crítico y cultivarse lo mejor posible, cual que sea la condición social de uno, conociendo la cultura del que le explota o le domina.
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EL SENTIDO COMÚN
Por tanto, los “simples”, los trabajadores, los dirigidos, deben ante todo conquistar la dirección y la hegemonía cultural La dominación represiva no basta para conquistar el poder.  En las democracias modernas, la conquista del poder pasa  por las dos cosas: además del control del aparato represivo, el gobierno elegido aprovecha la hegemonía cultural. Eso consiste en moldear el sentido común que asegura en parte que nuestro comportamiento sea de una manera y no de otra y permite así gobernar con el consenso de las masas. Puede así controlar más fácilmente las opiniones, los sentimientos de los que votan.

«La filosofía del “sentido común” es la filosofía de los no-filósofos: la concepción del mundo de una manera accesible para los distintos medios sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio. El sentido común no es una concepción única, idéntico en el tiempo y en el espacio: es el folklore de la filosofía y, como el folklore, presenta unas innumerables formas. Su rasgo fundamental y más característico es su concepción fragmentaria, incoherente, inconsecuente, conforme a las condiciones sociales y culturales de la multitud de la que es la filosofía » 

La difusión de las ideas no pasa por la educación sino más bien por la valorización del sentido común al alcance de todos. El concepto es ambivalente: permite decir que en cada uno hay un germen de la inteligencia (según Gramsci: “todo humano es filósofo, intelectual aunque no tiene la función social de intelectual”), cada uno es la realización viviente de una concepción del mundo que puede intensificar o modificar. Así pues, el poder se confisca con la victoria de las ideas, pero las ideas no son las que están elaboradas en los textos sino las que cada uno cultiva en si mismo a partir de la acción: conseguir una “filosofía de la praxis”. Detrás de este programa se encuentra en Gramsci la idea de acabar con la fractura entre el mundo intelectual y el mundo de la práctica. Dice que los filósofos que están separados de  las necesidades elementales del pueblo (tomado aquí como “sujeto político”) son unos pedantes hipócritas; « saben sin comprender y sin sentir». Para Gramsci saber es comprender y sentir. Tenemos aquí un pensador del “todo”,político en su totalidad, todo es político y lo político conduce a todo. El humano es un animal histórico y político en el sentido del vivir en sociedad ( “socialidad” es un término fundamental para él), eso mismo que le conduce a oponerse a la división entre élites y el pueblo. 

Este enfoque sobre la sociedad permite analizar los movimientos populares actuales de la misma manera que Gramsci analizó los movimientos obreros entre 1919 y 1921 en las fábricas, en su oposición al fascismo; los obreros que le conocieron hablaron de él como alguien que les acompañaba para aprender. Sobre este último punto del aprentisaje, tenía una concepción de la enseñanza como doble movimiento: el que enseña aprende de los a quien enseña al igual de los enseñados que aprenden de el que enseña. No es una retórica en Gramsci porque todos los testimonios concuerden  sobre este punto. En cuanto a los movimientos populares como es el caso de los “chalecos amarillos” en Francia, se puede hablar de una crisis de hegemonía cultural: se puede considerar como una ruptura entre el sistema económico y su retórica (un discurso que intenta convencernos de ser lo que es a través de los medios de comunicación) y el pueblo o por lo menos una parte consecuente del pueblo que se representa sus propios intereses, su sentido común, las evidencias que considera adquiridas y que, de pronto, crea la ruptura porque considera este sistema económico como intrínsecamente injusto. El argumento de los que manifiestan es ante todo cultural: el sistema político pone en evidencia su propia impostura respecto a uno o una serie de problemas de orden social (En Francia se trataba de aumentar la tasa sobre el carburante para finaciar las inversiones sobre el cambio climático: el argumento anunciado por el sistema es cultural; la relación no puede funcionar más, hay ruptura en términos de hegemonía cultural) . Entonces, la casta dominante despliega una serie de fuerzas de ataque y denuncia el movimiento como radical, peligroso, fascista… etc. El movimiento nace de una protestación popular de lo que Gramsci llama los “subalternes” que quieren que se les escuchan y reivindican el poder.

¿Por qué los intelectuales no apoyan, (más bien se alejan de) esta manifestación del “sentido común” y de las necesidades elementales del pueblo? ¿qué hacer para que el intelectual propague las ideas? Para Gramsci, el “Progrma de Trabajo” concierne ante todo al periodista que debe formar antes de informar porque el periodista es un intelectual y el papel de los medias corresponde a una función esencial de intelectuales en la sociedad. Los cientos de artículos,  escritos en la cárcel por Gramsci como periodista,  se dirigen a los lectores obreros de su época como, por ejemplo, unos artículos sobre la herencia que, para él, consiste en la herencia de solidaridad con los demás o de lucha política. Los artículos son voluntariamente arduos porque Gramsci consideraba que eso era parte del trabajo de formación intelectual que prima sobre la lucha callejera en este programa de “intelectual orgánico” que ve la necesidad de producir un intelectualismo en el pueblo como lo hay en el aparato de poder dominante. El “sentido común” es un concepto ambivalente: por una parte da un impulso a la hegemonía cultural pero no está estructurado: es crítico, resistente, novador en perpetua transformación pero, por otra parte, tiene un lado conservador, ligado a la tradición característica de lo popular. Esta ambivalencia se encuentra en los movimientos populares como “los chalecos amarillos” en Francia: se debe propagar las ideas con intelectuales que surgen de todas partes y, en el mismo tiempo, resiste a las ideas nuevas que podrían ser contradictorias con los intereses del pueblo por una fuerza de inercia conservadora. El sentido común es  lo que hace pasar unas verdades anteriores en la idea general que se hace del mundo en la actualidad. Del sentido común de una tierra plana al de la idea general de una tierra redonda necesita un cierto tiempo. La elección del término de “folklore” por Gramsci es también ambivalente: una forma degradada de la cultura popular pero, por otro lado,, unas chispas de verdades y de genio que compite con la producción la más adelantada y notable de la misma época. Esta ambivalencia corresponde al pensamiento en movimiento de Gramsci.

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¿QUÉ SIGNIFICA “EL HUMANO”?

«Lo que nos interesa no es lo que es cada humano particular. ¿Qué es cada humano? Lo que queremos decir con eso es lo siguiente: ¿Qué puede devenir el humano?, ¿Puede el humano dominar su propio destino, puede hacerse y crear su vida? Podemos decir que el humano es un proceso, precisamente el proceso de sus actos. La pregunta ¿qué es el humano?, no es ni abstracta ni objetiva: es la que nos hacemos sobre nosotros mismos y sobre los demás y de lo que queremos saber en función de nuestra reflexión, de lo que hemos visto, de lo que somos y de lo que queremos devenir: hasta que ímite somos los overos de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestro destino
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Una fórmula de Gramsci muy actual: 

«Instrúyanse,  porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense,  porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza
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