25.3.11

Arkhos y Krátos







 

Ustedes son el pueblo y su soberanía consiste en tener elecciones cada cuatro o seis años. Y eso significa que nosotros, el gobierno, somos legítimos aún para los que no nos votaron. Hasta la próxima elección no es mucho lo que pueden hacer por sí mismos. Entretanto, nosotros os gobernamos porque representamos al pueblo y lo que hacemos es para bien de la nación...Eric Hobsbawm


En esta página intento acercarme a las preguntas formuladas en “El ateniense y el tunecino” por los que dudan de los regímenes políticos creados, en función de las circunstancias bajo diferentes latitudes, con el nombre de democracias. Estas preguntas nos conducen a los fundamentos republicanos de igualdad y libertad, reivindicados desde el principio de la página, los cuales expresan una necesidad urgente, a saber:
-que la singularidad de cada uno puede encontrar, en la sociedad que define su medio y en cada momento, los medios para el desarrollo y la expresión de su potencial.
-En otros términos, la función biológica tiene que ser el elemento que condiciona la organización de la vida en común.
Con esta condición, la democracia es la respuesta. Sin embargo, hay que concretar que el conjunto de las singularidades tiene vocación para encargarse de los asuntos comunes, lo que significa que en ningún caso el poder de algunos pueda actuar para el bien de una mayoría. La igualdad fundamental se refiere, ante todo, a la capacidad que tiene que alcanzar cualquiera para debatir los asuntos de la comunidad y poner todos los medios para sus realizaciones.
La globalización

La globalización potencia la universalidad, lo que significa una cierta uniformidad (ver en este Blog: Las reglas del juego). Hay una tendencia para encontrar un denominador común que unifica unos eventos locales comparables a los de otras regiones. Cuando se “globaliza” el sushi, la pizza o la paella, cada una de estas especialidades tan notables hace unas cuantas décadas, se va diferenciando de su receta inicial y la pizza tendrá el mismo sabor a Londres como a Tokio.
En la medida en que todo lo que se universaliza se va diferenciando de sus principios fundamentales, la democracia no escapa a la regla. Podemos saborearla de muchas maneras: democracia parcial, oligárquica, monárquica, monarquía parlamentaria, monárquica de derecho divino de tipo marroquí, teocrática a la iraní o putanocrática a la italiana…
No hay las democracias y los demás. No. Lo que hay son países donde los parlamentos son mudos, los partidos sin poderes, los que les dan un poco más de poderes, o mucho más según las circunstancias.
Sí todo el mundo es un poquito democrático, eso significa que nadie lo es.
Y si la democracia es expresarse, bueno: «que cada uno se exprese como le de la gana», acaban diciendo estos regímenes expuestos a la mirada de los demás. Pero en todos los casos, nos encontramos con oligarquías.
La globalización es también la liberalización económica, la cual, en muchos países, ha permitido que unas minorías tomen posesión de partes de la economía nacional y organicen así un sistema patrimonial. ¡Cuántos regímenes se han beneficiado de la liberalización para desarrollar un patrimonialismo mientras otros, aunque más preocupados por “las miradas de los demás”, han cerrado los ojos para defender los intereses de multinacionales a coste de las poblaciones!

En ciertas “democracias avanzadas”, los elegidos directos por el pueblo disfrazan este patrimonialismo, ofreciendo partes de la economía a estas empresas multinacionales que le devuelven tan bien el servicio a cambio. En casi todos los casos, se trata de Empresas de la construcción, servicios (energéticos, de telefonía…) o media (periódicos, canales de televisión…).




Oligarquía
La lógica del capital es fuente de corrupción. Su objetivo permanente es la riqueza, la cual responde a la satisfacción del deseo de consumo. Este, una de las manifestaciones del deseo humano, tiene como raíces la carencia y el egoísmo donde se ancla voluntariamente la lógica del mercado, que sabe utilizar estas características. El consumo representa, para el capitalismo, el eje central de la existencia. Las ofertas (avances tecnológicos, nuevos productos manufacturados…) llevan a unas demandas crecientes a las cuales los políticos responden con la retórica de unas promesas que no se cumplen, otra forma de corrupción.
El niño nace en esta corrupción…

Las sociedades llamadas “democráticas” son en realidad unas oligarquías, el gobierno de algunos individuos. Se supone que todos somos miembros de la colectividad, pero el numero de los que deciden está limitado. El funcionamiento del poder es tal que las élites dominantes se autoreclutan y las decisiones están en sus manos y no en las de la colectividad en su conjunto.

