8.2.12

"The stranger": Verdad y apariencias

Esta página pertenece al ZOOM sobre "THE STRANGER" de Orson Welles

Parece ser que Orson Welles renegó de esta película, si nos conformamos con lo que escribe el periodista Frank Brady en su libro "Citizen Welles": «No hay nada mío en The stranger… Lo he dirigido para demostrar a la industria que yo podía rodar un film estándar hollywoodiano, dentro de los límites de tiempo y presupuesto, y ser un tan buen realizador como cualquier otro».


Ver impuesto por la productora el control del guión, el casting, el operador de montaje y los técnicos, no puede ser del gusto del tan autónomo Welles, aunque este contrato le abre las puertas de los estudios… por poco tiempo.
Otra limitación aceptada por Welles es el tema: esta historia de caza al criminal de guerra que no le permite jugar con su famosa historia de la rana y el escorpión.

La rana y el escorpión

En su entrevista con André Bazin, Welles dice que la rana es el animal verídico, cree en los pactos y los contratos. Es Vargas (Charlton Heston) en Touch of evil (Sed de mal) frente al escorpión Quinlan (interpretado por Welles). La rana y el escorpión, este animal "enfermo de si mismo", son, para Welles, unos «socios fluctuantes».

"Touch of evil" Welles-Quinlan y Charlton Heston-Vargas

El que juzga «por sí mismo» no es menos odioso que el que juzga en el nombre de valores superiores, en el nombre de «una moral aristocrática». Pero Welles reconoce la ambigüedad de su opinión y, al final, añade que es preferible juzgar en nombre de estos valores llamados superiores. De todos modos, estas opiniones de Welles ponen de relieve la complementariedad de estas dos figuras de la venganza: el que juzga la vida desde el punto de vista de la moral y el que lo hace desde su propia patología

Gilles Deleuze señala en "Imagen-tiempo" que lo que cuenta realmente para Welles es lo que él llama "the carácter", este poder de afectar o de ser afectado, esta "voluntad de poder" nietzscheana. Hay que reconocer que Welles tiene el talento para representar estos personajes "enfermos de la vida misma", como decía Nietzsche. Según Deleuze, Welles postula que no hay unos valores superiores a la vida, que la vida no puede ser juzgada, que la vida es "la inocencia del devenir", más allá del bien y del mal. Deleuze no toma en cuenta el reconocimiento que hace Welles de la ambigüedad delante de André Bazin.

La degeneración patológica de Franz Kindler no permite ningún juego en cuanto al juicio, porque se trata aquí del destino de la humanidad. Wilson es la rana de The stranger, pero el escorpión Kindler no es un "socio fluctuante".



Franz Kindler ¿un personaje de Fritz Lang?

Se puede discrepar también del análisis de la representación del juicio por Deleuze. En su libro ya citado "Imagen-tiempo", dice el filósofo que si Welles puede repudiar la película, probablemente no lo haría un Fritz Lang. Lo que supone que, para Deleuze, el director de The stranger reniega de su película por no poder jugar con la rana y el escorpión, pero que Lang encontraría en Franz Kindler un personaje que corresponde a su representación del crimen y del juicio.

Lo que lleva Deleuze a relacionar la película de Welles con la obra de Lang está en el hecho de que Franz Kindler se traiciona.
Citamos a Deleuze: « En la obra de Lang, los grandes momentos se dan cuando el personaje se traiciona. Es cuando las apariencias traicionan al personaje que se revelan como no verdaderas. No dejan tampoco espacio para una verdad más profunda, sino que surgen otras apariencias que permiten juzgar a las primeras». El juego de las apariencias sólo permite poner de relieve el valor más elevado de humanidad de los que lo denuncian frente a el que lo maneja, dice Deleuze. El juicio, no puede ya ejercerse en la narración de la película. «Se da al espectador las condiciones de posibilidad de juzgar por el mismo la imagen ». Deleuze concluye que Franz Kindler es un personaje "languiano".

El creador de M, con su visión expresionista de la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, ha demostrado en sus películas su capacidad para cambiar los datos sobre el juicio, haciendo del mal una dimensión humana y no faustiana.

En The stranger, Kindler hace de la apariencia la condición de su supervivencia. Podemos hablar de la dimensión humana del personaje únicamente por el hecho de que se traiciona dos veces. Sin embargo, Kindler no es "languiano". No puedo compartir este punto de vista que podría llevar a Fritz Lang a tratar el personaje de Kindler como lo hace, por ejemplo, de Edward G. Robinson en Scarlet Street: una película donde, efectivamente, es el espectador quien tiene que juzgar la imagen.

Franz Kindler está juzgado desde la primera secuencia de The stranger. Su juego de las apariencias no hace de Wilson o el juez, suegro de Rankin /Kindler, unos personajes con un valor más elevado de humanidad. Deleuze tiene sobre The stranger una opinión más bien frívola: el personaje no es el criminal de Cine negro que encontramos en el dossier que tratamos.
Fritz Lang tuvo que huir del nazismo y podría tratar cinematográficamente un Kindler como lo hace Hannah Arendt en sus escritos sobre Adolf Eichmann durante su juicio en Jerusalén: la banalidad del mal en un hombre ordinario.
Sería otra película.
Welles puede renegar de The stranger por no haber tenido los plenos poderes sobre su realización. Sin embargo, dudo que Welles reniegue de su personaje. Lo trata desde su "character" que es la del "enfermo de la vida" que mata y mata, borra las huellas, las quema, espera que renazcan desde las cenizas. Es el ángel que lo juzga, lo extermina. Franz Kindler pertenece plenamente a esta colección de individuos que a Welles le gusta interpretar él mismo. Si el estatus de Wilson no le permite a Welles jugar con la rana, al menos le queda la posibilidad de poner en evidencia la patología de Franz Kindler, el escorpión que arrastra al ángel en su caída.

La lucha con el ángel
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