Además, cuando estos regímenes se definen como liberales[1]  , la relación que tienen con la noción de democracia es ambigua. La reivindican como ideología. Sin embargo, ninguno de estos regímenes puede aceptar que nadie tenga más competencia que otro en cuanto a política. Así, hay un germen de desigualdad en estos regímenes, por no decir un rechazo a la igualdad.

La democracia ateniense presentaba una característica notable con el nombramiento de los responsables políticos por sorteo dentro de la comunidad, aunque conlleva el germen de una contradicción en cuanto a igualdad y libertad, por la exclusión de las mujeres, esclavos y extranjeros.


Hoy, la noción de democracia, desde la experiencia de Atenas, no puede encarnarse en ninguna forma jurídico-política ni tampoco ser caracterizada por una representación parlamentaria desde un sufragio universal. Unos regímenes que, de hecho, son oligárquicos, sacan provecho de estos instrumentos tan sagrados en su retórica en torno a una supuesta democracia, cuando se trata más bien de una “demo-arkhia” (autoridad de la asamblea).
La asamblea parlamentaria es un instrumento que sirve en realidad a una estructura oligárquica dentro de un marco demo-árquico. Para Jacques Rancière, hay aquí dos finalidades compatibles y complementarias:
-élites dominantes –aristo-kracia (gobierno de los mejores) –
-que gobiernan porque son “los mejores” (auto reclutamiento) y porque son los que defienden el orden social que la defensa de sus privilegios impone.

Estas dos finalidades se combinan con los instrumentos que les ofrecen las instituciones y las leyes que promulgan. Eso permite a esta clase dominante, apoyada por una corte de lobbies que comparten estas finalidades, ejercer su dominación y, a la vez, dar una respuesta a los deseos canalizados de una sociedad de masa moderna.

La democracia como escándalo
Un régimen puede hacer que su representación parlamentaria sea más democrática limitando la duración de los mandatos de los elegidos y los conflictos de intereses, etc… Pero eso no significa que este régimen encarne la democracia porque gobierna según un sistema político-jurídico. La democracia sería hoy un estado de la sociedad que no se realiza nunca, una potencia en acción, en contra de la confusión de los poderes, la cual permite la dominación.

Seguimos a Jacques Rancière (“La haine de la démocratie”, El odio a la democracia) cuando dice que la noción de democracia es eminentemente subversiva porque pone en entredicho los principios fundamentales de la Autoridad (Arkhé): el saber, la riqueza, las grandes familias…
La democracia tiene la fuerza del escándalo. Para los que piensan que gobernar pertenece a los que tienen los títulos para hacerlo, a los que responden del orden social, como científicos, expertos, responsables empresariales, grandes familias, etc… dejar el Poder (Kratos) a la multitud, a los que no tienen las “cualidades necesarias”, sería inaguantable.
Así que la democracia no es una forma de gobierno o de régimen sino el mismo fundamento de La Politica.



Lo Político
El rechazo al Autoritarismo, este Arkhé, la Arquía de la Monarquía, la Oligarquía…, se manifiesta con una dimensión moral, ética y representa Lo Político. La politica corresponde a un conjunto de poderes, de opiniones y de representaciones. Hay cínicos que hablan a la colectividad como masa corrupta por la sociedad del consumo y del espectáculo. Hay tecnócratas que reducen la política a un arte de los medios. No habrá ningún partido político que cuente abiertamente lo que realmente es y lo que hace, cada uno tiene su doble juego. Frente a la política de la mentira de los partidos, existe una política de la verdad nos dice Merleau-Ponty. Lo Político no es la política, sino la búsqueda del bien común y la participación de todos en ella.

Notas
[1] En el sentido que se le da en Europa: desregulación de los mercados,  predominación del individuo sobre el grupo…

 

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